Confesiones de una mujer casada (2)

Todo lo que ocurio esa misma noche.

Confesiones de una mujer casada (II).

Esa noche, después de cenar, rápidamente yo recogí la mesa y acosté a los niños, luego me metí en el cuarto de baño, me quite las bragas, me senté en el bidet y me lave el chocho y el culo bien lavaditos. Después me fui a mi habitación y acabe de desnudarme del todo, me puse un camisoncito muy provocador que tengo, cortito y muy transparente, y no me puse bragas debajo, y luego me senté en la cama a esperar a que viniese mi marido.

Yo estaba nerviosa y muy cachonda, por todo lo que me había pasado esa misma mañana, y aunque la verdad es que me había quedado un poco mas tranquila después de tocarme el chocho y darme gustito yo misma, yo aun tenia mas ganas, pero ahora tenia "ganas de hombre"… ya saben ustedes lo que yo quiero decir, sobre todo si ustedes son mujeres

Hablando "clarito" y aunque a mi me da un poco de vergüenza decirlo, yo ya no quería mas "deditos", lo que yo quería era que mi marido me metiera la polla en el chocho y me follara bien folladita.

Y ustedes me perdonaran que esto también lo diga así, de una manera un poco basta, porque yo tengo que reconocer que mi esto también me parece un poco basto que una mujer lo diga así, pero yo estoy segura de que ustedes me entenderán mejor si lo digo así de "clarito" que si lo digo de una manera un poco mas… "fina"

Cuando mi marido entro en el cuarto en seguida yo me puse a disimular, y haciendo como si estuviera colgando la ropa que me había quitado, empecé a pasear casi desnuda como estaba por toda la habitación, para que mi marido pudiera verme bien vista y ponerlo bien calentito.

Con toda la picardía del mundo, delante de mi marido, yo me inclinaba hacia delante para retirar la colcha de la cama de una manera exagerada, pera que mi marido pudiera verme mis dos hermosas tetorras colgando por el amplio escote del camisón… o me agachaba delante de el a recoger la ropa que había caído al suelo, poniéndole todo mi hermoso culazo completamente desnudo en pompa delante de sus ojos… o delante de el yo me sentaba en el borde de la cama, y como por descuido abría mis hermosos muslazos, enseñándole todo mi peludo chochazo….

Pero pronto yo me di cuenta de que mi marido no se fijaba en mí. Se notaba que el pobre estaba muy cansado, y yo sabia muy bien por experiencia que si yo no le decía nada el se acostaría y se dormiría en seguida, y me dejaría a mi con todas las ganas del mundo.

Yo sabia muy bien por experiencia que si yo quería que mi marido me follara esa noche tenia que hacerlo todo yo, así que decidida a todo, yo me senté en el borde de la cama, le mire y le dije:

  • ¿Aun estas así Manolo…? ¡Anda… ven… ven aquí… deja que te ayude yo un poquito…!

Y sin decir nada, mi marido se acerco a donde yo estaba sentada, quedándose de pie frente a mí.

Disimulando todo lo mejor que podía los nervios tan grandes que tenia en esos momentos, yo alargue las dos manos hacia delante, y mientras mi marido se quitaba la camisa, poco a poco yo le fui desabrochando los pantalones y se los deje caer al suelo, luego le cogí los calzoncillos y se los baje, dejando al aire libre su hermosa polla, que se quedo colgando toda blanda entre sus peludas piernas, junto con la bolsa de los huevos.

Cuando yo le vi. la polla a mi marido en seguida sentí como se me despertaba el chocho entre los muslos, igual como me había pasado esa misma mañana.

  • ¡Madre mía… que cosa mas hermosa tiene mi niño…!

Solté yo riendo.

Y sin poder aguantarme, yo alargue otra vez las dos manos hacia delante, le cogi la polla a mi marido y empecé a hacerle mimos.

  • ¡Uuuyyy… pobrecita mía… que blandita y que arrugadita esta…!

  • ¡Amparooo… que me vas a poner como un burrooo… y ya es muy tardeee…!

Me dijo mi marido con una voz ronca.

  • ¡Calla tonto…! ¡Mira… mira que llenos y duros los llevas… y eso es malísimo…! ¡Hay que descargarlos de vez en cuando… o te pondrás malito…!

Le conteste yo, mirándole a los ojos y sonriendo con toda la picardía del mundo sin dejar de acariciarle la polla.

Mi marido ya no dijo nada más, y entonces yo empecé a acariciarle la polla con las dos manos, y mientras le acariciaba la polla a mi marido yo notaba como me iba poniendo cada vez más cachonda.

Pero esto no duro mucho, porque cuando más a gusto y mas emocionada estaba yo acariciándole la polla, el me soltó de repente:

  • ¡Espera Amparo… espera un poquito… que quiero mear primero…!

Y diciendo esto, mi marido se hizo hacia atrás, quitándome la polla de las manos, luego se dio la vuelta y salio desnudo de la habitación, para irse al cuarto de baño, dejándome a mi allí sentada, completamente despagada, con la miel en los labios y desde luego mucho mas cachonda que antes de empezar a tocarle la polla.

¡Esto no puede quedarse así…!

Pensé yo, y reaccione en seguida.

Rápidamente yo me puse de pie y me quite el camisón, quedándome yo también completamente desnuda, y luego salí de mi cuarto para ir a buscar a mi marido.

Cuando yo entre en el cuarto de baño en seguida pude ver que mi marido estaba acabando de mear en esos momentos.

Sin pensármelo dos veces, rápidamente yo cerré la puerta el cuarto de baño por dentro, luego me acerque por detrás a mi marido y lo abrace, y sin darle tiempo a reaccionar le cogi la polla con las dos manos y empecé a sacudírsela con mimo.

  • ¿Es… así…? ¿Es… así como hacéis los hombres… para que os caiga… la gotita… cariño…?

Le pregunte melosa.

  • ¡Pero Amparo…! ¿Y los niños…?

Soltó mi marido lleno de sorpresa.

  • ¡Calla tonto… si no se enteran…! ¡Ya están durmiendo… y si tu no gritas… no se despertaran…!

Le conteste yo sonriéndole con toda la picardía del mundo.

Y diciendo esto, empecé otra vez a acariciarle la polla con las dos manos. Y mientras lo hacia me apreté mas contra el, restregándole mis duros pechos por toda la espalda y mi peludo chocho por las nalgas, para ponerlo calenté.

Esta vez mi marido se dejo hacer y ya no dijo nada mas, pero la verdad es que a mi no me hacia ninguna falta que mi marido me dijera nada, porque yo ya sabia muy bien por experiencia que mi marido ya "estaba en el bote", porque notaba como su polla iba poniéndose cada vez mas gorda y mas dura entre mis manos.

  • ¡Uuuhhhmmm que calentita y que suavecita la tienes Manolo…! ¡Y que gustito… que gustito más bueno me da tocártela…! ¡Uuuyyy… me estas poniendo cachondita… bribón…!

Le decía yo a mi mimosa, para ponerlo aun mas caliente.

Aunque la verdad es que yo no le decía ninguna mentira, porque yo también notaba como me iba poniendo cada vez más cachonda, y sentía entre los muslos como mi chocho se iba abriendo y se iba mojando poco a poco.

Y sin poder aguantarme mas, de vez en cuando yo cerraba las piernas con disimulo y me apretaba el chocho con los muslos, para darle un poco de gustito a mi chocho y calmar un poquito el picor tan grande que sentía por dentro, mientras esperaba el momento de que mi marido tuviera la polla a punto para poder metérmela y poder follarme.

Pero cuando yo note que la polla de mi marido ya empezaba a empinarse, ya no pude aguantarme mas, y sin ningún disimulo ya yo se la cogi con una mano solamente y empecé meneársela descaradamente, para ponérsela bien dura y a punto para que pudiera metérmela.

Pero de repente, cuando más a gusto y mas emocionada estaba yo meneándole la polla a mi marido, el me soltó:

  • ¡Ya no puedo mas Amparo… ya no puedo aguantarme mas…! ¡Anda… ábrete… ábrete de piernas y enséñame el chocho… enséñamelo bien… que voy a metértela…!

Eso era justamente lo que yo estaba deseando oír, porque yo ya estaba cachonda del todo, y ya tenia el chocho a punto para que mi marido pudiera metérmela… ya saben ustedes lo que yo quiero decir, sobre todo si ustedes son mujeres

Quiero decir que yo ya tenia el chocho así e esa manera como se nos pone el chocho a las mujeres cuando estamos cachondas… vamos, que lo tenia completamente abierto y llenito de caldos

  • ¡Si cariño… si… todo lo que tu quieras…! ¡Pero veámonos… veámonos a la cama… que allí estaremos mas a gusto…!

Le conteste yo loca de contento.

Y diciendo esto, rápidamente yo le solté la polla a mi marido, y me aparte de el, luego abrí la puerta el cuarto de baño, me volví otra vez hacia el y cogiéndole de una mano salimos los dos desnudos al pasillo, para irnos a nuestra habitación.

Mientras íbamos los dos desnudos por el pasillo hacia nuestro cuarto, yo iba caminando delante y llevaba detrás de mi a mi marido cogido de la mano, pero el pobre iba tan caliente que ya no podía aguantarse mas, y de vez en cuando se paraba y soltándome la mano, me cogía por detrás y me abrazaba contra el, restregándome su dura polla por todo el culo y diciéndome nervioso:

  • ¡Ay Amparo… mira… mira que burro me has puesto… pero que burrooo…!

Y con lo cachonda que yo estaba aquello era lo ultimo que me faltaba a mi, y les prometo a ustedes que en aquellos momentos de buena gana yo me hubiera dado la vuelta y me hubiera abierto de piernas, para que mi marido me metiera la polla en el chocho y me follara allí mismo, de pie en el pasillo, apoyados contra la pared, pero sacando las pocas fuerzas que me quedaban, yo me lo quitaba de encima y le pedía nerviosa:

  • ¡Quita Manolo… quita… no seas tonto…! ¡Aquí no…! ¡Anda… veámonos… veámonos a la cama… no vayamos a despertar a los niños…!

Cuando por fin mi marido y yo entramos en nuestra habitación ya no tuvimos que aguantarnos las ganas que teníamos ni disimular más ninguno de los dos

Rápidamente mi marido me soltó a mí la mano y cerró la puerta del cuarto por dentro, luego se volvió y se vino hacia mí, con la polla toda gorda y tiesa colgándole entre las piernas.

Yo estaba loquita de ganas de que me la metiera, y mientras mi marido se acercaba yo sin ningún disimulo ya se la miraba toda ansiosa, mientras sentía entre los muslos como chocho palpitaba como un corazón, se abría y se cerraba nervioso, mojándome los muslos, como si ya supiera muy bien lo que le esperaba.

En seguida nos abrazamos los dos ansiosos y empezamos a besarnos y a tocarnos por todas partes

Mientras me besaba mi marido con una mano me cogía por la cintura y me apretaba contra el, y con la otra mano unas veces la subía para arriba y me tocaba las tetas, y otras veces la bajaba para abajo y me tocaba el culo y los muslos.

Y yo echándole los dos brazos al cuello me dejaba tocar contenta, y aprovechándome de la situación, mientras el me tocaba a mi yo me apretaba mas contra el y le restregaba el chocho por toda la polla.

De vez en cuando mi marido bajaba una mano para abajo, y metiéndola entre los dos, me la metía entre los muslos y me tocaba el chocho, metiéndome los dedos dentro.

¡Madre mía… que gustito mas bueno…!

Entonces yo con disimulo abría un poco mas las piernas, para que mi marido pudiera tocarme el chocho mejor.

  • ¡Uuufff… que mojado lo tienes nena…! ¿Estas cachonda… eh… tienes ganas… tienes ganas de… esto…? ¡Pues mira… mira como la tengo… toca… toca aquí…! Me decía mi marido.

Entonces era yo la que bajaba una mano para abajo y le buscaba ansiosa la polla a mi marido, y en seguida se la cogía y se la apretaba y se la meneaba con ganas.

  • ¡Si cariño… si… tengo muchas ganas… me has puesto muy cachondita…! ¡Uuuyyy… que miedo… que miedo me da… que gorda y que dura la tienes ya…!

Le decía yo haciéndome la "modosita" y la "recatada".

Aunque como ustedes pueden imaginarse aquello a mi no me daba ningún miedo, sino todo lo contrario

En aquello momentos yo estaba en la gloria, y no le hubiera soltado la polla a mi marido por nada del mundo, pero yo sabia muy bien por experiencia que si yo seguía meneándosela así mi marido acabaría corriéndose, y toda su preciosa "corrida" acabaría cayendo al suelo y desperdiciándose, y yo no quería que esto de acabara así… yo quería que me la soltara… sí… pero no así… yo quería que me la soltara… pero… dentro de mi chocho… ya sabe ustedes lo que yo quiero decir

Además, yo sabia muy bien por experiencia que si mi marido se corría ahora luego se quedaría demasiado cansado, y yo ya no podría ponerle la polla dura otra vez para que pudiera metérmela en el chocho y pudiera follarme.

Y yo reaccione en seguida.

Sin dejar de menearle la polla yo me aparte un poquito de mi marido, y mirándole a los ojos le pregunte melosa:

  • ¿Te gusta cariño… te gusta lo que te estoy haciendo…? ¿Te la meneo bien… te da mucho gustito…?

  • ¡Si nena… si…! ¡Sigue… sigue… no te pares…!

Me pedía mi marido con los ojos cerrados.

Entonces yo le dije con toda la picardía del mundo:

  • ¡Pues espera cariño… espera un poquito… que voy a hacerte una cosita que te gustara mas…!

Y diciendo esto, yo le solté la polla a mi marido y me aparte de el, luego me subía a la cama de matrimonio y me acosté boca arriba en mitad de la cama, apoye la cabeza encima de la almohada, abrí los muslos de par en par y enseñándole mi peludo chocho todo abierto le pedí ansiosa:

  • ¡Anda cariño… ven… ven aquí y métemela… métemela y házmelo… que yo también tengo muchas ganas…! ¡Mira… mira como la tengo… mira como tengo la rajita... esta toda mojada y abierta… esta deseando recibirte… esta deseando recibir tu pilila dentro…! ¡Anda… ven… ven y métemela… méteme tu pilila en mi rajita y házmelo… házmelo y dame mucho gustito…!

En seguida mi marido se acercó y también se subió a la cama, luego se puso de rodillas entre mis dos muslos, se cogió la polla con una mano y empezó a restregármela por todo el chocho, diciéndome nervioso:

  • ¡Mira Amparo… mira… mira todo lo que voy a meterte…!

A mi me gusta mucho mirarles la polla a los hombres cuando están calientes, porque en esos momentos ellos no pueden disimular y se les nota que tienen ganas de follar y eso a mi me pone muy cachonda, y llena de curiosidad yo levantaba la cabeza de la almohada y le miraba la polla a mi marido y veía que la tenia así de esa manera como se les pone la polla a los hombres cuando están clientes… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… quiero decir que la tenia toda gorda y tiesa, con la cabezota aun sin descapullar asomándose por la puntita, a punto para metérmela, a punto para follarme

Y sin poder aguantarme más yo le pedí desesperadita:

  • ¡Así no… la quiero dentro…! ¡Éntrala… entrámela dentro…! ¡No seas malo… no me tengas así… no me hagas sufrir mas…!

Y diciendo esto, yo me prepare bien para recibirla… volví a apoyar otra vez la cabeza encima de la almohada… abrí un poco mas los muslos… y me mordí los labios para no gritar y no despertar a los niños, porque yo ya sabia muy bien por experiencia lo que me iba a venir después

Entonces mi marido, sin soltarse la polla, me puso la puntita en la raja del chocho y empezó a restregármela arriba y abajo por toda la raja buscándome el agujero de la entrada.

¡Madre mía… que gustito mas rico…!

Cuando lo encontró, mi marido me puso la puntita en la misma entrada del agujero, luego apretó un poquito y en seguida me metió toda la cabezota dentro.

  • ¡Aaayyy… Manolooo…!

Suspire yo con fuerza, por la impresión y por el gustito tan grande que me dio mi aquello.

  • ¿Que te pasa Amparo… que tienes…?

Me pregunto mi marido asustado por mis fuertes suspiros.

  • ¡Nada… nada… no es nada…! ¡Anda… acaba de meterla…! ¡Métela… métemela toda dentro…!

Le pedí yo ansiosa por poder sentirla toda dentro.

Entonces mi marido se soltó la polla, me cogió por las caderas con las dos manos y empujo con fuerza

En seguida yo sentí como me entraba la polla de mi marido… como mi chocho esta tan acostumbrado a recibir su polla, con un solo empujón mi marido me metió un buen trozo de polla dentro… y sentí como me la sacaba un poquito… y como empujaba otra vez… y con cada empujón mi marido me metía un trozo mas de polla dentro

Y yo le ayudaba en la "faenita", para que mi marido pudiera meterme toda la polla dentro… abría bien los muslos… y le ensanchaba "el camino", abriéndome los labios del chocho con los dedos

  • ¡Así cariñooo… asiii…! ¡Uuufff… asiii…! ¡Mételaaa… métemela toda… toda dentrooo… asiii… hasta el fondooo…!

Y con dos o tres empujones más mi marido me metió toda la polla dentro, hasta los huevos

  • ¡Uuuyyy… que gorda… que gorda y que dura la tienes hoy cariño…! ¡Uuufff… como la noto… como la siento…!

Suspire yo mimosa, llena de gusto y… de "otra cosa"… apretando las nalgas y removiendo el culo.

Mi marido no dijo nada, pero se notaba que estaba muy caliente, porque no espero mucho y en seguida empezó a moverse así de esa manera como se mueven los hombres cuando nos follan a nosotras… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… empezó a moverse adelante y atrás, y su dura polla comenzó a entrar y a salir de mi chocho haciendo un sonoro ruidito caldoso.

  • ¡Chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss…!

¡Madre mía… que gustito mas grande…!

  • ¡Así cariño… así…! ¡Sigue… sigue… no pares…! ¡Uuuyyy… que gustito… que gustito mas buen me estas dando…!

Suspiraba yo melosa, mostrando mi agrado por aquel continuo mete y saca.

Mi marido me metía y me sacaba la polla del chocho sin parar, par darle gustito a su polla, y yo me aprovechaba de eso, y con los muslos abiertos yo dejaba que mi marido me metiera y me sacra la polla el chocho todo lo que quisiera, para que también le diera gustito a mi chocho.

Y subiendo los dos brazos para arriba, yo buscaba los barrotes de la cabecera de la cama con las puntas de los dedos, no es que tuviera miedo a caerme, esque así me sujetaba bien a la cama para recibir mejor sus embestidas.

Y me aguantaba las ganas que tenía de apretar el chocho y lo mantenía bien abierto, para que mi marido no se corriera demasiado pronto, aunque la verdad es que yo tenía unas ganas tremendas de cerrarlo con fuerza para poder sentir bien el roce de su polla dentro.

Y yo sentía como la polla de mi marido entraba y salía de mi chocho sin parar y me derretía por el gustito que me estaba dando.

  • ¡Chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss…!

A veces mi marido me daba tanto gustito al chocho con su polla que cuando yo veía que ya iba a correrme, yo tenia que pedirle que parara un poquito, porque después de todo lo que a mi me había costado para ponérsela dura yo no quería correrme tan pronto y que se acabara todo aquello, yo aun quería seguir disfrutando un ratito mas.

  • ¡Para cariño… para… para un poquito…!

Le pedía yo melosa.

  • ¿Pero que tienes esta noche Amparo… que te pasa…?

Me preguntaba mi marido lleno de sorpresa.

Una mujer madura y con experiencia sabe muy bien como tiene que tratar y como tiene que manejar a los hombres, y en ese momento yo no le decía la verdad a mi marido.

Porque los hombres son muy "machos", y a ellos les gusta ser siempre los que mandan, y no les gusta que sean las mujeres las que los manejen a ellos, y menos aun en estas cosas de la cama

Porque hay hombres que piensan que si una mujer disfruta mucho cuando la están follando es porque a esa mujer "eso" le gusta demasiado, y en seguida creen que esa mujer es una "calentorra" o una puta.

Mi marido no es de esos, pero yo se que hay muchos hombres que piensan, porque me lo cuentan mis amigas cuando hablamos de esas cosas… que algunas de mis amigas tienen que disimular un poquito cuando sus maridos las están follando, porque sino ellos se ponen celosos si notan que ellas disfrutan demasiado, porque piensan que a ellas "eso" les gusta demasiado, y cuando ellos ya no puedan dárselo ellas se irán con otros hombres

Y en ese momento yo no le decía la verdad a mi marido, aunque solo fuera por no tener que explicarle a mi marido porque estaba yo tan cachonda esa noche, y le decía "mentiritas", y le decía todas esas "cositas" que tanto les gusta oír a los hombres y que les pone tan contentos y orgullosos.

  • ¡Esque estas noche estas muy fuerte… chulo mió… y yo no puedo seguirte…! ¡Me matas canallita… me dejas si fuerzas…!

  • ¡Pero que cosas tienes Amparo…!

Me decía mi marido riendo.

Luego, cuando a mí se me pasaba un poquito el sofoco y la excitación tan grande que tenia encima, yo le volvía a pedir mimosa:

  • ¡Anda cariño… sigue… sigue otro poquito mas…! ¡Menéala… menea tu pilila adentro y afuera así como tu sabes… menéala y dale gustito a tu nena…!

Entonces mi marido comenzaba a follarme otra vez, metiéndome y sacándome la polla del chocho con tantas ganas como antes y haciéndome suspirar de gusto.

  • ¡Chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss… chooopppsss…!

  • ¡Así cariño… así…! ¡Aaayyy… que gustito…! ¡Que bien… que bien que me lo haces…!

¡Madre mía… que a gusto me estaba follando mi marido…! ¡Y que gustito más bueno me estaba dando al chocho con su dura polla…!

Y cuando mi marido estaba en pleno mete y saca, yo sin ningún disimulo ya, también movía el culo al compás de sus embestidas.

Y cruzando las dos piernas por detrás de la espalda, con los pies le apretaba el culo contra mí, para sentir su polla más adentro y que me diera más gustito al chocho.

Y así estuvimos un buen ratito, follando muy a gusto los dos, dándonos gustito el uno al otro

Mi marido le daba gustito a mi chocho metiéndome y sacándome su gorda y dura polla… y yo le daba gustito a su polla dejándole que el me la metiera y me la sacara en mi caliente y mojado chocho

Mi marido aguanto todo lo que pudo aquel continuo mete y saca, para que pudiéramos disfrutar los dos todo lo posible, hasta que después de unas cuantas "paraditas" y de unas cuantas "series de metidas y sacadas", ya no pudo aguantarse más, y empezó a decir nervioso:

  • ¡Ya no puedo mas Amparo… ya no puedo aguantarme mas…! ¡Me corrooo… me corrooo… me corro yaa…!

Yo que ya hacia un buen ratito que estaba "a punto de caramelo"… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… que a mi que ya hacia un ratito que estaba a punto de venirme el gustito y estaba aguantándome para no correrme tan pronto… cuan oí aquello que me decía mi marido, le conteste llena de contento:

-¡Si cariño… si…! ¡Córrete… córrete ya… no te aguantes… no te aguantes mas…! ¡Acaba… acaba ya…! ¡Ya puedes… ya puedes acabar… que yo ya estoy a punto también…!

Y diciendo esto, yo ya no me aguante más y me deje ir, para que me viniera el gusto cuando quisiera

Entonces mi marido dio un fuerte empujón, me metió toda la polla dentro y se corrió, llenándome todo el chocho con esa sustancia caliente y espesa que echan los hombres cuando se corren… ya saben ustedes lo que yo quiero decir

¡Madre mía… pero que vergüenza mas grande…! ¡Hay que ver todas las cosas que me están haciendo decir hoy ustedes a mí…!

Quiero decir esa lechada blanca y espesa que echan los hombres por la polla cuando se corren… ya saben… la leche como dice mi marido, o la leche de los hombres como la llaman mis amigas

Mi chocho recibió la… leche… de mi marido con unos espasmos que me hicieron enloquecer de gusto, y en seguida yo también me corrí, moviendo la cabeza a un lado y al otro encima de la almohada y suspirando como una loca.

  • ¡Siii… siii…! ¡Ya la sientooo… ya esta aquiii…! ¡Uuuyyy… que chorrooo… que fuerte…! ¡Uuuufff… cuanta… cuanta tenias cariño…! ¡Uuuyyy… que gustooo… que gusto me daaa…! ¡Más… mas… cariño… dame más…! ¡Asiii… asiii…! ¡Ooohhh… ooohhh… que gustooo… que gustooo…! ¡Ooohhh… ooohhh…! ¡Me corrooo… me corrooo…! ¡Yaaa… yaaa… ya estaaa…! ¡Mee… eee… coo… ooo… rroo… oooooo…! ¡Ooohhh… ooohhh…! ¡OOOOOOHHHHHHHHHHHH…! ¡OOOOOOUUUUUUFFFFFFSSSSSS…!

¡Madre mía… que a gusto me corrí…!

Todo el día esperando aquello, esperando poder correrme así, con la polla de un hombre bien metidita en mi chocho, y por fin me había quedado satisfecha y contenta.

Cuando todo acabo, nos quedamos los dos un ratito quietos encima de la cama, en la misma posición

Yo acostada boca arriba en mitad de la cama, con la cabeza apoyada encima de la almohada y con las piernas abiertas, y mi marido arrodillado entre mis dos muslos, con los ojos cerrados, las manos en mis caderas y sin sacarme la polla del chocho.

Y yo lo miraba con cariño, agradecida y contenta por el gustito que acababa de darme

Pero yo soy muy curiosa, y a mi me gusta mucho saber lo que sienten los hombres, y si han disfrutado cuando han estado conmigo, y como ustedes comprenderán, después de mas de veinte años de casada yo ya tengo bastante confianza con mi marido para preguntarle todo lo que quiero, además, el ya esta acostumbrado a todas mis manías, y cuando mi marido abrió los ojos yo, llena de curiosidad, le pregunte melosa:

  • ¿Estas bien cariño… te has corrido a gusto… te ha dado mucho gustito…?

  • ¡Pero que cosas tienes Amparo…!

Me contesto mi marido riendo.

  • ¡Anda… no seas tonto… dímelo… tu sabes que a mi eso me gusta…!

Insistí yo mimosa.

  • ¡Que si mujer… que siii…!

Me respondió por fin mi marido.

Pero yo curiosa, igual como ya saben ustedes que somos todas las mujeres porque es lo más normal del mundo, quise asegurarme del todo, y con toda la picardía del mundo le dije:

  • ¡Uuufff… que calor hace…! ¡Anda cariño… apártate… apártate un poquito… hazte para un ladito…!

Entones mi marido se hizo hacia atrás y me saco la polla del chocho.

Cuando mi marido me saco la polla del chocho yo llena de curiosidad levante la cabeza de la almohada y se la mire otra vez, ahora mi marido tenia la polla así de esa manera como se les queda la polla a los hombres después de follarnos y de correrse… ya saben ustedes lo que yo quiero decir… quiero decir que la tenia casi tan gorda como antes de follarme, pero mucho mas blanda, y estaba toda mojada y brillante, pringada por los flujos de mi chocho y por su propia leche, con la piel de la punta toda hacia atrás, y la morada cabezota toda fuera, completamente descapullada

  • ¡Madre mía… como se te ha quedado la pilila Manolo…! ¡Mira… mira que blandita y que deshinchada esta…! ¡Si que los habrás descargado a gusto bribón…! ¡Vaya que si…¡ ¡Me habrás dejado llenita…!

Mi marido ya no me dijo nada más, se rió y luego se acostó a mi lado en la cama.

Yo aun me quede un ratito mas acostada boca arriba en mitad de la cama con las piernas abiertas, saboreando aquel gustito tan bueno que mi marido acababa de darme, mientras sentía como un hilillo de leche se me salía del chocho y me bajaba por entre las dos nalgas.

Después, cuando me recupere el todo, yo me tape el chocho con una mano, para que no se me saliera la leche que mi marido me había echado dentro, luego me levante y me fui al cuarto de baño a lavarme.

Cuando volví a mi habitación en seguida vi. que mi marido ya estaba durmiendo como un tronco. Sin hacer ningún ruido para no despertarle, me acosté a su lado, apague la luz y yo también me dormí en seguida.

Y esa noche ya no ocurrió nada más, y como ustedes pueden ver hasta aquí esta no es más que la historia de una noche de pasión de una pareja de casados, pero es que se no acabó ahí la cosa, porque a partir de ese día se volvió a despertar otra vez en mí la hembra fogosa y caliente que yo siempre había sido.

Ya no tenía bastante con lo que me daba mi marido, y me entraron unas ganas tremendas de sentir a todas horas un buen… nabo… bien metido entre los muslos... ya saben ustedes lo que yo quiero decir

No podía dejar de pensar en el muchacho y en el bulto de su bragueta. No podía quitármelo de la cabeza y andaba todo el día ansiosa por la casa. Por las noches daba vueltas en la cama nerviosa, y cuando mi marido se quedaba dormido yo me levantaba y me iba al cuarto de baño, me cerraba la puerta por dentro, me sentaba en la taza del vater y abriéndome de piernas, me tocaba el chocho como una loca, pensando en aquel chaval.

Imaginaba que el chiquillo venía hasta mi cama y me acariciaba toda… los pechos, el chocho, el culo, los muslos… mientras yo le tocaba la polla a el hasta que se la ponía toda gorda y dura, y que cuando ninguno de los dos podía mas, el chico me montaba, me la metía enterita y me follaba hasta que me volvía loquita de gusto.

Y así pase mas de cuatro semanas, hasta que un buen día a mi me salio a ocasión para poder desfogarme.

(Continuará)