Confidencias de una preñada zoo

Mi nombre es Xara, tengo veintitrés años, casada y un hijo de casi 1añito, estatura normal, algo delgada, aunque con mi embarazo mi peso aumento considerablemente. Todo tiene un comienzo y un por qué, he tenido una experiencia en el transcurso de mi embarazo que quisiera transmitir en este relato. Mi nombre es Xara, tengo veintitrés años, casada y un hijo de casi 1añito, estatura normal, algo delgada, aunque con mi embarazo mi peso aumento considerablemente. Todo tiene un comienzo y un por qué, he tenido una experiencia en el transcurso de mi embarazo que quisiera transmitir en este relato.

CONFIDENCIAS DE UNA PREÑADA  ZOO

Mi nombre es Xara, tengo veintitrés años, casada y un hijo de casi 1añito, estatura normal, algo delgada, aunque con mi embarazo mi peso aumento considerablemente. Todo tiene un comienzo y un por qué, he tenido una experiencia en el transcurso de mi embarazo que quisiera transmitir en este relato.

La gran parte de mi vida fui una chica algo decorosa, mi esposo fue con el segundo hombre que tuve relaciones, con el primero no fue algo que me apasionó, posiblemente por no haberse dado las cosas en el momento oportuno, por alguna otra razón, o por la poca experiencia en ambas partes. El hecho es que fue algo que no merece ser recordado.

A los 21 años me casé, prácticamente muy poco experimentada, mi esposo Jorge 10 años mayor, me llevó a descubrir una serie de cosas, habituales en una pareja, de alguna manera el fue mi maestro en lo referente al sexo. Por mi lado comencé a curiosear en internet en las páginas referentes al sexo, con las cuales fui descubriendo otras cosas a las cuales me sorprendieron profundamente, con ganas de experimentarlas.

A los pocos meses de casarnos quedé embarazada, una gran alegría para ambos, comenzar con los preparativos, el cuarto, la ropita del futuro bebe etc.

Nuestro perro Belcebú, (que llamo Bel) nombre que le puso mi esposo por sus ojos  rojos, que parecía un demonio, y que me costó con el tiempo, de quitarme el miedo que me producía, comenzó a actuar de una manera extraña, parecía detectar que algo nuevo había en la familia, como que percibía mi embarazo, no sé si estaba celoso, pero me buscaba constantemente, le hablaba y se quedaba escuchándome, como si comprendiese que le decía.

A partir de ese momento traté de darle mayor atención, era como un temor que me producía, así que lo sacaba a pasear, lo acariciaba, lo bañaba, si bien eran tareas de mi esposo, supuse que darle esas cosas, era para evitar que se sintiese relegado, y a pesar de su tamaño, hasta le permitía entrar al baño cuando iba a orinar, pero no dejaba de ser un gran compañía, hasta la llegada de mi esposo y fundamentalmente, cuando se iba unos días de viaje, por razones laborales..

Una tarde, estaba haciendo los ejercicios habituales para embarazadas, sentada en la alfombra en posición de buda, solo tenía puesto mi joggings, y una remerita muy corta que asomaban mis pechos que iban adquiriendo un interesante volumen. Muy cerca Bel, me observaba, mientras continuaba con mis  prácticas, le acaricié la cabeza, supongo que en agradecimiento lamio mi cara y hasta lo hizo con mi panza, que lo sentí como un halago, o una demostración de cariño, pero a su vez me produzco como un cierto estremecimiento,  que me produzco un cierto placer.

Como hacia la mayoría de los días, coloqué la correa a mi perro para sacarlo un rato a pasear, al llegar a la plaza, había un par de perros apareados, mi mascota forcejeo para acercarse, evidentemente por el acto en sí, o por el olor que captaría de la perra en celo, me era imposible contenerlo, después de unos gritos y tensándole la correa, lo pude inmovilizar.

En ese instante tuve una fugaz fantasía, bastante morbosa, al ver a ambos animales acoplados, me produzco como una excitación, con sumo esfuerzo salimos del lugar hasta que llegamos a casa.

Durante un par de días, Bel  estaba bastante alterado, ladraba, y parado frente a la puerta indicaba que quería salir, a pesar de su insistencia, hice caso omiso a sus solicitudes. Pero traté de calmarlo como a los chicos, o distraerlo con algo, así que pensé que si lo bañaba, aplacaría su estado alterado, a pesar de mi estado, preparando los elementos para su aseo.

Una vez en la tina comencé a mojarlo y enjabonarlo, eso pareció tranquilizarlo, así que le hablaba mientras lo hacía,  lavando su pecho, hasta que tendí mi mano cerca de su bulto, me tenté en acariciárselo, ese contacto fue suficiente para aparecer una punta roja en su extremo, realmente era la primera vez que lo había notado, consideré que no estaba actuando bien, pero por otro lado supuse que estaría necesitado, así que finalicé el lavado y lo sequé. Durante un lapso de casi un mes, no sucedieron cosas de mayor interés, a pesar que algo deambulaba en la casa,  pero continuaba con mi rutina habitual.

Mi estado de preñes me producía gula, comía bastante, pero fundamentalmente me encantaba el helado y generalmente de chocolate. Una tarde mientras hacía mis ejercicios, me dio ansiedad de comer helado, me levanté y fui a la heladera a buscarlo, me coloqué  en posición de buda,  y cuchara en mano comencé a consumirlo, como estaba algo líquido, para evitar de manchar mi camisola, me la quité, al igual que mi sostén,  quedando mis pechos al desnudo.

Al poco  rato de comer tenia parte del helado en mi panza y en mis tetas, sentía un alivio saber que no manchaba ni prenda recién estrenada.

Al que no tuve en cuenta fue a Bel, que es muy  adicto al helado, y antes de terminar el pote, estaba a mi lado, que al notar restos del mismo en mi panza,  comenzó a lamerme, me causo gracia, pero a su vez un regocijo, lo dejé y hasta volqué mas sobre mi abdomen.

Su lengua recorría la redondez de mi barriga, me producía un cosquilleo excitante, lo poco que quedaba lo puse sobre mis pezones, que no tardó en lamerlos, mis puntas se erizaron, me acosté sobre la alfombra, para disfrutar esos lengüetazos, tan sensuales y estimulantes

Metí mi mano entre el joggings, para tocarme, mientras sus lamida eran cada vez más seductoras, continúe tendida hasta lograr una precipitada convulsión.

Quedé algo sorprendida por lo que había ocasionado, pero todo se fue desencadenando de una manera inconsciente, dejándome llevar por mis impulsos, prometiéndome evitar esas cosas en el futuro. Reconozco que mi estado de futura mamá, me ponía más sensible y hasta mis hormonas, parecían alterar mi estado voluptuoso, pero a pesar de eso, no pasó por mi mente hacer alguna cosa extraña con mi cachorro, en donde todo se había desarrollado de una manera inesperada, pero lo suficiente como traer aparejado cierta  estimulación.

Al día siguiente, como era algo habitual me acompañó al baño, mientras orinaba le hablaba, observándome y atendiendo atentamente lo que le decía. Apenas terminé me quedé parada, con mis calzones en los tobillos, mirándolo, como esperando algo, cuando se levantó para lamer entre mis piernas. Algo que  inconscientemente, le permití hacer, y esos escasos segundos, fueron suficientes para excitarme, terminé deteniéndolo, por supuesto, pero quedó impreso en la mente.

Días después me había terminado de bañar, como era mi costumbre me fui colocando crema en el cuerpo, mientras untaba  mis piernas, recordé el día del helado, y también el del baño,  sintiendo deseos de repetirlo.  Que tenia de malo solo eran unas inofensivas  lamidas, pensé que había sido algo placentero, me coloque las bragas y llamé a Bel, que no tardó en llegar a mi lado. Les ofrecí las piernas y  parecía agradarle el sabor a frutillas de la crema. Me tendí sobre la cama y su lengua comenzó a hurgar entre los dedos del pie. Sus lamidas ásperas y rápidas sensibilizaban todo mi cuerpo, ese contacto en mi piel me llevaba a un estado de éxtasis, me giré y deje que su lengua se contactara con la planta de mis pies, uno de mis puntos más sensibles, que me trasladaban rápidamente a un estado de exaltación.

Me volqué boca abajo sobre la cama y el perro se montó sobre ella, para continuar lamiendo por mis piernas, las separé un poco continuando con su trabajo, al rozar mi entrepierna, me alteré de sobremanera, llevé mi mano dentro de mi braga, para tocar mi raja muy húmeda, como consecuencia de la impactante lengua en contacto con mi perceptiva piel. Me bajé algo mi braga, y su lengua friccionaba entre mis cachetes, al pasar por mi ano, una gran alteración se hizo dueña de mi cuerpo.

Mis ubres se alteraron, sintiendo una sensación de exaltación, saqué al perro automáticamente, aunque aún mantenía ese arrebato, mis pezones estaban bastante rígidos, al igual que lo sucedido en aquella oportunidad. De pronto me siente en el borde de la cama, manteniéndome inmóvil, pensando que estaba haciendo una locura.

Pero la tentación es difícil de eludir, y sin pensarlo demasiado, me unté algo más de crema en mis pechos y lo invité a Bel a que las degustase. Inmediatamente volvió a subirse a la cama, me volqué sobre ella y su lengua friccionaba mis pezones con bastante voracidad, a medida que iba consumido la crema, recorría mi cuerpo en los lugares que aun perduraban, cuello, brazos, y sobre todo por mi panza. No sé si por los nervios, la tensión, el estado de exaltación en que me había puesto, comencé a mojarme.

Me bajé mis bragas, y apenas quedó  en descubierto mi sexo, Bel de una manera vertiginosa y terminante, se dirigió a mi cavidad a lamer ese crisol de líquidos que había expedido. Cerré mis piernas instintivamente, pero su hocico trataba de introducirlo en esa zona, de manera algo avergonzada y desconcertada las separé lentamente, hasta sentir su lengua deglutir mis flujos, sin pensar demasiado eleve mi culo, y entregue mi vagina a su acelerada lengua. Pero lo que mas me asombro o más bien me excitó, al notar que aparecía el rojo de su verga, comprendiendo que yo lo alteraba también.

Sus lamidas eran insaciables y veloces, la aspereza de su lengua perturbaba todos mis sentidos, mi clítoris se alteraba al paso de cada lengüetazo, mis manos apretaban mis pechos, hasta oprimir mis empinados pezones con mis dedos, no tardé en venirme un par de veces, Al sentirme bastante aplacada me abochorné por lo que había hecho, aunque no dejé de gozar ampliamente, de ese canino, y su sexo oral. No quise continuar, pensaba que me estaba extralimitando, era una mujer casada y  además engendrando un hijo.

Si bien me contenía, en el fondo lo deseaba se comenzó a crear una especie de dependencia mutua, lo buscaba y jugueteaba con él, era una travesura que poco a poco fue adquiriendo un contexto bastante sexual, entre ambos, a pesar de tratar de negármelo.

Eso en parte comenzó a producirme una especie de motivación, su manera de olfatearme y su lengua que intentaba pasar por mi piel, ayudó a que me fuese relajando, sintiendo la necesidad de entregarme al animal, algo aberrante pero a su vez muy deseable.

Ya estaba superando mas del séptimo mes, mi esposo había temido que viajar, y me quedé sola esa noche, llamé a una amiga pero no podía acompañarme, no era miedosa pero no me agradaba la soledad de la noche, además la tentación me estaba superando.

.Me fui a la habitación me quité la ropa y me coloque una bata sobre mi ropa interior, mis bragas apenas cubrían mi sexo, como consecuencia de mi estado y mis tetas afloraban  de mi sostén, que iba quedando escaso. Regresé a la sala, sin decidir qué hacer, opté por ver televisión, nada me conformaba, Bel, dormitaba en un rincón, de la sala.

Mientras lo observaba no comprendía el porqué de mi atracción hacia el animal  era cada vez más evidente, me acerqué hacia él, .me arrodillé a su lado acariciando su panza, hasta que mi mano comenzó a sobar su bulto,  hasta hacerle surgir su venosa verga roja, quedando impactada por su tamaño.

Por suerte me di cuenta que estaba por cometer algo aberrante, me levante y me fui a mi dormitorio, me puse el camisón y me acosté, llamé a Bel, no deseaba estar sola en la habitación, comencé a leer un libro, mientras mi mascota dormía en un rincón.

Me dio algo de sueño, apague la luz con la intención de dormir, no era demasiado tarde, pero no podía conciliarlo, daba vueltas estaba intranquila y por supuesto excitada.

Debe haber transcurrido más de una hora, que me mantuve despierta, recordando lo que había, practicado con mi Bel, por supuesto acrecentando mi imaginación, hasta que me levante para ir al baño, que al oírme el perro me acompañó, al recinto.

“Que te pasa, quieres verme orinar?”, como entendiendo, comenzó a mover su cola.

Me levante del inodoro, mientras terminaba quitándome las  bragas. Le digo:

“Quieres limpiar con tu lengua la conchita a  mami ?” abriéndome de piernas, percibiendo inmediatamente su lengua recorrer mi sexo, de una manera acelerada y continua, produciéndome una calurosa estimulación.

Esa motivación me hizo llevarlo al dormitorio, tirándome sobre él, jugueteando, hasta que después de esas recreaciones, quedé bajo el perro, toqué su bulto y empezó a asomar su verga roja, seguí, hasta hacerla desenfundar totalmente, quedé impactada por su tamaño, me quité el camisón, liberándome de mis prendas para disfrutar de su contacto.

Su verga, me estaba fascinando, mis pensamientos se concentraban en ese tronco carnal,  con un poco de aversión, la toque con la punta de mi lengua, Bel quedó estático, como disfrutando de lo que le había proporcionado, aparentemente en espera de más, pensé que ambos disfrutábamos, poco a poco me fui posesionando, hasta acercar mis labios a su punta y succionársela, un corto chorrito de liquido humedeció mis labios.

Algo más alentada, traté de introducirla mas en mi boca, comenzando a mamársela mas intensamente, mientras no dejaba de tocar mi clítoris, cuando en ese  preciso momento sonó el teléfono, me sobresalté al escucharlo, corrí a atenderlo, era mi esposo,  que quería tener noticias nuestras.

Me sentí algo incomoda, por un lado por estar desnuda y además haciéndole felación al perro, realmente me avergoncé, costándome seguir conversando, Bel se acercó a mi lado mientras hablábamos, me daba la sensación de que estaba a la espera de que continuase.

Cuando terminó la llamada me pareció que estaba mal lo que había hecho, así que opté por colocarme la bata y darlo por acabado.

Me senté sobre el borde de la cama, mis  pensamientos continuaban detenidos en lo que le había hecho al perro, y realmente no dejaba de excitarme, traté de no caer nuevamente en eso, pero Bel se detuve frente mío, con sus ojos rojos parecía hechizarme, se acercó para olfatear nuevamente entre mis piernas, traté de evitarlo,  pero sin pensarlo me abrí la  bata, separando mis piernas, cuando su lengua comenzó a lamer mi sexo, volviéndome a ser atraída por su decisión, comenzando a llevarme a un nuevo estado de total enajenación., me saqué la bata nuevamente, abriendo bien mis piernas.

Me tiré sobre la cama, bien abierta, mientras su lengua disfrutaba de mi vagina, cada lengüetazo aumentaba mi exaltación, que hacía llegar a desearlo, terminé tendida sobre la alfombra, para estar más cómoda, la lengua friccionaba toda mi raja, pero cada vez que rozaba mi clítoris, me erizaba todo mi cuerpo, mis labios vaginales parecían hincharse, al igual que mis tetas, por ese acoso canino.

Me giré para disfrutar esa lamida, elevando mi culo, para  tener un goce mas pleno, ese constante roce de su lengua en mis dos cavidades, me habían envuelto en un estado de enajenación, había perdido el contacto con la realidad, en un momento dado con cierta rudeza se montó sobre mí, aprisionándome con sus patas y bombeándome con la intención de introducir su vigoroso aparato.

En ese estado de embeleso, comprendí que me estaba llevando a un estado de excitación, para luego penetrarme, eso me hizo reaccionar y traté de detenerlo, pero ya me estaba montando, con la intención de penetrarme, haciéndome sentir dominada por esa bestia, que inconscientemente o no, fui cediendo, me excitó esa  relación en que el animal, tratase de adueñarse de su ama,  apareándose como si fuese su hembra, y en realidad era lo que estaba sucediendo.

Apenas aprecié la punta de su verga rozar las paredes de mi vagina levante mas mi culo, solo me dejé llevar por mi excitación, en instantes la había introducido en mi vulva, y de manera enérgica y tenaz me aprisionó  con sus patas, a la vez que su verga entraba y salía de mi vulva de una manera muy rápida e intensa, comenzó a cabalgarme con toda su energía, cada vez que acedia con su aparato sexual a  mi sexo parecía chocar contra la cavidad de mi útero. Inconscientemente fui concediendo a su voraz apetito sexual, me sentía ultrajada por una bestia, que no dejaba de provocar mis hormonas, en esa situación tan obscena y morbosa.

Trataba de proteger mi criatura, aunque no dejaba de gozar de esa manera violenta con que me estaba fornicando. Me sentí en un estado salvaje me consideraba totalmente complacida, ese macho bestial aplacaba su ansia sexual en mi cuerpo, a lo que de manera muy sumisa y hasta sometida, me entregaba sin condicionamientos.  Percibía como su verga, crecía dentro de mi útero, y sus patas se incrustaban en mi piel, ante cada impulsivo empellón que me efectuaba, parecía introducir más su aparato en mi cavidad vaginal, mientras mis tetas se vapuleaban al unísono de esas impactantes sacudidas. Gritaba y gemía ante ese despiadado acoso, nunca había sido penetrada con esa intensidad y devoción, me encantaba esa manera tan arrebatada de ser apareada, al percibir su verga frotando ávidamente las paredes de mi útero.

Mientras el violento e instintivo entrar y salir de su aparato reproductor, me sentía cada vez mas  poseída y hasta dominada por este animal. Su verga debía de haber adquirido su mayor tamaño, cuando sentí un atascamiento en la entrada de mi matriz, e inmediatamente su semen fue vertido en mi seno. Fue un orgasmo imponente, el atascamiento duro varios minutos, percibiendo las palpitaciones de su miembro en mi cavidad vaginal.

No pude dejar de reconocer que ese apareamiento, me pareció algo morboso, al estar en cuatro, con mi panza de embarazada, mis tetas colgando, y al perro jadeando con su cuerpo apoyado sobre el mío, con un cierto aire de dominio.

En un rudo y rápido esfuerzo, desarraigó  su verga de mi interior, fue algo doloroso, relamió  un poco mi vagina y se fue a un rincón a lamer su miembro, aun erecto. Mientras sentía verter su esperma de mi matriz, me sentí ridícula, como abandonada y hasta usada, a pesar de haberlo permitido.

Me sentía mal, pero no podía negar mi satisfacción,  estaba sudorosa, sucia por dentro y por fuera, no comprendía bien como había llegado a ese punto de haber permitido ser apareada  por mi mascota, pero comprendí que había caído en la trampa del placer, sin apenas darme cuenta, por una parte sentía remordimientos, pero por otra recordaba el momento que había disfrutado y había merecido la pena, al menos como una experiencia que no voy a olvidar y creo que nunca más, volvería a repetirla.

Ya estaba a pocos días de parir, con Bel no había vuelto a tener más nada, el me seguía a todas partes y en determinadas ocasiones trataba de acercar su hocico a mi entrepiernas y hasta saltarme con la intención de montarme, pero traté en todo momento que se repitiese.

Al poco tiempo de haber nacido mi hijo, quede nuevamente embarazada, la noticia no fue algo esperado, pero a pesar de eso nos alegró, por un lado el futuro hermano/a de nuestro hijo tendrían muy poca diferencia de edad. Aclaro que soy la que no le gustan conocer el sexo de la criatura antes de su nacimiento.

La llegada de nuestro primer hijo y en camino un segundo sirvió en parte, para no pensar en mi mascota.

Mi vida cambio fundamentalmente, atender a mi hijo, la casa y otras obligaciones propias del ama de casa, me sentía algo abrumada por ese cambio tan radical en mi vida, hasta me dejé  estar en mi aspecto personal, había aumentado de peso, sumado al nuevo embarazo, hasta me daba la impresión de que con mi esposo, se había producido una cierta brecha, posiblemente serian suposiciones mías, pero el instinto de mujer no nos traiciona.

Admito que estaba mal, lo cual había repercutido en mi estado personal, durante la semana permanecía con mi bata, dado que mi hijo me reclamaba casi cada tres horas para tomar su teta, que producían bastante leche, al punto que pasadas las cinco horas,  me brotaba el líquido de manera espontanea. Eso era un motivo por el cual había abandonado mi aspecto general.

El único que me seguía y me acompañaba en mis momentos de soledad, mientras el niño dormía era Bel, que no puedo negar que recordaba esos instantes de, llamémoslo esparcimiento.

En el cuarto mes, mientras amamantaba a mi hijo, Bel, me observaba atentamente, parecía querer pedirme algo, me abrí la bata, mientras continuaba dándole mi pecho a mi pequeño, el perro me miraba con sus orejas levantadas, separé las piernas, diciéndole suavemente que se acercase, de manera cautelosa se fue arrimando, mi respiración volvió a agitarse paulatinamente …..………