Confinado con mi compañero de piso hetero

Mi boca se hacía agua y tenía que tragar saliva mientras mi polla crecía hasta formar una tienda de campaña. Cerró el grifo y dirigí mis ojos al libro para no ser descubierto al mismo tiempo que doblaba las rodillas para no hacer notoria mi erección.

Alguno se llevará las manos a la cabeza con la frase con la que voy a empezar el relato:

Bendito confinamiento.

Para algunos el confinamiento estaba siendo duro, largo, difícil de digerir... Y en mi caso no fue una excepción, al menos al inicio.

Mi nombre es Juan Carlos y todos me llaman Juanca o Juanito a modo cariñoso. Lo de Juanito era más bien un mote de cama, como me llamaba mi novio en pleno acto de lujuria. Tengo 22 años, por cierto.

Soy moreno de piel, ojos y pelo castaños tirando a oscuros, labios normales tirando a carnosos y cuerpo delgado pero con un culito redondo y respingón. Mi trasero era lo que más destacaba en mi y lo que llamaba más la atención de mis pretendientes. De estatura sigo esperando ganar los 3 centímetros que me quedan para llegar a los 170 centímetros pero estos nunca llegan...

Mi novio Javi es exactamente igual que yo y solo desnudos se aprecian las diferencias más evidentes. Una de ellas, su polla es ligeramente más grande que la mía y hay dos agujeros de mi cuerpo que lo agradecen gratamente. Llevamos casi dos años juntos y no puedo quejarme de como nos va, ni en lo sentimental ni en lo sexual. Bueno, tal vez en lo sexual sí, debido a la situación en la que nos encontrábamos: el maldito confinamiento.

Lo que les voy a narrar sucedió en verano, tras 4 meses de confinamiento, y nos obligo a reducir nuestros encuentros hasta el punto de suspenderlos. Llevaba casi 2 meses sin verlo y estaba que me subía por las paredes. Pese a que estoy hablando mucho de Javi, la historia no va con él sino con Eric, mi compañero de piso.

Yo vivía en un piso en el centro, el cual habían comprado mis padres para que pudiera ir a la universidad sin dificultades pero estaba desaprovechado hasta que apareció mi compi. Para ayudar al pago del piso propuse a mis padres alquilar una habitación y Eric fue el primero y último en interesarse en el anuncio. Su caso era idéntico que el mío aunque la universidad era otra.

Nada mas ver su planta quise hacerle contrato de por vida pero debía ser ético. Por suerte, era un chico extrovertido y simpático y me pidió una pequeña rebaja en el alquiler la cual acepté sin pensármelo. Que cediera en el precio no estuvo condicionado por su físico sino porque me causaba confianza y mi mayor temor era meter en casa a un cerdo degenerado irrespetuoso. Por esta razón le conté en la entrevista que era gay y que mi novio pasaba mucho tiempo en el piso y su reacción fue preguntarme si podría traer a chicas esporádicamente. Fue otra petición que acepté de buena gana aunque me provocó una pequeña fisura en el interior de mi pecho.

Físicamente era muy diferente a mi: alto, corpulento a un estilo fuerte y musculado, algo pálido, ojos avellana, pelo castaño y corto pero con algo de flequillo... Cuando llegó el calor pude apreciar su desnudo torso, sin ningún pelo y con grandes pechos y brazos. Se notaba que iba al gimnasio aunque siempre se quejaba porque decía que quería estar más definido para que se le marcaran bien los músculos. Cuando me decía esto le llamaba perfeccionista y aprovechaba para palparle y así confirmar que se equivocaba.

No os mentiré, no fueron pocas las pajas nocturnas que me hice pensando en él. Era algo que no podía evitar en las noches que se traía alguna chica a casa, siempre una distinta, la cual gritaba de manera exagerada en cuanto se encerraban en su habitación. Pensaba en el enorme pollón que debía tener para provocar esos gritos y en ocasiones el contenido de los gritos me daban la razón. Fantaseaba con incontables circunstancias y acciones que deseaba hacer con él.

Volviendo al verano en cuestión, debido a la excepcionalidad de los tiempos que nos tocaban vivir, mi vida social y sexual se redujo drásticamente y no me quedaba otra que autosatisfacerme casi a diario.

Una tarde más de sábado estaba tumbado en mi cama leyendo un libro hasta que entró Eric.

-¿Puedo usar tu ducha? -me preguntó con el torso desnudo y una toalla atada a su cintura.

-¿Por qué? ¿Qué le pasa a la otra?

-No funciona...

-No me jodas... Vamos a ver.

Fuimos al lavabo con la supuesta ducha estropeada y la accioné.

-Pues yo veo que funciona como siempre. -dije al ver que salía agua con buena presión.

-Espera. -dijo él.

A los 3 segundos fue disminuyendo el caudal hasta que se paró por completo. Volví a accionarla y ahora no salía nada.

-Si te esperas un rato puede que vuelva a salir un chorro, lo hace todo el rato.

-¿Y ahora qué hacemos? Yo también me ducho aquí...

-Bendito problema... tienes dos.

-Bueno, vamos a ver si funciona.

Fuimos al lavabo de mi habitación a comprobarlo.

-Pues la cosa no decae, parece que funciona. -dijo él.

-Ya, pero este lavabo es una mierda, no tiene ventana y me da miedo que coja humedad... Por eso nunca la uso. A no ser que te duches con agua fría.

-Imposible, siempre me pongo el agua ardiendo... templada ya me parece fría. No te preocupes, dejo la puerta abierta para que se ventile bien e intento que sea rápida.

-Bueno, vale... Me voy al salón que ya has visto que por no tener no tiene ni cortina de ducha.

-No seas tonto, no mires y ya está.

-Como quieras.

Me estaba pidiendo un imposible, como si me hubiese tocado la lotería y me pidieran que no cobrara el boleto. Aun así lo intenté. Me senté en la cama con mi libro y traté de concentrarme en las letras, pero mis traicioneros ojos dirigieron mi mirada al interior del lavabo y de reojo pude ver una espectacular figura digna de una película porno. Tenía un culo redondo, respingón, pronunciado... Me daban ganas de meterme con él en la ducha solo para hundir mi cara en esos fuertes glúteos.

En ese preciso momento giró su cuerpo casi 180 grados para aclararse el pelo y por ello tenía los ojos cerrados. Sus ojos captaron mi atención durante milésimas de segundo, lo suficiente para asegurarme que no me estaba mirando y desplacé la vista a su entrepierna. ¡Hostia puta! ¡Menudo pollón que tiene! Pese a no estar erecta era más grande que la mayoría de pollas empalmadas que había visto. La tenía circuncidada, lo que permitía admirar su rosado capullo. De grosor no se quedaba corto, aunque destacaba por su longitud.

Mi boca se hacía agua y tenía que tragar saliva mientras mi polla crecía hasta formar una tienda de campaña. Cerró el grifo y dirigí mis ojos al libro para no ser descubierto al mismo tiempo que doblaba las rodillas para no hacer notoria mi erección.

-Ya estoy, gracias tío. -dijo.

-No hay de qué, cuando quieras.

En cuanto salió de mi cuarto cerré la puerta y me hice una monumental paja. Con una mano bombeaba mi polla y con la otra, con uno de mis dedos, estimulaba mi ano. En cuanto mi falo goteaba mi dedo se introdujo en mi apretado agujero para aplicar idas y venidas dentro de él. Cerraba los ojos y fantaseaba con esa gloriosa polla y no tardé en introducirme dos dedos... Imaginaba como se sentiría ese mástil en mi boca y no pude reprimir llevarme los dos dedos de mi ano a mi boca para simular que era la polla de Eric. Gemía como una perra y expulsé unos pocos chorros de leche sobre mi abdomen.

Al día siguiente coincidimos en la cocina cuando nos disponíamos a desayunar.

-¿Has llamado para que reparen la ducha? -me preguntó.

-No, llamaré cuando empiece el próximo mes, cuando tenga dinero.

-Menudo casero...

-Págame antes y lo llamo ahora mismo.

-Como no lo haga con dinero del monopoly...

La verdad es que no tenía ninguna prisa en que arreglasen la ducha. De haber sabido en lo que desembocaría, la habría roto yo hace mucho tiempo.

Los días transcurrieron con la rutina de siempre pero con una gran diferencia: las duchas de Eric. Siempre intentaba estar en mi cama leyendo para admirar su jugosa polla y sus glúteos perfectos... El resto de su cuerpo también era espectacular pero lógicamente esas dos eran mi debilidad... su boquita, ojos y torso ya los tenía vistos, los conocía bien. No fueron pocas las veces que me pilló mirándole pero a él pareció no importarle y no se cortaba en enjabonar bien su culo y su polla ante el riesgo de ser observado.

Un sábado, tras cenar juntos, nos sentamos en el sofá para ver la televisión.

-Joder Eric, tápate.

-Hostia, lo siento... Es la costumbre. En casa de mis padres siempre he ido en calzoncillos por el calor pero si te molesta me pongo unos pantalones.

-No seas tonto, te estaba vacilando... Es más, me alegras la vista.

-Sí, sobre todo cuando me ducho, ¿eh, voyeur?

-Lo que miro es el vapor que sale.

-Pues habrás visto que de mi polla no sale vapor.

-Me has pillado... ¿Y qué esperas? Con semejante polla y yo sin poder ver a Javi...

-Seguro que has visto y catado mejores...

-Como la tuya, ninguna, te lo puedo asegurar. Por cierto, no asocies lo que te voy a preguntar pero... ¿nunca te has planteado...? Ya sabes, con un tío.

-La verdad es que no, tengo clara mi orientación sexual y no es algo que me llame la atención.

-No te culpo, parece que no tienes dificultades en encontrar chicas inocentes a las que engatusar...

-¿Inocentes? Más bien son ellas las que me llevan por el mal camino... Si supieras todo lo que me hacen sin pedírselo.

-Soy todo oídos.

-Un caballero jamás lo contaría.

-No veo a ninguno.

-Vete a la mierda. -finalizó empujándome mientras se reía.

Esa misma noche entré a mi habitación super caliente y me fui directo al cajón para sacar mi juguetito: una gran polla venosa de goma con una ventosa en su base para engancharla donde quisiera, que normalmente era el plato de ducha o la pared de la misma.

Inicié el habitual movimiento de mi rabo en mano y me llevé la polla de goma a la boca para meterme la puntita. Gemía pensando que esa era la polla de Eric y el propio pensamiento me obligaba a metérmela más adentro y succionarla con ganas. Mi agujerito trasero pedía protagonismo y lo encontró con la misma mano que hasta entonces había trabajado en mi estaca. No estaba dispuesto a abandonar la polla “de Eric” y estimulé mi ano hasta meterme dos dedos durante un buen rato.

Era el momento de que me destrozaran el culo tras largo tiempo de inactividad por lo que enganché el juguete a la pared sobre la zona del cabecero de mi cama, la misma pared que daba a la habitación de Eric. Decidí ponerme a cuatro patas para succionar bien esa verga mientras mis dedos seguían dándome placer anal. Cuando tenía el juguetito bien engrasado y mi ano preparado, giré 180 grados y comencé a introducirme la gomosa polla con cuidado.

No la metí hasta el fondo en el primer intento sino que jugaba con pequeños mete-saca aunque poco a poco mi culo engullía mas extensión de rabo. Poco tardé en llegar hasta el final y me di la misma prisa en impartir cierta velocidad a mi follada anal, lo que provocó varios gemidos. No me percaté que mis acciones y mi boca estaban trasladando sonoros inconvenientes en la habitación de al lado.

-¿Qué estás haciendo? -dijo Eric tras abrir mi puerta.

-Ufff... ¿A ti qué te parece? Mmmmmphhh...

-¿Te falta mucho? Mañana madrugo... -dijo con total normalidad.

-No lo sé... -dije sin pausar mis movimientos.

Cerró la puerta y no tardé mucho en correrme. Cuando me pilló me poseía el morbo pero conforme disminuía la calentura me invadía la vergüenza... Me ponía el hecho de que me hubiese pillado en esa situación e incluso me encantó su natural reacción pero no sé si iba a ser capaz de mirarle a la cara.

Al día siguiente, en cuanto llegó a casa, tomé la iniciativa y decidí hablar con él.

-Siento lo de ayer Eric...

-No hay nada que sentir, no has hecho nada malo.

-Ya, pero me muero de vergüenza...

-Anda... Si no nos pajeamos, ¿quién lo va a hacer?

“El uno al otro” quise decir.

-Pero no te dejé dormir y tenías que madrugar.

-Soy consciente de lo que chillaban las chicas cuando me las traía a casa y tú no decías ni “mu”, así que no te preocupes y por mi no te cortes, es tu piso.

Me dejó más tranquilo y la verdad es que no le faltaba razón. Tome la decisión de seguir con las mismas acciones cada noche con el mismo desenlace. Eric no se manifestó en las primeras noches pero en la cuarta...

-Joder tío, ¿va a ser así cada noche? Estoy por irme al sofá a dormir. -dijo Eric tras entrar en mi habitación.

-Lo siento... Mmmmpphhhh.... No puedo evitarlo... -dije sin aflojar el ritmo.

-¿No puedes hacer nada para correrte antes?

-Sí, llevarme una polla en la boca pero como puedes ver sólo tengo una y está ocupando un lugar privilegiado. ¿Te animas?

-No tardes. -dijo antes de cerrar la puerta.

No hubo suerte y al día siguiente me disculpé con él y le dije que iba a intentar reducir el placer de mi culo en horas nocturnas, lo cual agradeció. Quiero dejar claro que el objetivo era reducir, no eliminar, por lo que 2 o 3 veces a la semana volvía a mis episodios nocturnos.

En uno de ellos entró:

-Tío, hoy no... Mañana tengo un examen.

-Intento ir rápido pero no prometo nada... Ahora mismo no puedo parar...

Se acercó al borde de la cama y sus calzoncillos quedaron a la altura de mi cara. Sin previo aviso llevé mi boca a su polla para besarla sobre la tela y me tomé el silencio de Eric como una aprobación. Aprecié que apuntaba a las 3 en punto y no tardó en “retroceder” en el tiempo para apuntar a las 2.

Estaba claro que le estaba gustando y no dudé en descubrir su miembro el cual salió disparado del interior de sus calzoncillos. La cogí con una mano y la observé detenidamente: era descomunal y su rosado capullo se había hinchado notoriamente.

Le apliqué una placentera paja al mismo tiempo que mi culo volvía a engullir otra de las pollas presentes en aquella habitación. Su falo comenzaba a emanar la primera gota y yo se la limpié con un dulce beso sin perder el contacto visual de nuestros ojos.

Le solté la polla para coger la mía y comencé a engullir su enorme estaca. Lentamente me la fui metiendo más y más y aproximadamente a la mitad de su tronco mi boca dijo basta. Había llegado a mi límite y no conseguía introducir más centímetros así que ahora le tocaba a mi cuello trabajar.

Me propuse darle la mejor mamada que le habían dado jamás aunque sabía que la competencia era amplía y el reto difícil. Subía y bajaba mis labios pegados a su venosa piel y en ocasiones me paraba en su capullo para juguetear con mi lengua.

No tardé en correrme y tomé la decisión de sentarme en el borde de la cama para enfocar todos mis esfuerzos al placer de Eric. Le comía el ombligo mientras le masturbaba con las dos manos y le miraba esperando algún comentario que nunca se produjo. Lo que si hizo fue apartar mi cara y manos para pajearse con su mano derecha de manera veloz, con su polla apuntando a mi cara. Por fin pronunció algo aunque fue la primera letra del abecedario y lo hacia de manera prolongada... es decir, se estaba corriendo y soltaba chorros a diestro y siniestro sobre mi rostro.

-A dormir. -dijo Eric tras correrse, antes de irse a su cuarto.

Estaba feliz. Si eso era lo que iba a conseguir molestándole por las noches, me entraban ganas de volver a mis juegos diarios. Me lavé la cara, cambié la sábana y me dormí con una sonrisa de oreja a oreja.

Al día siguiente fui a la cocina y me dispuse a prepararme un café matutino. El ruido de la máquina me impidió percatarme que Eric había entrado y estaba detrás mío.

-¿Me preparas uno? -pidió él.

-Coño Eric, que susto... Si, claro. -dije sin mirarlo.

Aparté mi taza y puse otra para mi compañero. En cuanto tuve las dos preparadas me giré y casi se me caen al suelo. Me llevé una grata sorpresa al ver a Eric sentado en la silla, abierto de piernas y completamente desnudo, con su cuerpo orientado hacia mi. Me acerqué posicionándome entre sus piernas y dejé las tazas en la mesa.

-¿Desayunamos? -preguntó.

-Ya lo creo...

Me puse de rodillas y me propuse comerle la polla. Con una mano levanté su flácida polla y comencé a lamer toda su extensión desde la base hasta la punta. Apliqué varias lamidas hasta que advertí que ya no necesitaba la ayuda de mi mano para apuntar al techo, aunque no quise soltarla.

Me acarició el pelo y me lo tomé como el pistoletazo de salida para metérmela en la boca. Mi cavidad seguía llegando hasta aproximadamente la mitad y del resto de su tronco se encargaba mi mano. Que gloriosa polla, dios mio, como me gustaba tragármela, podía tirarme así todo el día...

-Te has dejado la leche... Toma, bébetela toda...

Sus palabras me pusieron como una moto y por supuesto no iba a desperdiciar ni una gota.

-Prepárate que ya viene.

Selle mi boca con su capullo dentro y se la cascaba con velocidad para que descargara toda su leche caliente en mi interior. Noté como se acercaba la primera descarga y mi cavidad la recibió con sumo placer. Disparó 3 veces más y me aparté un poco para tragármela sin dejarme nada. De nuevo me embargaba la felicidad aunque una parte de mi estaba triste por haber finalizado el encuentro.

-Mmmmmpppphhh mmmmmmppphhh -gemía mientras me la volvía a llevar a la boca.

-Se nota que te gusta...

Me levanté y quise recibir un premio en forma de beso en mi boca pero me esquivó, me hizo una cobra.

-¿Me traes la leche de la nevera para el café? -quiso ser explícito para no dar lugar a confusiones.

No quise dar importancia al beso y se la llevé.

De este modo empezó todo, una nueva y maravillosa rutina casera. Se la chupaba casi a diario y la mayoría de veces por la noche en mi cama, como la primera vez. También alguna mañana en el desayuno y uno de mis momentos favoritos era cuando veíamos la tele juntos mientras le comía sus partes, sobre todo sus huevos.

Así pasaron los días hasta que trajo una chica a casa. Ese día la leche fue para ella y al día siguiente no me visitó, ni el siguiente... por mucho ruido que hiciera. Hasta que lo hizo.

-Joder, ¿Ya estamos otra vez? -me dijo.

-Ya me conoces... ¿me ayudas?

-No me queda otra... Mañana tengo examen a primera hora y necesito concentrarme.

Se sentó en la cama frente a mi con las piernas abiertas e inicié mi ritual. Hacia tanto que no la degustaba que me corrí al momento.

-Mira que rápido, ya me puedo ir a estudiar.

-Faltas tú.

-Hoy no estoy para juegos... El examen de mañana es importante.

Tras decir esto se fue dejando la puerta abierta. Me cabreó quedarme sin mi ración de leche y decidí seguir con mi juego en la pared para vengarme. Estuve un rato con ese ejercicio y Eric no aparecía por lo que decidí aumentar la intensidad y fuerza de mis movimientos mientras gemía de manera notoria.

Al poco rato apareció de repente y antes de que pudiera decir nada me cogió de la cabeza para hundir mi cara en el colchón lo que provocó que mi cuerpo se inclinara hacia delante y mi ano quedase vacío. Eric arrancó mi juguete de la pared y lo tiró al suelo.

-¿Quieres joderme? Más bien voy a ser yo el que te va a joder a ti... -me dijo situándose de rodillas detrás mío.

Su advertencia se convirtió en hecho. Me penetró con tanta velocidad y fuerza que me obligó a soltar múltiples y continuos gritos. Sus brutales embestidas me iban a partir el culo pero se sentían espectacularmente increíbles. Nunca había tenido una polla de ese tamaño en mi recto y nunca me habían follado con tanta violencia, lo cual me encantaba al provenir de un macho tan grande y fuerte como Eric.

Estaba furioso, se le notaba y yo lo agradecía. Su ira le poseía y me azotaba ambas nalgas con una mano. Después, con sus dos manos, me cogió mis muñecas y las llevo hasta mi zona lumbar. Tiraba de ellas con tanta fuerza que mi torso estaba suspendido en el aire, paralelo a la cama.

-¿Era esto lo que querías?

-Sí...

-Pues ya lo tienes.

No reconocía a Eric, era una persona totalmente nueva. Esa bipolaridad hacía que me gustase más... Dulce y encantador en momentos de calma y una bestia enfurecida en la cama. Por fin entendía los escandalosos gritos de las chicas en la habitación de al lado.

-¿Quieres hacer ruido? Pues hagamos ruido...

Eric me abrazó de la cintura y me levantó de la cama como si fuese una pluma. Pasó de la cama al suelo, los dos de pie, y me estampó contra la pared. Me quedé pegado a ella y Eric no tardó ni un segundo en darme las brutales embestidas que me ponían los ojos en blanco. No podía parar de gemir, era indescriptible la sensación de tener ese miembro tan grande y fuerte en tus adentros mientras te dominaban de aquella manera, abusando de una manera tan desconsiderada de un orificio.

Mi oreja estaba pegada a la pared, mi boca lógicamente estaba abierta y no me podía ver la cara pero debía tenerla descompuesta. Noté como Eric, sin cesar de sus embestidas, lamió la mitad de mi cara y se apartó. Cuando volvió a hacerlo encontró mi lengua asomada y así iniciamos un pulso aéreo que acabó en un apasionado morreo con nuestros labios solapados.

Sin apartar sus labios comenzó a reducir la velocidad de sus embestidas pero no la fuerza de las mismas. En cada una de ellas escupía un buen chorro de semen en lo más profundo de mi recto y me lo tomé como unos fuegos artificiales que anunciaban el final del mejor polvo de mi vida.

Estuvo unos largos segundos con su miembro dentro y cuando lo sacó me dio la vuelta para, cogiéndome del pelo, ponerme de rodillas invitándome a que se le dejara bien limpia. Con esmero la limpié lo mejor que pude.

-Y ahora a dormir. -me dijo como si fuera un niño pequeño.

Joder si dormí, como un bebé. Hacia tiempo que no dormía tan bien. Al día siguiente lo vi muy fugazmente ya que tenía prisa por irse y encima esa noche no pasaría por casa... Algo que me deprimió de sobre manera. No sabía si los acontecimientos se iban a repetir aunque era seguro que esa noche me iba a tener que satisfacer yo sólito. Lo hice y me supo a poco. No era para menos después de los sucesos vividos 24 horas antes.

Me dormí, aunque no tan plácidamente, y a la mañana siguiente me lo encontré desnudo en la cocina y mi boca se abrió al mismo tiempo que dibujaba una gran sonrisa. Eric estaba sentado y me apresuré a comer esa polla que había echado tanto de menos. Tras varios minutos me pidió que me sentara encima suyo para follarme el culo y obedecí con una sonrisa mayor que la anterior.

Me la fui introduciendo muy despacio. Su rabo era enorme y en aquel momento no tenía el ano dilatado. Con mi cuerpo imprimía un mete-saca lento pero progresivo con el cual me iba metiendo más contenido en cada bajada. El entendió y respetó los tempos y tras algo más de un minuto ya la tenía bien adentro y la disfrutaba con buen ritmo.

Cuando mi compañero vio que estaba preparado se levantó y llevó mi cara a la encimera para iniciar su particular y maravilloso modo de follar.

-¡Joder! Veo que la delicadeza no es lo tuyo... -dije mordiéndome el labio inferior.

-Si quieres que te follen con delicadeza, llama a tu novio. -me dijo al oído tras cogerme del pelo, elevándome hasta ponerme totalmente perpendicular al suelo.

-No... Me gusta así... No quiero que me follen de otra man...

Antes de que terminara la frase estaba comiéndome la boca a lengüetazos y así nos mantuvimos durante unos largos e increíbles minutos. Se volvió a correr en mi culo y de nuevo le limpié con mi boca lo mejor que pude.

Esa fue la nueva rutina que cogimos. Follábamos cada día, a veces incluso más de una vez, y lo hacíamos por toda la casa: cocina, mesa, sofá, su cama o la mía, en la ducha...

Quien me iba a decir a mi que una larga época de abstinencia iba a desencadenar la mejor etapa sexual de toda mi vida.

¿FIN?