Confidencias en el diván 1 - Aventura en el metro

4 relatos sueltos. Eran paran un proyecto de relatos hablados que parece no haber prosperado. En este una chica relata una aventura masturbatoria en el metro

No era la primera vez que me metían mano en el metro. En las horas puntas, con tanta gente, los toqueteos accidentales y no accidentales son habituales. Generalmente acaban si me muevo o cambio de posición. Alguna que otra vez he tenido que echarle una mirada fría al sobón para que me dejara tranquila.

Pero ese día, quizás porque llevaba días sin echar un buen polvo o porque estaba contenta, cuando sentí una mano pasearse por mi culo, no me moví. Estaba en el centro, agarrada a una de las barras laterales, rodeada de gente, sobre todos chicos y chicas jóvenes como yo. Apenas nos podíamos mover de lo apretados que íbamos.

El sobón, al ver que yo no hacía nada, se volvió más audaz. Ya no eran un toqueteo furtivo. Sus dedos se paseaban tranquilamente por mis nalgas. Incluso se atrevió a apretar con un dedo a lo largo de la raja de mi culo. Como yo llevaba un pantalón finito, lo noté perfectamente.

Aquello empezó a gustarme. No sabía quien era. Si se trataba de un chico joven o de un viejo verde. Seguí quieta, mirando hacia adelante, como si nada estuviera pasando. Y él siguió sobándome el culo. A conciencia. Solo interrumpía sus caricias cuando el metro se detenía en una parada. En cuanto arrancaba, volvía al ataque.

Como dije antes, llevaba días sin echar un buen polvo. Aquella mano me empezó a calentar. Me empecé a poner cachonda, los pezones se me erizaron y mi coñito se fue mojando. Cuando llegase a mi casa me haría una rica paja para desahogarme. No quería mirar hacia atrás y verle la cara. Así podría imaginarme a quien yo quisiese mientras me hacía un dedo y me pellizcaba los pezones en mi cama.

En la siguiente parada subió bastante gente y nos tuvimos que apretar aún más. Mi desconocido sobón quedó justo detrás de mí. Entonces hizo algo que nunca me había pasado. Se pegó a mi culo y me restregó suavemente la polla.

Ummmm, la tenía dura, bien dura. Me la restregó despacito, de nalga a nalga. Eso terminó de ponerme bien cachonda. Me atreví a echar un poco mi culo hacia él, para que supiera que notaba perfectamente su polla contra mí. Él, al ver mi predisposición a sus manoseos, llevó una de sus manos a mis caderas y me acarició, sin dejar de presionar con su polla. Estaba claro que yo estaba consintiendo todo aquello, así que se envalentonó.

Me mordí el labio inferior cuando su mano se fue acercando a mi pubis. Me acarició con suavidad primero, pero después intentó meter los dedos entre mis piernas. Las abrí ligeramente para darle vía libre. Sentí muy rico cuando presionó sus dedos a lo largo de la rajita de mi coño.

Un traqueteo del metro hizo que se separa unos instantes de mí, pero enseguida volvió a pegar su polla a mi culo y a llevar su mano a mi coño. Yo notaba la humedad mojarme las bragas. Entonces, su mano se separó y buscó mi mano libre. La otra la tenía en mi pecho, sujetando unas carpetas. Sus dedos eran suaves y cálidos. Me cogió la mano, se movió un poco hacia un lado y la llevó hacia su polla. No puede evitar estremecerme de pies a cabeza cuando se la toqué a través del pantalón. Estaba muy dura y se notaba perfectamente debajo de la tela. Me movió la mano a lo largo de la polla, apretando. Mi respiración se hizo agitada, aunque trataba de disimular mi excitación.

Soltó mi mano, pero yo no su polla. La seguí recorriendo con mis dedos, mirando hacia ambos lados por si alguien más se había percatado de lo que estaba pasando. Pero nadie se había dado cuenta. Unos miraban hacia otro lado, otros hacia las ventanas. Justo delante de mí había otra chica, apoyada contra el cristal, de espaldas hacia mí.

Durante dos paradas más todo siguió igual. Él acariciando mi coño sobre el pantalón y yo su polla. El corazón me empezó a latir de verdad cuando volvió a coger mi mano con la suya. Hizo que recorriera su bragueta. Con sus dedos se la bajó.

Dios, me puse tensa. ¿Sería capaz de sacarse la polla allí? No me lo podía creer. Cuando se bajó la bragueta  del todo hizo que metiera la mano por la abertura. El muy cabrón no llevaba calzoncillos y mis dedos tocaron directamente su dura herramienta. Junté mis muslos y emití un pequeño gemido. Recorrí con los dedos su polla. La noté venosa. La abarqué y comprobé que era una gruesa verga. De las que me gustan.

El metro paró y mi desconocido sobón se separó un poco de mí mientras la gente subía y bajaba. Cuando volvió a arrancar se puso otra vez a mi lado, buscó mi mano y la llevó otra vez hacia su bragueta. El corazón me dio un vuelco cuando me encontré directamente con la polla. Se la había sacado y me hizo agarrarla. Me movió la mano arriba y abajo del grueso cilindro de carne.

Ummmmmm, me gustó sentirla en la mano. Su calor, su dureza, su suavidad. La apreté al tiempo que movía mi mano. Al poco él quitó la suya y yo seguí sola. No me lo podía creer. Le estaba haciendo una paja a un completo desconocido, rodeada de gente por todas partes. A un desconocido al que ni siquiera había visto. Eso me puso más cachonda. Aquello estaba cargado de morbo.

Aumenté el ritmo de la paja. Él estaba pegado a mí. Su mano frotando la rajita de mi coño. Oí su respiración, sus leves gemidos. Su polla palpitaba en mi mano. Noté que por la punta estaba mojada, sigo de que el tipo estaba muy cachondo Deseé verla. No a él. Solo su polla. Disimuladamente giré la cabeza. Noté que él se tensaba, quizás temiendo que le mirase. Apenas pude vérsela, rodeados por tanta gente me tuve que conformar con un rápido vistazo a su gordo capullo.

Agggg, Por su forma, por como la sentía en la mano, supe que era del tipo de pollas que me encantan. Gorditas, llenas de venas. De esas pollas que te dan ganas de chupar despacito, con mimo, pasándotelas por la cara, retrasando lo más posible el momento de la explosión. Estaba tan cachonda que me hubiese encantado arrodillarme allí mismo y hacerle una buena mamada a aquella dura polla. Pero estaba cachonda, no loca. Me tuve que conformar con seguir haciéndole un buen pajote.

Me propuse ordeñarle la polla. Hacerlo correr. Así que aceleré la mano. Apreté con más ganas. Sus gemidos aumentaron. Noté que la polla se endurecía más y más. Ummmm, se iba a correr, lo sabía. Aquel sobón se iba a correr de un momento a otro. Yo misma también estaba al borde del orgasmo. Tan caliente estaba por la situación que la mera presión de sus dedos en la raja de mi coño bastaban para tenerme a punto.

De repente, se puso tenso. Giré la cabeza y miré hacia abajo, hacia su polla. Mi mano sintió el espasmo del primer chorro de leche, que salió disparado con fuerza, impactando contra la falda de la chica que estaba delante de mí. El ver el chorro de leche estrellarse contra la falda y la presión de los dedos justo sobre mi clítoris me llevaron al límite y me corrí. Me agarré con fuerza a la barra y no dejé de mover la mano de mirar su polla. Fueron cinco o seis disparos de espeso semen que cayeron todos sobre la falda de la ignorante chica, menos el último, menos potente, que cayó al suelo.

Seguí exprimiéndole la polla, corriéndome aún. Un último chorrito de leche salió y bajó por la polla. Con la mano lo esparcí. Me quedé jadeando, tratando de disimular lo mejor que podía. Miré la falda de la pobre chica. Quedó hecha una pena, con grandes lamparones de semen. No quería estar allí cuando ella se diera cuenta.

Tal como apareció, desapareció. La polla que tenía aún bien agarrada dejó mi mano vacía. Se acercaba mi parada y me fui moviendo hacia la puerta. Cuando se abrió, salí al andén y caminé hacia la salida. El corazón me latía con fuerza. Llevé la mano con que lo había pajeado a mi cara y a olí. Ummmmmm el aroma a semen aún era intenso. Y olía también a polla. Me encanta el olor a polla.

¿Me estaría siguiendo? No miré atrás. Seguí caminando hasta mi casa. Lo primero que hice fue cambiarme de bragas. Las tenía empapadas. Pero antes de ponerme otras limpias, me hice una rica paja en mi cama, recordando la dura polla del desconocido, la presión de los espasmos cuando se corría, los chorros de leche contra la falda de la muchacha.... Ummmm, me volví a correr con intensidad, oliendo mi mano... aun con aroma a leche de macho, aún con aroma a polla.

FIN