Confinamiento: ficción y realidad

La situación por confinamiento por una enfermedad maldita tiene también nuevas vivencias como la disfrutada por mi mujer Isabel y yo Daniel en estos duros días de aislamiento. Disfruten y vuelen con su mente.

Como todos nuestros compatriotas españoles y otros muchos ciudadanos del mundo nos ha tocado vivir este confinamiento debido a un maldito virus.

Por ello diré que somos un matrimonio en la cincuentena de nombre Isabel y Daniel, con 2 hijos que nos acompañan en esta reclusión ya mayores.

Como todas las familias nos hemos ido adaptando a nuestras rutinas diarias. Nuestros hijos estudiando online y nosotros desarrollando parte de nuestro trabajo de la misma forma. Además compartiendo durante el día algún juego común para pasar nuestras horas.

Con la llegada de la noche ambos hijos se recluyen en sus dormitorios con sus televisores, ordenadores … y nosotros en nuestro salón o habitación para ver alguna serie televisiva o gozar con alguna fantasía.

Vivimos en un ático con terraza solo colindante con el de nuestra vecina que nos da una intimidad en las noches agradables para tomar un vino en la misma.

Somos una pareja con muchas fantasías y nos gusta desarrollarlas en nuestra intimidad dejando fluir nuestras mentes además de haber tenido diferentes experiencias reales.

En una de estas noches después de disfrutar de una serie maravillosa en la televisión de nuestro salón decidimos irnos a la cama. Yo, Daniel, acostumbro a fumar un cigarro con tranquilidad en la terraza observando el mar desde la misma antes de acudir al jergón. Así hice con mi norma habitual. Saboreando la nicotina que inundaba mis pulmones mientras reflexionaba en la oscuridad, sentado en el sillón de madera. Pero algo me hizo interrumpir mi pensamiento. Escuché abrirse la puerta de la terraza de la vecina y encenderse la luz. Oí como charlaba con otra persona por videollamada y le explicaba las vistas de las que disfrutaba desde su terraza. Sin darle más importancia me fui a dormir apagando mi pitillo en el cenicero.

Explicaré que nuestra vecina lleva viviendo desde hace aproximadamente 3 años en el edificio. Es una mujer que ronda los 40 años y que aunque la vemos poco por sus viajes constantes en su trabajo, si sabemos que estuvo casada durante 10 años y que ahora mantiene una relación con un hombre que vive a cientos de kilómetros de distancia en otra ciudad española. La conjugación de su trabajo y su relación hace que sean pocos los fines de semana al año que coincidimos pero por su buena educación las charlas que ha compartido con nosotros han resultado agradables.

El día siguiente como nos pasa a todos en este tiempo fue muy similar al anterior. Charlas, teletrabajo, juegos, serie y cigarro para acabar el día tranquilamente en la terraza. Como no tenía ganas de acostarme y mientras mi mujer aún me esperaba leyendo un rato, me serví un chupito de ron para acompañarme. Adoro ver las estrellas y escuchar el mar en ese momento de la noche por lo que nunca enciendo la luz. Pero de nuevo el chirrido de la puerta de la vecina se oyó 10 minutos más tarde. Solo nos separa una mampara de cristal semitransparente, por lo que adiviné que se sentaba en un sofá de ratán en el que en una ocasión nos había invitado a tomar un café. Estaba en videollamada de nuevo pero su conversación había variado. Ya no hablaba de las magníficas vistas de la terraza. Su tono de voz era sugerente y seductiva y se escuchaba la voz de un hombre en el manos libres de su altavoz. Aunque había bajado la voz era perceptible que procedía de un hombre. En un primer momento pensé en su pareja a distancia pero por las explicaciones que le iba dando me di cuenta que era una aventura a través de algún chat en la red. Ella describía su estancia con intención de que el desconocido se situara a la vez que iba describiendo su cuerpo mientras movía su pantalla para enfocarlo. Todo lo percibía a través de la silueta de la mampara que nos separa. Ella es un mujer alta, aproximadamente 1,70, de figura elegante pero constitución fuerte. Rellena pero con el peso bien distribuido. Llaman la atención sus caderas anchas pero muy sugerentes y que viste habitualmente con faldas cortas entalladas. Sin ser una belleza, sus ojos intensos y sus labios carnosos hacen que sea insinuante. Y la forma de resaltar su amplio pecho ha llamado la atención incluso de mi pareja por su provocación elegante. Evidentemente no podía ver su vestimenta en este momento pero si intuía su silueta sentada y sus movimientos. Pero yo no era capaz casi ni de respirar para no delatar mi presencia a la vez que notaba mi líbido en ascenso según evolucionaba la conversación. Sorbí de nuevo de mi chupito mientras ella preguntaba a su interlocutor si desearía desnudarla. Noté movimiento en el interior de mi pijama y seguí muy atento. La muy perversa le decía al oyente que no podría desnudarse mientras ella no se lo fuera ordenando. Me excitaron más esas palabras de ama dominante con el desconocido. Pero lo que me hizo sobresaltar de todo fue ver su silueta levantarse y escuchar como describía lentamente la apertura de los botones de su blusa. Se advertía mucha perversión en sus palabras o era mi mente que iba acelerada. Intuí como se desprendía de su prenda y comenzaba a hacerlo con su falda hasta conseguirlo. Se escuchaban sus tacones caminar mientras iba cambiando de posición su teléfono para hacerse más sugerente en la imagen según describían sus palabras. Imagino el sufrimiento del vidente telefónico sin desnudarse ni tocarse según ella le había ordenado cuando yo hacía ya tiempo que no paraba de acariciarme. Pero algo más intenso debía pasar. Ella en su paseo decidió apoyarse en el cristal mientras se movía para el subsodicho dejando su cuerpo totalmente marcado para mi visión. No pude soportar imaginar que follaba aquel culo que se deslizaba con movimientos lentos en aquel vidrio y tuve que expulsar mi semen muy caliente entre mis manos. Sigilosamente y de inmediato desaparecí hacia la habitación en la que esperaba mi mujer. Y por supuesto con la confianza que nos uno contarle lo que había sucedido. La fantasía real descrita hizo que mi pareja, Isabel, desarrollase su imaginación según le describía todo y me obligase a esconderme entre sus muslos hasta bañarme totalmente con sus jugos mi cara.

El nuevo día parecía igual que los anteriores, pero ni Isabel ni yo podíamos disimular el calentón que nos había transmitido la experiencia del día anterior. Deseábamos encontrar el minuto de despiste de nuestros hijos para poder dejar fluir nuestra fantasía. Pero lógicamente con hijos prácticamente adultos la situación diurna no se produjo. Pero si fue todo insinuante durante el mismo. Isabel lució todo el día muy ligera de ropa y rozándose en los momentos que podía dejando ver su calentura. Yo no podía evitar pensar en la fantasía que había disfrutado como tampoco en las ganas de compartir con mi mujer.

Pero como la perversión te invita a la temeridad ambos decidimos observar en la terraza al llegar la noche y terminar la rutina del día. Como no podía ser de otra forma, servimos un par de vinos, y nos recostamos en nuestros sillones un rato a la espera mientras nos manoseábamos y tocábamos. Sentíamos morbo por la repetición de una situación como la del día anterior. Y no podíamos parar de juguetear en la espera. Nos trasladamos a una tumbona e Isabel con su mirada lasciva me ordenó no seguir esperando y que diera placer a su cuerpo. El calentón adquirido durante el día no podía seguir esperando. Llevó mis dedos a su boca y los empezó a chupar como si fuesen varias pollas con su lengua recorriéndolas. Sabe que me excita cuando la veo chupar otra polla en mi presencia como hemos hecho en alguna otra ocasión. Nos gusta compartirnos mutuamente. Pero para mí ver como succiona a otro hombre llevándolo al límite hace que la folle con una locura inusitada. Me gusta ver como maneja la situación y como cuando ella está llegando al orgasmo le indica al hombre que llene de leche sus tetas. Por ello, me provocaba con mis dedos en su boca y hacía que con mi otra mano fuera dejando esos deliciosos y grandes pechos que tiene al aire libre. La idea inicial de nuestra vecina había quedado olvidada y ya disfrutábamos de nuestros cuerpos. Isabel estaba muy viciosa y mientras mi lengua recorría su cuerpo ella ya había empezado a jugar con su pequeño vibrador con una mano a la vez que acercaba mi polla para comenzar a sorberla entre sus labios. Empezaba a gemir al rozar su clítoris con el vibrador y mientras mis dedos ya jugaban en los labios de su coñito. Nos gusta jugar lentamente y llevar el deseo al límite a la vez que muchas veces pensamos en fantasías o realidades sucedidas. Pero hoy no había tiempo para ellas. Nuestro deseo iba en aumento rozándonos. Me gusta ver como se masturba con su dildo y me invita a que succione sus jugos mientras contonea su culito al paso de mi lengua por el mismo, por su clítoris y sus labios. Babea como una zorra viciosa en ese momento y empieza a perder el control. Sus gemidos van en aumento hasta que alcanza su orgasmo particular y aumenta su deseo de que la penetre. Así fue y situándose de rodillas me hizo situarme detrás para penetrarla y sentir mi polla rebosante de calor. Solo pensabamos follar y follar y llegar a un orgasmo juntos. Que placer!!!. Como estábamos gimiendo con el brío de nuestros movimientos!!!. Yo estaba enloquecido hasta que Isabel se paró y pensé que acabaría con un orgasmo increíble. Pero había levantado su cabeza mientras yo seguía empitonándola y le escuché decir….quédate!!!. Miré yo también y sorpresa… el vigilante era vigilado. Por la esquina donde nuestro cristal divisorio está cortado hacia la barandilla permitiendo divisar la otra terraza asomaba nuestra vecina su cabeza. Pude haberlo hecho la noche anterior pero fue suficiente la insinuación para no caer en la indiscreción. Isabel separó mi polla, se levantó y se quedó mirándola, creo que dudando por el Covid, pero su deseo fue superior. Se acercó a Marta que así se llama ella, y agarrando su cuello lo que daba su mano comenzó a acariciar su cara y sus labios. Nuestra vecina nos observaba totalmente desnuda. Y se dejó hacer por Isabel con los dedos en sus labios hasta que acercando sus lenguas las fueron rozando por la esquina de nuestra mamparas. Me acerqué por detrás a Isabel y la acariciaba lentamente mientras ellas se besaban. Que lujuria!!!. Fue un largo beso. Isabel le pidió a Marta que se siguiera masturbando mientras se besaban y a la vez movió su culo invitándome a seguir follándola. No sabéis el morbo que suponía ver como se besaban, como seguía masturbándose y gimiendo Marta y como mi mujer metía más la lengua en su garganta a cada envite mío. Fue imposible alargar mucho la situación y empezando a gemir cada uno en su locura nos corrimos con auténtico placer.

Fumando un cigarro nos comentó que la idea inicial era hacer de nuevo videoconferencia erótica pero al escuchar algún gemido de los nuestros le entró la curiosidad por vernos. Confesé mi aventura del día anterior y le explicamos mi mujer y yo nuestra forma liberal de pensar.

A partir de ese día nos estamos saltando el confinamiento y acudimos en noches diferentes a su casa, ya que la nuestra está ocupada, para disfrutar fantasías conjuntas que os seguiré contando.

Agradecimientos vuestros comentarios

Dannyx45