Confesiones humedas de juventud
Recuerdos de mi juventud con mi prima Cristina (incluye zoo)
Me encanta leer relatos, soy asidua de esta página y hoy quiero contaros un relato sobre mi juventud. En otros relatos que he escrito y escribiré siempre hay parte real y parte ficticia, pero esto que os voy a contar pasó es totalmente real, aunque ha pasado mucho tiempo y los recuerdos se pueden deformar la realidad. Es verdad, que fue hace mucho cuando yo era adolescente y empezaba a descubrir mi sexualidad. Ahora ya soy madura tengo 48 años y disfruto mi sexualidad.
Para poneros en contexto, sobre todo a los más jóvenes, deciros que era la época del destape en España todavía durante la dictadura de Franco. En esa época no existía internet, ni ordenadores, ni móviles ni nada de eso. Algunos con suerte conseguían una revista porno que era lo más excitante que podían encontrar. También deciros que en esa época las mujeres no nos depilábamos. Ahora todas vamos con el coño pelado como las niñas, pero por aquel entonces no era nada habitual, sólo algunas mujeres que habían viajado por Francia en entornos más liberales empezaba a afeitarse las axilas y el coño. Yo por entonces, era jovencilla y tenía ya mi buen vello en el chocho pero recuerdo que mi madre o mi padre tenían una buena mata de pelo. También deciros que dado que no había los medios de ahora, yo sólo había visto la polla de mi padre o mi hermano pequeño de casualidad alguna vez en la ducha o meando, pero nada más. No sabía que era una polla dura, ni que era eyacular ni nada por el estilo, ni por supuesto sabía cómo se follaba, sólo lo que contaba alguna amiga más atrevida.
Dada toda esa falta de medios me masturbaba pues imaginando historias con conocidos y poco más, sobre todo algún profesor. Lógicamente yo iba a colegio de monjas y el contacto con chicos era casi nulo. Aun así había aprendido a darme placer ya desde pequeña cuando empezaba con los primeros picores en el coño. Recuerdo muchos días en casa que ya de pequeña me tocaba el coño encima de las bragas, llevándome la correspondiente bronca de mis padres, porque eso una niña decente no lo hacía. De tanto tocarme mi primer orgasmo fue de chica en la cama después de estar horas frotándome el coño hasta que por casualidad descubrí mi botoncito mágico. Ya algo más mayor en mis pajas recuerdo que me excitaba olerme los dedos y que incluso pasaba la mano por mi culo para olérmela y así me masturbaba. También recuerdo que cuando estaba cercano el orgasmo empezaban a salirme gotitas de pis llegando más de una vez a mearme mientras me tocaba (ahora lo llaman squirt) por lo que aprendí a tocarme con las bragas puestas porque si no manchaba la cama y mi madre me daba la bronca pensando que me había meado en la cama. Por eso más de una vez llevaba las braguitas bien húmedas. Ahora ya de mayor cuando follo o me masturbo soy una fuente de líquidos cuando me corro.
En fin, puestos en contexto paso a contaros lo que quería relataros. Por aquel entonces teníamos unos tíos adinerados que vivían en una finca en Toledo, donde íbamos más de un fin de semana e incluso yo en verano pasaba temporadas. Mis tíos eran gente con dinero ya en la cincuentena pero bien cuidados y elegantes. Alguna paja me había hecho imaginándome con mi tio….y luego estaba mi prima Cristina que tenía 20 años y era algo mayor que yo. Mis tíos tenían la típica finca de campo, con caballos, perros, piscina, árboles frutales, huerta y de todo lo que puedas imaginar. Además tenían alguna sirvienta, cocinera y gente que cuidaba los frutales y los animales.
Cuando me quedaba a dormir, Cristina y yo dormíamos en el mismo cuarto en camas separadas. Mi prima era la típica niña pija muy mona y delgadita, pero luego hablando era muy bruta y siempre hablaba de follar, de pollas, de mamadas y de muchas cosas de sexo, que yo pensaba que eran fantasías pero me divertía escuchándola y terminaba cachonda perdida más de una vez. Luego por lo que os voy a contar pensé que igual no era mentira lo que contaba o no todo al menos.
Recuerdo interminables noches ya en la cama, las historias que me contaba durante las cuales las dos nos masturbábamos, pero sin decirlo, pero era algo obvio por los gemidos entrecortados y disimulados, el imperceptible movimiento de la sabana o el olor a coño que debía haber en la habitación porque mi tía muchas mañanas cuando nos llamaba por la mañana nos decía que olía a tigresa el cuarto y que ventiláramos. También podías ver nuestras bragas húmedas con el pegote de flujo reseco de la noche anterior, pero no nos decíamos nada aunque las dos sabíamos que habíamos estado dando gusto al coño. Alguna vez oíamos a mis tíos follar y nos reíamos e incluso una noche fuimos a cotillera y ella se asomo por la rendija y me contó que estaban follando a cuatro patas como animales y que me asomara yo, pero me dio corte que me pudieran ver.
Y ya paso a contaros mi relato. Un día de verano de mucho calor en Toledo en pleno Agosto, nos despertamos temprano y Cristina me dijo que fuéramos a ver los caballos que estaban en época de monta y que era muy divertido (yo ni idea de lo que podía ser la monta). Habitualmente nos levantábamos y desayunábamos pero ese día me dijo que me pusiera cualquier cosa que ya desayunaríamos. Así que nos pusimos un vestido de tirantes de verano y nos fuimos para las cuadras. Allí vimos a Paco que era el señor que cuidaba de los caballos y nos sonrió y saludó. Paco era un señor mayor, tendría unos 60 o 65, ni feo, ni guapo, ni alto, ni bajo pero era super amable y sonriente y nos trataba con muchísima educación, siempre de usted (señorita Cristina, señorita Sara) y siempre con una sonrisa. Cristina le dijo que nos diera algo de alfalfa que íbamos a ver a Ponky, que era un caballo enorme, negro, precioso, con el pelo brillante y las crines largas.
Cuando entramos en la cuadra, todavía no habían limpiado y me sorprendió el olor a orines y heces mezclado con la paja. Inmediatamente sin saber porque me dio como un cosquilleo en el coño (todavía tenía las bragas húmedas de la noche anterior). Cristina se acercó despacio a PonKy y le acercó el cubo con su comida, mientras ella se puso a cepillar al caballo con una mano y con la otra le iba acariciando, la cabeza, el cuello, el lomo, la barriga y las patas. Al empezar a acariciar su barriga y las patas de atrás de repente se descolgó un poco la polla del caballo. Yo ya os he dicho que nunca había visto una polla y no sabía cómo era, así que yo lo que vi fue un pequeño cilindro grueso que se descolgaba entre sus patas.
- Yo: jajaj eso que es Cris? Es la polla del caballo?
- Cris: claro y no has visto aún nada.
Yo notaba mis bragas cada vez más mojadas y mi coño ardiendo pero de momento sólo miraba a mi prima y al caballo. Ella seguía acariciando su barriga y sus patas de atrás y de repente le agarró la polla al caballo con una mano y empezó un suave bamboleo de paja. Yo miraba embobada porque en un momento el cilindro que descolgaba entre sus patas se iba convirtiendo en una manguera larga y gorda. Su mano se veía minúscula en contraste con aquella manguera negra que terminaba en machas rosadas en la punta y un capullo como una seta plana (no sé si habéis visto alguna vez la polla de un caballo). Yo cada vez me notaba más cachonda y empecé a cruzar las piernas para aprisionar mi coño entre los muslos y notar el roce con las bragas ya de por si mojadas.
En un momento Cris me dijo que si quería tocar la polla del caballo y aunque primero dije que no cortada luego me acerque tímidamente. Ella me pasó la manguera y yo la agarre con delicadeza. Se notaba caliente y el tacto pues no sé cómo explicarlo, como gomoso, no parecía que fuera carne o una polla comparada con las pollas de los muchos chicos que he tocado durante mi posterior vida sexual. Ella me sonrió y me dijo que bajara y subiera por su polla mi mano como si le hiciera una paja (yo no le dije que no sabía hacer una paja, claro). Al final allí estaba yo haciendo una paja al caballo suavemente cuando de repente Cris se subió el vestido y se metió una mano en las bragas para sobarse el coño. Aquella visión de mi prima tocándose el coño y yo con un trozo de carne de un metro en mi mano, los olores y demás empecé ya a tener microcorridas sin tocarme siquiera.
En un momento, mi prima se quitó las bragas y el vestido y se quedó desnuda. Era la primera vez que la veía desnuda y me sorprendió porque no tenía ni un pelo en el coño. Se le veía perfectamente todo el coño rosado, brillante de humedad y el olor a flujo. Mientras yo estaba allí como una tonta callada con la polla de Ponky en mi mano, ella se agacho y empezó a chuparle la polla al caballo en cuclillas mientras que con la otra mano se tocaba el coño. Yo no pude soportar más y solté la polla del caballo que ya agarraba Cristina y metí mi mano en las bragas. Notaba mi coño caliente, húmedo, hinchado, las gotas de pis que indicaban que estaba próxima a correrme. Cristina recorría con la lengua toda la manguera y chupaba la seta del capullo. El caballo también iba soltando goterones, que yo como no sabía pensaba que se estaba meando, pero eran los primeras gotas de leche. Mi prima abría la boca al máximo para poder albergar la seta del caballo en su boca que se veía húmeda por su saliva y por las primeras gotas de leche. Ella cerraba los ojos y gemía bajito mientras se frotaba el clítoris allí en cuclillas y sin ninguna vergüenza delante de mi.
De repente, vi de refilón a Paco asomado un poco en la puerta, siempre con su sonrisa, que nos expiaba en silencio, pero lo que me sorprendió es que se había bajado un poco el pantalón y se meneaba la polla. Aquella era la primera polla que yo veía en su máximo esplendor. Paco tenía una mata de pelos ya blancos que le cubrían los huevos y parte de la polla. También pude comprobar las dimensiones de la polla del tal Paco. Era una polla grande, venosa y sobre todo gorda, muy blanca y coronada con un capullo gordo rojizo y babeante. Yo me asusté y me saqué corriendo la mano del coño y me acerque al oído de Cris para decirle que estaba Paco mirando en la puerta. Ella mientras seguía chupando la polla del caballo ya con los ojos en blanco de placer, me dijo también bajito, no pasa nada Sara a Paco le gusta mirar y luego se folla a mi madre (así tal cual sin despeinarse) y es cuando empecé a pensar que muchas de las historias que me había contado mi prima igual no eran tan inventadas. También me dijo con la polla en la boca que si quería chupar un poco pero le dije que no, totalmente colorada y cortada.
A ella le daba igual estar allí en cuclillas, cachonda, sobándose el coño, con la polla de Ponky en su boca y recibiendo cada vez más chorreones de leche del caballo y con Paco al fondo en la puerta cascándose una paja. Después de un rato así, se puso en pie y se dio la vuelta. Me dijo – verás cómo se corre ahora – y entonces se agacho un poco y abrió bien las piernas mostrándome su culo. De nuevo me sorprendió verla así como a cuatro patas de pie ofreciendo su culo y su coño. Pude ver perfectamente su chocho rosado sin rastro de vello y completamente hinchado y rosado y ya babeando flujo. También comprobé su perfecto agujerito del culo, rosado, muy fruncido pero un poco abierto. Yo jamás había visto el ano a nadie lógicamente, pero ahora se que aquel precioso agujero se lo habían follado más de una vez, porque se veía un poco abierto. Y pensando todas estas cosas llegó el climáx total.
Cristina agarró la polla del caballo así de espaldas y empezó a frotarse el capullo por su coño y por su ano, Iba rítmicamente del coño al ano y apretaba un poco como para meterlo pero sin meterlo. Yo me baje las bragas por las rodillas y empecé a frotarme el clítoris de pie, y al fondo Paco con su polla como un mástil de dura aumentado la velocidad de su paja a punto de reventar, y ya jadeando en silencio. La primera en correrme fui yo, empecé a gemir descontroladamente y a soltar chorros de pis que mojaban mis muslos, las bragas y el suelo. En ese momento el caballo empezó a soltar ríos de leche líquida que pringaron el culo, el coño y la espalda de mi prima y ella empezó a frotarse rápidamente el clítoris mientras seguía restregándose la polla babeante por sus agujeros y comenzó a gemir, mientras sólo decía – me corro, me corro, me corro- y le caían los goterones de leche por los muslos hasta los pies. Y mientras yo cerraba los muslos para contraer mi coño allí de pie, al fondo Paco empezó a soltar leche como un bendito. Se pajeaba la polla a una velocidad vertiginosa con la cara congestionada y roja de placer y entonces salió un chorro de lefa como un disparo, dos, tres, cuatro y un último chorro final que le bajaba por la polla pringando los pelos canosos de su polla. Y así se detuvo el tiempo por un momento, yo con las piernas contraídas y las bragas mojadas, mi prima casi a cuatro patas bañada en leche y sus agujeros abiertos pidiendo guerra y Paco con la polla todavía dura y babeante en la mano, hasta que reaccionamos. Paco se subió el pantalón y se fue sin hacer un ruido y yo me subí las bragas corriendo asustada de lo que había allí había ocurrido en un momento pero ahora dándome cuenta lo que habíamos hecho. Cristina en cambio se levantó toda sonriente y soltó la polla del caballo que se empezaba a contraer como una manguera retráctil y todavía se la paso por las tetas y le dio unos lametones y unos besitos a la polla de Ponky.
Mientras mi prima se limpiaba como podía la leche con las manos, se puso las bragas y el vestido y yo le dije, tía que ¿hemos hecho? y ¿Paco viéndolo todo?, como se entere tu madre nos mata. Pero entonces mi prima me dio un cachete en la cara y un beso en la boca y me dijo:
- Tú eres tonta y no te enteras de nada. ¿Qué pasa que como eres una monjita no te gusta follar? Otro día se la chupas al caballo y nos lo follamos y verás como mola, o si quieres un día vamos a ver como Paco ayuda a mi madre a montar con los perros, verás que alucine. Yo eso no lo he hecho aún pero he visto a mi madre como lo hace a cuatro patas como una perra más mientras se la come a Paco y por los gritos que pega debe ser la mejor follada de su vida.
Y allí me quede cortada sin saber que decir e intentando asimilar lo que había pasado y lo que acababa de decirme mi prima. A partir de ahí empezó mi vicio con el sexo y empecé a escuchar con más atención las historias que me contaba mi prima porque ahora sabía que eran todas ciertas.
Espero que os haya gustado esta confesión que sólo mi prima, Paco y yo sabemos, a mí desde luego, me ha puesto bien cachonda recordarla….