Confesiones de una mujer casada (4)

Ultimo capítulo de la carta.

Confesiones de una mujer casada (IV).

Cuando yo volví a mi habitación en seguida pude ver que el muchacho aun estaba acostado en la cama, boca arriba y con los ojos cerrados.

Su enorme polla colgaba toda blanda hacia un lado, la tenía toda mojada y brillante, con la cabezota toda fuera, completamente descapullada.

Y eso a mi me hizo mucha gracia, porque yo ya sabia muy bien porque la tenia así… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… porque se notaba que el también se había corrido tan a gusto como yo… y mirándole la polla yo me reí en voz bajita.

Pero agradecida y contenta por el gustito que acababa d darme, a mi me supo mal dejarle así, y entonces yo quise ayudarle un poquito.

Entonces yo me acerque y me senté a su lado en la cama, luego saque un pañuelo limpio de cajón de la mesita de noche, me volví otra vez hacia el y le dije:

  • ¡Anda nene… ven… ven aquí…! ¡Deja que e limpie… eso… un poquito…!

Y diciendo esto, yo le cogí otra vez la polla al chaval y me puse a limpiársela con cariño. Y mientras se la limpiaba pude contemplársela gusto.

La verdad es que aquel chiquillo tenía una polla muy hermosa, y estaba muy desarrollada para su edad. Parecía la polla de un hombre maduro.

Y cuando yo pensé en la polla de un hombre maduro, sin querer en seguida me acorde de mi marido y de su hermosa polla, y también me acorde de un día que estábamos los dos desnudos en la cama, acabábamos de follar y yo estaba jugando con su polla en mis manos, y jugando jugando, de broma yo le medí la polla a mi marido con la cinta de medir que tengo en el costurero.

Y de repente a mi me entraron unas ganas tremendas de levantarme para ir al costurero a buscar la cinta de medir y medírsela también al chico. Pero me aguante las ganas y no lo hice, para que a el no le diera vergüenza.

Pero llena de curiosidad, yo no pude aguantarme, y disimuladamente se la medí con las manos.

¡Madre mía… que pájaro mas hermoso tenia aquel muchacho…!

Aquella polla media casi un palmo y medio de los míos de larga, y era tan ancha como mi muñeca. Con una cabezota completamente descapullada, morada y gorda como un huevo de gallina, y don dos hermosos huevazos, gordos y redondos.

La verdad es que yo tenía que reconocer que esta era una de las pollas más grandes que yo había tenido en mis manos en toda mi vida. Y yo se la miraba con admiración y con cariño. Además… me había dado tanto gustito

Sin querer, poco a poco yo me fui emocionando, y a mi me entraron unas ganas tremendas de jugar con ella… ya saben ustedes lo que yo quiero decir, sobre todo si ustedes son mujeres… me entraron ganas de tocársela, de apretársela, de sóbrasela con las dos manos, de besársela, de comérmela a besos

Y sin poder aguantarme me la acerque a los labios y le di un beso en la gorda cabezota… luego otro… y otro más… y poco a poco me la fui metiendo en la boca y empecé a chupársela despacito

El chaval se dejaba hacer y no decía nada, pero yo sabía que a el le gustaba lo que yo le estaba haciendo, porque notaba como su polla iba poniéndose cada vez más gorda y mas dura dentro de mi boca.

Yo no se cuanto tiempo estuve allí chupándosela, pero si que se que estuve un buen ratito, hasta que de repente, cuando más a gusto y más emocionada estaba yo chupándosela, el chiquillo empezó a decir:

  • ¡Pare "seña" Amparo… pare… pare "usted"…!

Entonces yo me saque la polla de la boca y le pregunte llena de curiosidad:

  • ¿Qué te pasa cielito…? ¿Es que no te gusta… no te lo hago bien…?

  • ¡No… no es eso…! ¡Si que me gusta… y mucho… pero es que tengo la… eso… a la punta… y se la voy a soltar como siga…!

Me contestó el chico nervioso.

Aquello a mí me hizo mucha gracia, y yo le dije riendo:

  • ¡Ah… es eso…! ¡No pasa nada tontito… suéltamela… suéltamela que mi eso no me da asco…!

Pero cuando ya iba yo a meterme otra vez la polla en la boca para seguir chupándosela, para que el muchacho pudiera acabar y pudiera correrse porque yo no pensaba dejarlo al pobre así de empalmado y caliente, el me volvió a decir:

  • ¡No… no… pero es que… es que yo… a mi… a mi me gustaría mas…!

Y entonces llena de curiosidad yo le pregunte toda divertida:

  • ¿Qué te gustaría…? ¡Anda… dímelo… no tengas vergüenza…!

Por fin el chaval se atrevió a decir:

  • ¡Es que a mi… a mi me gustaría mas…!

Y mientras decía esto yo veía como el chiquillo me clavaba la mirada entre los muslos y me miraba el chocho con unos ojos como platos.

Y entonces yo lo entendí todo

Como yo ya me había imaginado antes, se notaba que el chico solamente había follado con chicas de su edad, y como seguramente ellas siempre le pedían que les sacara la polla fuera del chocho antes de correrse y que se corriera fuera, no se había corrido nunca dentro del chocho de una mujer, esta era la primera vez que lo hacia, se notaba que le había gustado y ahora quería repetirlo.

Entonces yo, mirándole a los ojos de esa manera que solo las mujeres maduras y con experiencia sabemos mirar a los hombres hasta ponerlos como un volcán, le pregunte melosa:

  • ¡A ti te gustaría mas… metérmela… metérmela otra vez…! ¿No…? ¡Y… correrte… correrte otra vez… dentro…! ¿Verdad…?

Y sin decir nada, el muchacho me contesto que si con la cabeza.

La verdad es que al principio no había sido esa mi intención. Yo no quería ponerle la polla dura al chaval para que me follara otra vez, porque yo ya estaba bastante satisfecha y contenta, el chiquillo ya me había follado y yo ya me había corrido dos veces, y ahora solo quería jugar un ratito con su hermosa polla antes de que el se fuera de mi casa.

Pero como yo soy tan fogosa, solo de pensar que el chico estaba otra vez caliente y quería follarme otra vez, me entraron ganas de follar a mi también, aunque solo fuera por darle ese gusto al muchacho… bueno, por darle ese gusto a el y también por darle gustito… a su polla

Y aunque al principio yo no quería que el chaval se corriera dentro de mi chocho, por respeto a mi marido, como ya se había corrido una vez, ahora a mi ya me daba igual que se corriera otra vez.

Además, después del gustito que el me había dado a mi yo no podía negarle… nada

Pensé yo divertida.

Y entonces yo le pedí riendo:

  • ¡Ay pillín…! ¡Pues aguanta… aguanta un poquito… no la sueltes… no la sueltes todavía…!

Y diciendo esto, yo, rápidamente yo le solté la polla al muchacho y me puse de pie, dejándole a el acostado boca arriba en mitad de la cama, con la polla toda gorda y tiesa apuntando hacia el techo, como si fuera un dedo muy gordo.

¡Madre mía… que tío…! ¡Aun tiene mas ganas…! ¡Ya esta a punto otra vez…!

Pensaba yo mirándosela.

Y mientras tanto yo iba pensando en como podía ponerme para que el chaval pudiera meterme la polla en el chocho para que pudiera correrse dentro.

Y de repente, mirándole la polla del chiquillo apuntando hacia arriba, a mi se me ocurrió una idea.

Esta vez le haría al chico lo mismo que le hago a mi marido cuando yo quiero darle un "regalito"… ya saben ustedes lo que yo quiero decir, sobre todo si ustedes son mujeres… cuando mi marido me hace o me dice algo que a mi me pone muy contenta y yo quiero darle un "premio"

Riendo toda divertida por la idea, yo me dije al muchacho:

-¡Tu no te muevas nene…! ¡Quédate… quédate ahí… quédate así…!

Y el chaval me miraba extrañado, se notaba que el pobre no entendía nada.

Rápidamente, yo me subí otra vez a la cama de matrimonio y me puse de rodillas al lado del chiquillo, luego alargue una mano le cogí la polla y empecé a meneársela para ponérsela bien dura y a punto para que pudiera entrarme bien.

  • ¡Así nene… así…! ¡Tú no te muevas…! ¡Déjame… déjame a mi…!

Cuando yo note que la polla del chico ya estaba bastante dura, sin soltarle la polla, yo levante una pierna y me subí a caballo encima de el con los muslos bien abiertos, luego me acerque la polla hacia mi, me puse la puntita de la polla en la raja de mi chocho y poco a poco me fui dejando caer sentada encima de el.

En seguida yo sentí como la cabezota resbalaba entre los dos grandes labios de mi chocho y se me metía para dentro… y como me entraba la polla del muchacho… poco a poco, pero sin parar

¡Madre mía… parecía que aquello no acababa de entrar nunca…!

Hasta que sentí como toda la polla quedaba completamente encajada dentro de mi chocho… y sus gordos huevos se quedaban a las mismas puertas, bien pegaditos a mis nalgas

¡Madre mía… que gustito mas bueno…!

  • ¡Uuuyyy… que grande… que grande la tienes bribón…!

Suspire yo mimosa, cerrando los ojos y removiendo el culo.

Por unos momentos yo me quede así muy quieta, sentada encima del chaval, con toda su polla metida dentro de mí.

Luego, cuando a mi se me paso la impresión y el gustito del primer momento, yo volví a abrir los ojos otra vez, y entonces empecé a moverme despacito… empecé a moverme arriba y abajo, subiendo y bajando mi hermoso culazo, haciendo que la polla del chiquillo entrara y saliera de mi chocho sin parar, para darle gustito a su polla.

  • ¡Choooppp… choooppp… choooppp… choooppp… choooppp…!

  • ¡Ahora nene… ahora…! ¡Suéltamela… suéltamela ahora… suéltamela aquí… llénamela toda con tu… eso…! ¡Que de verte esa cosa tan hermosa que tienes ahí… a mi también se me abre la… eso… de ganas…!

Le susurraba yo melosa sin dejar de moverme.

El chico no decía nada y se dejaba hacer con los ojos cerrados, y yo lo miraba y disfrutaba viendo como estaba disfrutando el.

Pero una no es de piedra

Y aunque la verdad es que esta vez habíamos empezado a follar otra vez porque el muchacho tenía ganas, porque les prometo a ustedes que yo ya estaba bastante satisfecha y contenta, aquel continuo mete y saca pronto hizo que mi chocho comenzara a reaccionar otra vez, y poco a poco yo empecé a ponerme otra vez cachonda.

Además, de vez en cuando el chaval volvía a abrir los ojos otra vez, entonces alargaba las dos manos hacia delante, me cogía las tetas y me las tocaba nervioso mientras yo seguía follándomelo a el. Otras veces bajaba las manos para abajo, me cogía las nalgas y me ayudaba a subir y a bajar mi culazo, haciendo que yo me moviera mas aprisa o mas despacio, según quería el a cada momento.

¡Míralo… esta disfrutando como un loco…!

Pensaba yo mirándolo.

Y esos pensamientos a mi aun me ponían mas cachonda

Y sin darme cuenta yo también empecé a moverme arriba y abajo cada vez más aprisa, para darle yo también gustito a mi chocho.

  • ¡Choooppp… choooppp… choooppp… choooppp… choooppp…!

¡Madre mía… que gustito mas rico…!

Pero aquello no duro mucho

Porque como el chiquillo ya estaba apunto de correrse antes de que empezáramos a follar, cuando mas a gusto estaba yo subiendo y bajando mi culo, metiéndome y sacándome la polla del chocho, el chico empezó a suspirar con fuerza y en seguida yo sentí como su polla palpitaba dentro de mi y me echaba toda su leche a grandes chorros que me llegaron a lo mas hondo de mi chocho.

Y cuando yo me di cuenta de que el muchacho estaba corriéndose, reaccione en seguida

Rápidamente, yo me deje caer sentada encima de el, metiéndome toda la polla dentro del chocho, y en seguida empecé a mover el culo y las caderas adelante y atrás aprisita, para ver si podía correrme yo también.

Pero a mí ya no me dio tiempo de terminar

Como esta ya era la tercera vez que el chaval se corría, la polla se le aflojo rápidamente, cortando la follada solo unos segundos antes de que mi me viniera el gustito y dejándome a mi completamente despagada, con la miel en los labios y desde luego mucho mas cachonda que antes de empezar a follar con el chiquillo.

¡Madre mía… que cachonda me dejó…!

Que rabia me dio a mi eso. Con lo tranquilita, satisfecha y contenta que me había quedado yo después de la primera follada. Esta fue la follada más cortita de toda la tarde.

Cuando todo acabo, nos quedamos los dos un ratito quietos encima de la cama, en la misma posición

El muchacho acostado boca arriba en mitad de la cama, con la cabeza apoyada encima de la almohada y con los ojos cerrados, y yo sentada encima de el, con los muslos bien abiertos y con toda su polla bien metidita dentro de mi chocho.

Y aunque yo estaba enfadada con el porque me había dejado mas cachonda que antes de empezar a follar, yo lo miraba con cariño, orgullosa y contenta por el gustito que le había dado

Y cuando el chaval abrió los ojos yo, llena de curiosidad, le pregunte melosa:

  • ¿Estas bien cariño… es… esto… lo que tu querías…?

  • ¡Uuufff… si… si señora…!

Me contesto el chiquillo resoplando y riendo.

Y aquello a mi me hizo mucha gracia, y me reí yo también.

Pero yo estaba muy cachonda y aun no me había desfogado, y tenia prisa por ponerle otra vez la polla dura al chico para que pudiera metérmela otra vez y pudiera acabar lo que había empezado. Y sin querer esperarme más, yo me incorpore un poquito, para bajar de encima del muchacho.

Pero cuando yo levante el culo para sacarme la polla del chocho y poder bajar de encima del chaval, con las prisas, sin querer detrás de la polla a mi se me salio del chocho toda la leche que el chiquillo me había echado dentro, cayéndole encima a el y pingándole por todas partes… por el vientre, los huevos, los muslos

Y esos momentos para mi también fueron un poco delicados, porque eso a mi me dio un poco de vergüenza. Porque si eso me pasa con mi marido a mi me hubiera dado igual, pero como yo no tenia tanta confianza con el chico a mi me dio un poco de vergüenza.

Y antes de que el muchacho dijera nada, yo reaccione en seguida

  • ¡Madre mía… que desastre…! ¡Uy uy uy… que empastre…!

Solté yo riendo, disimulando la situación y quitándole importancia a la cosa.

Y diciendo esto, rápidamente yo volví a coger otra vez el pañuelo que había sacado antes para limpiarle la polla al chaval y empecé a limpiárselo todo con cariño.

Y mientras lo hacia, yo con disimulo yo le mire a la cara al chiquillo para ver como reaccionaba, y en seguida pude ver que el no decía nada, y después de eso yo ya me quede un poco mas tranquila.

Pero tan pronto se me paso a mí el apuro y la vergüenza del primer momento, en seguida yo volví a "mi primera intención"… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… en seguida volví yo a hacerle "cositas" al chico para ponerle otra vez la polla dura para que pudiera acabar lo que había empezado.

Y mientras le limpiaba la polla, yo empecé a menéasela arriba y abajo con disimulo. Aunque la verdad es que yo estaba tan cachonda que no podía disimular muy bien y cada vez se la meneaba mas descaradamente.

Mientras tanto el muchacho se dejaba hacer y no decía nada, solamente me miraba y sonreía, seguramente el muy sinvergüenza ya se imaginaba cuales eran mis intenciones, pero yo estaba tan cachonda que a mi ya me daba igual que se me notara tanto, a mi ya no me daba ninguna vergüenza y solo quería que el chaval me follara otra vez.

Y la verdad es que yo tengo que reconocer que esta vez a mi me costo un poquito mas, pero al final pude ponérsela dura otra vez. Y cuando yo note que la polla del chiquillo ya estaba bastante dura, ya no quise esperarme más, para que no me pasara lo mismo que antes.

Sin querer esperarme mas, rápidamente yo le solté la polla al muchacho y me puse de pie, quedándome allí al lado de la cama, luego me volví otra vez hacia el y le pedí nerviosa:

-¡Anda nene… ven… ven aquí…!

En seguida el chaval se levanto y se puso a mi lado con la polla toda gorda y tiesa colgándole entre las piernas, a punto para metérmela y follarme otra vez.

Sin ningún disimulo ya, yo se la miraba y me reía contenta.

¡Madre mía… que maravilla…! ¡No se cansa nunca…! ¡Es inagotable…!

No es que yo me burlara de el, es que no podía creerme lo que me estaba pasando. Hacia mucho tiempo que mi marido no me follaba tantas veces seguidas en un mismo día, y yo no podía creerme lo que me estaba pasando esa tarde a mí con el chiquillo.

Y mientras tanto yo iba pensando en como podía ponerme esta vez para que el chico pudiera meterme la polla en el chocho para poder follarme otra vez.

El muchacho ya se había corrido tres veces esa tarde y yo sabia muy bien por experiencia que esta vez tardaría mas en correrse y la follada iba a durar mas, así que tenia que buscar una posición que fuera mas cómoda para los dos.

Rápidamente lo decidí

Esta vez el chaval me la metería por delante, y me fallaría como lo hacen normalmente todas las parejas… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… con la mujer acostada boca arriba con las piernas abiertas y el hombre encima

Esa es la manera como me folla normalmente mi marido, y yo tengo que reconocer que es también la que mas me gusta a mi, porque en esa posición los hombres pueden besarte y tocarte los pechos mientras te están follando, y eso a mi me gusta mucho.

Yo ya sabia muy bien por experiencia que en esa posición yo estaría mas "abierta" y mas "indefensa" ante las embestidas del chiquillo, pero se notaba que el chico ya estaba mucho mas tranquilo, y yo ya no tenia que tener tanto cuidado como la primera vez.

Sin poder aguantarme mas, yo me di la vuelta, dándole la espalda al chico, y me subía a la cama de matrimonio, luego me acosté boca arriba en mitad de la cama, apoye la cabeza encima de la almohada pero no abrí los muslos.

Porque aunque el muchacho ya me había visto desnuda y ya me había follado dos veces esa tarde, yo aun no tenia bastante confianza con el, y aun me daba un poco de vergüenza abrir los muslos de par en par y enseñarle mi chocho todo abierto igual que le hago a mi marido.

Y luego le pedí ansiosa:

  • ¡Anda chulo mió… ven… ven aquí y métemela…! ¡Métemela otra vez… que ahora soy yo la que tiene ganas…! ¡Anda… corre… date prisa… no me hagas esperar mas…!

En seguida el chaval se acerco y también se subió a la cama, luego se puso encima de mí y empezó a besarme por toda la cara y el cuello, mientras me tocaba las tetas y me decía cosas bonitas al oído:

-¡Aaayyy "seña" Amparo… me vuelve "uste" loco… locooo…!

Yo lo abrazaba contra mí y respondía con gusto a sus besos mientras sentía su dura polla golpeándome los muslos el vientre sin encontrar… "el camino"… ya saben ustedes lo que yo quiero decir

  • ¡Espera nene… espera… no seas tan impaciente…!

Le pedí yo cariñosa.

Y diciendo esto, yo baje una mano para abajo y le busque la polla al chiquillo, ansiosa se la cogí y se la menee un poquito para ponérsela bien dura y a punto para que pudiera metérmela bien, luego abrí los muslos y yo misma me coloque la gorda cabezota de la polla en la misma entrada del chocho, y después le susurre al chico al oído:

  • ¡Ahora…ya… ya puedes…! ¡Empuja… empuja ahora…!

Entonces el muchacho apoyo las dos manos encima de la almohada, a los dos lados de mi cabeza, luego se incorporo un poquito y dio un fuerte empujón hacia delante

En seguida yo sentí como me llenaba toda con aquella enorme polla… y como me entraba entera de una sola vez… con mi chocho bien ensanchado por las dos folladas que me había dado y llenito de leche de su anterior corrida, me entro toda fácilmente, sin ningún impedimento

¡Madre mía…que impresión…! ¡Me va a romper… me va a reventar…!

Pensé yo impresionada.

Y note como sus gordos huevos chocaban contra mis nalgas… y los empujones que me daba para metérmela bien adentro… el muy sinvergüenza ya la tenia toda dentro y aun quería seguir empujando para seguir metiendo

  • ¡Uuuyyy… que puyazo me has metido bandido… casi me rompes…!

Me queje yo mimosa, apretando las nalgas y cerrando los muslos.

Esta vez el chaval no me contesto, y por unos momentos se quedo quieto, parecía como si estuviera saboreando aquella estupenda metida.

La verdad es que el chiquillo tampoco me había hecho daño esta vez, pero a mi me había dado mucha impresión. Porque no es ninguna tontería que a una mujer le metan una polla tan grande como aquella toda de golpe, por muchas ganas que tenga de que le metan una polla.

Pero en esos momentos yo no quería enfadarme con el chico, además, tampoco podía enfadarme con el, al fin y al cabo la culpa había sido mía por ponerlo tan caliente, así que ya no le dije nada mas.

Luego el muchacho se dejo caer encima de mí y empezó a moverse… empezó a moverse adelante y atrás, metiéndome y sacándome la polla del chocho con fuerza, haciendo que nuestros vientres comenzaran a chocar en un continuo vaivén.

  • ¡Plap… plap… plap… plap… plap…!

Y con mi chocho bien ensanchado y llenito de leche de su anterior corrida, su polla comenzó a entrar y a salir de mi chocho haciendo un sonoro ruidito caldoso, igual como cuando me folla mi marido:

  • ¡Chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss…!

Y poco a poco a mi se me fue pasando el susto y la impresión del primer momento, y en seguida yo volví a abrir los muslos otra vez y yo también me puse a disfrutar de aquel rico mete y saca.

¡Madre mía… que gustito mas bueno…!

El chaval me la metía y me la sacaba cada vez con más fuerza, para darle gustito a su polla, y yo sentía como sus gordos huevos chocaban contra mis nalgas cuando me la metía toda dentro, y estaba en la gloria, porque mientras tanto el chiquillo no dejaba de besarme y de tocarme las tetas. La verdad es que me lo hacia mejor que mi marido.

De vez en cuando el chiquillo paraba de follarme por unos momentos, entonces volvía a apoyar las dos manos encima de la almohada, se incorporaba un poquito y luego seguía follándome otra vez.

Y al principio yo no supe porque lo hacia y pensé que seguramente lo haría para cambiar de posición o para descansar un poquito, pero cuando me di cuenta de que cada vez que el chico hacia eso miraba para abajo sin dejar de follarme, entonces yo lo entendí todo.

Se notaba que al chaval le gustaba mirar como su polla entraba salía de mi chocho, y estaba disfrutando como un loco, mirando todo lo que quería.

Mi marido eso no lo suele hacer mucho, pero yo se que a muchos hombres eso les gusta porque me lo cuentan mis amigas cuando hablamos de esa cosas… que a algunos de sus maridos les gusta mirarles el chocho a ellas mientras ellos se las están follando

Y yo no le decía nada al chiquillo, para que el pudiera disfrutar a gusto, solamente lo miraba y me reía.

Seguramente el muy sinvergüenza ya había hecho lo mismo la primera vez que me había follado, pero como me lo había hecho por detrás y yo no podía verle no me había dado cuenta antes.

Pensé yo.

Y esos pensamientos a mi aun me ponían mas cachonda

Entonces yo con toda la picardía del mundo abría un poco más los muslos, para que el chico pudiera mirarme el chocho mejor.

Luego, cuando el muchacho se cansaba de mirar y levantaba la cara, yo le miraba a los ojos y le decía "cositas" para ponerlo mas caliente que siguiera fallándome y dándome gustito.

  • ¡Aaayyy cariño… como la sientooo…! ¡Como siento como entra y como saleee… y que gustito… que gustito mas bueno me esta dandooo…!

Entonces el chaval se dejaba caer otra vez encima de mí y seguía follándome, metiéndome y sacándome la polla del chocho con más ganas que antes.

  • ¡Chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss…!

¡Madre mía… que gustito mas rico…!

Y cuando el chiquillo estaba en pleno mete y saca, yo sin ningún disimulo ya, también movía el culo al compás de sus embestidas.

Y cuando el chico empujaba para delante para meterme la polla en el chocho, yo apoyando los dos pies encima de la cama, levantaba el culo de la cama para sentir su polla más adentro y que me diera más gustito al chocho. Y cuando el muchacho se hacia para atrás para sacarme la polla del chocho, yo volvía a dejar caer otra vez el culo encima e la cama, para que el pudiera sacármela para que pudiera metérmela otra vez toda dentro.

¡Madre mía… que gustito mas grande…!

Esta vez el chaval me la tuvo metida un buen ratito. Y aquel continuo mete y saca a mi me estaba dando un gustito cada vez más grande, hasta que yo note que ya me iba a correr otra vez. Entonces cuando yo sentí los primeros espasmos el gustito en mi chocho, yo le pedí ansiosa:

  • ¡Ahora nene… ahora…! ¡Dámela… dámela ahora… que ya me viene…! ¡Córrete… córrete tu también conmigo… no dejes que me corra yo sola…!

Entonces el chiquillo empezó a follarme más aprisa, dándome tanto gustito al chocho que en seguida yo me corrí en medio de un mar de suspiros:

  • ¡Así nene… así…! ¡Sigue… sigue…! ¡Ooohhh… que gustooo… que gusto vida mía…! ¡Oh… ohhh…! ¡Ay señor… no me lo puedo creer… no me lo puedo creer… me voy a correr… me voy a correr otra vez…! ¡Siii… siii…! ¡Ya viene… yaaa… yaaa…! ¡Ah… ah…! ¡Aaahhh… aaahhh… AAAAAAHHHHHHHHHHHH…! ¡AAAAAAAHHHHHHGGGGGG…!

¡Madre mía… que gusto…!

No fue tan fuerte como los dos anteriores, pero fue largísimo. Por un momento pensé que me iba a desmayar.

Cuando yo recuperé el sentido en seguida me di cuenta de que el chico aun estaba encima de mi, y aprovechándose de que yo me había quedado "medio atontada" y "flojita" por el gustito que acababa de darme, me hacia todo lo que quería y seguía tocándome y follándome como un loco.

Pero aquello a mi no me molestaba, sino todo lo contrario

Yo con los muslos abiertos me dejaba hacer contenta, y aunque yo ya tenia el chocho un poco sensible por haberme corrido tres veces y por el continuo rozamiento de su polla, la verdad es que a mi me hubiera gustado seguir así un ratito más, pero se notaba que el pobre muchacho ya estaba muy cansado y a mi me supo mal.

Al fin y al cabo yo ya había conseguido lo que quería, ya me había corrido y ya me había desfogado, y no quería abusar del chaval… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… quiero decir que no quería abusar de su fuerza y de su juventud, y tampoco quería que se pusiera enfermo por mi culpa la primera vez que nos acostábamos juntos.

Durante un buen ratito más yo con los muslos abiertos me deje follar y espere a que el chiquillo acabara, pero el pobre no acababa nunca, se notaba que como ya se había corrido tres veces ahora le costaba más correrse.

Yo se que a veces les pasan estas cosas a los hombres, por experiencia propia y porque me lo cuentan mis amigas cuando hablamos de esas cosas… que cuando los hombres se corren varias veces seguidas cada vez les cuesta mas correrse… y tengo que reconocer que con toda la picardía del mundo muchas veces las mujeres nos aprovechamos de eso, pero les prometo a ustedes que en esos momentos no era esa mi intención, y toda cariñosa yo le pregunte al chico:

  • ¿Aun no te viene… pobrecito mió…?

Pero el muchacho no me contesto y siguió con el mete y saca como un desesperado.

  • ¡Chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss…!

Entonces yo quise ayudarle un poquito y le hice al chaval lo mismo que le hago a mi marido cuando quiero que se corra y acabe pronto… ya saben ustedes lo que yo quiero decir, sobre todo si ustedes son mujeres… esas noches que una tiene mucho sueño y quiere que su marido se corra y acabe pronto

Le hice "el sacacorchos" como lo llama mi marido… apreté los labios del chocho con fuerza y empecé a remover el culo y las caderas para darle mas gustito a la polla y… "ordeñársela bien ordeñadita"

  • ¡Ahora nene… ahora…! ¡Dámela… dámela ahora que la estoy esperando…! ¡Dámela ya… que lo estoy deseando…!

Le animaba yo melosa.

En seguida el chiquillo empezó a suspirar con fuerza hasta que dándome unas metidas tremendas se corrió, vaciándome toda la leche de sus huevos dentro de mi chocho,

¡Madre mía… que remojón me soltó…!

Se corrió más que nunca. Me dejo llenita.

Cuando todo acabo estábamos los dos rendidos e disfrutar tanto, y durante un buen rato nos quedamos los dos quietos encima de la cama, en la misma posición

Yo acostada boca arriba en mitad de la cama, con la cabeza apoyada encima de la almohada y con las piernas abiertas, y el muchacho encima de mí, con la cabeza apoyada en mis grandes pechos y con su polla toda metida entre mis muslos.

Durante un buen ratito yo aun pude seguir sintiendo como de vez en cuando su polla seguía palpitando y descargando hasta la última gotita de leche dentro de mi chocho.

  • ¡Chiiissssssttt…! ¡Tranquilo nene… tranquilo…! ¡No la saques… no la saques todavía… quédate… quédate un ratito dentro…! ¡Así… así… descansa… descansa un poquito…!

Le susurraba yo mimosa, tocándole y acariciándole el pelo.

La verdad es que en aquellos momentos yo me sentía la mujer más dichosa del mundo.

Cuando el chaval se recupero del todo, volvió a apoyar otra vez las dos manos encima de la almohada, se incorporo un poquito y levanto la cara.

Entonces yo le mire a los ojos y llena de curiosidad, le pregunte melosa:

  • ¿Estas bien cariño…?

Sin decir nada el chiquillo me contesto que si con la cabeza, luego se hizo hacia atrás y me saco la polla del chocho.

Cuando chico me saco la polla del chocho en seguida yo sentí como un gran borbotón de leche caliente se me salía del chocho y me bajaba por entre las dos nalgas, mojando las sabanas que yo tenia debajo del culo.

¡Madre mía… que impresión…! ¡Parecía que me estaba meando…!

Sin poder evitar la reacción, yo levante la cabeza de la almohada y me mire el chocho llena de curiosidad, y entonces sin querer también le vi la polla al muchacho.

El chaval ya se había corrido cuatro veces esa tarde, pro aun tenia una polla impresionante, y estaba toda mojada y brillante, con la cabezota toda fuera, completamente descapillada, y también pude ver que aun le goteaba

¡Madre mía… que cosa más hermosa tienes chiquillo…!

Pensé yo mirándosela y riendo, pero no le dije nada a el para que no le diera vergüenza.

Luego el chico se acostó a mi lado en la cama.

Rápidamente, yo cerré las piernas, me puse una mano entre los muslos, para que no se me saliera la leche que me quedaba dentro, y luego me levante y me fui al cuarto de baño a lavarme.

Cuando iba corriendo desnuda por el pasillo hacia el cuarto de baño, tapándome el chocho con una mano y sujetándome los pechos con la otra, yo iba con la misma emoción y con la misma ilusión de mirarme el chocho como la primera vez.

Y cuando entre en el cuarto de baño, rápidamente me senté en el bidet, me quite la mano del chocho, abrí los muslos y me mire otra vez el chocho llena de curiosidad.

El muchacho ya me había follado tres veces esa tarde, y yo pude ver que yo ahora tenia los labios del chocho rojos, hinchados y completamente abiertos, y se podía ver toda la raja de dentro, toda roja, húmeda y brillante, y que aun tenia la misma forma que la polla del chaval, toda ancha y redonda.

¡Madre mía… como me lo ha dejado el muy sinvergüenza…! ¡Me lo ha dejado todo abierto…! ¡Si parece un túnel…! ¡Por ahí cabe hasta un tren de mercancías…!

pensé yo mirándome el chocho y mordiéndome lo labios para que no se me escapara una risita de picardía y que no me oyera el chiquillo desde la habitación.

Y mientras veía como me salía del chocho toda la leche que el chico me había echado dentro y caía en el bidet, también pude ver como la raja de mi chocho iba cerrándose poco a poco y recuperaba otra vez su forma normal, mas cerrada y alargadita.

Luego, una vez satisfecha mi curiosidad, yo abrí el grifo del agua y empecé a lavarme el chocho, el culo y los muslos bien lavaditos.

Cuando volví a mi habitación en seguida vi que el muchacho ya se había levantado y se estaba vistiendo. Ahora ya parecía mucho mas calmado. Sonriendo yo me acerque a el, le cogí la cara con las dos manos y dándole un beso en los labios le pregunte cariñosa:

  • ¿Estas bien cariño… te ha gustado…?

En seguida el chaval se puso más rojo que un tomate y me contesto nervioso:

  • ¡Si… si señora… mucho…!

Y aquello a mí me hizo mucha gracia, habíamos estado los dos toda la tarde follando y aun se ponía rojo de vergüenza cada vez que hablaba conmigo, y yo le dije riendo también:

  • ¡A mi también me ha gustado… mucho… me has hecho una mujer muy dichosa…!

Pero como ustedes comprenderán yo también quería asegurarme de que el chiquillo seria discreto y no iría contando luego por ahí todo lo que había pasado esa tarde en mi casa, y poniéndome un poco más seria le volví a preguntar:

  • ¡Pero…! ¿Tu sabes lo que ocurriría… si alguien se enterase de… esto… verdad…?

Entonces el chico se puso muy serio y me respondió:

  • ¡Si… si señora…!

Y luego bajando la cara y mirando hacia el suelo siguió diciendo:

  • ¡Y… si "uste" quiere… yo… yo ya no volveré mas…!

¡Madre mía… que penita mas grande de dio a mi el pobrecito…!

Se notaba que el muchacho no había entendido nada de lo que yo quería decirle, y yo reaccione en seguida:

  • ¡No… no quiero…!

Le dije.

Y en seguida el chaval volvió a levantar la cara y me miro todo extrañado.

Entonces yo le volví a coger la cara con las dos manos y le explique cariñosa:

  • ¡Mira…! ¡Tu estas aquí porque yo lo he querido… a mi nadie me ha obligado…! ¡Y quiero que sepas que yo quiero que vengas mas veces… siempre que no este mi marido… porque esto es solo el principio… "el primer plato"… y yo quiero que sigamos hasta "los postres"… hasta el final…! ¿Tú sabes lo que yo quiero decirte…?

En seguida vi como al chiquillo se le iluminaba la cara de alegría, y me pregunto riendo:

  • ¿Lo… lo dice "uste" en serio…?

Entonces yo mirándole a los ojos de esa manera que solo las mujeres maduras y con experiencia sabemos mirar a los hombres hasta ponerlos como un volcán, poco a poco fui bajando una mano para abajo, me la puse entre los muslos y señalándome el chocho con un dedo, le dije con toda la picardía del mundo:

  • ¡Yo no… es… esta… la que lo dice…!

El chico me entendió a la primera, y en seguida empezamos los dos a reírnos con ganas.

Después el muchacho termino de vestirse. Yo me puse una batita de estar por casa y le acompañe a la salida, nos dimos un beso antes de abrir la puerta y luego lo despedí con educación, por si había algún vecino del rellano que pudiera vernos.

  • ¡Ale bonico…! ¡Gracias… y… hasta otro día…!

Y antes de que los niños volviesen del colegio, el chaval ya se había marchado de casa.

Cuando el chiquillo se fue yo también me vestí, cambie las sabanas de la cama de matrimonio, que tenían dos rodales de humedad muy grandes en el centro y luego las tire a lavar, junto con mis bragas y con el pañuelo que había sacado para limpiarle la polla al chico.

Después abrí las ventanas de la habitaron y la ventile un poquito, que olía mucho a todo lo que había pasado allí dentro esa tarde… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… olía como huele una habitación donde han estado follando una pareja, olía a leche de hombre y a chocho de mujer… un hombre no se fija tanto en esas cosas, pero una mujer se da cuenta en seguida

Luego arregle un poquito la casa y todo se quedo como si no hubiera pasado nada.

Esa noche, después de cenar, como siempre yo recogí la mesa y acosté a los niños, luego me fui al comedor y me senté en el sofá con mi marido a ver la tele. Y mientras veíamos la película que hacían esa noche, yo aproveche la ocasión y me puse a repasarle los botones de una camisa de mi marido.

Estaba yo rebuscando en el costurero un carrete de hilo del mismo color que la camisa, cuando me encontré con la cinta de medir. En seguida yo me acorde del muchacho y de todo lo que me había pasado esa tarde, y me entraron unas ganas tremendas de saber lo que media "un palmo y medio" de los míos… ya saben ustedes lo que yo quiero decir

Con toda la picardía del mudo yo mire a mi marido y en seguida pude ver que el estaba muy distraído viendo la tele. Entonces yo con disimulo cogí una manga de la camisa, me la puse sobe los muslos y con las dos manos la alise bien alisadita. Luego con una mano medí un palmo sobre la manga de la camisa, después medio y al final lo medí todo con la cinta de medir

¡Madre mía… menuda longaniza tenia aquel chaval…! iSi aquello eran 23 o 24 centímetros… casi una cuarta…! ¡Que burrada… que animalada…! ¡Y… me la había metido… toda… dentro…! ¡Que bestia… que bruto…!

Pensé yo llena de sorpresa, mordiéndome los labios para que no se me escapara un gritito y que no me oyera mi marido

¡Ahora que yo… yo no podía quejarme mucho…! ¡Porque bien que me la había dejado meter…! ¡Y no una… sino tres veces…! ¡Y no me arrepentía…! ¡Porque… que gustito mas bueno me había dado…!

Pensé después, un poco mas tranquila

¡Y… menudo chocho tenia yo también…! ¡Porque… bien que me había cabido toda aquella enorme longaniza dentro…! ¡Que digo chocho… lo que yo tenia era un señor chochazo…!

Y cuando yo pensé esto a mi me entro la risa, y si poder aguantarme yo empecé a reírme con ganas

  • ¿Qué pasa Amparo… de que te ríes…?

Me pregunto mi marido cuando me pillo riéndome.

  • ¡Nada… nada… no es nada… cosas mías…!

Le conteste yo disimulando la situación y quitándole importancia a la cosa.

Y menos mal que mi marido ya no me dijo nada mas y continuo mirando la tele, porque a mi ya no se me ocurría nada mas para decirle.

Aquella noche, cuando nos fuimos a la cama, yo aun tenia el chocho hinchado y abierto, pero no me dolía ni me escocia nada, y dormí toda la noche como una reina.

A partir de aquel día Paquito vino muchas mas veces a mi casa a… traerme la leche… y puedo asegurarles a ustedes que este es uno de los mejores negocios que yo he hecho en toda mi vida, sino véanlo ustedes mismos

A los vecinos no les damos ningún escándalo, porque a nadie le llama la atención que el muchacho venga de vez en cuando por mi casa, además, nosotros procuramos ser siempre muy discretos.

A mi marido lo tengo contento, porque naturalmente el no sabe nada de todo esto, yo ya no le pido "nada de nada" y en cambio el a mi me sigue teniendo y me lo sigue haciendo siempre que quiere.

Al chaval le ofrezco un buen chocho donde puede desfogarse a gusto, así no tiene que ir a buscarlo por ahí que le pueden pegar alguna mala infección, es un chocho "de toda confianza" y además a el no le cuesta ni una peseta.

Y a mi no me falta nunca un buen "cuartillo de leche recién ordeñadita" en casa, y hay días que por partida doble, por la tarde me la a el chico y por la noche mi marido.

Pero esa es una historia que ya les contare otro día

Amparo. Valencia.