Confidencias 15 En los aseos del colegio Erico me

-Erico, no te quejes tanto, nos van a descubrir si alguien viene, creerán que soy la puta de mi primo.

La simpleza de las cosas que nos ocupan a veces la cabeza mi dulce Adri.

Pasé un rato sin poderme dormir, daba vueltas en mi cabeza a la cosa más tonta que puedas imaginarte. El nombre que le pondría a mi perro. Ese era mi gran problema en ese momento.

A la mañana antes de desayunar pasé por el local donde lo tenían ubicado, habían dispuesto una mantita de cuadros con algún cojín para que se tumbara, saltó al verme y pisó el platito de leche que le habían puesto para que comiera derramando lo que quedaba. Movía la colita mientras me miraba y no pude evitar arrodillarme a su lado, lamía mi cara haciendo que riera.

-El cachorro tiene ya unos meses, tendrán que llevarlo al veterinario. La cocinera me hablaba como si fuera mía la responsabilidad y pudiera decidir, como no le respondía continuó.

-Se lo diré al señor Tomás para que nos digan que comida se le puede dar, es grande para ponerle leche. Pensé que eso era lo mejor, Tomás sabría lo que hacer. Eduardo no estaba presente y me tuve que marchar.

La mañana fue transcurriendo tranquila entre las distintas clases. En los descansos podíamos estar en las zonas al aire libre, la temperatura se había elevado y lucía el sol en el cielo. Le pedí a Pablo noticias sobre papá, no sabían nada de él, solamente que había pasado para recoger sus cosas. Creo que Pablo por un lado sentía que papá los hubiera dejado, se habían hecho grandes amigos.

Cuando se me ocurrió mirar el móvil tenía un mensaje que al principio no entendía como me había podido llegar.

“Hablarte y pasear a tu lado sería un gran placer.

¿Podre verte? ¿Cuándo?

Alberto”

Fijé en mi lista de contactos su número de móvil y no le contesté, ¿para qué?

Indagando averigüé que había pedido mi número a los que se quedaron en la fiesta y Simón se lo había dado.


Cuando recibí tus noticias salté de alegría, tenía tanto miedo, pero ahora queda en el olvido y me he sentido muy contento al ver que puedes ayudar a tu papá en sus negocios. Yo de eso sé tan poco, nunca he trabajado y ahora veo que ya eres un hombre.

Sobre lo de aceptar tu bisexualidad no me preocupa demasiado, cuando estés conmigo tus dudas se despejarán, yo me encargaré de eso.

He vuelto a enviarte las fotos al nuevo mail, ya me dirás si lo hice bien, quizá no debía enviarlas pero ya está hecho.

Por cierto, en esta inmensa casa me aburro aunque haya tantas cosas, me falta el contacto con mis primos, de Pablo, nuestros juegos. Por otro lado es cierto que no me canso de ser follado por mi dueño, pero Eduardo ya es mayor, se resiente y tiene que tomar sus pastillas para complacerme en la cama, espero a ser tu mujercita, y como prometes, no me dejes de follar a todas horas.

No voy a negarte que, además de saber que es mi obligación satisfacer a Eduardo, me lo hace pasar bien cuando me la mete por el culo o por la boca, o juega con mi ano y mi pija. No solamente es obligación…, soy tan dependiente de los demás y ahora solo le tengo a él que me quiere, me lo dice y sé que es cierto. Lo respeto Adri como mi dueño y benefactor se lo debo.

Me alegro de que te hayan nombrado director aunque sea provisional, estoy seguro de que tú vales un montón mi amor y lo harás bien dejando satisfecho a tu papá.

Me cuidaré para ti, sabes que lo haré y ya veo que tu ex novia te atiende, aún te quiere y no dudo de que lo pasaras bien, pero no es comparable un strapon a una verga de verdad aunque no sea tan grande. Yo te lo haré con cariño y mucho amor, pero le agradezco a ella que te tenga contento y te enseñe.

Sigue practicando y sacando jugo a esos juegos sexuales para cuando llegue el momento y pueda pertenecerte por entero.


A la tarde cuando llegué a la casa no estaba Eduardo, mi mascota se levantó como un rayo cuando abrí la puerta para correr hacía mí, comenzó a morderme los zapatos y los pantalones.

-Está inquieto, quiere moverse y gastar la energía que tiene, le han implantado un chip y el veterinario lo ha visto. Tomás me iba informado aunque no le prestaba atención pendiente de jugar arrodillado, respondiendo a sus caricias con las mías.

-¿A qué hora volverá Eduardo? Le preguntaba mientras me levantaba del suelo.

Estaría en su oficina hasta tarde y marché para mi habitación, a cambiarme de ropa y preparar mis trabajos. El perrito me siguió queriendo seguir jugando.

Cuando vio que no le atendía se tumbó encogido como una bola de lana al lado de la cama mirando hacía mi escritorio, con la cabeza sobre sus patas, pegado al suelo y mirándome.

Terminé los deberes, salí al parque para correr y jugar sobre el verde con mi perro, el sol picaba calentando el aire y llegamos hasta la verja de salida, a partir de allí el camino estaba prohibido y cerrado para nosotros. Curiosee por el pabellón al lado de la piscina, estaba todo cerrado y la piscina con su cubierta de cristal para que no entraran las hojas de los árboles.

Me cansé corriendo detrás del juguetón animal, persiguiéndole y siendo perseguido por él, entonces me tendí sobre la hierba mirando las nubes que llegaban de tierra adentro hacía el mar, algunas negras anunciando la tormenta, el chucho no paraba de jugar y se montaba sobre mi pecho lamiéndome la cara para que le prestara atención.

-Que dulce eres precioso. En ese momento supe el nombre que le iba a poner: “Dulce”, así era él, como una dulce y acaramelada bola de lana. Le abracé escondiendo la cara en el pelo de su cuello.

-¡Hola Dulce! Su respuesta fue lamer otra vez mi cara, me la iba a desgastar.

Corrí hacia la casa cuando a lo lejos vi entrar un coche y supuse que llevaba a Eduardo, era hora de recogernos y prepararnos para la cena. Eduardo no estaba en su habitación y pregunté a Tomás por él.

El escritorio que tenía en la biblioteca estaba lleno de papeles y Eduardo los iba recogiendo para meterlos en un maletín. Me coloqué a su lado y abrazó mi cintura, luego me llevó hasta juntar nuestras caras, primero me besó en la mejilla y de ahí pasó a los labios. Me apoyé en sus rodillas.

-Ya sé como lo llamaremos, tengo el nombre. Dulce, ¿qué te parece? Eduardo se puso a reír.

-Mírale, ya sabe que ese es su nombre. Dulce movía la cabeza abriendo la boca enseñando su lengua rosa.

-¿Qué haces ahora?, yo he preparado mis deberes y he corrido en el parque con Dulce. Me cogió en sus brazos para sentarme en sus piernas.

-Nene hermoso, tú no te cansas de jugar eres joven y fuerte. Me dejaba abrazar mientras le besaba en el cuello y él pasaba su mano por mi muslo desnudo acariciando la piel. Lo besé en los labios jugando con los míos en su bigote.

-Me estas calentando pequeño. Entonces le di mi lengua y comenzó a chuparla.

-Pero no puedo todos los días mi precioso niño, lamento no ser más joven para cumplirte lo que deseas. No puedo tomar las pastillas como desearía y ya lo hago demasiado. Me había excitado con sus besos y le necesitaba para desahogarme e insistía rozando el bulto de su pene con mi culito.

-Quiero que me lo hagas Edu, no necesitas pastillas, yo te la pongo dura y luego puedo cabalgarte sin que te fatigues. Eduardo me besaba desesperado.

-Lo siento bebé, siento vergüenza de no poder complacerte. Tendremos que buscar soluciones, ¿qué hay con ese chico que conociste en la fiesta? ¿No te gustó? Me parecía tan curioso verme hablando con mi dueño y amante de estas cosas que me quedé quieto mirándolo.

-No te asustes pequeño, sé lo que tú eres y donde me encuentro yo en nuestros recorridos sexuales. Se calló abrazándome la cintura y besando ansioso de mis labios.

-Tú debes vivir tu etapa de chico joven, espero que ese desobediente joven acepte lo que queremos, pero de momento me parece bien que lo hagas y disfrutes de tu momento, y además puedes usar a Yasin y otros chicos si tú quieres. En mi dormitorio hay un catálogo de ellos, en el cajón donde guardo los juguetes.

Había momentos que no le entendía, como ahora cuando se refería a “ese desobediente joven” resultaba un galimatías para mí y no me atrevía a preguntar.

-Pero Edu, yo te quiero a ti, tengo que tenerte contento y lo paso bien contigo.

Eduardo me apretaba y no me dejaba respirar de la fuerza con que lo hacía.

-Mi vida, que pena ser mayor. Te estoy tan agradecido, soy yo el que te debo estos momentos de dicha al saber que me quieres. Vive una vida normal a mi lado, como el chico joven que eres, con tus amigos que puedes traer a tu casa y cuando yo te necesite sé dónde encontrarte. Miré hacia el suelo donde Dulce nos observaba curioso queriendo comprender los que hablábamos los humanos.


Esa noche dormí abrazado a Dulce que prefería dormir en mi habitación en lugar del lugar que le habían destinado, era él quien me daba su calor y me besaba la cara pasando la lengua húmeda por ella.

Había recibido una solicitud de Alberto para que le agregara al whatsapp y no había querido hacerlo, después de lo que había hablado con Eduardo quizá debería tenerlo y conocer lo que quería de mi, tendría que estar atento para no dañarme, además amigos ya tenía y extrañaba a mis primos y a Pablo, poder pedir a Erico o a Pablo que me dejaran estar un rato con cualquiera de ellos y ofrecerme como hacía antes y atenderles cuando me pedían follarme.

En uno de los descansos, entre clases, me quedé sentado en la escalinata y Erico se colocó a mi lado.

-¿Qué te sucede? Estas triste y cabizbajo. No lo pensé más, le sujeté de la mano que pasaba por mi pelo.

-Vamos a los aseos, necesito estar contigo y que me folles. Dudó y no se movió del escalón mientras yo me había puesto de pie.

-¿No quieres? Le pregunté con desazón por tener que andarle rogando. Se levantó y me precedió a paso rápido. Entramos en uno de los últimos departamentos, no había ningún chico ni se escuchaba ruido alguno.

Abracé su cuello y le busqué la boca para unirla a mía.

-Te quiero primito, te deseo, claro que sí, pero el otro día parecía que no querías nada con nosotros. No le iba a contar ahora lo que Eduardo y yo habíamos hablado, ya no me sentía mal por volver a follar con mis primos o con quien quisiera, él me lo permitía.

Se volvió para cerrar con seguro la puerta, el baño era de los especiales para minusválidos y me abrazó por detrás apretando el bulto de su polla sobre mis nalgas.

-Todos te queremos y te echamos de menos y ya no te tenemos como antes. Oriol primito puto, estas tan bueno que me enciendes. Me besaba las orejas y el cuello mientras yo tiraba mi culo hacia atrás para notar mejor la dureza de su verga.

Me dio la vuelta y besó con dulzura mis labios, hacía tiempo que mi primo no me besaba de esa manera, frotaba su mejilla con la mía, oprimiendo nuestros penes y sentirnos las erecciones que cargábamos.

Jugué con malicia lamiendo de izquierda a derecha sus labios.

-Podéis ir cuando queráis a mi casa, la casa de Eduardo, no se opone y desea que todo en mi vida siga igual pero a su lado. Sujetó mis manos llevándolas al culo sin dejarme que bajara sus pantalones como pretendía.

-Esta clase la perdemos, vamos a pasar un buen rato. No me podía negar con su lengua en mi oído y mordiéndome el lóbulo de la oreja.

-Sí, sí, lo que tú quieras, déjame que te la mame. Me pidió que me sentara en el inodoro y tiraba de mi camisa para sacármela me quitó toda la ropa y yo intentaba arrebatarle la suya.

Estábamos muy nerviosos, por el lugar donde estábamos y por el tiempo que hacía que no miraba su hermoso cuerpo, con su verga larga y gorda y sus exquisitos testículos que no podía contener dentro del calzoncillo.

No dejaba de pensar que mi pene, siempre tenía el mismo tamaño mientras que los de los otros crecían sin parar. Una vez desnudo me miraba fijamente a los ojos que yo desviaba para observarle todo el cuerpo. El vello cubría parte de su pecho y abdomen, no era mucho pero se veía oscuro. Sus pies continuaban huesudos y dignos de besarlos y pasarles la lengua entre ellos. En resumen le veía más atractivo, si pudiera ser, que antes.

-Me gustas primo, me encantas. Abracé sus glúteos metiendo mi cara en el denso pelo de su pubis.

-¡Qué bien hueles! Le dije mientras besaba su ingle, y le acariciaba los huevos majestuosos y gordos. Me sujetó por la nuca y aplastó mi cara en su pubis.

-Mámala ya Oriol, métela en tu bonita boca, chúpala amor. Primero la lamí y corrí el pellejo para dejar su glande al descubierto, Erico estaba muy excitado y hacía movimientos para meterme la polla en la boca.

Aprisioné el pene entre mis labios y elevé la mirada para encontrarme con sus ojos, degusté el precum que le salía y abrí la boca para que me la follara. Sujetó mi cabeza con las manos y la movía con fuerza enterrando la verga en mi garganta. Luego se fue calmando.

Sus ojos reían mientras mi lengua jugaba con el glande dando vueltas sobre él y arrancándole guturales gemidos.

Soltamos los dos una risa ahogada y se arrodilló para comenzar a comerse mi polla. El climax sexual se respiraba en el ambiente.

Me levantó y ocupó mi lugar sentado sobre el inodoro y abrió las piernas invitándome a que me sentara sobre él y me incrustara su verga. Fui bajando mi cuerpo lentamente hasta sentir la punta del pene en mi ano. Apreté sosteniéndome en sus hombros.

-Métetela de una vez, por favor. Uní mi boca a la suya para besarle mientras me la metía, a la vez que su verga entraba un centímetro en mi culo, mi lengua le iba invadiendo su boca hasta que sentí los pelos de su pubis bajo mis nalgas.

-Erico, ¡qué rica verga! La siento, me encanta. Esta posición era perfecta para sentirla en su magnitud y poderle besar pero él no podía moverse.

Sin sacarla me elevó y luego se arrodilló en el suelo, se colocó sobre mí y puse mis piernas sobre el pecho. Mi ano sobresalía y podía entrar entero en mí, podía sentir la profunda penetración al entrar y salir mientras me miraba muy atento y notar cualquier gesto mío.

-Dame, dame más fuerte primito, métela profundo amor. Llevé la mano al estómago donde sentía que estaba su miembro, creía sentirlo resbalar por el interior de mi vientre. Poco a poco incrementaba el movimiento de sus caderas y la fuerza con la que apretaba para mantenerse unido.

-Primito me corro. ¡Ahhh!- Emitió un fuerte gemido y comenzó a temblar dejando que saliera abundante el semen llenándome el recto. Sujeté mi polla y acaricié con los dedos la cabeza con el precum que me salía. Fueron suficientes dos pasadas para sentirme violentamente azotado por un orgasmo terrible comenzando a eyacular sobre mi pecho.

Sujetó mis caderas y seguía follándome el culo como si no quisiera detenerse logrando que me retorciera por el profundo placer del roce de su verga en el ano. Se dejó resbalar sobre sus brazos hasta quedar tumbado sobre mi metido entre mis piernas que le abrazaban las caderas.

Nos limpiamos como pudimos y nos colocamos los uniformes.

-Podemos ir a la segunda parte de clase. Me miraba con esa sonrisa pícara, sardónica y divertida y nos pusimos a reír.

-¡Gracias Erico! Me sujetó de la cintura y me elevó para besarme los labios.

-En todo caso seré yo el que te lo agradezca primito, mi delicioso putito. No teníamos tiempo para repetir y nos conformamos con unos besos hasta que los primeros visitantes de los aseos llegaron después de la clase.

No quise preguntar el motivo pero Eduardo fue a recogerme a la salida de la clase de ballet.

-Me gustaría visitar a mamá, ¿crees que podré ir el sábado y pasarlo con ella? Se mantuvo en silencio un minuto y me cogió de la mano para hablarme.

-Precisamente el sábado llegarán los de la empresa de seguridad para tomarte los parámetros del iris. Le miré extrañado y se río divertido tirando de mi brazo hacia él.

-Luego te lo muestro, cuando lleguemos a casa, lo entenderás mejor si lo ves.

No me preocupé más y cuando llegue escapé para ver a Dulce, lo tenían encerrado en su cuarto y jugué unos minutos con él, tirados en el suelo soportando sus lamidas, se debía creer que yo era un dulce. Me siguió hasta la habitación y cuando se dio cuenta de que los juegos llegaron a su fin se tumbo hecho un ovillo.

Cuando Eduardo llegó había acabado mis trabajos y me pidió que le siguiera para mostrarme el sistema de seguridad de la casa, quería que supiera cómo funcionaba todo.

Había cámaras de seguridad que podían observarse y otras ocultas, y en la biblioteca y despacho me enseñó el gran secreto de la casa, un cuarto de seguridad o anti-pánico subterráneo.

En el marco de una de las estanterías de la librería había una especie de mirilla, colocó su ojo sobre ella y el suelo se abrió ante mis ojos, una parte de él se elevó mostrando las escaleras que bajaban hasta esa especie de cámara secreta.

La luz se había encendido automáticamente y bajamos los escalones, yo detrás de él y con cierta prevención. No era una sala muy grande y una pared estaba llena de pantallas enseñando distintas vistas de la casa, del parque y algunas salas del interior. El suelo se cerró cuando entramos.

Me explicó que en caso de peligro debía ir a aquel escondite o refugio desde el que podría avisar a la empresa de seguridad o la policía. Qué solo tenían permiso de acceso Tomás y él y a partir del sábado también yo podría abrir el acorazado bunker, y muchas otras observaciones.

Nadamos como una hora y luego cenamos. Tampoco esta noche recibí su visita y dormí abrazado a mi perro. Te confieso Adri querido que después de lo de mi primo me sentía satisfecho. Besos cariño mío.

Respuesta:

Mi vida, tus fotos son…, ufff... Lo mejor...

¡Ohhhh! Mi sexy chiquita, tus fotos del correo hicieron que nada mas de verlas me viniera, la verdad creo que en mi vida había tirado tanto precum, estaba sentado en la oficina de papa preparando unas cosas y revise mi correo, y tu mensaje me excito, pero tus imágenes me provocaron una laguna de precum.

La verdad, mis pantalones se llenaron de ese liquido que saboreé durante un momento, y de hecho no me pude levantar de la silla en un buen rato hasta que se secara para evitar accidentes, ¡jajaja!

Amorcito Oriol, ¿te puedo responder el correo?, lo digo porque no sé si será el tuyo, para poderte conversar más seguido, dime si se puede, por favor, no sé si te moleste, pero la verdad me hiciste desearte y la necesidad de pedirte más, pero yo entenderé si no quieres, claro que estaré de acuerdo con tu privacidad.

Me encantó tu cabello sexy, rubio, tu melena al frente, ¿con arena en la cara verdad?, ¡jajaja! Pero la verdad, tu hoyito se ve muy limpio y un poco amplio, ¿eso es lo que me dices que te provocó el plug?

Mi vida, me tienes con la polla a punto de reventar, ¿te he dicho que guardo mis corridas, desde que aceptaste ser mi novia?, bueno te cuento que las he guardado, y ya tengo lleno 2 litros de puro semen que estoy guardando, la verdad no se si se descompongan, pero tengo la idea de algún día bañarme en ellos, y tal vez si lleno mas, los compartiría contigo, digo si no te parace guarro.

También seré honesto, me encanta y me agrada tu felicidad, y que te sientas bien mientras estas con tu benefactor y cuidador de ti, tu perrito será muy bonito con el nombre que le pusieras, espero y te diviertas aun mas con lo que te falta por vivir y seas la muñequita de mis sueños y de muchos más.

No te digo que te ofrezcas, solo digo que disfrutes de lo que quieras, lo que desees y que me enseñes todos los secretos de como haces para excitarte tanto con el placer solo de tu culito, que por fin veo y que usaré las veces que sea necesario para deslecharme, ¿crees que tu foto de culito sirva para fondo de pantalla en mi móvil? Jajaja.

Pues es cierto, un strapon no es lo mismo, pero ya has visto mi suerte con los putos, me ha ido mal, me dejan plantado y el otro era solo un curioso que se arrepintió, pero a falta de eso, pues usaré lo que pueda para estarme preparando para tu polla, porque quiero dar y recibir de ti, pero que me consientas como yo lo hare contigo mi amor

Tus relatos que me cuentas en cada mensaje, te juro que los atesoro cada vez más, porque reviso nuestras notas y veo que has crecido mucho desde que nos conocimos, ojala sigas así de divertido y bonito para mí!

Besos mi bebe hermoso, me fascinas, te amo, y cada vez que te mire, estate seguro de que me estaré deslechando y también pensando en ti y como nos veríamos juntos.