Confidencias 23 Mi anito para Dulce y Eduardo

-Tengo una boca Edu, ya te lo dije, para deslecharte no necesitas las pastillas.

Me sentía culpable y esa sensación me aplastaba, me hundía hasta sentirme depresivo…

Desperté en mi cama, gozando las caricias de la lengua de Dulce en la cara. Le abracé y me quedé pensando. Ya no sentía dolor alguno en el ano, la crema que me dio el doctor Salvatierra había resultado milagrosa.

Miré las últimas noticias recibidas de Alberto.

-“Me dejas preocupado, ¿puedes ampliarme los detalles y me dices si puedo visitarte?”

Tenía que hablar con Eduardo, no podía consentir que Damián pagara por mi culpa.


Cuando llegamos a la clínica, “Clínica de Ginecología Salvatierra “, rezaba el nombre en un lateral de la puerta. Eduardo ya había hablado con su amigo el doctor y nos recibió inmediatamente, Damián me dejó y fue a buscar a su jefe. El doctor era una persona mayor, pero le acompañaba un joven de unos veinticinco años y una enfermera, no podía creer lo que veía.

Este chico resultaba ser, ni más ni menos, el mismo que posaba en la foto que vi en el estudio de Alberto, sus mismas gafas, el pelo y esa sonrisa deliciosa algo conquistadora y posesiva. Tuve que cerrar y abrir los ojos varias veces para convencerme de que era real, el mismo o un clon de idéntica anatomía.

Me recogieron en recepción y el chico joven se quedó para formalizar algunos papeles esperando a que llegara Eduardo, estaban haciendo un mundo por nada que había pasado.

En la sala de reconocimiento me mandaron desnudar y colocarme una bata abierta por detrás que enseñaba mi culete, sabían de antemano lo que tenían que hacer y mirar, había terminado de ponerme la bata y entró el chico joven, me dirigió una tierna mirada y otra vez esa bella sonrisa que iluminaba su cara y hablaron entre ellos.

Tuve la impresión de que el chico, de alguna manera, me reconocía y no podía saber de qué, yo solamente lo había visto en la foto con Alberto.

El doctor me pidió que subiera a la camilla y me colocara de rodillas, claro, iban a inspeccionarme el ano y el recto. Miré con aprensión al chico joven que me observaba curioso analizándome en detalle, me sentía expuesto a la vista de los tres y avancé lentamente mirando al doctor, debió notar lo que pasaba por mi cabeza.

-No tengas miedo, él es mi hijo, doctor también. Me sonreían los tres y subí a la camilla para colocarme como sabía que deseaban. No podía verles, enterraba la cara en la camilla y evitaba pensar en lo que sucedía detrás de mí. Solo sentía unas manos enguantadas en látex tocarme con delicadeza el ano.

-Por favor acércame el espéculo. Escuché que pedía el doctor mayor.

-Bien Oriol, tenemos que abrirte el ano para ver si tienes algún daño o desgarro, no será doloroso y solo debes relajarte. Me dispuse a soportar la inspección aunque pensar que me estaban mirando me contrajo.

-Tranquilo deja el culo suelto, seremos rápidos. Sentía como pasaban los dedos acariciando la entrada del ano con alguna crema laxante y alguno metió un dedo, lo apresé con el esfínter.

-Está convenientemente dilatado, puedes comenzar con el espéculo. El que había hablado era el joven, o sea, el que me había metido el dedo. Sentí vergüenza y me sonrojé notando a la vez el frío de algún objeto metálico en la puerta del culo y lo cerré apretando.

-Relájate, haz un poco de fuerza, como si fueras a defecar. Obedecía y comenzaron a salirme una serie de sonidos, peditos del aire que expulsaba envuelto en restos de semen.

Mis colores aumentaban y sentía arderme la cara, avergonzado de que el doctor joven y guapo estuviera presente viendo el humillante espectáculo.

Al final metieron lo que fuera dentro de mí, sentí que el culo se me estiraba, como si me fueran metiendo una gran verga en el ano que además se fuera ensanchando.

-No tiene heridas, esto está bien aunque lacerado, no es grave...

-Recoge una muestra del semen que tiene para el laboratorio… Rozaban con un objeto en el interior del ano.

-Un poco más… Pidió el doctor mayor a la persona que lo estuviera recogiendo.

Así era su conversación hasta que comenzaron a realizar la operación inversa para retirar el aparato y comencé a sentir alivio al poder cerrar el culo cuando el objeto salió.

-Límpialo y aplícale cicatridina, será suficiente… Ordenó el doctor mayor.

-Sí doctor… Y ahora respondía la enfermera.

Luego me extrajeron un tubito de sangre, querían analizar si hubiera algún posible contagio.

Cuando Eduardo llegó todo había terminado. Primero vino a darme un abrazo aunque no podía disimular su cara de enfado y preocupación. Su amigo el doctor mayor le explicaba que no tenía nada grave, ni leve, que mi ano era muy flexible y se recuperaría enseguida; las muestras que habían recogido para analizar y que conservaba el semen por si deseábamos presentar una denuncia.

Se hablaban con mucha confianza, como si se conocieran de siempre, también con el joven doctor que no dejaba de mirarme logrando ponerme nervioso, y los invitó para que fueran a su casa a comer algún día, resultó curioso que al invitarlos nos miraba a mí y al joven doctor alternando, luego le preguntó por su esposa y madre del más joven y ya nos despedimos.

El joven doctor me miraba fijamente a los ojos cuando le tendí la mano para marchar y logró que se me subieran los colores otra vez. No sabía lo que me sucedía al mirarle y me gustaba sentirme acariciado por su mirada.

-Espero volver a verte cuando vayamos a comer como quiere Eduardo. No supe que responder, solo le miré con timidez.

Habían cambiado de coche y ahora estaríamos aislados de Damián que, al verme sonriente al acercarnos a él, dejó de lado su cara asustada, quizá pensaba que algo peor hubiera resultado de la visita a la clínica.

Durante el trayecto Eduardo me interrogó y tuve que explicarle todo lo sucedido, me tenía abrazado y yo escondía la cara en su pecho.

-Edu, por favor, no culpes a Damián, toda la responsabilidad es mía.

-Ya he hablado con él y no obedeció mis instrucciones, no tenía que haberte dejado solo con tu padre.

-Él no quería hacerlo y yo desobedecí, te lo suplico Edu, me sentiría fatal que otros pagasen mis culpas. Y Adri…, Eduardo me quería, a su manera, pero se le veía muy preocupado por mí.

-No volverás a ver a tu padre y ya puede prepararse para la demanda que le vamos a poner.

-No lo hagas Edu, le llevarán a la cárcel, te prometo que no lo volveré a ver pero no lo denuncies, por malo que sea es mi padre. Me abracé casi llorando y sabía que eso le ablandaría el corazón, me acarició el pelo y lo besó.

-Por lo menos no has sufrido daños según los doctores.  Al recordar al joven sufrí un pequeño temblor.

Mamá nos esperaba, solo me dio un beso en la mejilla y me miró para decirme que estaba sucio e impresentable; más amable y cariñoso resultó Pablo que me abrazó hasta dejarme sin aliento.

Me di una larga ducha y me lave  el culito y el recto para sacar todo lo que me habían dejado. Me vestí y llegó Tomás para pedirme que fuera a la biblioteca. Allí estaban los tres, mamá, Pablo y Eduardo, se iban a quedar a comer y habían decido lo que procedía hacer.

No habría denuncia contra papá, entendía por lo que hablaban, que tampoco a ellos los convenía meterse en un juicio donde saliera a la luz pública lo sucedido, y relacionando con ello sus nombres, también que no me permitirían volver a ver a mi padre.

Durante la comida le dije a Eduardo que deseaba ir de fiesta a la tarde y sobre todo para ver a Alberto, tenía muchas preguntas que hacerle, se negó a dejarme salir, me pidió que descansara y retrasara el encuentro, además quería estudiar la forma de garantizar mi seguridad.

Entonces no me quedó otro remedio que comunicarme por el móvil con Alberto.

-“He tenido un pequeño accidente y no podremos vernos hoy, lo dejaremos para la semana próxima. No tienes que preocuparte, no es algo grave y no dejes de estudiar por esto.”

No terminaba de entender muy bien porque se preocupaban tanto si yo me encontraba bien, en realidad me encontraba como siempre físicamente, en el aspecto sentimental o emocional, estaba decaído al pensar que había prometido no volver a ver a mi padre. Lo siento Adri, no puedo evitar quererle, sentiría lo mismo por él aunque fuera un monstruo.


A media mañana del domingo llego Rubén para hacerme compañía y que no estuviera solo.

Sabía por Pablo lo que había sucedido pero tuve que relatarle hasta el último detalle. Alberto estuvo en la fiesta del sábado para preguntarle por mí y él no pudo darle detalles aunque le confirmo que yo me encontraba bien.

Estaba ya en la cama jugando con Dulce cuando se abrió la puerta de la habitación y apareció Eduardo vestido con un batín anudado a la cintura, me resultó extraño porque durante la cena y luego en la sala no había dicho nada, y también porque llegaba solo, sin Tomás para atenderle.

Me senté en la cama esperando sus instrucciones mientras Dulce saltaba al suelo para recibirle alborozado, comenzaban a agradarse entre ellos, era fácil que pasara por los tiempo que pasaban juntos, Eduardo ante su pantalla vigilando sus negocios y en sus rodillas mi perro.

-Solo vengo a estar contigo porque te quiero hablar. Se tendió a mi lado y Dulce saltaba del uno al otro para que le hiciéramos caso hasta que se cansó y se bajó de la cama para tenderse en el suelo.

-El lunes comenzarán a traer los muebles de tu madre y para finales de semana harán el cambio de casa. Sospeché que ese no era el motivo principal de su visita y era una forma de introducir los que viniera después. Me coloqué de costado para mirarle y esperar lo que tuviera que decirme.

-Me ha llamado David interesado por ti, por si tienes alguna molestia y para darme el resultado de los análisis que te hicieron. Creía saber a quién se refería con ese nombre aunque lo desconocía.

-¿Quién es David? ¿El otro médico más joven? Yo mismo me contestaba, quien más podría interesarse y saber lo de los análisis.

-Sí, es él, el hijo del doctor Salvatierra. Eduardo se detuvo un momento, no es una persona que dude cuando tiene que comunicar alguna cosa.

-¿Viste como te miraba? Le gustaste, en realidad quedó seducido por ti y está muy interesado. ¿No te gustaría estar con él, conocerlo?

Era una forma eufemística de decirme que debería complacerle en la cama, o eso fue lo que pensé en un principio.

-Como tú quieras Edu, ¿cuándo quieres que esté con él? Se reía sin hacer ruido, como si le hiciera gracia mi disposición a complacerlo. Pasó el brazo por debajo de mi cuello para abrazarme contra su costado.

-Ahora no se trata de eso pequeño. Quiere verte, conocerte, de eso se trata de momento.

-¿Solo quiere hablarme? Él es mayor que yo Edu, ¿de qué podemos hablar entre nosotros? Giró la cabeza para mirarme curioso.

-¿No te gusto nada, nada? ¿No te pareció un chico guapo? Me detuve a pensar y como no respondía continuó.

-No es un joven como tú y tampoco una persona mayor, tiene veinticinco años y los estudios médicos de su padre, le interesas, ¿no te das cuenta? Ese es el hombre que te conviene para que te quiera y cuide de ti. No sabía que pensar, y comenzaba a aterrorizarme la idea de que Eduardo se había cansado de mi como tú me dijiste que pasaría, y ahora me quería pasar a otro hombre.

-Yo quiero seguir a tu lado Edu. Metí la mano por la abertura del batín para acariciarle el pecho y enterrar los dedos en el vello de su pecho.

-Y seguirás a mi lado pequeño, pero esta es tu gran oportunidad. El doctor Salvatierra es una persona importante, con clínicas en todo el país y en lo referente a David tiene que ser confidencial y secreto de momento. Confía en mí y déjame que piense lo mejor para tu futuro.

Estaba visto que no iba a discutir ni llevarle la contraria en lo que él decidiera, hasta ahora no lo había hecho y no iba a ser diferente a partir de ese momento.

-Haré lo que tú mandes Edu, ¿qué tengo que hacer con él…, con David? Sentí como pronunciaba su nombre, era claro y diáfano, me gustaba también su resonancia mesiánica.

-Así me gusta, que te dejes dirigir, a mí solo me interesa tu bien y no tienes que hacer nada si tú no lo deseas. Quiere estar contigo, que habléis, conoceros. Te va a gustar, es un buen chico, lo que tú necesitas, y nada más.

-Lo que tú quieras Edu, eso haré. Se le había abierto el batín al meter la mano y su pene se agitaba intentando coger fuerza y engordar, mis caricias sobre sus pectorales le había excitado. Lo agarré para sentir la suavidad de la piel y el calor que desprendía su glande empezando a engordar.

Aunque no estuviera duro su volumen resultaba tentador y cogí sus gordos huevos, esos si resultaban impresionantes. Terminé de retirarle el batín dejándolo desnudo.

-No te la voy a poder meter, no tomaré las pastillas. Me apoyé sobre su pecho con el mío y le mordí los labios

Lamía y mordía sus labios hasta conseguir su respuesta y que su cuerpo participara.

Resultaba difícil, si no imposible, conseguir una plena erección de su verga, pero si la suficiente para sacarle el glande y chupar goloso de él, mordérselo con delicadeza y lamer sus testículos hasta hacerle gemir.

Cuando dulce volvió a subir a la cama, advertido por los ruidos de mi boca al mamar, quiso también su parte, y ciertamente disfrutamos chupando la polla de Edu, gustar los dos de su dulce pre semen, Edu también gemía y nos acariciaba con dulzura esperando el momento de eyacular y regarnos de semen.

Aproveché su momento de mayor esplendor cuando su verga salía de mi boca, lo suficientemente dura como para que pudiera perforarme y me senté sobre ella, la apreté para que no perdiera consistencia y me la fui introduciendo hasta quedar sentado sobre sus gordos huevos.

-Eres delicioso mi bebé, te mereces que luche por ti y tengas el mejor hombre.

Eduardo me abrazaba sobre su pecho a la vez que se esforzaba en cumplirme como hombre, dejar su impronta de semental en mi vientre, y le recompense para que se sintiera muy macho, me esforcé en lo casi imposible para que terminara entre estertores vaciándose en mi culo.

Me lo agradecía sinceramente sin palabras, con caricias que propiciaba a Dulce y a su niño mostrándonos su dulzura agradecida.

Nos besó, lo mismo a Dulce que a mí antes de abandonar la habitación. Volvió a insistir en señalar las virtudes del joven doctor, que ciertamente era un hombre guapo y atractivo, algo serio con sus gafas sin montura y que no sabía lo que quería de mi si no era follarme como todos los demás.


Adri querido, lo que más me ha molestado de mi padre ha sido el engaño sufrido porque ya no podré confiar en él, ni defenderle ante Eduardo y mi madre.

Agradezco tus palabras de aliento. A pesar de tus propios problemas te preocupas por mí, y veo las dificultades que encuentras por la enfermedad de tu papá. Me gustaría poder estar a tu lado para ayudarte y no puedo. Yo confío en ti plenamente, y seguro que sabrás dirigir sus negocios y apartar de ti a todas esas aves carroñeras, apuesto a que lo harás bien.

Sí mi vida, todo eso que dices lo haremos si tenemos ocasión, me pones muy caliente, y mejor sería comprarnos una isla desierta para andar siempre sin ropa, pero cerca de la civilización para no excluirnos.

Resulta que eres más caliente que yo y eso me gusta, poder estar siempre a tu disposición para recibirte cuando quieras. No dudes de que la vida que me propones sería lo ideal y lo que deseo, si se puede realizar.

Espero que la vida no se nos complique más, aunque será mucho el tiempo que tendremos que soñar hasta que todo se convierta en realidad y poder estar unidos.

Ahora tú tienes que trabajar para sacar adelante los negocios de tu familia y yo tengo que continuar al lado de Eduardo, que al final, para mí, resulta ser mejor que mi padre.


Pasaron los días sin novedades. El martes, a la vuelta del ballet, Eduardo me esperaba.

-David me ha pedido permiso para venir y que os veáis, en realidad está deseando verte, le he dicho que antes quería que tú dieras tu aprobación, algo tendrás que decir. Le agradecí interiormente que al menos, en apariencia, quisiera que yo lo aprobara, eso me hacía importante.

-Estaré encantado de verle y hablar con él y como él quiere, conocernos. Eduardo reflejó su mejor sonrisa, nada se le oponía en la vida.

-¿Te parece bien que sea mañana después de clase?

-De acuerdo, no tengo otra cosa que hacer. No decía toda la verdad pero era lo que él deseaba escuchar.

Por otro lado se observaba mucho movimiento de furgonetas que descargaban muebles, y también trasladaban algunas cosas de nuestra casa. Estaban finalizando y solo faltaban algunos detalles para terminar las obras. Al final mamá ocuparía tres habitaciones de aquella parte de la casa y Pablo tendría su habitación entre la de Eduardo y la mía, allí no se necesitaba realizar obras de mejora, solamente llevar sus cosas con los muebles elegidos y eso es lo que los operarios hacían.

La casa y la vida en ella cambiarían radicalmente en poco tiempo.

Recibí algunas notas de Alberto a las que no contestaba. No tenía sentido seguir pensando en él, ni en despedirme siquiera después de lo que Eduardo quería que hubiera entre David y yo, seguía pensando en lo que Alberto y David pudieran haber sido o tenido entre ellos.

Aunque aún desconocía exactamente lo que Edu se proponía, lo que fuera que pretendiera, ahora tenía ganas de estar con David y ver si se iba descubriendo.

Parecía que David no sería como los otros compromisos con sus amigos, donde solamente querían follarme, sentir mi cuerpo joven rendido y entregado a sus deseos.

Y ahora te contaré lo que sucedió esa noche con Dulce y sucedió sin premeditarlo. Después de cenar estuvimos un tiempo acompañando a Eduardo mientras miraba las noticias que a mí, personalmente, me aburrían y al parecer también a Dulce.

Quería subirse sobre mis rodillas estirando su cuerpo y noté algo húmedo en la pierna, se estaba frotando con ella y empezó a moverse como si estuviera copulando, como hacen los perros. Eduardo desvió la mirada y me dirigió un gesto de picardía señalando a mi cachorro.

-Te quiere coger, debe estar desarrollándose muy rápido. Lo recogí para elevarle dejando su tripita a la altura de mis ojos, le salía de los pelos la punta de su verguita roja y brillante, unos tres centímetros, me llamaba la atención su forma tan rara y diferente a la de un humano.

Lo coloqué sobre mis piernas pero boca arriba, y con un poco de precaución lo toqué pasando con suavidad la yema de los dedos por el rojo miembro, comenzó a crecer a mucha velocidad hasta sacar más de siete centímetros, no resultaba muy larga ni gorda, parecía un juego y me gustaba observarle sus ojos curiosos mirándome y queriendo lamérsela. Cuando dejaba de tocarle era él quien se pasaba la lengua a lo largo de su pollita.

Me atreví y avancé en mi exploración pasando la mano por el resto de su verga escondida, palpitando bajo los pelos hasta llegar a una parte al final donde se le recrecía pero sin sacar al aire y llegué hasta sus pequeños testículos, dos peludas bolitas escondidas. Ahí me detuve y lo volví a colocar en el suelo, enseguida volvió a montarse en mi pierna, rozando allí su pene.

-Lo has puesto muy caliente con tus toques y caricias, ahora no va a querer detenerse. Y Eduardo se reía, pero poco después Dulce se dio por vencido y se quedó lamiéndose el pene hasta que se le ocultó.

Marché para dormir y Dulce me siguió como ya era su costumbre, me desnudé para colocarme el pantalón corto de dormir y todo volvió a comenzar, es posible que mi olor le excitara y en el baño no me dejaba lavarme la boca insistiendo en montarme la pierna.

-¡Ohh! Dulce, déjalo ya, te vas a calentar más y será peor. Le hablaba como si fuera una persona pero él no me entendía.

Ya en la cama no se quedaba quieto a pesar de tenerle abrazado, lo solté y apartó la sábana para empezar a lamerme entre las piernas, las abrí e intenté abrazarle contra mí pero no había manera, me miraba y me parecía que su mirada suplicaba diciéndome lo que quería.

-Vale, lo haremos, seré tu hembra pero no saldrá bien. A veces he escuchado que las mascotas se llegan a entender con sus dueños y pensé que a Dulce y a mí nos estaba sucediendo cuando comenzó a lamerme la cara buscando mis labios con su caliente lengua, a la vez yo apretaba contra mi vientre la verguita que tenía otra vez al descubierto.

-Espera, no seas impaciente, eres como un hombre más. Lo aparte para quitarme el pantaloncito y fui al baño a buscar una crema para darme en el anito, no tenía miedo a su verguita pequeña y delgada pero quería que si me tenía que follar fuera fácil para él meterla.

Me coloqué mirando al techo y puse una almohada debajo de mis caderas para elevar el culo al nivel de su verga más o menos, pensaba que era difícil por no decir imposible y que como la vez pasada se correría al intentarlo.

Le dispuse sobre mí, no resultaba fácil porque no dejaba de moverse, abracé su cuerpo y recogí las piernas dejándome el culo para que comenzara a puntear en él, sentía su verguita dura pinchando en el perineo, se ponía nervioso queriendo colocar sus manos delanteras sobre mi pecho hasta que me abrazó las caderas y pude llevar las manos para sujetarle el miembro.

¡Waww! Le había crecido bastante y se le había engordado, mis manos se resbalaban y volvía a masturbarse con ellas, y de repente sucedió, su verga encontró mi culito dispuesto y entró volviendo a salir, así lo hizo tres veces, no conseguía dejarla dentro hasta ese momento. Había encontrado el camino y la verdad es que la pude sentir muy poco hasta que ahora me follaba como si fuera su perra, metía y sacaba muy rápido la verga y comencé a sentir rico el roce de su pene en el ano.

Fue todo muy rápido y sentía un minuto después como se vaciaba en mi recto dejando su semen queriendo preñar a su hembra, no era mucho pero suficiente para sentir el calor de su semen más abundante que el de los machos humanos que me habían follado.

Se quedó quieto jadeando y soltando la baba en mi pecho, le acaricié la cabeza, por fin mi amante canino me había probado y debía sentirse muy a gusto dentro de mí, y también de repente comencé a sentir que algo crecía en mi recto más y más.

Dulce se movió y tiraba de mi ano sin poder sacar la verga, nos habíamos enganchado. Le había crecido la bola y ahora tapaba mi ano para que su semen no se saliera hasta fecundarme.

Volvió a moverse, no me hacía daño pero sentí miedo y le acariciaba para que estuviera tranquilo, además me gustaba la sensación que me producía al sentirme el culo lleno, me excitaba y me sentía bien con mi verga dura pero sin llegar a tener un orgasmo, solamente estaba muy a gusto con mi amante sobre mi vientre y su miembro enterrado en mi ano.

Un ratito después debió pensar que ya había cumplido su labor y tiraba para salir, a la vez que su pollita y la bola salió un corro de semen que él enseguida se encargo de lamer sin parar lo que iba saliendo, aplicando la lengua en mi ano con fuerza, me masturbé gozando con las sensaciones placenteras que me daba, y eyaculé con la ayuda de mi mano y su lengua. Quedé cansado observándole como lamía su verga y la bola, ahora toda débil y flácida, y como su cuerpo iba devolviéndola a su interior haciéndola desaparecer.

Estuve unos minutos sacando todo el semen que pude de mi culo, haciendo fuerzas para expulsarlo, y para Dulce debía ser una golosina que no dejaba de comer.

No había sido tan difícil dar placer a mi perro, en lo personal lo había disfrutado, gozando las diferentes sensaciones pero prefería la verga de un ser humano, no me negaría a repetir la experiencia, sobre todo por sentir el placer de mi perro y su agradecimiento por mi entrega.

Respuesta:

Mi sexy y hermosa hembra, cuídate.

¡Ahhh!, mi amor. Llegaste a la clínica de Ginecología.

¿Tan dañado te dejaron?

Mi amor, sabes que estoy de tu lado y te apoyo en tu decisión de proteger a tu papi, y que solo te alejes de él, pero me alegra que no llegara a más.

Eduardo te ha protegido bastante de todos los daños que te han provocado, y ahora tendrás a tu mami mucho más cerca contigo, ojalá que todos vivan bien en convivencia.

Oriolito de mi vida, como te ha sucedido esto en tan corto tiempo, creo que tu ritmo de vida se ha acelerado mucho, ojalá que la vida fuera más tranquila para ambos.

Lo sé, todo lo que te he contado son hasta ahora solo sueños de una vida que me gustaría y querría compartir contigo, pero veras que será posible, jajaja.

¡Wooww!  Hasta Dulce te ha ayudado para que le dieras placer a Eduardo, pero ha sido impresionante y que te quieran cuidar ambos, jajaja.

Uno te ayuda y Eduardo te protege el tesorito de tu culo para que sane y seas de nuevo tu completo y te sientas bien.

Vaya, ahora parece que te has acercado de mejor manera a otro chico, el médico Salvatierra te ha hecho parte de su vida y creo que también será parte de la tuya de ahora en adelante, ¿no?

Mi vida, creo que ahora si serás parte de algo más grande, ¿te inquieta todo esto nuevo en tu vida?

¡Ahh! Y una pregunta mi vida, sé que tu todo lo sabes, jijiji. Me he estado divirtiendo con un nuevo dildo vibrador que compré, y lo he usado bastante, claro que con precaución y con suficiente lubricante, pero yo también me he lavado mi ano como me has dicho, y ahora mi pregunta, ¿es normal que en menos de veinte minutos dándome por el culo me llegue el orgasmo?

Por lo general con una chica tardo como cuarenta y cincuenta minutos. Claro que ella se orgasmea y gime como puta pero yo en ese tiempo no lo hago, solo me vengo hacia los cuarenta minutos, te pregunto porque se me hace poco tiempo, veras que me vengo más rápido con la próstata que con mi pene, pero espero tu respuesta.

Mi vida dime como me usarías a mí, me prendes con tus notas y como has vivido al límite, pero me hace falta oír cómo abusarías de mí, cómo me usarías, cómo me violarías, incluso cómo me usarías de esclavo.

Besos mi amor, recupérate al 100% pronto, para que seas mi nenita completa y golosa, te deseo en cada sueño y te imagino junto a mí, me encanta que seas así de bueno con todos y que quieras a todos con bien, sigue así princesa.