Confusiones
Cuando mi madre salía a la calle a buscarme sabía donde podía encontrarme. Y siempre usaba orgullosa esta ingenua expresión: a este niño le encantan las construcciones, estoy segura que de mayor va para Arquitecto. ¡Que confusión la de mi madre! ¡Si para lo que yo iba era para maricón! A mi no me interesaban mucho los ladrillos, sino los que los ponían.
El se ha levantado de la cama, creo que fue a la cocina y yo me he quedado acostado, por no mirar miro al techo de la habitación, pero mi mente no está ahí. Pienso en cosas, muchos recuerdos vuelven a mi mente y no se ¿Por qué? Las ideas que me asaltan están llenas de confusiones.
Recuerdo cuando era niño, en vez de ir a jugar pelota con los chicos del barrio yo entraba en las obras que se estaban haciendo en los alrededores y allí me pasaba las horas: lo sabía todo, lo miraba todo, incluso a veces cuando me ganaba la confianza de los hombres que allí trabajaban hasta los ayudaba. Cuando mi madre salía a la calle a buscarme sabía donde podía encontrarme. Y siempre usaba orgullosa esta ingenua expresión: a este niño le encantan las construcciones, estoy segura que de mayor va para Arquitecto. ¡Que confusión la de mi madre! ¡Si para lo que yo iba era para maricón! A mi no me interesaban mucho los ladrillos, sino los que los ponían.
Pero ahí no paró la cosa. Tenía serias inclinaciones por el arte, sobre todo la pintura y la música. Se me ocurrió decirles a mis padres esto y pedirles que me pusieran en unas clases de piano. El no de mi padre fue rotundo. De eso ni pensarlo, la música es cosa de maricones, decía. Que se dedique al deporte, que estudie, pero músico ni soñarlo, me opongo rotundamente y de eso no hay más que hablar. Y mi padre lo logró, hoy tengo 25 años y no se tocar el piano, pero sin embargo, también se confundió porque hoy soy maricón.
Siempre tuve una confusión: que la incomprensión de mi padre por mi vocación había sido la causa de la ruptura del matrimonio de mis padres. Pero pronto empecé a dudarlo. Cuando mis padres se separaron, yo me fui a vivir a un barrio de Miami con mi madre y un par de veces al mes mi padre venía a recogerme a casa, me llevaba a Fort Lauderdale a pasar el fin de semana y allí siempre me encontraba con una chica nueva que me la presentaba como mi tía. Generalmente aquellas tías eran mujeres jóvenes y hermosas, cariñosas conmigo y siempre hablaban de que me iban a dar un hermanito. Aquello si me confundía: si una tía mía tenía un bebé, sería primito y no hermanito mío.
Mi madre por su parte no tuvo otra pareja por largo tiempo. Se dedicaba a su trabajo en el supermercado y a mi. Pero un día en el verano nos fuimos a Miami Beach y allí conocimos a Juan. Juan era uno de esos hombres que se pueden catalogar de Machos Alfa, esos hombres que transpiran macho por todos sus poros. Mi madre se enganchó desde el primer momento con él y a mi me cayó aquel señor muy bien desde el primer momento. Era un hombre agradable, de una conversación muy interesante y de unos gestos muy varoniles. Invitó a mi madre a salir en varias ocasiones en las que yo los acompañaba y a las pocas semanas se quedó a pasar la primera noche en casa. Todo lo contrario de lo normal, que los hijos de madres divorciadas rechazan a las parejas de ellas, en mi caso no fue así, pues no se por que yo estaba tan contento con tener a Juan viviendo en mi casa.
Mis relaciones con él fueron muy buenas y pronto se convirtió en mi arquetipo de hombre. Verlo pasearse por dentro de la casa sin camisa y el pijama a mi me encantaba. Tenía un pecho velludo, sus brazos de constructor eran fuertes, en su espalada ni en sus hombros tenía un solo vello. Se le marcaba un robusto paquete, pero nunca lo pude ver desnudo, era muy recatado. Además se follaba a mi madre todos los días, pues siempre se bañaban juntos y en muchas ocasiones, después de comer se retiraban a su habitación y le echaban el cerrojo a la puerta.
Luego, siempre salía de la casa conmigo, tenía amigas y amigos y en todos los grupos en que llegaba era como un centro generador de magnetismo. Un día salimos con un amigo y nos fuimos a una orilla de un río a tratar de pescar y pasar un rato. Llevamos un par de pequeñas casas de campaña, comimos y luego nos recostamos a la sombra de unos árboles a dormir la siesta. Cuando me desperté ellos no estaban, los busqué y para mi sorpresa mi padrastro le estaba dando una enculada a su amigo de padre y señor mío. Cuando yo vi esa escena me quedé perplejo, no hice ruido, no dije nada. Me limité a observar. Aquello me fue poniendo caliente y como a esa edad ya yo me empezaba a pajear, pues puse manos a la obra y me di una corrida especial observando la escena, que duró mucho tiempo, pues después que yo me corrí Juan estuvo como 20 minutos más dándole por el culo a su amigo.
De más esta decir que de esto no hablé ni una palabra, ni con él ni mucho menos con mi mamá. Tampoco dije nada a ningún amiguito. Pero eso si, ahora estaba a la expectativa, y cada vez que salíamos a algún sitio yo estaba detrás de cualquier detalle y muchas veces pude pillarlo follándose a tíos y tías. Pero eso no le restaba interés por mi madre. ¿Cuántas veces lo vi llegar de haber dado una enculada espectacular a un tío y de inmediato meterse con mi madre en su habitación y follársela. Aquello me tenía confundido, sabía que eso era engañar a mi madre, me debía molestar, pero como veía que eso no le afectaba en su relación, lo pasé por alto y de verdad disfrutaba cuando me percataba que iba por un amigo. Yo no se si a estas alturas él se había percatado de mi complicidad, pues cada vez me era más fácil verlo en acción, pues prácticamente de mi no se cuidaba. Sin embargo debo decir algo importante: a mi también me gustaba mi padrastro, me encantaba acariciar su pecho velludo, él se dejaba, pero cuando intentaba pasar mis manos por debajo de su ombligo cuando veía que estaba caliente y que su polla estaba deseosa, inmediatamente paraba mis caricias con cualquier excusa. Tengo que reconocerlo estaba locamente enamorado de mi padrastro, él lo sabía, no le molestaba que lo adorara, pero no me dejaba pasarme ni un milímetro con él. Para él yo era sagrado.
Un día se dio una situación, en casa estaban de visita la hermana de mi madre y su esposo. Mis tíos vinieron a pasarse las vacaciones con nosotros, pero surgió una repentina emergencia. Mi abuelo enfermó y estuvo en cama y por eso mi mamá y mi tía decidieron estar unos días con él en su casa de Carolina del Sur. Nos fuimos en el coche de mi padre hasta allá y las dejamos en casa de los abuelos y partimos de regreso a Miami, pues mi padre tenía que trabajar al día siguiente. De regreso Juan dijo que era muy tarde para seguir conduciendo, que era mejor pernoctar en un hostal de la carretera y continuar la marcha a la mañana siguiente. Alquilamos una cabaña rústica muy bonita y ahí pasamos la noche. Mi padrastro compró una botella de ron y una botella de Coca Cola y antes de acostarnos nos dimos unos tragos. Al poco rato mi tío se fue al baño y mi padrastro me dijo: me voy a cargar a tu tío. Yo le pregunté: estás de acuerdo con él. Y él me dijo: no hemos hablado ni una palabra, pero vas a ver como me lo cargo. A mi aquello que me dijo mi padrastro me llenó de lujuria y como si se hubiera percatado de mi pensamiento me advirtió: lo vas a observar todo, pero no vas a participar en nada. Y se marchó al baño donde estaba mi tío medio mareado.
Juan entró en el baño, Raúl estaba metiendo la cabeza bajo el chorro de agua tratando de refrescarse, pero mi padre se le acercó casi desnudo, solo con los boxer puestos y le dijo: déjame ayudarte. Le quitó de la mano la ducha y le dijo, mejor es que te de una buena ducha y Raúl lo aceptó. Mi padrastro desnudó y lo metió en la bañadera y comenzó a ducharlo con agua tibia por todo el cuerpo. Juan lo mojaba por todos los lados y ambos reían. Al escuchar las risas yo me acerqué al baño y vi como lo estaban bañando. Raúl era muy recatado y con sus manos se tapaba su aparato, por cierto bien dotado, pero el de Juan era más desarrollado, lo ocultaba su boxer, pero yo lo sabía, como sabía que pronto iba a disfrutar como Juan lo desvirgaba. Juan detuvo el chorro de agua en la cara de Raúl, le entró agua en los ojos e instintivamente se tapó la cara con sus manos y así Juan aprovechó y comenzó a acariciar la polla y los huevos de Raúl.
Ahora aquellos dos machos estaban bajo el chorro de agua desnudos y yo observando aquella escena estaba calentándome. Mientras Raúl medio mareado se dejaba conducir por Juan. Juan lo enjabonaba por todo su cuerpo. Con sus manos llenas de gel empezó a frotar sus huevos y su polla, Juan le decía te voy a dar una buena bañada, Raúl se reía y Juan empezó a sobarle las nalgas a Raúl y claro tan cerca del culo le penetró con unos de sus dedos. Raúl trató de parar aquello pero Juan lo controló con un buen par de nalgadas fuertes y Raúl se siguió dejando. Lo enjabonó por todos los lados, por la espalda, por su pecho y luego le dijo: bueno, ahora enjabóname tu y Raúl tomó el gel en sus manos y comenzó a enjabonar los huevos y la polla de Juan, que ya a estas alturas estaba totalmente empalmada. Enjabonándole la polla a Juan, Raúl estuvo unos instantes acariciándola, estaba durísima, tenían una vena gorda que parecía que rugía de deseo. Cuando aquellos dos machos estaban empalmados Juan se puso frente a Raúl y le estampó un beso en la boca y fue correspondido. Se besaban con pasión y así enjabonados Juan se pegó a la espalda de Raúl y su polla empezó a acariciar las entrepiernas de Raúl. Las embestidas de Juan eran enérgicas pero no lo había enganchado. De pronto me di cuenta que la lujuriosa polla de Juan había encontrado el culo de Raúl, primero por las exclamaciones de este y luego por sus inútiles intentos de escapar, pero era tarde ya Juan lo estaba gozando de lo lindo. Juan no se llegó a correr, ni tampoco le sacó la leche a Raúl. Le aclaró el jabón con agua y finalmente lo secó con una toalla y se lo llevó a la cama. Juan ni se secó, mojado cayó sobre Raúl y de nuevo empezó a juguetear con él. Ahora con su lengua saboreaba la piel de su cuello, Raúl estaba como enloquecido y el momento más hermoso comenzó cuando mi padrastro empezó a chuparle las tetillas, aquello lo enloquecía y lo único que hacía era acariciar con sus manos la cabeza de mi padrastro. Cuando quizo, Juan volteó a Raúl en la cama y empezó a darle una mamada de culo que lo hizo gritar de placer, su barba de un día lo arañaba y pronto su lengua entro por aquel culo que ya había probado su polla. Le llenó de saliva todas las nalgas y cuando presentó la cabeza de su polla se la introdujo hasta los mismos cojones. Raúl gritó desesperado, pero Juan no cedió, lo tenía fuertemente sujeto entre sus brazos, por unos segundos se detuvo sus embestidas con la polla bien adentro. Le decía relájate, no te queda más remedio, voy a gozar ese culo. Abre bien las piernas. Raúl obedeció y comenzaron las más feroces embestidas que le había visto dar a mi padrastro a un hombre. Lo violento de la follada no estuvo solo en las embestidas inclementes sino en el tiempo que duraron. En un momento mi padrastro parecía que se corría, pero se aguantó, se contuvo unos segundos apretando el cuerpo de Raúl con todas sus fuerza y pronto comenzó de nuevo sus embestidas. En un momento Raúl no aguantó más y se corrió, pero Juan siguió dándole caña por lo menos cinco minutos más. Cinco minutos que parecieron ser un infierno para Raúl, pues al correrse su excitación pasó, pero mi padrastro para correrse aumentó el ritmo de las embestidas lo que hacía que el culo de Raúl se la sintiera el máximo. Cuando aquello concluyó, ambos machos quedaron extenuados y se durmieron. Pero mi padre le dejó su polla dormida dentro de las entrañas de su cuñado.
Yo veía a aquel par de Machos Alfa abrazados y aproveché que estaban dormidos para acariciar el pecho de mi padrastro y luego me fue al baño y me masturbé para quitarme la excitación.
Nunca habíamos conversado sobre sus aventuras con sus amigos, pero de una forma implícita, sin mediar una palabra, estaba claro que yo conocía sus cosas y por ello no se escondía mucho de mi. Sabía de mi complicidad, de que yo estaba enamorado de él, de que lo obedecía a rajatabla. Pero me cuidaba enormemente, nunca dejaba que ninguno de sus amigos se acercara a mi. Es decir que llegué a los 18 años enamorado como un perro de mi padrastro y convencido de que eso era un imposible. Por eso comencé mi primera aventura a esa edad y fue con una chica. ¿Otra confusión? Pues si, la empecé a cortejar, salimos en varias ocasiones y un día conocí a su hermano mayor, tenía 25 años, ya era todo un hombre e iba derecho a convertirse en todo un macho. Nos hicimos amigos, surgió entre nosotros un extraño magnetismo y pronto le prestaba más atención a mi cuñado que a mi novia y como ya estaba más claro de mis preferencias corté mi relación, claro está con ella, pues con Antonio era imposible.
Así comenzó mi primera aventura con un hombre. Primero nos hicimos amigos inseparables. Siempre estábamos juntos, a mi me atraía con pasión, pero acostumbrado a mantenerme al margen cada vez que había una ocasión y Antonio quería pasar de las caricias a algo más yo lo interrumpía y paraba aquella pasión que se estaba desatando entre nosotros. Muchas veces nos quedamos a dormir juntos en una misma cama, pero yo lo frenaba y como siempre esto ocurría en mi casa o en la suya, Antonio desistía a regañadiente. Cuando trataba de organizar unas pequeñas vacaciones en algún hotel solos yo lo boicoteaba, pues sabía que sin el temor a nuestras familias la cosa podía tomar otro color.
Por eso Antonio planificó la sorpresa. Nos fuimos a la playa de Wet Palm Beach, allí nos cogió la noche y comenzamos el regreso a Miami. Cuando ya estábamos cerca de la ciudad, en una gasolinera que tenía un pequeño hostal cerca nos detuvimos y Antonio empezó a revisar el coche. Ni para adelante ni para atrás, aquello no funcionaba. Un mecánico cerca, ni imaginarlo y así surgió su solución. Mejor nos quedamos en este hotelito, pasamos la noche y por la mañana en esa gasolinera seguro encontramos a un mecánico que revise el coche y regresamos. Yo no vi otra solución, pero de inmediato me percaté del peligro. Nos fuimos al hotelito, sacamos una habitación, cenamos en su restaurante, luego vimos un rato la tele y nos acostamos juntos en la cama.
Yo me quedé en pullover y pantalón corto, pero él se acostó totalmente desnudo. Era verano, había calor, en la habitación un aire acondicionado agradable y al poco rato me dijo. Quítate esa mierda de ropa para dormir que me da calor y si quiero follarte de nada te va a servir. Me despojé de mi ropa y me volví a acostar a su lado, en mala hora puse mi espalda sobre su pecho velludo, pues de inmediato sentí como su dura polla se metía entre mis piernas mojándome con sus deseos. Así estuvimos abrazados por un rato, su polla cada vez crecía más, estaba deseosa de conocer mis entrañas vírgenes. Para evitar tanta tentación me puse frente a él y ahora eran sus labios quienes rozaban los míos y pronto comenzamos a besarnos cada vez con más intensidad.
Cuando su boca abandonó la mía su lengua comenzó a disfrutar de mi cuello, de mis hombros, de mis tetillas. Me llenaba de escalofríos, sentía temor pero también sentía deseo de ser de un hombre. Continué el juego aterrado pero deseoso, pero cuando Antonio comenzó a interesarse por mi culo, primero con sus dedos y luego con la cabeza de su polla me entró un terror indescriptible y pude escaparme de sus brazos. Pero estábamos solos en aquella habitación, nos quedaban muchas horas juntos y sabía que cada vez el peligro era mayor por mis deseos y los suyos. Pensé entonces que lo mejor era darle una buena mamada y sacarle la leche de los huevos, eso podía darme una tregua y por eso comencé a darle una mamada. Primero besé sus huevos, luego con mi lengua le fue acariciando la polla desde la base, así me di gusto saboreando su piel y su sudor. Finalmente succioné uno de sus testículos y me lo introduje en la boca, él me dijo cuidado no me lastimes y yo lo retuve con mucha delicadeza, lo que amplió su confianza. Le mamé y chupé los huevos enloquecedoramente, se retorcía de placer. Cuando comencé a mamarle la polla sentí como rugía, estaba cerca de lograr mi objetivo, quería que se corriera. Pero él me sacó la polla de la boca, quería correrse pero en otra parte y comenzó a juguetear conmigo.
Me puso boca abajo y comenzó a mamarme el culo de una forma que estaba perdiendo todas mis fuerzas y mi voluntad estaba prácticamente anulada, por eso cuando vine a reaccionar su polla estaba metida hasta la misma mitad de mis entrañas, traté de huir, pero era inútil me tenía empalado hasta el mismo tronco, sentía sus huevos como se restregaban en mis nalgas. Su voz tierna susurraba en mis oídos: relájate, no te queda alternativa, te voy a hacer mío. Quiero sentir como ya no haces más esfuerzos por huir, como entregas a mi disfrute ese culo que tanto deseo. Mi corazón latía aceleradamente, traté de relajarme y ahí empezaron sus embestidas lo que provocó de nuevo mi terror, me contraía más pero Antonio no dejaba de follarme. Nuestros sudores se mezclaban y su polla retozaba en mis entrañas si contemplación.
Aquellos minutos eran interminables, cuando de pronto empecé a sentir que aumentaban en vigor e intensidad sus embestidas, estaba a punto de correrse dentro de mi culo. Aquello me dio miedo y placer, pues empecé a sentir que se me iba a escapar mi leche y casi al mismo tiempo, cuando con mis contracciones del esfínter le anunciaba que estaba corriéndome sentí como su polla descargaba su leche caliente dentro de mi.
Ahora en vez de huir mi culo iba en busca de su polla, me abrazaba con fuerza hasta que poco a poco fuimos perdiendo las fuerzas y nos quedamos así dormidos.
Por la mañana al despertar nos duchamos, de nuevo me volvió a follar debajo de la regadera y cuando desayunamos y fuimos por el coche, simplemente levantó la tapa del motor, ajustó un pequeño cable y el coche arrancó. Lo hizo sin ningún recato, quería que me diera cuenta que el coche no tenía ninguna avería, que simplemente me había tendido una trampa para acabar de tenerme a su merced y desvirgarme. Aquello me dio confusión y lejos de protestar por haber sido engañado, cuando se sentó en el timón del coche le di un beso en el cuello.
Ese día conocí a un tío suyo que vive solo en otro barrio de Miami. Un hombre maduro y muy varonil. Una casa grande y acogedora con una piscina en su patio. Y a partir de ese día comenzamos a frecuentar aquel lugar. Nos bañábamos desnudos en la piscina, tenía una habitación donde hacíamos el amor y pronto me di cuenta que entre Antonio y su tío no había secretos.
Yo llamaba a su tío para saber cuando estaba Antonio en su casa y me acercaba y le daba la sorpresa. Hasta que un día me dijo el tío que Antonio estaba bañándose y que viniera para allí. Cuando llegué no vi el coche de Antonio en el parqueo y eso me extraño. Me abrió su tío, como siempre en pantalón corto y enseñando su hermoso pecho. Aquella situación me dejó confuso, le pregunté al tío por Juan y me dijo que había tenido que salir urgente para su casa, que lo habían llamado, pero que me dejó el recado de que lo esperara que el regresaría aunque fuera de noche tarde.
Por la cara del tío me di cuenta de que allí había gato encerrado, pero me lo tomé con mucha calma. No me había fijado en él, pero de verdad que estaba muy atractivo, además, mi pasión por mi padrastro me había habituado a interesarme por los hombres maduros, luego la idea de una aventura me produjo como un cosquilleo interior. Hablamos de muchas cosas. El tío sin camisa y yo vestido, pues no quería tomarme una confianza, además en cualquier momento yo estaba esperando la aparición de Antonio en la casa y no quería despertar celos, pues estaba enamorado de él.
A insistencia de su tío porque me pusiera cómodo me quité la camisa, él la tomó en sus manos y la puso en una percha dentro del armario de su habitación. Por esa razón entré por primera vez a esa habitación. La habitación era amplia y confortable. Los armarios empotrados tenían en sus puertas espejos y la puerta hacia el baño interior era de cristal. Se veía una bañadera enorme y cuadrada. Me invitó a ver aquel cuarto de baño. La bañadera tenía posibilidades de hidromasaje, ajustó la temperatura en un mando y comenzó a llenarse de agua ligeramente templada. Posterior a la bañadera había una amplia sauna con bancos, paredes y pisos de madera. Y ahí me invitó a darme un baño. Yo lo dudé un poco pero al final me convenció, me introduje en la bañera y apretó un botón y el motor arrancó y comencé a sentir un delicioso hidromasaje, mientras él se llevó mi ropa, imagino que a colocarla en el armario y a los pocos segundos regresó desnudo y se introdujo conmigo en la bañera. Pude ver en ese momento su potente aparato que parecía venir pidiendo guerra.
Yo me asusté un poco, temía la aparición de Antonio en cualquier momento. Pero él echó un poco de gel en la bañera y pronto nos empezamos a cubrir con espuma. Sentí como una de sus piernas rozaba a las mías, por instinto me retiré un poco, pero luego volvimos a chocar y comenzamos a jugar en el agua. Sus manos comenzaron a acariciarme los pies muy suavemente se introdujeron entre mis muslos y sorpresivamente tocó suavemente la entrada de mi esfínter. Salté de sorpresa, pero sus caricias siguieron. Yo estaba aterrado y le dije que tenía miedo a que Antonio nos sorprendiera y él me dijo, pierde ese miedo, no va a venir ni de coña, pues tiene que trabajar por una avería que ocurrió en la planta. Por un lado sentí tranquilidad, pero me sobresalté más pues sus caricias se hicieron más intensas y sus manos cada vez acariciaban mis nalgas con más fuerza y siempre al final sus dedos acariciaban mi ano, poco a poco y lo iban dilatando más y más.
Mi corazón latía a enorme ritmo y pronto sentí que estaba entre sus brazos y que nuestras bocas se besaban con un placer nunca sentido. Su lengua entró en mi boca y yo comencé a chuparla con deleite. Ahora me dijo, vamos para la sauna. Lo seguí sin chistar, salimos llenos de espuma y puso de inmediato el vapor, comenzamos a sudar y luego apretó un botón y de todos los lugares salían finos chorros de agua que acariciaban nuestras pieles. Luego paró el agua y sacó de un armario un frasco con una loción que resultó ser un aceite relajante. Comenzó a untarme aceite por todas partes y ahora mi piel se hacía más sensible a sus caricias, me excitaba más a cada instante y sus manos cada cierto tiempo y a buen ritmo se apoderaban de mis nalgas y sus dedos lubricados ahora acariciaban con más presión mi ano. Aquella penetración sin dolor que me estaba produciendo me estaba excitando cada vez más y sus dedos cada vez entraban más por mi ano cada vez más dilatado. A pesar de la dilatación no cesaba de añadir más lubricante a sus manos y de un dedo pasó a penetrarme con dos. Yo lo abrazaba, lo besaba y él continuaba. Comencé a sentir un placer especial y vi como me salía leche por la cabeza de mi polla, comencé a desear que acabara de penetrarme como nunca lo había deseado y se lo pedí. Su respuesta fue tajante: no te desesperes, yo te voy a follar pero no cuando tu me lo pidas, sino cuando me salga de los cojones. Así que pide y di lo que quieras que yo te voy a seguir gozando como me de la gana.
Aquellas palabras me hicieron lanzarme a abrazar y besar a aquel macho que siguió dilatándome el culo cuanto quiso. Luego me dijo algo que me sorprendió. Te voy a poner un edema para que cuando te esté follando no ensucies mi polla y sin darme tiempo a reaccionar me recostó en un banco, me subió los pies y comenzó a penetrame con un líquido tibio que me fue inundando. Cuando acabó me entraron muchas ganas de defecar, pero él me había dejado un dilgo que actuaba como una especie de tapón. Empecé a contraerme, empecé a desesperarme, pero el me retenía abrazado entre sus brazos y besando mi boca ardientemente. Aquel calvario duró más de 5 minutos y finalmente me sentó en el vater, retiró el dildo y comencé a expulsar aquel líquido grasoso que me estaba limpiando. Mis piernas temblaban, sudaba copiosamente y no era por el vapor. Luego me levantó del vater y volvió a bañarme meticulosamente. De nuevo se deleitaba lubricando y dilatando mi culo. Por mi parte cuando podía acariciaba su piel, su pecho su polla.
Finalmente, el agua aclaró nuestros cuerpos y sentí algo extraño, tenía mi ano muy dilatado y deseoso de ser penetrado. Aquel edema tenía alguna sustancia afrodisíaca que me hacia desear ser penetrado y no sabía que era. Finalmente nos secamos y nos metimos en la cama. Por unos instantes se separó de mi y mi cuerpo deseaba con intensidad su contacto. Apagó las luces, nos quedamos en total oscuridad por eso cuando sentí de nuevo el contacto de su piel mi corazón estalló en latidos salvajes. Mi boca fue en busca de la suya desesperadamente y solo sentí que su boca se había apoderado de mi culo y me lo estaba mamando de forma que me estaba enloqueciendo. Sentí que su saliva me llenaba las nalgas, me corría por los huevos y cuando entró aquel aparato por mi culo lejos de huir me lancé contra su base con desespero. Mordió la base de mi cuello por la espalda y yo empecé a sentir un placer por ser penetrado que estremecía todo mi ser. Me follaba intensamente pero yo quería más, cuando estaba al borde de correrse y se detenía y sentía que con todas sus fuerzas me apretaba para aguantar la leche de sus huevos, yo trataba de no moverme para ayudarlo a aguantar y luego cuando él lograba controlar la leche dentro de sus huevos volvía a follarme con lujuria y yo continuaba sintiendo cada vez más placer. Cuando no pudo más su leche salió en un chorro caliente que sentí como quemaba mis entrañas, tras ese chorro vino otro y otro más. Mi leche también saltó de mis huevos y con cada chorro que lanzaba sobre la cama mi culo se contraía, apretaba su polla y le sacaba más leche. Cuando nos corrimos los dos, su mano estaba en mi polla embarrada en leche y continuaba acariciándola y aquello me estremecía, sentí miedo de sentir tanto placer, pensé que me iba a desmayar, pero mis gemidos y ruegos no impidieron que el siguiera acariciando mi polla y estremeciéndome casi hasta dejarme sin fuerzas. Cuando me soltó, sacó su aparato triunfador de mis entrañas y sobre mi leche en la cama nos quedamos tan profundamente dormidos que cuando despertamos era muy tarde. Recogió la ropa de cama, la metió en la lavadora y desnudos nos fuimos a la cocina a buscar que podía saciar el hambre que sentíamos. Después comer nos sentamos en el sofá del salón y estuvimos un rato viendo la tele. Cuando yo hablé de vestirme e irme a casa, el me dijo: ni lo pienses es muy tarde para que te vayas a casa y muy temprano para acostarnos a dormir.
Nos metimos en su cama, puso la tele, empezamos a ver algún programa abrazados y antes de dormir me volvió a follar de nuevo. Esta vez estaba tan dilatado que no se preocupó para nada ni en lubricarse la polla ni mi culo. Y esto fue el comienzo de una ardiente relación que duró mucho tiempo. Antonio primeramente se disgustó, pero luego lo aceptó pues en definitiva quería a su tío que me había convertido en pareja.
Pero en mi cabeza siempre pasaba una idea inconclusa, cuando mi padrastro pasaba por mi mente mi cuerpo se retorcía de placer, aquel amor primero nunca había tenido correspondencia. Por eso empecé a ir en su busca. Sería yo quien lo provocaría, no le permitiría poner distancia. Y así fue. Aquel día llegó, le pedí que me ayudara a hacer unos arreglos en mi nueva casa y lo traje. Desde que llegó empecé a acariciarlo como siempre y cuando trató de alejarme y ponerme a distancia con fuerza bajé su boxer y comencé a mamar su polla con pasión. No hizo más rechazo y entonces adoptó la posición de mamado, se acostó boca arriba en mi cama y yo continué con mis caricias, estaba como desesperado, había esperado muchos años por aquel momento y quería hacerle de todo a la vez, pero me controlé y tomé el sartén por el mango, me dediqué a provocarle deseo, le daba lengua por la ingle y por los huevos, le daba lengua a su ombligo y volvía a lamerle la base de la polla que estaba empalmada a más no poder. Disfrutaba con el rostro de placer y deseo que estaba poniendo, sus expresiones de satisfacción me llenaban de lujuria. Y de vez en vez subía por su polla saboreándola con mi lengua y me metía la cabeza en mi boca, entonces sentía sus suspiros de placer, sentía como rugía su polla y de nuevo me dedicaba a lamer su vientre, sus tetillas, sus axilas, su cuello y de nuevo volvía a bajar por su vientre y comenzaba a chuparle los huevos. Le tenía todo el pecho, el vientre y los huevos empapados de abundante saliva. Cada vez que le chupaba la cabeza de la polla me pedía que siguiera, me decía que lo estaba desesperando, pero yo seguía en mis trece y continuaba mis caricias con la lengua, con mis manos, con todo mi cuerpo. Así lo tuve largo tiempo, su polla se babeaba constantemente y en una de las veces que le chupé la cabeza no aguantó más y con sus manos me sujetó la cabeza y no me permitió que saliera más de mi boca y en ese instante fue en que empecé a mamarlo con toda intensidad, se retorcía de placer, sentía como se le contraían los músculos del vientre, lo veía sudar de placer, me metía la polla hasta lo más profundo de mi garganta, me daban arqueadas, pero yo seguía dándole aquella mamada de antología. Sabía que estaba al explotar, quería tragarme su leche pero mi padrastro se incorporó, me dio un tirón, presentó su polla en mi culo y aguantando fuertemente mi cadera entró su miembro hasta el tope. Yo me sentí lleno, comenzó a embestirme con pasión, sus brazos me sujetaban fuertemente y pronto soltó la leche en mis entrañas. Casi se estaba corriendo cuando sin darme cuenta me estaba enculando sin siquiera ponerme lubricante. Me folló no se si como nadie, pero sentí tanto amor que no me sentí culpable. Y fue entonces cuando él abandonó mi cama y se fue a la cocina, que tantas ideas confusas pasaron por mi mente que me hicieron escribir estas líneas que ahora estás leyendo.