Confesiones de una infiel... cap 4
Quisiera pasar a relatar paso a paso cómo, cuándo y por qué empecé a serle infiel a mi marido... como intente hacerle cambiar y como finalmente, tras muchas experiencias, unas agradables y otras no tanto, llegue a aceptarme a mí misma tal y como soy... completamente infiel
Capítulo 4
No puedo negar que pese a todo me sentía mal por mi marido, seguía enamorada y seguía queriéndole, pero no entendía como podía ser tan obtuso en determinadas situaciones, sobre todo aquellas que tenían que ver con nosotros como pareja… ya no me resultaba normal que cuando le apetecía hacerme el amor, esperara a que estaríamos en la cama y me dijera simplemente, -¡Quiero follar!-… y así, sin más, esperara a que me quitara las bragas y separara las piernas para penetrarme, follarme durante un minuto o dos como mucho y después de correrse sobre mi vientre, quedarse dormido sin darme ni tan siquiera un solo beso de buenas noches… no… aquello ya no me bastaba… quería sentir y experimentar placer con mi marido… creo que es la aspiración de cualquier mujer que comparte cama y vida con un hombre…
Una noche, entre con el mientras se duchaba… no le hizo demasiada gracia, según él, estaba muy cansado para mis tonterías… pero para mi sorpresa tuvo una erección mientras le enjabonaba… sin pensarlo cerré una de mis manos sobre su polla… me miro sin decir nada… tampoco pensé en nada cuando me incline para comérsela, pero mi boca nunca llego a su polla, apenas se dio cuenta de lo que pretendía, me empujo con tanta fuerza que me hizo caer mientras me insultaba y me amenazaba con partirme la cara si volvía a intentar algo como aquello, algo que según él, solo hacían las putas…
Días después llego a casa antes que yo… primero se enfadó por no estar en casa esperándole como un perro, con las zapatillas en la mano y el periódico en la boca… y seguidamente cuando se fijó en mis pantalones, unos simples y ajustados vaqueros… se puso a gritarme como un loco, insultándome y maldiciéndome… nunca le había visto tan agresivo… de hecho, no le conteste… me limite a bajar la vista y recular hacia atrás verdaderamente asustada… no me sirvió de nada… justo cuando alce la vista porque pensé que estaba ya más tranquilo, su mano abierta impacto violentamente sobre mi rostro haciéndome caer mientras notaba el sabor de mi sangre en el labio que me había partido… por primera vez en mi matrimonio llore… no de dolor… si no de rabia y de impotencia… espere dos horas antes de subir a la habitación… esperaba que ya estaría dormido… no fue así… apenas me acosté, le escuche decirme, -¡Perdona… quizás me he pasado un poco!-… ya está… solo con eso, se quedó tan tranquilo que apenas cinco minutos más tarde, ya roncaba tan feliz como siempre…
“La venganza es un plato que se sirve frío” dice un refrán… en mi caso fue en caliente… al día siguiente me presente en un abogado… le comente lo que quería, acordamos un precio y regrese 48 horas más tarde a por los papeles… no espere para enseñárselos a mi marido… literalmente se le atraganto la cena cuando le presente los papeles del divorcio… me esperaba que se pusiera a gritarme como siempre hacia, pero fue justamente al revés, se quedó blanco como el papel y completamente mudo… como imaginaba, me pidió sinceramente perdón media docena de veces por la bofetada y me pidió una nueva oportunidad… me quedo tan claro que no quería el divorcio que aproveche aquel momento para que me hiciera varias concesiones, entre ellas algo tan sencillo como vestirme como me diera la gana y algo tan duro para una pareja como dormir en habitaciones separadas… le costó, pero acepto…
A nivel personal me afecto creo que incluso más que a él, pero por motivos diferentes, entre ellos, que en aquel tiempo me di cuenta de que yo no había contado en su vida, salvo para hacerle la cena y abrirme de piernas una o dos veces al mes, el resto del tiempo, anulada por completo como mujer y como persona, me había olvidado de vivir… mi primera infidelidad me había abierto los ojos hacia un punto de vista completamente diferente, una vida llena de nuevas y excitantes situaciones…
Una semana después de nuestro acuerdo me pidió por favor que le acompañara a una cena muy importante de la empresa con algunos de sus clientes más importantes… me hice de rogar pero la verdad es que estaba deseando ir… aquello era toda una novedad y tenía ganas desde hacía ya mucho tiempo de conocer a su jefe, a sus compañeros de trabajo y porque no, también a sus mujeres… la misma noche de la cena discutimos ya antes de salir de casa… el motivo, como era de esperar, fue el vestido elegido para acudir a la cena, según él, poco apropiado para una cena de empresa… ni tan siquiera llegue a discutir, sencillamente me quite el vestido, me puse una bata, unas zapatillas y le entregue su teléfono diciéndole, -¡Toma… llama a tu jefe y dile que iras solo… que tu mujer “pasa” de la puta cena!-… como esperaba “trago”, alguien tan estirado como el, sería incapaz de ser el único en acudir sin la compañía de su mujer…
La primera sorpresa de la noche me la lleve nada más llegar a la imponente mansión donde se celebraba la cena, cuando uno de los jóvenes aparcacoches me abrió caballerosamente la puerta del coche para que me bajara y sintiera claramente como me repasaba con la mirada con una sonrisa dibujada en su rostro… -¡Empezamos bien!- pensé para mi mientras tomaba del brazo a mi marido para entrar en la mansión notando aun la mirada del descarado aparcacoches sobre mis caderas… ya dentro empezaron las interminables presentaciones… no me lleve apenas sorpresas… tanto el jefe como la mayoría de sus compañeros y sus mujeres eran tal y como me los imaginaba, tan aburridos y aburguesados como mi propio marido… solo uno de sus compañeros desentonaba con el resto… apuesto, bronceado y con cierto aire bohemio, más propio de un latín lover que de un empresario de éxito… para que negarlo, me gustó nada más verlo… y también me quedo claro que la sensación fue mutua… estaba claro que ninguno de los dos pegábamos en aquel entorno…
La casualidad hizo que nos sentáramos a cenar juntos, mi marido a la derecha y aquel apuesto compañero a mi izquierda… las charlas con mi marido fueron prácticamente nulas durante toda la cena a excepción de las típicas sobre la comida, el vino y poco más… en cambio la charla con mi vecino de la izquierda fue casi continua… era ameno, atento, divertido y con el punto justo de picardía para no resultar excesivamente evidente para los demás la excitante atracción entre ambos… recuerdo que estaba charlando animadamente con él y la pareja que se sentaba enfrente, aunque no recuerdo de que… estaba sentada al borde de la silla con el cuerpo hacia adelante intentando escuchar lo que me decían desde el otro lado de la mesa cuando note como posaba su mano derecha sobre mi rodilla… mi única reacción visible fue una rápida mirada de reojo para cercionarme de que nadie pudiera observarnos… note como me acariciaba suavemente con un dedo sin dejar de charlar con la pareja que tenía enfrente y como lentamente su mano empezaba a ascender… la situación, además de excitante, me pareció de lo más morbosa con mi marido sentado a menos de un metro, notando como mi sexo literalmente se licuaba mientras separaba las piernas y sentía como su mano avanzaba directamente hacia mi entrepierna… repentinamente mi marido reclamo mi atención por una tontería y el mágico momento desapareció…
Después, durante la fiesta que siguió a la cena con orquesta incluida, más de lo mismo… cada dos por tres nos buscábamos con la mirada… esperaba y deseaba encontrar el momento de encontrarnos a solas o al menos sin nadie cerca que pudiera escucharnos… pasaron dos horas… nadie se marchaba y el alcohol empezó a producir ciertos efectos en algunas personas, entre ellos mi marido, poco acostumbrado al alcohol, enzarzándose en una tonta discusión con otro compañero por unas facturas, momento que aproveche para disimuladamente escapar de su mirada y de su férreo control para perderme primero entre un grupo de personas y después al salir disimuladamente del amplio salón donde se celebraba la fiesta al amplio jardín del exterior…
Esperaba que mi admirador se habría percatado de mis maniobras y se las habría arreglado para seguirme… tras más de quince minutos de espera, inicie el camino de vuelta al interior de la mansión… ya estaba debajo del foco que alumbraba la entrada cuando repentinamente una sombra surgió detrás de mí empujándome de nuevo hacia la oscuridad del jardín obligándome a ahogar un grito de sorpresa… pese al susto inicial, me encanto su fogosidad mientras me recostaba sobre la pared de la mansión, notando contra mi cuerpo a través de sus pantalones la extremada dureza de su miembro mientras me bajaba los tirantes del vestido para cerrar sus manos sobre mis pechos al tiempo que me mordía con no poca fuerza la nuca… contagiándome en segundos su desmedida pasión, eche mis manos hacia atrás para magrearle la polla durante unos segundos, antes de que se apartara un poco y me las retirara para escuchar como se desabrochaba el pantalón y se bajaba la cremallera, alzando mis manos para posarlas sobre la pared al tiempo que echaba mi cuerpo hacia atrás, separando las piernas y levantando el trasero únicamente después de que me alzara el vestido… el tanga me lo arranco de dos violentos tirones antes de penetrarme con rudeza, cerrando una de sus manos sobre mis caderas para hacer palanca mientras me cerraba la otra con fuerza sobre mi pelo, haciéndome girar la cabeza hacia él, para decirme sus únicas palabras mientras empezaba a follarme, -¡Toma polla pedazo de zorra!-… el orgasmo, fruto de toda una noche de excitación fue prácticamente inmediato, pero el siguiente, mientras excitada no dejaba de repetir entre placenteros gemidos, -¡Follame… follame cabron!-, fue fruto única y exclusivamente gracias a sus violentos y repetidos pollazos, notando mientras me corría como mis piernas se negaban a seguir sosteniéndome de pies fruto del tremendo placer, siendo quizás ese el motivo por el que, ya de rodillas sobre la húmeda hierba, me hizo tragar su polla segundos antes de correrse directamente en mi garganta…
Aún seguía de rodillas con su lefa recorriendo mi garganta cuando pude alzar la vista y vislumbrar su rostro mientras se abrochaba los pantalones… literalmente me quede como una estatua de sal… cerré los ojos para volverlos a abrir pensando que estaba soñando… desde luego aquel rostro y sobre todo aquella ropa no se correspondían con mi admirador, sino más bien con uno de los aparcacoches… por si tenía alguna duda, aquel guapísimo joven, sin duda el mismo que me abrió la puerta del coche de mi marido al llegar, se inclinó para dejar caer un papel sobre mis piernas y decirme mientras se marchaba, -¡Te dejo mi numero por si quieres repetir!-…
Regrese al interior de la mansión con una sonrisa de oreja a oreja… no era para menos… un tío me había estado poniendo cachonda durante toda la noche y un jovencito se había aprovechado de ello… ni que decir tiene que pasado el calentón, pase por completo del apuesto compañero de trabajo de mi marido… lo peor fue que al final tuve que conducir yo y literalmente meter a mi marido en su cama por su estado de embriaguez… cornudo y borracho, sin duda la perfecta combinación para una sola noche…