Confidencias 24 Pablo inaugura su nueva casa con m

-Me encanta tu culito de putito rico, es un coñito de hombre como no hay otro.

Pablo inaugura su nueva casa con mi culo incluido

Y comencé a conocer a David, el joven médico Salvatierra.

Cuando Damián me dejó en el parking del colegio llegaba Pablo que traía a mi primo Erico en la moto.

-¡Hola, primito! Erico fue el que bajando de la moto se acercó para revolverme el pelo, menos mal que ahora llevaba un peinado irreverente e indisciplinado, un poco loco.

Cogí su cintura con la mano que tenía libre, era sensacional, aunque ahora estábamos, o yo así me sentía, algo alejado de él. Cuando Pablo aseguró la moto y los cascos se acercó a nosotros.

-Esta tarde te veré, van a llevar cosas personales mías a tu casa y puedes ayudarme a colocarlas. Me alegré y a la vez recordé que David llegaría con los informes médicos si se confirmaban las previsiones de Eduardo.

-Sí, lo haré y es posible que tengamos compañía, alguien que nos ayude. Y pensé que resultaría mejor para mi primer encuentro con David el que Pablo estuviera allí, resultaría todo más distendido y fácil.

Estaba inquieto por el momento del encuentro, pero cuando Damián me dejó en casa me encontré solo con Dulce y Tomás en la puerta, también estaban las furgonetas de los operarios y los guardas de seguridad con su enorme perro paseando por el lugar, cerca de la entrada lateral donde mamá tendría ubicadas sus habitaciones.

Me di prisa por llegar a mi habitación aunque tuve que atender el recibimiento de Dulce que saltaba a mí alrededor. Como ya me había adelantado Pablo, el pasillo de esta parte de la casa estaba ocupado con muebles que sacaban y otros nuevos que traían, además de cajas que transportaban trabajadores diferentes.

Me refresqué la cara y cambié de ropa, ¡fuera el uniforme!, y me puse ropa de estar en casa para hacer mis deberes.

Como una hora y media después Eduardo acompañaba a David hasta mi puerta, había escuchado llegar dos coches, sin más, y continúe con los que estaba haciendo.

Me dejó literalmente impresionado, el chico de la bata de clínica era diferente al que me encontraba delante, vestido con pantalones vaqueros ajustados, ceñidos en los tobillos, y camisa suelta que le llegaba hasta el final de las nalgas. Entorné los ojos para mirarle detalladamente, había cambiado y se había convertido en un chico joven a excepción de sus gafas sin montura tan protocolarias y serias.

También sus ojos miraban cada centímetro de mi anatomía y noté el calor en la cara al ponerme rojo.

-Como prometió, aquí lo tienes. Eduardo se acercó para besarme, en la frente, como si fuera mi padre. David no me tendió la mano aunque me puse de pie cuando entraron.

-¡Hola Oriol! ¿Cómo te encuentras? Y no sé lo que pudo suceder en ese momento. Sonaba tan profesional y formal su forma de saludar, que nos miramos y comenzamos a reír ante la sorpresa de Eduardo.

-¡Ohh! Perdóname, es la costumbre y eso que empiezo a ejercer ahora. Me alargó la mano, me gustó ese momento de distensión y ver como su pálida cara se iba coloreando.

-Ya ves que estoy bien David, dispuesto a dar trabajo a los médicos para que os sigáis preocupando. Nos quedamos unos instantes en silencio que rompió Eduardo.

-Yo os dejo para que hagáis lo que os guste, tengo que arreglar algunos asuntos.

A la vez que Eduardo abandonaba la habitación comencé a recoger la mesa.

-En unos minutos estoy contigo. David hizo un gesto quitándolo importancia.

-Haz lo que debas, yo te miro. Se cruzó de brazos adoptando una postura de niño enfadado y tuve que reír de nuevo.

-Eso es lo que no me gusta, me vas a poner nervioso. Caminó por el cuarto observándolo todo exagerando los movimientos de cabeza.

-Bueno, termina y llévame donde pueda verte a la luz del día.

Dulce había salido con nosotros, corrió hacia el perro de los vigilantes y estos lo espantaron y él protestaba ladrando. Anduvimos un rato en silencio hasta la parte trasera del pabellón cercano a la piscina externa. David se detuvo mirando el edificio.

-Podías hacerte aquí tu vivienda personal.

-¿Aquí? Es un pabellón de verano, para las fiestas a las noches y de descanso en las horas de sol. Así lo recordaba de cuando nos traían para pasar el día con Eduardo y su esposa.

-Además esta no es mi casa, es de Eduardo y no puedo disponer a mi antojo abusando de su generosidad, tampoco sé si me gustaría vivir solo, aún soy muy  joven.

-Tienes razón, apenas eres un niño. Yo he aprovechado un lugar parecido en la casa de mis padres, para hacerme mi vivienda y vivir independiente, no los molesto con mis amigos y fiestas, y a la vez estamos cerca, ya sé que otros prefieren alejarse y tener su casa lejos de sus padres y no es mi caso.

Nos habíamos sentado en un banco de madera y le veía mirar el nostálgico y un poco decadente lugar, ahora tan bello con todos los brotes de la primavera en los árboles y arbustos.

-Me gustas Oriol, por eso estoy aquí. Le miré impresionado, lo había dicho con una seriedad reverenciosa, como si estuviera pidiéndome en matrimonio. Alargué las manos para retirarle las gafas, sus ojos eran muy bellos, azul claro, más que el cielo en un día de sol y algo opacos como si sufriera una gran tensión.

-David, apenas me conoces y me has visto solo una vez, ¿cómo puedes pensar eso? Se quedó mirando mis manos donde brillaban sus gafas.

-No lo sé, lo siento en mi corazón. Hablaba como un chico sin experiencia y a su edad sonaba raro, difícil de creer pero en sus ojos no había mentira.

-¿Amor a primera vista? ¿Es así como lo dicen?

-No lo sé Oriol, si es amor o lo que sea, solamente que desde que te vi en persona no dejo de pensar en ti, llámalo como quieras, nunca he sentido algo igual… Se detuvo unos segundos.

-Solamente una vez he estado enamorado y he amado a alguien. Le devolví las gafas y se las iba a colocar.

-No lo hagas, tus ojos son lo más bonito de tu cara. Volvió a enrojecer, resultaría un muchacho vergonzoso, ¿más que yo?, y eso no se correspondía con nuestras edades.

Las guardó en un bolsillo de la camisa y dejó las manos sobre sus fuertes y marcados muslos que se adivinaban duros, de deportista que hace ejercicio y se cuida.

-¿Puedes hablarme sobre ese sentimiento que tuviste? Parpadeó muy seguido y miraba a Dulce tumbado en la hierba.

-Aún está aquí dentro, siempre fuimos amigos, nuestras familias lo son y fue el primero con el que tuve sexo, éramos muy jóvenes y no sé si era amor aunque lo pasábamos muy bien, era una amistad de hermanos aunque ahora estamos distanciados, él es más joven que yo. Bueno fue una aventura sin más.

Estaba seguro de que me estaba hablando de Alberto, si él supiera que yo también he tenido sexo con él y me inspira los mismos sentimientos…

-Con sexo incluido y durante tiempo, eso es algo más que una aventura. No tuvo tiempo de contestar y vimos pasar la moto de Pablo, venía solo y no nos vio ocultos en el asiento donde estábamos.

-Ha llegado Pablo, te lo voy a presentar. Hice ademan de levantarme y me sujetó de los brazos contra el asiento. Comenzó a acercar la cara, sabía lo que vendría a continuación y resultaba inevitable, no me resistí ni aparté el rostro, solo le miré como cerraba los ojos antes de que nuestros labios se unieran, entonces cerré los míos para apreciar mejor las sensaciones que sentía.

No resultó como el beso de Alberto, tan eléctrico y explosivo, pero estuvo bien y fue tan ligero y breve como el suyo de la primera vez, como si fueran el mismo chico quien me besaba.

Abrí los ojos al notar que se separaba y tenía la mirada perdida en algún punto de mi cara que no eran los ojos.

-Disculpa, ha sido un impulso que no he podido controlar. Me soltó los brazos y entonces me di cuenta de que casi me tenía sostenido en el aire.

-Oriol, el beso me ha gustado, tú me gustas y quisiera que nos siguiéramos viendo. ¿Tú qué opinas?  -Le miré sumergiéndome en sus ojos, resultaba creíble y sincero pero todo resultaba tan rápido, quizá como Eduardo pretendía que pasara.

-No sé lo que decirte David, eres de verdad un chico increíble, pero no te amo y siempre tengo que hacer lo que me mandan y debo decirte que sí, que quiero que nos sigamos viendo como tú dices.  –Me había cogido las manos que habían perdido el color.

-Entonces no somos muy diferentes, los dos tenemos que hacer lo que otros desean que hagamos, pero en este caso no me importa hacer lo que me piden. Perdóname por lo del beso y que me haya excedido, soy impulsivo y acostumbro a coger lo que se me antoja.

-No te preocupes, solo ha sido un beso, vamos a la casa.

Pablo se encontraba vaciando una caja de cartón con su ropa y objetos personales y había por lo menos otras cinco repartidas por el suelo.

-Pablo, él es David, el doctor que me atendió el pasado día; él es Pablo, como un hermano para mí. Se sonrieron y hubo un momento de silencio que Pablo rompió.

-Necesito ayuda si quiero terminar hoy esto, venga, vaciar las cajas que faltan nos ordenó. Y así entre risas despreocupadas pasamos una hora sin que Pablo terminara de poner sus cosas, cuando Tomás llegó para decirnos que la cena nos esperaba faltaba colocar la mitad de las cajas.

Había sido una decisión de Eduardo de último minuto y se quedaron a cenar con nosotros, la conversación resultaba diferente, alegre y distendida hablando de diversos temas.

-David tu madre me ha llamado, vais a tener una fiesta el sábado y nos ha invitado a ella, vamos a ir a tu casa antes que vosotros vengáis aquí. Entonces se dirigió a mí.

-Puedes invitar a tus primos y algún amigo si quieres, los jóvenes tendréis preferencia y por descontado tú también iras con nosotros. Señalaba a Pablo.

-El viernes haréis el traslado definitivo y os quedaréis aquí definitivamente.

Después de cenar marcharon cada uno para su casa, Pablo quedó en que volvería al otro día para continuar su trabajo y David retuvo mi mano entre las suyas más tiempo del que era normal.


Tanto Pablo como yo hablamos a Rubén y Erico de la fiesta a la que estaban invitados en la casa de David, tuvimos que contarles algunas cosas para que entendieran el por qué de esta nueva amistad preconizada y promovida por Eduardo.

A la tarde, a la vuelta del ballet encontré a Pablo que seguía colocando sus ropas, le habían llevado su escritorio de nuestra casa y lo estaba disponiendo como si fuera ya a vivir. Le encontré sudoroso por el esfuerzo y el calor de la calefacción.

-Esto parece otra cosa, ya te queda poco que hacer. Llegué hasta él para besarle en la mejilla con cariño, olía a sudor ligero envuelto en su colonia.

-¿Cómo si fuera tu hermano? Eso le dijiste a David.

-Así te siento realmente, no me diste otra opción. Estaba sentado ante el escritorio y me sujetó por las nalgas para abrazarme contra él. Aplastó la cara contra mis partes viriles.

-También yo te quiero así aunque a veces hagamos cosas que no parecen de hermanos. En esos momentos de mi vida no aprecio bien la diferencia que hay.

-Me voy a hacer mis deberes, aún no he comenzado, ¿te quedarás a cenar?

-Quisiera pero no puedo, tengo que recoger las últimas cosas para que las traigan.

Tenía un montón de mensajes de Alberto y no me decidía a contestar, me pedía una entrevista pero que el sábado no podría ser, tenía un compromiso social. Esa fue la disculpa perfecta para retrasar el encuentro, además que yo tampoco podría por la fiesta a la que nos habían invitado.


Adri, ya ves, se asustan por nada y me llevaron a esa clínica perteneciente a un amigo de Eduardo, y tienes razón en lo que dices de papá, le quiero y le he adorado, aún lo hago.

A veces pienso que yo mismo me busco los problemas o estaré predestinado a que mi vida transcurra rápida y llena de acontecimientos. Soñaremos Adri, es lo único que tenemos.

Piensas, como yo, que ya son demasiados hombres en mi corta vida, pero todo ha sido provocado por las circunstancias de los problemas económicos de mi padre.

Mi vida tenía que haber discurrido entre los juegos inocentes y curiosos con mis primos y Pablo, pero existe el destino aunque yo hasta ahora no lo creía.

Y verás que ese joven mediquito se quiere involucrar en mi vida, no logro entender todo lo que sucede a mí alrededor, y parece que mi vida está guiada de antemano, y con el fin dispuesto por alguien que no soy yo, y entonces me inquieto porque no soy yo quien dirige mi destino.

El dildo vibrador es un prodigio y eso que Eduardo solamente lo ha usado una vez conmigo y ya veo que todos somos diferentes, alguno de mis amantes han tardado en vaciarse y otros lo hacen más rápido, no importa si pueden continuar follando y mantienen la verga dura.

Te he contado que a veces tengo orgasmos secos, sin eyacular, y otras eyaculo sin tocarme la verga, sintiendo el miembro de mi amante dentro de mí y dándome placer a montones hasta hacerme eyacular y en cantidades asombrosas.

¿Y sobre ser usado y abusado por mí? Me gusta tu resistencia y en esos cuarenta o cincuenta minutos de estarme dando por el culo, seguro que lograrías que me corriera varias veces, y de verdad que de sado-maso, sé muy poco. Nadie lo ha hecho conmigo y necesitaremos un manual o leer algunos relatos que hablan de eso.

Ahora me siento inquieto sobre lo que pueda pasar el sábado en esa fiesta en casa de los Salvatierra, David es un chico guapo, varonil, más que precioso pero no se qué hacer con él, es más fácil con los que simplemente todo consiste en dejar que me follen, con él no sé lo que esperan de mi.


No le veía a Rubén con muchas ganas de acudir con nosotros a la fiesta del sábado, él pensaba en la suya particular con esos dos chicos con los que andaba y con los que no debían funcionar muy bien las relaciones en ese momento.

-Es mejor así Rubén, te darás a valer ante ellos. Su mirada lanzaba rayos.

-Ya no es necesario, lo que debo hacer es dejarles de una vez, son unos putos egoístas y solo piensan en ellos. No me decía las causas de su enfado pero no parecía satisfecho.

-El que alguien folle bien no es lo más importante, estoy cansado de ellos, solo quiero verlos para decirles a la cara que ya no habrá más. Tuvimos que entrar en clase y no volvió a hablar más.

Cuando Damián pasó a recogerme llevamos a mis primos y Simón hasta su casa y Pablo ya no hizo el mismo camino, marchó directamente a la casa de Eduardo.

Las cajas habían desparecido del pasillo y parecía que todo volvía a la normalidad.

Pablo estaba en su habitación estudiando, el sábado a la mañana tenía entrenamiento de fútbol con Erico.

Le dejé estudiar y antes de comenzar a hacer lo mismo fui hasta las habitaciones de mamá para verla. Había un recorrido que resultaba más cortó atravesando los salones delanteros y así no había que dar la vuelta completa a la casa.

Encontré a Carmen, nuestra chica que había venido con ellos, mamá la necesitaba, ahora en exclusiva para que la atendiera.

-¡Hola! Carmen, ¿mamá? No me contestó y me señaló una puerta abierta.

Estaba en la bañera, cubierta de agua hasta la barbilla, sus hermosos pechos firmes y tiesos brillaban a través del agua, tenía una toalla recogiéndole el pelo y que le servía como almohadilla para posar la cabeza, una de las piernas la tenía flexionada, un poco separada de la otra dejando que su coñito se abriera ligeramente.

El triángulo de su pubis lucía perfecto como toda ella. Realmente mamá era aún una mujer bella y deseable para cualquier hombre hetero, o bisexual como Pablo.

-¡Mamá! Abrió los ojos y me miró muy risueña, como si volviera de un agradable sueño.

-Ven amor. Me alargó la mano y cayeron al suelo unas gotas de agua.

-Tengo un compromiso esta noche, la primera que paso aquí y no podré estar contigo amor.

-No importa mamá, ahora nos volveremos a ver más. Hablaba y dudaba yo mismo de mis palabras.

-¿Estás bien instalada? Se sentó en la bañera y me alargó una esponja.

-Pásamela por espalda. Vista desde cualquier ángulo llamaba la atención. Hice lo que me pedía, casi podía sentir la delicadeza de su piel al resbalar la esponja por ella de auténtica y dorada belleza.

-Tengo que hacer mis deberes, te dejó. Me había arrodillado y me apoyé en la bañera para incorporarme, entonces me sujetó de la mano.

-Mañana nos veremos en la fiesta del doctor Salvatierra, será un momento importante, preparada para ti amor, su madre quiere verte cariño, saber a quien ha elegido su único hijo. Pablo me ha dicho que estuvo contigo.  No quise que la conversación se prolongara y después de darla un beso me marché.

Haciendo los deberes pensaba en lo que había querido decir mamá con que David me había elegido, ¿a mí?, ¿para qué? Solamente me había dicho que yo le gustaba.

Dejé de estudiar para ir a nadar un rato y estirar los músculos, logré que Pablo me acompañara y en el gimnasio estaba Eduardo con su cuidador recibiendo un masaje.

Cenamos los tres solos, con Dulce al que ahora atendía también el nuevo habitante aunque Pablo no le prestaba mucha atención. Terminábamos cuando llegó mamá para pedirle a Eduardo que Damián la llevara.

-Damián tiene un horario Ana María, coge un coche tu misma o pídele a Tomás que te llame a un taxi. Eduardo estuvo un poco seco, mamá no replicó y se despidió con un beso a los tres, como si no hubiera escuchado a Eduardo.


Tenía la puerta de su habitación cerrada a diferencia de cómo hacía en nuestra casa, yo también lo hacía y no sabía el motivo de ese cambio de costumbres, me acerqué despacio hasta la cama, la pieza estaba iluminada por la luz de la ventana, penetrando por la inmensa cristalera que bajaba desde el techo hasta el suelo. Me había sentido y se incorporó apoyándose sobre el codo.

-¿No puedes dormir? No era una hora tardía y no nos habíamos entretenido con Eduardo en la sala viendo la televisión, habíamos vuelto a las habitaciones para seguir estudiando después de que mamá se marchó.

-Si no te importa…, me gustaría que habláramos. Se apartó para dejarme un hueco a su lado. Permanecimos un minuto en silencio, él esperando que fuera yo quien comenzara, y yo deseando sus preguntas.

-¿Mamá?, ¿ahora qué sucede? Colocó las manos debajo de la nuca.

-Mamá necesita un hombre Oriol, Eduardo le ha fallado y busca otro.

-Pero tú…, tú y ella…, follabais, te tiene a ti, ¿por qué necesita a otro?

-Es complicado Oriol, no es solamente sexo, y si te digo la verdad yo lo prefiero, cada uno tenemos un camino que seguir, ella, tú, yo. Todos tenemos que avanzar buscando nuestro destino. La cojo cuando lo necesita, pero ella busca otras cosas, un hombre, no un chico como yo que lo único que tengo es una verga que le gusta para llenarla el sexo y disfrutar un momento.

-No lo digas así Pablo, suena obsceno. Bajó los brazos y me rodeó con ellos.

-¿Cómo quieres que lo diga? ¡Ohh! Oriol, eres lo único bueno que hay entre nosotros. Lo único que nos hace humanos, o quizá tu no lo seas. Eres lo más inocente que he encontrado viviendo entre tanta mierda.

-¿Tú quieres a ese chico, a David? Te casarán con él y dirás que si quieres, ¿de verdad lo amas? Solo haces lo que ellos te piden, primero papá, mamá, Eduardo, y después será David.

Me apretaba contra él haciéndome daño.

-Ellos me quieren, tu también Pablo, y David no me ha pedido siquiera que sea su novio, solo que quiere que nos veamos, pero es una buena persona, tu lo has conocido, te gusta a ti también.

Me encontraba muy a gusto a su lado y hubiera preferido pasar la noche en su cama sin volver a la mía donde dulce me esperaba.

-Mañana tienes entrenamiento con Erico, te dejo para que descanses. Hice intención de levantarme.

-¡No te vayas! ¡Quédate conmigo! ¿Sabes Oriol? Estar contigo es como sentirse redimidos, salvados y perdonados de nuestras faltas, contigo no hay maldad ni inmoralidad en lo que hacemos.

Me buscó la boca con la suya recorriéndome la cara. Me besaba los labios con piquitos haciendo ruido.

-Bebé, mi dulce hermanito pequeño. Metí la mano por el elástico de su bóxer, tenía la verga impregnada de pre semen, dura como el hierro y muy caliente.

-¿Quieres follarme Pablo?

-Sí, si tú también lo quieres, te deseo pequeño, quiero hacerte mío.

-Quítate el bóxer, quiero mamarte el pene. Enseguida me colocó para que pudiéramos chuparnos el uno al otro. Su glande estaba jugoso envuelto en líquidos seminales y me encantaba el olor a macho semental joven que expelía.

-¡Qué rica sabe tu verga Pablo! Como respuesta comenzó a chupar la mía con más fuerza y aplastaba mis huevitos contra el perineo para sacar más mi verga o que aparentara más larga.

Disfrutaba de la mamada que Pablo me estaba dando, y más del sabor de su verga en mi boca, resultaba todo ello, rico, delicioso, adictivo como una droga a la que no quieres ni puedes renunciar. Aumentó mi placer cuando comenzó a pasarme los dedos por el ano y a perforarlo despacio.

-Sigue Pablo, me gusta, sí, ¡ahh! Qué placer mi amor.

-Te la voy a meter por el culito, me quiero correr Oriol.

-No, primero lléname la boca y luego me la metes. Se montó encima de mí y metió toda la verga sin darme opción a colocarme de mejor manera, resultaba una auténtica follada de boca metiendo toda la polla, podía sentirla avanzar bajando por la garganta, no miraba si me ahogaba, yo se lo había pedido y él quería vaciarse los testículos.

Quedé inerte, inactivo dejándolo hacer, preocupado solamente de no ahogarme.

-Me corro, me voy a vaciar. Entonces sujeté su verga para que se derramara en mi boca. Conté cuatro fuertes descargas de semen y luego perdí la cuenta degustando su inigualable sabor. Sacó la verga para dejarse caer a mi lado y mi boca la siguió para continuarla chupando y que no se perdiera una gota de sus jugos que me encantaban.

La lamí y saqué los restos que tenía en el conducto hasta dejarla limpia y brillante con mi saliva.

-Eres el mejor Oriol, mamas mejor que mamá o cualquier chica. Me acariciaba la cara y apartaba el pelo que lo tenía pegado por el sudor, las babas y de su propia leche.

-Lo voy a sentir cuando nos vuelvan a separar. Respiraba aún agitado mientras yo lo iba besando y lamiéndole el pecho, las peludas axilas y las pequeñas y erectas tetillas.

-Me gustas mucho Pablo. Se reía aplastándome la cabeza en su pecho.

-Todos te gustamos y tú nos gustas. Y me vinieron a la cabeza los hombres que me gustaban, los que más: Erico, Rubén, papá, Eduardo, él y…, ahora surgían otros dos más: Alberto y David, quizá demasiados hombres y solo me faltaba de probar a David.

Lo imaginé haciéndome el amor, quitándole las gafas para que no las rompiera, porque seguro que él se olvidaba de ellas, no sabía cómo me sentiría siendo penetrado por él pero sentí un cosquilleo placentero en el ano al pensarlo.

-Méteme la verga Pablo, fóllame, dámela por el culo. Tardó dos minutos en tener la polla preparada y dura, volví a chuparla como si fuera un caramelo, ahora más rica impregnada de los fluidos de su semen, y metérmela como me gustaba, el encima de mí, con las piernas abrazando su cintura y su polla metida hasta el fondo de mi tripa.

Me dio una follada espectacular, lenta y sin tener prisa al haber vaciado parte de la carga de semen que llevaba almacenada en los testículos.

-Me encanta tu culito de putito rico, es un coñito de hombre como no hay otro. Y vaya que me gustaba que me alabara y me dijera esas cosas para mi bonitas y tiernas.

Después de follarme de distintas maneras y conseguir que tuviera tres estupendos orgasmos y que eyaculara como un geiser, volvió a vaciarse llenándome el culo de su preciado semen.

Se habían pasado las horas y aunque mañana, ya hoy, era sábado, él tenía que entrenar y seguro que no le iba a ir bien el entrenamiento, me había regalado a mi todas sus energías.

Respuesta:

No tuve contestación de tu parte querido Adri, y no sé si te molesta que te cuente lo que sucede en mi vida, aunque repetidamente me has animado a hacerlo. En este caos en que me encuentro necesito siempre tu fiel y desinteresado consejo.