Confundida hasta el final
Llegamos al hotel, un lugar encantador con toque antiguo, pero todo bien decorado y acogedor. Nada más entrar, en la recepción, un chico nos atiende. Era alto, moreno de piel, de unos 35 años, delgado y de ojos marrones. Amablemente nos solicita la documentación para confirmar la reserva, a lo cual,
Llevábamos mucho tiempo sin salir solos, tenemos dos hijos y siempre que hemos salido a algún sitio, hemos ido acompañados de ellos. Esta vez, después de mucho tiempo, sería diferente. Queríamos pasar un fin de semana tranquilos, relajarnos y desconectar del trabajo diario. Así que habíamos reservado un par de noches en un hotel con spa, donde poder desconectar un poco y disfrutar de los placeres del agua. Llego el día de salir de viaje, todo preparado en la maleta, ropa cómoda y algo más elegante para salir a cenar alguna noche. En parte nos sentíamos excitados porque sabíamos que podríamos disfrutar también del sexo, pues a los dos nos gusta bastante practicarlo y excitarnos solo con pensarlo.
Llegamos al hotel, un lugar encantador con toque antiguo, pero todo bien decorado y acogedor. Nada más entrar, en la recepción, un chico nos atiende. Era alto, moreno de piel, de unos 35 años, delgado y de ojos marrones. Amablemente nos solicita la documentación para confirmar la reserva, a lo cual, se la facilitamos sin ningún problema y encantados. Estábamos deseando de llegar a la habitación para descansar un poco antes de salir a pasear. Mientras fotocopiaba los documentos, observo al recepcionista que no quita la mirada de mi mujer, la cual iba con un pantalón vaquero ajustado y una camisa blanca y un poco transparente en la cual resaltaban sus grandes pechos y unos pezones que se marcan incluso con el sujetar puesto. Ella también se dio cuenta de sus miradas y creo que la hizo excitar un poco más, de lo que ya estaba. Amablemente nos dio la llave de la habitación y nos acompaño hasta nuestro lugar de descanso. Al llega a la habitación, abrió la puerta y el chico se quedo bajo el marco de la misma, dejándonos pasar a nosotros primero. Yo me adelante a mi mujer y seguidamente pasó ella, cuando me gire para darle las gracias, observe como le mira el culo a mi esposa. Me miro a los ojos y cerró la puerta. Creo que se sintió un poco avergonzado.
-Has visto como te miraba el chico las tetas?- Le dije
-Si, y eso me ha puesto muy caliente. -Me respondio
Dicho esto me acerque a ella, cogiéndola por la cintura con fuerza para acercarla hacia mí. Comencé a besarla suavemente, sintiendo la humedad de sus labios, acariciaba sus nalgas, mientras ella me abrazaba con fuerza. Seguí besando su cuello, lo que hizo que su estado de excitación aumentase bastante, pues su respiración fue aumentando en intensidad y fuerza. Penetre con la punta de mi lengua su oído izquierdo mientras ella con sus manos había llegado hasta mi culo donde me apretaba con sus dedos. Poco a poco fui desabrochando los botones de su camisa, mientras no dejaba de besar su oído y cuello. Ella también metió sus manos dentro de mis pantalones para ir sacando fuera la camisa que yo llevaba puesta. Tras desabrochar su último botón, abrí la camisa y pude observar como sus pezones estaban duros, como si quisieran reventar el sujetador y salir de allí. La bese en los pezones, mientras me hizo levantar los brazos para sacarme la camisa. Cuando pude la abrace y desabroche su sujetador, liberando esos pechos enormes los cuales no tarde ni un segundo en acariciar con mis manos y besarlos. Su aureola estaba bien marcadita, resaltando en su blanca piel. Recorría con mi lengua cada centímetro de su pecho, mientras acariciaba el otro con mis manos y pellizcaba su pezón. Cada vez mas excitada, había conseguido sacarme el cinturón y desabrocho mi pantalón. Creo que ella seguía pensando en el recepcionista mientras yo mordisqueaba sus pezones. Bajo mi pantalón hasta las rodillas. Mi polla estaba muy dura, casi no cabía dentro del slip, notando como daba fuertes espasmos con la intención de salir de ahí.
- Parece que tienes algo inflamado aquí abajo? Creo que habrá que darle alguna medicina para ese mal estar?- Me dijo mi esposa
-Si, creo que será buena solución.- Le conteste.
Mirándome a los ojos, se fue poniendo de rodillas y mientras iba bajando fue quitándome el calzón, del cual salió con gran fuerza mi enorme polla, donde se notaban todas sus venas y el capullo estaba totalmente húmedo. La agarro con fuerza y fue dirigiéndola hacia su boca. Fue lamiendo desde los huevos hasta la base del frenillo, para una vez allí, hacerla desaparecer poco a poco dentro de caliente y húmeda boca. Empezó a pajearme con su labios, acariciaba mis huevos, rozaba mi culo y yo cada vez mas excitado le acariciaba el pelo y presionaba su cabeza hacia mi para que siguiese dándome ese enorme placer como cada vez mete mi polla en su boca.
- Aaahh, pppfff, aaahhh. Era lo único que yo podía decir.
Tras varios minutos y viendo como de su boca ya salía una mezcla de su saliva y mis flujos note que estaba a punto de correrme.
-Me corro, me corro. -Le dije con una respiración entre cortada.
Esto hizo que en lugar de parar, chupase con más fuerza mi polla y ayudada con sus manos me siguió pajeando hasta que no aguante más. Ella sabe en qué momento me voy a correr y justo en ese instante saco mi polla de su boca, la dirigió hacia sus tetas y unos chorros de semen comenzaron a golpear en sus pechos, mientras me miraba y yo veía en su cara de placer de hacerme gozar. Sin soltar mi pene, lo dirigió hacia sus pezones y recorriéndolos fue esparciendo el semen por sus tetas como si de crema solar se tratase. Cuando termino, deslizo la piel de mi polla hacia atrás, hasta donde el frenillo le permitió, limpio la punta de mi glande con su lengua hasta dejarla nuevamente brillante y le dio un dulce y suave beso en la punta del glande.
Teníamos cita en el Spa a las 17:30h con lo cual no podíamos entretenernos demasiado. Ella se dio una ducha rápida para quitarse los restos de mi semen mientras yo me cambiaba de ropa. Salió de la ducha con un bañador negro bien ajustado. Sus pechos bien levantados, medio culo a la vista y el pelo recogido en una cola. Seguro que al recepcionista se le saldrían los ojos, pues teníamos que pasar por delante de la recepción.
Yo me puse mi bañador también y nos dirigimos al Spa. Al pasar por la recepción y para provocar al chico, pare a preguntar la hora de la cena. El chico estaba sentado frente al ordenador, al escucharme hablar, levanto la vista dirigiéndola directamente a los pechos de mi esposa. Al cabo de un par de segundos, respondió sin apartar la vista
A laaasss ocho y media,- es lo único que salió de su boca
Gracias -le respondí.
Continuamos nuestro camino hacia la sala del Spa. En uno de los espejos situados en el hall del hotel pude contemplar cómo, Luis que así se llamaba, se había reclinado sobre el mostrador para contemplar el culo de mi señora. Sabía que ella le excitaba y seguro que estaba deseando poder disfrutar de esas tetas y poder penetrar su culo.
Al llegar al Spa, nos recibió una chica joven, de ojos azules, rubia de pelo largo, piel morena de unos 28 años aproximadamente. Llevaba una bata blanca por encima de las rodillas y creo que poco más. Aparentemente también tenía unas hermosas tetas y su culo era un poco respingón. Nos acompaño a la sala y nos estuvo explicando el recorrido que teníamos que hacer. También incluía un masaje a cada uno. Después de unos 40 minutos de chorros de agua, piscinas de agua caliente y fría, etc nos toco el masaje. La chica nos llevo a una sala contigua donde había un par de camas para masajes. Mi señora que tuvo que quitar el bañador hasta la cintura para poder masajear bien su espalda, con lo que tuvo que dejar al descubierto sus preciosas tetas. Primero comenzó conmigo, pero antes le puso a ella unas piedras calientes sobre su espalda. Masajeo mi cuerpo, piernas, brazos, espaldas. Notaba la fuerza de sus brazos cuando presionaba sobre mí. A continuación, comenzó con ella, también cogió algunas piedras calientes y me las puso sobre mi espalda. A ella le hizo prácticamente lo mismo, con la excepción de que la hizo poner también boca arriba y masajeo también su pecho, algo que hizo erizar los pezones de mi esposa y lógicamente provocar una gran erección en mi, lo que me hizo salir de allí envuelto en la toalla del Spa.
Nos fuimos a la habitación a descansar un poco mientras llegaba la hora de cenar. Un vestido rojo, con un gran escote, era lo que había elegido mi mujer para la cena. Un sostén con puntillas de encaje se notaba debido a lo ajustado que quedaba el vestido. Zapatos de tacón para realzar su culo un poco más. Labios pintados a juego con el vestido. Iba espectacular. Qué pena que Luis no la pudiese ver, pues su turno terminaba a las ocho.
Entramos al restaurante y nos dirigimos a una mesa apartada, poca gente había pero queríamos estar apartados de la gente. Un señor de unos 50 años nos trajo la carta para elegir nuestra cena. Una ensalada de la casa, pescado para ella y carne para mí. Una botella de vino para acompañar.
Mi sorpresa fue mayor cuando vi aparecer por la puerta de la cocina a Luis, con la botella de vino y dos copas. Al llegar a la mesa, se coloco a la derecha de mi mujer, posó las copas en la mesa y con la voz entrecortada dio las buenas noches. Al dirigir la mirada hacia mi mujer, no pudo evitar mirar su escote, desde su altura la vista seria inmejorable. Vertió el vino en su copa y espero que lo degustase para saber si era de nuestro agrado. Me miro un segundo y nuevamente miro a mi esposa y a sus tetas. Note como su polla se empezó a poner algo dura por lo abultado de su pantalón.
- Si, esta bueno.-Dijo mi señora.
Me sirvió un poco a mí y nuevamente a ella. Su copa se lleno un poco más de lo normal. La vista no estaba en la copa. A los pocos minutos nuevamente Luis nos trajo la ensalada. Ni que decir que cada vez que venía no perdía la oportunidad de mirar a mi esposa. La cena fue muy tranquila. Ella no se daba cuenta de las miradas de Luis, aunque en una de las veces que nos trajo uno de los platos, tanto se acerco a mi mujer que llego a rozar con su polla el hombro de ella. Eso le hizo que sus pezones se pusieran duros como el hielo y resaltasen sobre su vestido.
Terminada la cena, un poco cansados y algo excitados con lo que iba sucediendo, nos fuimos a la habitación. Quería disfrutar de los encantos de mi mujer y que ella hiciese lo mismo conmigo. Al entrar en nuestra habitación, comencé a besarle el cuello, cosa que la excita bastante, sobaba sus preciosas tretas mientras ella gemía de placer y yo frotaba mi polla contra su gran culo. Nos fuimos desnudando rápidamente y la acosté sobre la cama. Había traído de sorpresa unas cosas que ella no sabía. Le puse un antifaz en los ojos, ate sus manos al cabecero de la cama y con sus pies hice lo mismo, dejándola en forma de equis. Puse algo de música romántica. Comencé a besar sus pies, rodillas, muslos. Se iba retorciendo de placer y yo seguía subiendo. Pasé por su ombligo, hasta llegar a sus pechos. Con mi lengua fui lamiendo sus pezones, su aureola, moviéndola en pequeños círculos alrededor de su pezón. Ella se mordía los labios, apretaba sus ojos, retorcía sus manos queriendo escapar, pero no podía. Mientras seguía lamiendo su pezón derecho, con mis dedos pellizcaba el izquierdo. Me incorporé y sitúe mi húmeda y dura polla junto a sus labios, los cuales al notar ese trozo de carne junto a ella, besó e introdujo en su boca. Chupaba con fuerza, se notaba excitada. Dirigí mi mano hacia su coño el cual estaba chorreando flujos. Mis dedos entraron sin ningún problema debido a su gran humedad. Moviendo hacia adentro y afuera mi mano notaba como empezaba a querer correrse, mientras no dejaba de chupar mi polla. La sacó un instante para poder tragar la saliva y mis flujos y dijo, me corro, me corro. Yo acelere mis movimientos hasta que note como las paredes de su vagina apretaba mis dedos. Saque mi polla de su boca, me sitúe entre sus piernas y abriendo un poco sus labios vaginales comencé a chupar sus jugos. A mí me encanta comerme el coño de mi mujer y más si está totalmente excitada. Lamia con mi lengua de arriba hacia abajo sin dejar nada fuera de mi boca. Ella no podía articular palabra, solo gemidos cada vez más fuertes.
- comételo, comételo- era lo único que decía.
-Qué pasa? Como es posible que me chupes el coño y el pezón?-Salió de su boca.
Yo levante mi cabeza y solo le dije,
- disfruta.
Su coño era chupado a la vez que sus pezones. A la mente de mi mujer vino Luis, el recepcionista. Dos hombres para ella. Se dejo llevar y disfrutar del momento. Seguían chupando su botoncito, el que le daba un placer increíble, mientras unos dientes mordisqueaban sus pezones. Ella se arqueaba de placer. Excitada solo podía gemir y pedir que la follasen. Notó que dejaban de lamer su duro pezón derecho y al instante, también su clítoris. Algo daba golpecitos en su chorreante coño, y fue poco a poco penetrado. Ella así lo deseaba. Unas manos manoseaban sus pechos, tan fuerte que le provocaban dolor pero no tanto como el placer que estaba recibiendo.
La polla entraba y salía de su coño, brillaba de los flujos internos de ambos. Las paredes carnosas y rugosas de su vagina estimulaban la polla. Los huevos golpeaban sus cachetes cada vez que era penetrada.
- Siiii, siiii, oooohhhh, que gusto, no pares- dijo mi mujer
Al oír esas palabras, las embestidas aumentaron de intensidad, sus tetas subían y bajaban del movimiento. Una lengua recorría su cuello, penetraba en su oído estimulándola aun mas si se podía.
-Me corro, me corro, no pares- dijo ella mientras seguían taladrando su chorreante coño.
Los espasmos y movimientos de ella, cesaron durante unos segundos. Se había corrido. Dejaron de follarla. Llego hasta su boca la polla, impregnada de su corrida y la trago sin dudarlo. Tragaba con tanta intensidad que la mezcla de saliva y fluidos salía por la comisura de su boca. Al instante nuevamente le estaban comiendo el coño, limpiando los restos de su corrida.
-Quítame la venda de los ojos- comento.
- Espera un momento- le dije.
Con cuidado le quite el vendaje que tenía en los ojos. Me miro con ellos un poco cerrados debido al tiempo que los había tenido cerrados y al recibir sobre ellos la luz de la habitación.
Levanto la cabeza para mirar sobre su pecho y ver a Luis comiéndole el coño.
-Joder- dijo en voz alta.
Solo pudo ver una cabeza, con un gran moño en el centro de pelo rubio. Era la chica del Spa.
Mi mujer giro la cabeza hacia donde estaba yo y metió mi polla en su boca y comenzó nuevamente a chuparla. Esta vez muy despacio, recorriendo cada milímetro, lamiendo con su lengua todo el tronco y notando sobre ella las gruesas venas de mi erecto pene.
Desate sus manos para que pudiera ahora sí, disfrutar de la ocasión. Se pellizcaba los pezones, mientras Alicia, seguía comiéndole el coño.
- Follame,- me dijo
Cambie de sitio con Alicia, ésta se puso sentada frente a mi, sobre la cabeza de mi mujer para que le comiese el coño. Nunca lo había hecho, pero viendo la cara de Alicia, se podría decir que lo estaba comiendo de maravilla. Alicia pasaba toda su mano izquierda sobre sus tetas, redonditas, blancas de piel, una aureola rosácea y un enorme pezón. Con su mano derecha ayudaba a mi mujer a conseguir su orgasmo, rozando con ella su clítoris. Yo estaba a punto de explotar con tanta excitación acumulada y al ver a esas dos bellas mujeres frente a mi disfrutando una de la otra.
- Me voy a correr- dije yo
- Yo también- dijo Alicia.
Mi mujer no hablaba, su boca no cesaba de comerle el coño a Alicia, pero con sus manos golpeaba fuertemente sobre la cama y levantaba su cadera demostrando que también estaba a punto.
- Yaaaaaa, - grite, soltando varios chorros de semen dentro del coño de mi esposa.
A continuación fue Alicia la que se corrió, dejándose caer hacia delante, quedándose a escasos centímetros de mi polla. Mi mujer también se había corrido al momento que lo hice yo. Fue una corrida a tres. Saque la polla del coño de mi mujer. Miró a Alicia y haciéndole un gesto con la cabeza, se dirigieron hacia mí, cogieron mi polla y situándose una a cada lado fueron limpiándola con la lengua desde la base del tronco hasta la punta del glande, terminando en un beso entre las dos.
Alicia se dio una ducha rápida mientras mi esposa y yo nos besábamos sobre la cama. Era la primera vez que hacíamos algo así y lo habíamos disfrutado con mucha pasión. Alicia se marcho tal deseando una feliz estancia. Sin fuerzas para más, nos quedamos dormidos hasta la mañana siguiente.