Confidencias maternales (V)
Mi madre disfruta haciendo evidente la condición de cornudo de mi padre. Y tanto sus dos amantes como yo mismo contribuimos a su infidelidad y vicio sexual incestuoso.
Tras mi irrupción aprovechando la llamada de teléfono de mi padre, yo había tranquilizado a los dos amantes de mi madre dejándoles ver que mi presencia no iba a suponer ningún problema y que de hecho, tal como ya les había explicado antes mi madre, yo estaba muy a favor de que ella disfrutara del sexo con cuantos hombres gustara. Tras esas aclaraciones, nos disponíamos mi madre y yo a sostener la conversación telefónica de cada tarde con mi padre cuando éste estaba de viaje, pero además yo invité a los dos amantes de mi madre a que nos acompañaran al salón para ser testigos cercanos de todo ello. Creo que tanto a mí como a mi madre eso nos producía un morbo especial. Los dos hombres aceptaron divertidos mi propuesta y los cuatro nos encaminamos al salón. Una vez allí yo volví a coger el auricular para retomar la conversación con mi padre. Mi madre estaba a mi lado y Rafa y Mario se habían quedado en el quicio de la puerta del salón aunque ella les hizo un gesto con la mano para que se acercaran a nosotros de modo que también pudieran escuchar mejor la conversación, sobre todo lo que fuera diciendo mi padre al otro lado del hilo telefónico.
-Hola otra vez, papá. Mamá no podía coger el teléfono porque está atendiendo a unos señores que han venido para arreglar un atasco, pero ya está aquí.
-¿Un atasco? –Preguntaba mi padre-. ¿En la fregadera?
-Nada, no te preocupes. –Seguía explicándole yo-. Han venido dos operarios a echarle un vistazo y lo han dejado perfectamente atendido. Ya están terminando de hecho, y parece que han hecho un muy buen trabajo. Mamá está muy satisfecha. Ella te lo explica si quieres con más detalle, que está aquí a mi lado.
Mientras hablaba con mi padre, por cierto, a mí me estaba excitando tremendamente ver allí a mi lado a mi madre completamente desnuda y tan atractiva con aquellas sandalias de suave tacón que de forma tan atractiva afianzaban sus piernazas, sus caderas y su gordo culazo.
-¿Entonces ya está todo bien, hijo? –Me seguía preguntando mi padre.
-Todo bien, han hecho varias pruebas y va tragando perfectamente. Mamá además lo tenía todo limpito en la zona del agujero para que ellos pudieran meter sus cosas por el ahí y ha sido todo perfecto. Ha llevado su tiempo pero mamá creo que ha quedado muy satisfecha con todo lo que han hecho. Ella misma te lo confirma. Te paso con ella.
Le pasé el auricular a mi madre y tras saludar a mi padre, ella me siguió la línea argumental que yo había planteado y le dijo a su marido.
-Como te decía nuestro hijo, la verdad es que todo muy bien. Los chicos que han venido para el desatasco tienen unas herramientas tremendas, nunca había visto cosa igual. Y las manejan muy bien…
Para entonces y con aquel tono de conversación, mi madre ya empezaba a casi no poder contener la risa y algo parecido les estaba pasando a Rafa y Mario. Entonces yo le arrebaté el auricular a mi madre para que su risa no la delatara y seguí yo hablando con mi padre mientras ella se refugiaba riendo en voz baja en los brazos de sus dos amantes que también reían socarronamente.
-Mamá ahora está comprobando con ellos que traga bien. –Y haciendo como un aparte para hablar con mi madre, le dije a esta de forma audible para mi padre-: Mamá, mira a ver lo de tragar, mira a ver cómo va con las herramientas de esos chicos.
MI madre me miró entre sorprendida y perpleja pero yo le insistí y le señalé ostensiblemente las pollas de los dos vecinos:
-Mamá, por favor. Comprueba bien eso, que papá quiere estar seguro de que con esas herramientas tú has quedado contenta con el resultado y que el sistema succiona muy bien los líquidos.
Mi madre entonces, casi sin poder contener la risa, les agarró las pollas a los dos hombres y dijo en voz alta para que mi padre lo oyera a través del teléfono:
-Sí, esto está estupendo.
-Ya mamá, pero comprueba lo de succionar, por favor. Quiero confirmarle a papá que traga bien para que se quede tranquilo.
Entonces mi madre, comprendiendo mi intención y entrando de lleno en el juego, que sin duda a ella también le excitaba, se inclinó sobre las pollas de sus dos amantes y se las metió en la boca una detrás de otra dándoles una rápida pero profunda lamida ante la sorpresa y casi estupefacción no exenta de excitación de los dos hombres.
-Eso es, mamá; así. Incluso yo ya veo que traga bien. Papá se quedará tranquilo. –Y entonces como retomando la conversación por teléfono con mi madre le dije a este-: Bueno, papá; no se si nos estabas oyendo… que sí, que traga bien. La verdad es que yo creo que muy bien.
Rafa y Mario también iban entrando en el juego, completamente confiados y tranquilos con respecto a mi actitud, y por otro lado disfrutando de contribuir también de aquella inusitada manera a la cornamenta de mi padre, lo cual también parecía divertirles sobremanera.
Tras aquellas breves lamidas en los rabos de sus amantes, mi madre se incorporó y volvió a coger el teléfono para decirle a su marido:
-Estupendo; la verdad es que inmejorable; trago como no lo he hecho en mi vida.
Mi madre había empleado la primera persona verbal del singular en lugar de la tercera y sin duda lo había hecho adrede provocándonos de paso a sus amantes y a mí una gran excitación. Seguramente por otro lado, mi padre no se habría ni enterado del lapsus o lo habría atribuido, precisamente a eso, a un lapsus o a la deficiente calidad del sonido telefónico. Lo cierto es que mi padre ni se inmutó ni dijo nada ya que además, mi presencia allí descartaba para él por completo cualquier posible comportamiento inadecuado de mi madre que, por otro lado, seguramente mi padre no era ni capaz de concebir.
-No me extraña que mamá haya quedado contenta con el trabajito porque la verdad es que estos señores han venido muy bien equipados –Decía yo hablándole a mi padre a través del auricular-. Que mamá te explique las herramientas que han utilizado, que ella ha estado más encima durante toda la operación.
Mi madre se partía de la risa pero aún así hizo acopio de aplomo y le empezó a explicar a mi padre con voz todo lo seria que pudo poner:
-Sí, sí muy buenas herramientas, como dice nuestro hijo. Verás, empezaron explorando el agujero con una especie de espátulas que yo no se cómo se llamarán; para que te hagas una idea son como lenguas que metían en el agujerito para que se fuera abriendo y eso. La verdad es que lo hicieron muy bien. Luego han utilizado unas mangueras estupendas, tremendas; yo no había visto cosas así en este tipo de operaciones, pero bueno, yo es que tampoco he tenido muchas reparaciones de este tipo. Pero ya te digo que muy bien.
Las explicaciones que mi madre le estaba dando a su marido, a mí y a sus dos amantes nos estaban no sólo divirtiendo sino excitando tremendamente. Sin embargo a mi padre parecían aburrirle e hizo algunos intentos de cortar la explicación de mi madre sobre las herramientas de los operarios. En un momento dado, y tras varios intentos anteriores, mi padre ya le dijo a mi madre:
-Vale Almudena, vale; que sí, que está muy bien que lleven buenas herramientas, que para eso son profesionales, anda. Oye, pásale el teléfono a nuestro hijo, que quiero hablar con él.
Mi madre me pasó el auricular tapándose la boca con una mano para que no se le oyera reír.
-¿Qué querías, papá? ¿Qué lo compruebe yo también? –Al parecer mi padre no se fiaba del todo del criterio de mi madre a la hora de evaluar la resolución de la avería y quería que yo también comprobara que todo funcionaba perfectamente tras la intervención de los operarios-. Bueno, papá pues lo compruebo yo también, aunque estando ellos todavía aquí, que han sabido hacerlo todo muy bien con mamá según parece… ¡Ah! ¿Para que no haya reclamaciones? No creo, mamá está muy satisfecha. Seguro que en cualquier caso les vuelve a llamar.
-Tú comprueba que todo está bien, hijo. –Insistía mi padre de forma perfectamente audible para todos por el teléfono-
-Bueno, si insistes… Aunque no se muy bien cómo hacerlo… Voy a meter un dedo por un agujero que no tragaba y a ver qué tal. –Y entonces, aprovechando que mi madre estaba a mi lado conteniéndose la risa como podía, le acaricié el culo y le dije a mi padre-: Todo esto está perfecto, papá. Estupendo, de hecho, te lo aseguro.
-Ya, ¿pero el agujero está bien, está despejado?
-Pues hombre, papá me pones en una situación… Es que hacer esa comprobación…
Y entonces intervino mi madre cogiéndome el teléfono y diciéndole a su marido.
-Sí, cariño, insístele a nuestro hijo en que compruebe lo del agujero, que él seguro que lo comprueba muy bien. –Y me pasó el teléfono diciéndome con un guiño pícaro-: Tu, padre que insiste en que compruebes el agujerito.
-Pues lo haré lo mejor que pueda –dije yo al auricular. Y entonces volví a pasarle la mano por el culo a mi madre, me centré en su raja y acabé con el dedo índice en su ojete acariciándolo con gran excitación mía y creo que de todos los presentes, especialmente de la cachonda de mi madre. Ésta entonces se inclinó hacia adelante dejando todo su gordo culazo bien expuesto y ofrecido y dijo en voz alta para que mi padre lo oyera al otro lado del teléfono:
-Venga hijo, comprueba bien lo del agujerito que yo también quiero que lo hagas y así me quedo más tranquila.
Así que, claro, metí el dedo en el ano de mi madre con suavidad y jugué con él un ratito provocando el silencioso delirio de todos los presentes. Mi madre estaba completamente salida y a la vez sin casi poder contener la risa; Mario y Rafa alucinaban también a medio camino entre la excitación y el descojono por la tomadura de pelo que nos traíamos con mi padre.
-Esto está muy bien, papá –le dije yo mientras seguía hurgando con el dedo en el ano de mi madre.
Cariño, has hecho muy bien en decirle a nuestro hijo que comprobara lo de ese agujero. Me ha gustado mucho que lo comprobara él. Ha metido el dedo y muy bien y yo me he quedado mejor.
-Claro mujer, lo comprueba nuestra hijo y te quedas tú también más tranquila. –Decía mi madre completamente en la inopia, claro.
-Se lo voy a agradecer a nuestro hijo, que no creas que todo el mundo mete el dedo ahí tan alegremente. –Y entonces mi madre me dio un besazo brutal, todo un morreo con lengua que de paso hizo que Rafa y Mario alucinaran, aunque no les debió parecer mal porque cuando mi madre acabó de morrearme, me hicieron el gesto del pulgar hacia arriba y me guiñaban con simpatía y visible excitación.
Mi padre por su parte seguía hablándome y dándome instrucciones por teléfono:
-Hijo, comprueba que pase bien el agua por el agujero, que no haya que llamarles de nuevo…
-Vale, compruebo si va bien el agua en el agujero. –Yo no sabía muy bien qué hacer, si hacer algo o simplemente continuar la charada telefónica con mi padre, pero entonces se me ocurrió hacer algo que me llenó de excitación: Le dije a mi madre en voz alta para que mi padre lo oyera que me ayudara ella también a comprobar si el agua iba bien por aquel agujero y le indiqué que se inclinara. Mi madre, partiéndose de risa y con un brillo de lujuria en los ojos, se inclinó dejando completamente expuesto su culazo ante mí mismo y sus dos amantes. Entonces yo le escupí a mi madre en el ano y le empecé a frotar su orificio anal con toda la saliva que había echado allí.
-Claro, hijo; yo colaboro en todo lo que me digas. -Decía mi madre.
-Perfecto, mamá. A ti también te parece que esto va bien, ¿no?
-Estupendamente; sigue echando un poco más de líquido y sigue así. –Decía ella en voz alta, a lo que yo correspondí dejando caer desde mi boca hasta el culo de mi madre una buena cantidad de saliva que se escurrió por la raja que separa sus dos tremendas nalgazas para llegar hasta su orificio anal que mi dedo seguía acariciando y penetrando suavemente.
-Así, así –decía mi madre en voz alta-. Así va perfecto.
-Sí, papá va perfecto. No se si le oyes a mamá que también opina que va bien… –Le confirmé yo entonces a mi padre mientras seguía acariciando el ensalivado ano de mi madre y de paso todas sus tremendas nalgazas. Y rematé diciéndole a mi padre-: Con humedad abundante este agujero va muy bien.
-¿Entonces tu madre también dice va bien?
-Va estupendo cariño. Bueno, yo no lo he visto cuando ha probado nuestro hijo pero ya he sentido que va muy bien. Por mí perfecto. –Explicaba mi madre mientras Mario, por cierto, le acariciaba las tetas lleno de excitación.
-Cariño –dijo entonces mi madre arrebatándome el teléfono para hablar directamente con su marido no sin antes haberle dado un breve beso con lengua a Mario para agradecerle su sobada de tetas-: Dile a nuestro hijo que compruebe también el otro agujero, anda, que yo también quiero que lo haga.
-¡Ah, pero ha habido atasco en varios desagües! –Decía mi padre un tanto sorprendido-. Claro es normal; si había problemas en uno es normal que los haya en otros. Pues sí, pásame con nuestro hijo, que le digo que compruebe todo.
Así que, tras recibir las oportunas instrucciones de mi padre, no que me quedó otro remedio que meterle a mi madre los dedos también en el coño mientras tanto mi madre como sus amantes y yo mismo estábamos al borde de la estruendosa carcajada por un lado y con una creciente y tremenda excitación por otro. Mi madre suspiró entonces sin poder contenerse y dijo en voz alta para disimular el suspiro.
-Claro, hijo, así, así. Qué tranquilidad que tú también compruebes lo de ese agujero. Te agradezco mucho que lo hagas.
-Está muy bien, papá –le dije yo a mi padre-. Hay mucho resto de humedad y sobre todo de las sustancias que han utilizado los operarios para el desatasco, pero está muy bien; da gusto meter el dedo ahí ahora de hecho, te lo aseguro. Lo han dejado tan bien que se podría meter cualquier cosa, hasta la lengua. Mamá estoy seguro de que está muy contenta con cómo se lo han dejado. Además siguen aquí haciendo ya los últimos remates con mamá y la verdad es que lo hacen muy bien.
Yo les indiqué entonces a los dos hombres que le metieran también mano a mi madre y que hicieran lo que les apeteciera. Ellos, completamente excitados a la par que divertidos, enseguida empezaron a manosear y a besar a mi madre por todos lados llevando a la caliente mujer a un estado de excitación realmente tremendo.
-Mamá, te gusta mucho cómo lo están haciendo todo, ¿verdad? –Dijo yo por el teléfono para que lo oyera mi padre mientras crecía y crecía el divertimento y la excitación entre nosotros cuatro.
-Mucho, me gusta mucho. –Dijo ella en voz alta y conteniendo a duras penas la risa mientras se acercaba de nuevo el auricular para hablar con su marido a la vez que Mario y Rafa la sobaban ya sin ningún miramiento por todo el cuerpo y mi madre les manoseaba a ambos las pollas, que iban teniendo un tamaño más considerable-: Sí, estos lo hacen muy bien porque tienen unas muy buenas mangueras para meter por el agujero. Ya podías tener tú una la mitad de buena…
-Hombre, Almudena. No voy a tener yo herramienta específica para todo en casa. Si pasa algo como esta vez se llama a unos especialistas y ya está, ¿No? –Replicaba mi padre.
-Sí, la verdad es que tienes razón, cariño. –Le respondía mi madre mientras les daba la lengua a Mario y a Rafa y de paso también a mí, que degusté muy excitado ese beso mientras Mario y Rafa me guiñaban divertidos viendo que mi madre era capaz de ser una perfecta zorra incluso conmigo. Para seguir morreando más a gusto con sus amantes y también conmigo, mi madre me dijo de forma que lo oyera mi padre por el teléfono:
-Bueno, hijo, vete despidiéndote ya de tu padre, que llevamos mucho tiempo hablando.
Así que yo ya me dispuse a cortar la comunicación con mi padre. Pero éste seguía dándome indicaciones en uno y otro sentido:
-Sí, vale, papá; ya le digo a mamá que les dé una buena propina. Descuida, mamá es muy espléndida y no creo que tengan queja de cómo se les ha tratado en esta casa. Ellos lo han hecho todo a la entera satisfacción de mamá y mía y ahora están haciendo otro repaso rápido de arriba a abajo. Están empezando por arriba. Uno está comprobando que el líquido entra bien arriba. –Le explicaba yo a mi padre aprovechando que Mario le estaba dando a mi madre unos morreos tremendos, con todas las lenguas de ambos entrelazándose al aire ante nuestros ojos y soltando abundante saliva que se escurría por la comisura de los labios de mi madre.
En un momento dado mi madre dejó de morrear con su amante y acercando su boca al auricular le dijo a su marido:
-Ah, cariño; que sepas que nuestro hijo ha estado muy bien con ellos, agradeciéndoles y felicitándoles por el trabajo que han hecho e incluso ayudándoles un poco, cosa que a mí me ha parecido estupenda. Hay que ver cómo sabe estar este chaval nuestro.
-Sí, es cierto. La verdad es que todos podemos estar muy tranquilos sabiendo que el chaval está ahí. Si hace falta echa una mano en cualquier cosa y eso es estupendo.
-Ya lo creo; echa una mano realmente bien –le respondía mi madre para luego ya cortarle un poco desabridamente a mi padre-: Bueno, cariño, te dejo, que estoy deseando que estos señores acaben ya, que metan bien sus mangueras, sus herramientas y todo lo que tengan que meter y que me dejen bien contenta con el servicio.
-Vale, vale, Almudena. Mañana hablamos otra vez.
-Adiós.
-Adiós.
Tras colgar el teléfono mi madre prorrumpió en una sonora carcajada que había estado aguantándose durante todo el rato y dijo:
-¡Ay, qué puta soy, pero hay que ver qué bien me lo he pasado tomándole el pelo de esta manera al cornudo de mi marido! –Y añadió dirigiéndose a mí-: Y tú eres un cabroncete, ¿eh, cariño?
-Bueno mamá, todo sea porque tú te lo pases bien y de paso te vengues un poco del poco caso que te hace papá. Que no es mal hombre pero te tiene muy descuidada y eso no puede ser así con una hembra como tú.
Mi madre se rió y me dio un fuerte beso en los labios. A continuación, ya todos más relajados, mi madre y sus dos amantes, los tres aún completamente desnudos, se sentaron en el sofá mientras yo lo hacía en una de las butacas del salón. Mi madre estaba situada en el medio de los dos hombres y no dejaba de acariciarles la polla a ambos con lo cual sus vergas estaban a tope de erección. Ellos a su vez le sobaban las tetas o los muslos y le daban besitos hasta que Rafa dijo, mirándome a mí, dijo:
-Bueno, ha sido una tarde muy divertida, la verdad, pero tendremos que irnos ya.
-Bueno, pero yo creo que mi madre no puede dejar que os vayáis con esa erección; debería hacer algo para que podáis ir a vuestra casa un poco más relajados, ¿no te parece, mamá?
-¡Cómo eres, cariño! –me dijo ella con una sonrisa llena de picardía.
-Además papá ha insistido en que les des una buena propina a estos chicos… Así que yo me voy y os dejo que acabéis la tarde disfrutando de…
-De eso nada, cariño –dijo mi madre-. Tú no tienes que irte; bueno, a no ser que quieras irte o que a Mario y a Rafa les importe que tú…
-¡En absoluto! –saltaron a una los dos hombres.
-Y más teniendo en cuanta que la calentura que seguro que todos tenemos ahora nos la has provocado tú con todo el numerito telefónico con tu padre, ja, ja, ja…
Los cuatro soltamos una buena carcajada y entonces mi madre, levantándose del sofá, se acercó a mí y me dio un beso con lengua bien visible para todos.
-Vale, mamá; pues si de verdad no os importa, me quedo, que me encantará además disfrutar del espectáculo, pero venga, ocúpate de tus invitados, anda.
Mi madre entonces me dio la espalda y volvió hacia el sofá bamboleando su culazo de forma que mi polla, bajo el pantalón, también alcanzó cotas inusitadas de dureza, pero antes de llegar al sofá se volvió de nuevo hacia mí, se acercó, se inclinó sobre mí ofreciéndoles ahora a Rafa y a Mario el tremendo espectáculo de su culazo y me dio otro beso para decirme a continuación:
-Por cierto, que sepas que me ha gustado mucho cómo me has tocado antes el culito y el chichi, mi amor… -Me arreó otro besazo más con lengua y ya se dirigió hacia el sofá donde permanecían sentados sus amantes exhibiendo de nuevo su portentoso culazo. Una vez allí se inclinó hacia las pollas de los dos hombres con las piernas rectas en una nueva y deliciosa exhibición de su panderazo sin duda dedicada a mí, y empezó a aplicarles suaves lamidas alternando el cipote de cada uno de los dos hombres.
-¡Joder Almudena, me parece que no vas a tardar mucho en darnos esa propina –decía Rafa excitadísimo mientras la lengua de mi madre le baboseaba el glande con gran profusión de saliva- porque yo estoy más que a punto de correrme, zorra!
-La verdad es que las tenéis muy gordas y duritas, chicos; no es cuestión de dejaros iros así a casa –repuso mi madre con voz mimosa para a continuación girar la cabeza hacia mí y decirme-: Tú, hijo, seguramente también la tendrás bien empinada, ¿no? Anda, quítate el pantalón y el calzoncillo y déjala libre, no te vayas a hacer daño con el pito todo duro y encerrado en el pantalón.
-Pues la verdad es que tienes razón, mamá –dije yo excitadísimo y aliviado por poder liberar mi polla ya que realmente estaba bastante incómodo con ella aprisionada por el pantalón vaquero. Así que me quedé en bolas de cintura para abajo y añadí-: ¡Uff, así mucho mejor! Gracias mamá, y anda, sigue ocupándote de tus invitados.
Mi madre me sonrió, me guiñó y tras darle otro par de lamiditas a cada uno de los cipotes de sus amigos, se encaramó sobre la polla de Rafa sentándose sobre él de cara y ofreciéndome a mí, que permanecía sentado en la butaca frente al sofá, la fabulosa visión de su gordo culazo mientras ella llevaba a cabo la operación de ensartarse la polla de su amigo en el chocho. Rafa a su vez la agarró con sus manazas de las nalgas disfrutando así del culazo de mi madre y ayudándola a que ella se metiera la polla en el chocho. Nada más hacerlo comenzó a subir y bajar sobre el erecto cimbel siendo ella la que llevaba toda la operación de la follada mientras se daba la lengua con su amante. La excitación general era tan grande que Rafa no aguantó casi nada y en menos de un minuto empezó a decir:
-¡Zorra, cómo me estás follando, marranaza! ¡Que me corroooooo….! –Y claro, se corrió llenándole una vez más a mi madre el chocho con su lefa.
Mi madre le dio un beso y rápidamente saltó para ponerse igualmente a horcajadas sobre Mario e insertarse su cipote como antes hiciera con el de Rafa. Tras un baboso morreo con Mario, mi madre también empezó a cabalgarlo en una follada tremenda.
-¡Golfa! –Le decía él-. Qué bien follas, putona.
-Y tú cómo me llenas con ese pollón, cabronazo –le replicaba ella-. ¡Qué caliente y salida estoy, joder! Y cómo me gusta que esté mi hijo viendo lo zorra que soy con vosotros. ¿A ti, hijo, te gusta ver a mamá follando como una puerca?
-Me encanta, mamá.
-Pues ven aquí, siéntate en el sofá a nuestro lado, que me pone muy cachonda follar con Mario teniéndote a ti a mi ladito con la polla al aire, mi amor.
Así que yo, completamente excitado ante la invitación e mi madre, me levanté de la butaca y me fui a sentar a lado de de mi madre y Mario mientras en el otro lado continuaba sentado Rafa. Al sentarme mi madre s inclinó un poco sobre mí, me dio un nuevo beso con lengua y me dijo:
-Si te gusta ver a mamá portándose como una furcia, hazlo aquí de cerca, mi amor, y disfruta de ver a mamá jodiendo como una cerda, que todo lo bien que me lo estoy pasando hoy en gran parte es gracias a ti.
-Sigue, cachonda, sigue. Disfruta y cabalga encima de ese cipote, anda. –Le animé yo a mi madre. Ella entonces volvió a tomar las riendas del polvo que estaba echando con su amante y aceleró la cabalgada. Mario también ayudaba elevando las caderas y contribuyendo al movimiento de la jodienda con gran placer para ambos. En un momento dado mi madre me agarró una mano y me la llevó hasta su teta derecha, la que quedaba más cerca de mí, y me la colocó allí apretándomela en una clara invitación para que se la sobara mientras ella follaba con su amante.
-Tócame tú también tú, cariño, que me gusta mucho. –Me dijo. Yo respondí intensificando mi sobada en su teta y acariciándole también con la otra mano el muslo que quedaba más cerca de mí. Ella entonces me guió en un gesto de aprobación y complicidad para fundirse a continuación en un tremendo morreo con su amante mientras ambos continuaban follando cada vez más rápidamente.
-Disfruta, golfona; disfruta, viciosa. –Le dije yo apretándole suavemente el pezón. Y entonces, cómo si mis palabras hubiera sido una orden, mi madre estalló en un tremendo orgasmo que le hizo gritar de placer mientras apretaba con fuerza los hombros de su amante disfrutando intensamente de su orgasmo. Mario tampoco pudo aguanta más y justo en ese momento se corrió llenando de lefa otra vez el chocho de mi madre. Ambos amantes quedaron abrazados un rato besándose mientras Rafa, que permanecía sentado al otro lado, le acariciaba a mi madre las nalgas y toda la raja del culo, cosa que ella agradeció morreándose también con él.
Luego, mientras la polla de Mario se desencajaba suave y morcillonamente del chocho de mi madre, ésta se giró hacia mí dándome también un intenso beso.
-He disfrutado mucho, hijo. Y en gran parte es gracias a ti. De alguna manera tendré que agradecértelo también a ti, ¿no te parece? Ji, ji, ji… -Dijo con voz mimosa e insinuante.
-Para mí ya ha sido un regalo verte disfrutar así, mamá.
-Ya lo veo ya, ja, ja, ja…Que la polla se te ha puesto bien durita, ¿eh, cariño? Me parece que mamá tendrá que hacerte por lo menos una paja para relajar toda esta tensión, ¿eh, qué te parece?
A mí, en cierta manera me sorprendió un tanto que mi madre estuviera dispuesta a llevar a cabo conmigo un acto tan nítidamente sexual como de hecho era hacerme una paja, allí delante de sus dos amantes, pero por otro lado, después de lo ocurrido tampoco era tan descabellado.
-Claro, mujer, alíviale al chaval que con esta carga de tensión sexual que nos provoca a todos una golfa como tú no se puede estar. –Dijo Rafa con humor.
-Pues claro, eso voy a hacer: relajarle un poquito, ¿verdad, mi amor?
Sin más palabras de por medio mi madre se desmontó de Mario y se arrodilló entre mis piernas para empezar a manipular con gran habilidad mi pene. Éste estaba tan húmedo debido a la gran cantidad de líquido preseminal que yo había ido soltando a lo largo de la tarde, que su mano resbalaba por todo el tallo de mi verga como si hubiera derramado sobre ella un bote entero de lubricante sexual. Me tocaba con gran habilidad, buscando prolongar mi placer, acariciándome los huevos y hasta un poco el ano, luego centrándose en el prepucio y también repartiendo el trabajo entre sus dos manos, una arriba manoseándome el glande y otra abajo sobándome los huevos y el culo. Lógicamente no duré mucho y enseguida noté la inminencia de mi orgasmo.
-¡Mamá, esto está siendo tremendo! ¡Qué manera de tocarme!
-Te gusta cómo te la toca tu madre, ¿eh cabroncete? –Decía ella con una sonrisa llena de lujuria.
-Ufff… No te puedes imaginar cuánto. ¡Joder! Uffff…. Ahí va, mamá. ¡Joder, qué bueno! Me corro, me corroooooo….
Y me corrí. Le solté de hecho un tremendo chorro de lefa que fue a parar a su cuello desde donde resbaló por su canalillo hasta sus tetas. Otros dos gruesos goterones fueron a parar uno a su barbilla, muy cerca de sus labios y otro justo encima del pezón de su teta izquierda. Me gustó especialmente ver cómo mi madre sacaba la lengua para recoger un poco del semen que había quedado cerca de su boca, lo degustaba y se lo tragaba guiñándome de forma tremendamente sensual.
Para entonces Mario y Rafa se habían levantado del sofá, desde donde habían presenciado toda la escena de la masturbación, y se habían colocado cada uno a un lado de mi madre. Yo estaba felicitando a mi madre y acariciándola, y me gustó ver que Mario le sobaba también sin ningún problema la teta en la que yo había depositado un buen grumo de lefa mientras Rafa morreaba con ella.
-¡Qué gusto da tocarte estas tetas tan lubricadas! –Le decía Mario riendo.
-Más gusto me da a mí que me las toques –reía mi madre complacida para luego añadir dirigiéndose a mí-: ¿Y a ti, hijo, te gusta tocarle a mamá las tetas llenas de lefa? Tócale si quieres las tetas a mamá, ¿eh, cariño? Tócame todo lo que quieras…
Así que acerqué mi mano a los pechos de mi madre y se los estuve sobando junto con Mario entre risas de todos y mientras ella nos daba besos a los tres.
Tras ese momento de sobeteo y besuqueo, Mario y Rafa ya indicaron que se tenían que ir así que se vistieron y tras felicitarme a mí por ser tan abierto y comprensivo con mi madre y hasta facilitador de sus aventuras, se dieron una nueva tanda de morreos con ella y ya se fueron.
Cuando finalmente nos quedamos solos, mi madre me dio un morreo intensísimo que por lo menos duró dos o tres minutos y luego dijo:
-¡Qué bien me lo he pasado, cariño! Creo que ha sido la mejor tarde de mi vida.
-Me alegro mucho, mamá. Te lo mereces. Has estado a la altura de la grandísima zorra que eres y eso me ha gustado mucho.
-Ja, ja, ja… ¡Qué cosas le dices a tu madre! Bueno, cariño. Creo que voy a ir a la ducha a limpiarme todos mis agujeritos, que hoy algunos los tengo con mucha sustancia pegajosa, ja, ja, ja…
-Pues para limpiar esos agujeritos hay procedimientos mucho mejores que la ducha.
-¿Qué quieres decir? –Replicó ella un tanto perpleja.
-Pues mira, que este agujerito –y yo le señalé su boca poniéndole un dedo sobre sus labios- cuando sabe a polla se limpia mejor así. –Y diciendo esto le metí la lengua en la boca dándole un morreo en el que le repasé toda su cavidad bucal.
-¡Ay, qué cerdo eres, cariño! –Repuso ella divertida-. ¿Y no te importa que mi boca sepa a la polla de otros hombres?
-En absoluto. La boca de una putita como tú tiene que saber a polla, y a ser posible de más de un hombre.
Los dos reíamos divertidos con mis razonamientos.
-¡Cómo eres, hijo! Nunca hubiera pensado que mi propio hijo era tan cerdito y tan vicioso incluso con su madre, pero me encanta. ¡Me encanta que seas así y me encanta que me digas esas cosas! Así que sigue, cariño mío, límpiale bien a mamá la boquita, que no me quede nada de sabor a polla hasta que me coma la próxima, ja, ja, ja… -Y diciendo esto mi madre sacó su húmeda lengua invitándome a proseguir con el intenso morreo. Nos estuvimos besando un buen rato con gran placer.
-Y en cuanto a este agujerito –dije yo cuando finalizamos aquel caliente beso metiéndole esta vez un dedo en el coño- también se limpia mejor con ese sistema, ¿no te parece, mamá? –Y diciendo esto le hice sentarse en el sofá y le levanté las piernas para tener un mejor acceso a su chocho. Entonces, con su chichi depilado rezumando líquidos que mezclaban el semen de sus amantes con sus propios flujos vaginales, acerqué mi lengua y le empecé a repasar toda la raja chupándosela arriba y abajo repetidamente, metiéndole la lengua cuanto podía en su chocho y centrándome de vez en cuando en rechupetearle el clítoris. También acercaba mi lengua a su ano y también le chupaba un poquito el culo. –Este agujero no lo tienes con semen pero también conviene limpiarlo bien con la lengua, mamá. –Le decía yo mientras ella deliraba de gusto para arreciar seguidamente en mis lamidas a su jugoso conejazo.
Entre el morbo de la acción, al estarle chupando el conejo bien anegado del semen de sus amantes, y el propio hecho del intenso cunnilingus que le estaba haciendo junto con las ocasionales lamidas en su ano, mi madre entró en una espiral de tremenda excitación y comenzó a soltar unos roncos sonidos guturales y unos intensos suspiros que anunciaban un fulgurante orgasmo mientras yo no cejaba en mi labor de rechupeteo intenso de su coño. Todo esto hizo que en muy poco tiempo mi madre estallara finalmente en un fabuloso y furibundo orgasmo que le proporcionó un placer realmente descomunal.
-¡Ay cariño, ay cariño, ay cariño…! –Repetía casi ida y transida de placer-. Esto ha sido realmente tremendo; bestial… No he tenido un orgasmo así en mi vida, te lo puedo asegurar. Buffff… Tremendo, tremendo… ¡Joderrrrrr….! ¡Qué gustazo más grande, hijo! Y no ha sido ni siquiera follando; ha sido con tu lengua de cabronazo dándome gusto en el chocho y en el culo, cariño mío. ¡Pero qué gustazo más grande le has dado a tu madre en el coño, cacho cerdo!
Mi madre, tras ese orgasmazo, se quedó unos minutos derrengada en el sofá mientras con gestos me pedía que me acercara a ella para besarme. Nos estuvimos morreando blanda y babosamente un buen rato y cuando mi madre se hubo recuperado de lo desmadejada que la había dejado este último orgasmo, se rió divertida y dijo:
-Bueno, ahora sí que me voy a la ducha, ¿eh? Y te pediría una cosa, cariño: ¿Quieres ducharte con mamá? Es que prefiero que seas tú también el que me limpia bien mis agujeritos en la ducha, ji, ji, ji…
Y para el cuarto de baño nos encaminamos. Nos metimos en la ducha y allí, bajo la cálida agua resbalando sobre nuestros cuerpos, continuamos jugueteando y besándonos. Nos enjabonamos mutuamente y yo le limpiaba todos sus recovecos; sus sobacos, su entrepierna, su culo, sus tetas… Le sobaba muy intensamente sus muslos, sus tremendas nalgazas y también su tripita, cosa que hizo que ella entre beso y beso me dijera:
-Cómo te gusta tocarle las carnazas a tu madre, ¿eh?
-Es que lo tienes todo muy bueno, mamá.
-Ya me he dado cuenta de que, sobre todo a ti y a Rafa, os gusta mucho mi culo y hasta mi tripita. Tiene gracia; la dos cosas que más me acomplejaban porque creo que las tengo gordas, resulta que os ponen cachondos a vosotros. ¡Hay que ver cómo sois los hombres!
-Es que esto está delicioso, mamá. –Le respondía yo manoseándole todo el vientre y también, claro, su espectacular culazo, que aprovechaba para sobárselo en toda su extensión mientras la enjabonaba. Mi madre hacía lo mismo con mis huevos, mi polla o mi culo. En un momento dado y mientras le metía un dedo en el culo y jugaba con él dentro, mi madre me dijo:
-Ahí, ahí. Sigue haciendo eso que me da mucho gustito, cariño. Méteme tu dedito en el culo.
-¿Te gusta, mamá?
-Pues sí. Entra muy bien así, tan jabonoso, ¿verdad? Anda, prueba a meterme dos dedos a la vez, cariño, que esas suaves cosquillitas en el ojete la verdad es que me gustan mucho.
Yo así lo hice con una excitación creciente que se reflejó en cómo iba reaccionando mi polla. Le metí sin ninguna dificultad los dos dedos que mi madre me pedía gracias a la cremosidad del gel de baño y tras estar jugando así unos instantes con su ano, mi madre me dijo:
-Cariño, ¿te gustaría darle por el culo a mamá?
-¡Mamá! –Dije yo realmente sorprendido por su pregunta, que sin duda encerraba una propuesta-. No se qué decir, me encanta tu culo, claro, pero no se… No pensaba en…
-Mira cariño –me interrumpió ella-. Soy virgen del culo; nunca me la han metido por ahí y… ¿sabes? Me gustaría que fueras tú el que disfrutaras por primera vez del culo de tu madre. Te gusta mucho mi culazo, ¿no?
-¡Mamá! Es que… Sólo con decirme eso creo que casi me voy a correr, zorrona.
Los dos nos reímos y mi madre, tras darme un beso, se apoyó contra la pared dándome el culo y pegó su enorme traserazo a mi polla encajándola entre sus nalgas e invitándome a que la penetrara.
-Venga, cariño. Dale por el culo a mamá; estréname el ojete, anda, y disfruta con la puta de tu madre.
-Buff, mamá. Te aseguro que voy a hacerlo, ya lo creo que voy a disfrutar de tu culazo de jamona, golfa.
-Además te diré otra cosa, cariño –me explicaba ella mientras yo la frotaba suavemente ya el glande en su orificio anal-: Si sigo follando con ellos, tarde o temprano Rafa y Mario me pedirán que les deje darme por el culo y la verdad, prefiero que me lo desvirgues tú, que ellos ya ves qué trancas se gastan.
-Ja, ja… Pues cuenta conmigo para ir abriendo este delicioso agujerito, mamá. –Le respondí yo tiendo.
Así como estaba, dándome la espalda y con su culo bien pegado a mi polla, mi madre giró la cabeza y sacó la lengua para darnos un beso y así, mientras nos chupábamos las lenguas, mi polla empezó a abrirse camino en su ano. Lo cierto es que el jabón, junto con mi trabajo anterior de dedos en su ano, hacía muy bien su trabajo y mi polla se empezó a deslizar con más facilidad de la prevista en su culo. Nos costó un tiempo aunque mi madre en todo momento me iba diciendo que siguiera, que no le dolía y que le gustaba la sensación de ir sintiendo su recto invadido por una polla. Cuando mi polla estuvo totalmente acomodada en su ano fue ella la misma la que me dijo:
-Dale, hijo, dale a tu madre por el culo. Estrena mi agujerito trasero y llénamelo también de leche.
Yo estaba ya en un estado de excitación tremendo, claro, así que empecé a follarme a mi madre por el culo cada vez con más fuerza. En un momento dado, y cuando llevaba unos 4 ó 5 minutos enculándola, empecé también a manipularle el chocho con una mano y ella empezó a gemir de inmediato. Localicé su clítoris y comencé a acariciar toda esa zona de su vagina, todo ello muy resbaloso por efecto del gel que inundaba nuestros cuerpos. Poco a poco el placer fue in crescendo y yo pronto noté que mi corrida era inminente; así se lo anuncié a mi madre y justo en ese momento fue ella la que, merced a mis manoseos en su coño y especialmente en su clítoris, alcanzó un orgasmo que puso de manifiesto con un gritito de placer y apretando más su culo contra mi polla. Y entonces fui yo el que alcanzó el orgasmo eyaculando dentro de su recto con gran placer.
-¡Qué gusto, mamá, que gusto me ha dado follarte este culazo de zorra jamona que tienes!
-Me alegro, hijo. Se que el culo de mamá te gusta mucho; lo noto en cómo me lo tocas, en cómo me lo lames… Y quería que fueras tú el primero que también me lo follara. A mí también me ha gustado mucho, mi amor.
Nos besamos con pasión bajo el agua y continuamos entre risas con la ducha hasta que ambos nos sentimos definitivamente limpios. Cuando salimos de la ducha también nos secamos el uno al otro entre besos y arrumacos mientras mi madre decía:
-Bueno, ahora a cenar, que tenemos que reponer fuerzas.
-Sí, mamá. Y luego a la cama.
-Eso, hijo; a la cama. Ja, ja, ja…
FIN