Confesiones de una infiel... cap 3

Quisiera pasar a relatar paso a paso cómo, cuándo y por qué empecé a serle infiel a mi marido... como intente hacerle cambiar y como finalmente, tras muchas experiencias, unas agradables y otras no tanto, llegue a aceptarme a mí misma tal y como soy... completamente infiel

Capítulo 3

Mi aventura con Dani no duro mucho más… era joven, guapo, cachas y por encima de todo, le gustaba la variedad y tenía donde escoger tanto dentro como fuera del gimnasio… además ya consiguió de mi todo lo que quería, es decir, tirarse a otra casada y sobre todo, romperme el culo, algo que según me comento después, decidió nada más verme el primer día en el gimnasio…

Volver a mi monótona vida anterior me resulto por completo imposible… intente concentrarme en sacarme el carnet de conducir pero salvo la hora escasa que pasaba en la autoescuela, el resto del día me aburría mortalmente, llegando incluso a ser peor cuando mi marido, contra mi voluntad, decidió contratar una chica para que hiciera las labores de la casa…

Una tarde finalmente me arme de valor para hacer lo que llevaba deseando desde que termine con Dani, algo tan simple como ponerme para salir el tipo de ropa que mi marido no me dejaba ponerme… aquella tarde me puse el único vestuario que tenia de aquella clase, los leggings blancos y el top negro que me había puesto para salir con Dani aquella noche, aunque también me puse una liviana cazadora negra, cambiando las sandalias de aquella larga noche por unas botas de caña alta… el resultado fue incluso mejor del que esperaba y deseaba, experimentando mientras paseaba por el centro de la ciudad, prácticamente las mismas sensaciones que había sentido aquella noche en la discoteca, notando las miradas de infinidad de tíos de todas las edades y condiciones, miradas que como aquella noche, me excitaron como nunca pensé que volverían a excitarme…

Después de aquella tarde, nada volvió a ser igual… en un lado del vestidor, en la zona visible, tenía la misma ropa de siempre para guardar las apariencias en presencia de mi marido… en el otro lado, en el oculto por los paneles corredizos empecé a acumular toda la ropa que empecé a comprarme, desde unos simples pero ajustados pantalones vaqueros hasta minifaldas extra cortas… desde una amplia colección de leggings de varios colores y diferentes materiales hasta escotadas y atrevidas camisetas… incluso nueva lencería, como tangas, sujetadores y bragas de corte brasileño… en apenas un mes tenía prácticamente de todo, pero no lo compraba por el extraño afán de muchas mujeres simplemente de acumular, en mi caso, todo lo que compraba era únicamente con la intención de lucirlo, si era posible y el tiempo acompañaba, al día siguiente de comprarlo…

No sabría cómo definir mi nueva situación… quizás la palabra que mejor me definiría seria simple y llanamente calientapollas… me producía un gran placer y una palpable excitación llamar la atención de los tíos, sentir sus miradas, escuchar sus comentarios y recibir sus piropos, cuanto más obscenos mejor… además de pasear, fingía pararme delante de los escaparates, la mayoría de las veces no para mirar lo que se exponía, si no para aprovechar el reflejo de los cristales y ver quién y cómo me miraba… también me excitaba mucho sentándome a tomar un café en alguna terraza con una buena minifalda o un generoso escote, casi siempre disimulando leer el periódico del día o un libro que siempre llevaba ocultando mis ojos tras unas opacas y negras gafas de sol…

Al principio esperaba a llegar a casa para quitarme el calentón de mis paseos, pasándome horas masturbándome en mi cama o en el sofá rememorando las miradas, comentarios y piropos de cada día… con el tiempo me hice de una buena colección de “juguetes” eróticos que compraba por internet y que me mandaban a casa en paquetes completamente anodinos que no despertaban ninguna sospecha de la asistenta que tenía en casa por las mañanas… pero una tarde, sentada en una terraza fingiendo leer el periódico, pude ver a través de las opacas gafas de sol como un tío de unos cuarenta años se sentaba justo enfrente de mí en un banco, para clavar su mirada en la más que generosa porción de mis muslos que la escueta minifalda que llevaba dejaban a la vista… tras unos segundos alce la cabeza para mirarle… aquel simple gesto servía para que cualquier mirón desapareciera o disimulara mirando hacia otro lado, pero en aquella ocasión no me sirvió para nada… -¿Me estará viendo más de lo que yo creo?- pensé desviando mi mirada hacia mis piernas para comprobar que estaban bien cruzadas y era imposible que me estaría viendo más de lo que yo quería enseñar… -¿Y porque no?- pensé… nunca había dado aquel paso… me limitaba a mostrar lo mismo que muchas otras, ya fuera con la misma intención que yo o no… no me lo pensé más, por aquel entonces ya tenía claro que si pensaba demasiado en algo, al final no lo haría… sencillamente fingí acomodarme mejor en la silla para calcular el ángulo perfecto, de tal manera que únicamente aquel tío pudiera ver lo que estaba a punto de enseñarle… mentalmente intente recordar de qué color era mi ropa interior… blanca recordé… perfecto para el contraste de la negra tela de la minifalda… note un brillo en la mirada de aquel tío mientras descruzaba las piernas, las separaba y fingía rascarme la cara interior del muslo sin que aparentemente dejara de leer el periódico… el rostro del hombre fue un fiel reflejo de lo que estaba viendo… casi podía notar su mirada recorriendo impúdicamente mi entrepierna por encima de mis blancas y ya húmedas braguitas… solo fueron unos segundos, suficientes para que mi sexo se inundara y que las ganas de masturbarme fueran tan apremiantes que no pudiera esperar a llegar a casa… levantándome de la terraza para entrar al aseo de la cafetería, recostar mi cuerpo contra la puerta sin molestarme en cerrarla y deslizar una de mis manos hasta mi entrepierna para acariciarme el coño por encima de las blancas braguitas… el orgasmo fue prácticamente instantáneo, apretando los dientes para no dejar escapar ni un solo ruido mientras las piernas literalmente se me doblaban de placer… a partir de aquel día ya no espere nunca más a llegar a casa, cualquier sitio lo suficientemente privado, como un aseo o un probador, eran lugares ideales para apaciguar el volcán que sentía entre mis piernas…

Aún recuerdo el día del examen práctico de conducir… sinceramente, creo que me pase, aunque los días de prácticas tampoco es que habría estado precisamente modosita, pasándomelo en grande con los sudores del profesor de autoescuela que teniendo que estar teóricamente pendiente de la carretera y de mis acciones al volante, no podía evitar desviar su mirada cada dos por tres hacia mis piernas… el día del examen no fue una excepción, me puse una mini tan corta que sentada al volante no tenía que forzar apenas la postura para verme las casi transparentes braguitas, tentándolo también en aquella ocasión al ponerme una blusa sin sujetador y con más botones desabrochados de los realmente necesarios… para mi sorpresa, el examinador me aprobó, pero en mi caso, antes de tomarme nada en el bar cercano con el resto de compañeros de autoescuela que aprobaron, tuve que pasarme urgentemente por el aseo para tranquilizarme tras correrme dos veces prácticamente seguidas por el morbo del examen…

Mi siguiente guerra con mi marido fue por el coche… estaba empeñado en que me comprara un cochazo simplemente por las apariencias, tardando casi un mes en dar su brazo a torcer y comprarme el coche que yo quería, un mini descapotable y además de segunda mano… aquel coche fue sin duda un gran paso en mi nueva vida…

Mi primer destino en los comienzos de aquel verano fue a un pequeño pueblo costero con una bellísima playa… no sabía que tenía más ganas de estrenar, si el precioso y potente coche o el nuevo y atrevido bikini… la sensación de libertad al volante de mi coche era total, pero las sensaciones de mi cuerpo al pasear por la playa con mi nuevo bikini buscando donde poner mi toalla fueron tan brutales que ya estaba excitada cuando finalmente me tumbe a tomar el sol… casi riéndome, recordé mientras me quitaba la parte superior del bikini la movida un mes antes con mi marido por tomar el sol en topless en nuestra terraza, aun siendo imposible que nadie pudiera verme salvo que sobrevolara la urbanización con una avioneta… tras darme la crema bronceadora por delante y bajo los fuertes rayos del sol, no tarde mucho en quedarme dormida…

Me despertó una carcajada una hora más tarde… recuerdo que me había puesto en un extremo de la playa, alejada de la multitud, pero cuando alce la cabeza, a excepción de un par de familias y una pareja, prácticamente estaba rodeada de tíos y muchos de ellos mirándome con mayor o menor descaro… intente relajarme mientras me comía un reseco bocadillo y me bebía media botella de agua para poder tragarlo, pero ni por esas… los tíos seguían mirándome, notando como varios por parejas o grupos, charlaban claramente sobre mi… permanecer impasible resulto una tarea imposible… a cada minuto estaba más excitada y sin la posibilidad de acariciarme, solo tenía mi mente como remedio, aunque más bien, mis calenturientos pensamientos me parecieron el más potente de los afrodisiacos…

-¡Hola guapa!... ¿No te importa… verdad?- escuche de repente sobresaltándome, viendo como un chico de unos 30 años colocaba su toalla al lado de la mía y con toda la cara del mundo, se recostaba en su toalla a mi lado para sonriendo de oreja a oreja decirme, -¡Me llamo Francisco, pero mis amigas me llaman Paco!-… yo estaba alucinada… nunca había conocido a nadie con una cara tan dura, pero no pude menos que sonreír, cuando mirándome directamente a los pechos me dijo, -¡Tienes un par de ojos preciosos!-, cerrándolos mientras le preguntaba, -¡Si te parecen tan bonitos… seguro que sabrás decirme…!...  ¿de qué color son?-, haciéndome soltar una fuerte carcajada al contestarme, -¿El color de tus ojos?... ¡Ni idea!... ¡Pero la talla de sujetador, una 95 fijo!-… luego se levantó y me dijo, -¡Voy a darme un chapuzón… es mirarte y me entra un calor!... ¿Te vienes o qué?-, viendo cómo se alejaba tras negar con mi cabeza… no me pareció guapo, más bien atractivo… no estaba cachas, pero estaba claro que se cuidaba… pero lo que realmente me había impactado tanto como para no salir corriendo fue su personalidad… alegre, divertido, directo y sobre todo, con una cara tan dura como el cemento…

No tardo en regresar del chapuzón, pero no se tumbó, se quedó de pies mirándome descaradamente… -¿Novio… marido…?- me pregunto con un cómico gesto, -¡Ni uno ni otro… solo amigos!- le conteste fijándome solo entonces en su cantoso, ridículo y ajustadísimo traje de baño rojo… me habría reído de no ser por cómo se le marcaba nítidamente toda la polla y por como note claramente como se le movía… -¿Te gusta lo que ves?- me pregunto sonriente… me había sorprendido mirándole la polla, pero intente disimular, -¡No sé a qué te refieres!- le conteste mientras rebuscaba en mi bolsa las gafas de sol, escuchando como me contestaba, -¡Ya bueno… me había parecido que me estabas mirando la polla con las mismas ganas que yo a ti las tetas!-… -¡Que cabron… ni aun así disimula!- pensé mientras sacaba la crema bronceadora, viendo cómo se arrodillaba en su toalla y cogiéndome el bote de crema de mi mano me preguntaba con la lascivia dibujada en su cara, -¿Por delante… o por detrás?-, contestándole riéndome mientras me giraba boca abajo, -¡Que más quisieras tú!-…

En cuanto empezó a esparcirme la crema por la espalda empezó a hablar, pero apenas atendí a sus palabras, notando como más que esparcir la crema, me estaba dando un relajante y largo masaje en la espalda… para cuando llego a las piernas estaba realmente relajada, en la gloria diría yo… no se tomó mucho tiempo con mis pantorrillas y sus manos llegaron a mis muslos… era el momento de decirle que parara… abrí los ojos y por encima de las gafas le observe… estaba tan ensimismado que no se dio cuenta… me fije en su cara… en su torso… y finalmente en su morcillona polla, notando un inmediato pinchazo en mi sexo… -¡No… no puedo…!- pensé mientras sus manos ascendían y llegaban ya hasta el elástico de la braguita del bikini, a la altura de mis nalgas… me mordí el labio inferior indecisa antes de cerrar de nuevo los ojos…

Pensé que sería más atrevido, pero se limitó a levantarme ligeramente el elástico para esparcir la crema por mis nalgas con rapidez… me esperaba más… deseaba más… lo que esperaba y deseaba llego de repente, sin previo aviso… mientras esparcía la crema por la cara interior de uno de mis muslos note con toda claridad como rozaba mi sexo por encima de la braguita del bikini con el canto de su mano… tenía que protestar, decirle algo… no solo no dije nada, sino que separe un poquito más las piernas… pensé que apenas se habría notado… me equivoque… se había dado cuenta… su mano volvió al mismo punto de mi muslo, pero esta vez la presión del canto de su mano contra mi sexo fue más intensa y evidente… la siguiente ocasión fue completamente evidente, acariciándome toda la raja con un dedo… luego se recostó a mi lado, en mi toalla y me pregunto, -¿Quieres que siga?-… no abrí los ojos y apenas dude un par de segundos antes de contestar, -¡Sí!-… no le veía pero supe que sonreía mientras me decía, -¡Cierra las piernas… y levanta un segundo las caderas!-… alce mis caderas apenas un par de segundos para permitir que deslizara una de sus manos bajo mi cuerpo mientras hacía lo mismo con la otra mano por encima, encajándome esta última sobre una nalga y la otra en mi bajo vientre para empezar a acariciarme el coño con varios dedos por encima de la fina y húmeda tela de la braguita del bikini… no tarde nada en correrme ahogando como pude los placenteros gemidos que pugnaban por brotar de mi garganta, dejando escapar únicamente varios intensos jadeos que solo aquel cabron pudo escuchar… -¡Sabes de sobra que esto no se arregla con cuatro dedos!- me dijo haciéndome boquear sin remedio mientras hacía como que sus dedos quisieran atravesar la tela y hundirse en mi sexo… -¡Te hace falta una polla… una buena polla… una polla como esta…!- añadió mientras me cogía una mano y me la colocaba disimuladamente sobre su polla… aquel contacto, junto con sus dedos y el morbo de la situación me llevaron en volandas hasta el siguiente orgasmo, notando como retiraba sus manos de mi cuerpo mientras me decía, -¡Sígueme… tengo un apartamento alquilado aquí cerca!-…

No mintió, su apartamento estaba situado casi a pie de playa, así que apenas caminamos doscientos metros para quedarnos a solas… nada más dejarme entrar se me echo encima, cerrando sus manos sobre mis pechos mientras me comía la boca y me empujaba con su cuerpo hacia la parte trasera de un pequeño y hortera sofá… recostada sobre el sofá, separe las piernas después de que me bajara la braga del bikini hasta los tobillos, dejando escapar un placentero gemido al sentir como me penetraba para empezar a follarme violentamente durante no más de dos minutos, suficiente en toda caso como para que me corriera antes de sentir como descargaba sobre mis nalgas…

-¿Quieres tomar algo?... ¡Tengo zumos, batidos, refrescos!- me preguntaba poco después, contestándole, -¡Un zumo… si tienes de piña…  y una ducha si no te importa!-, siguiendo su dedo para llegar al baño, aunque ciertamente no tenía perdida, dadas las reducidas dimensiones del apartamento… al salir de ducharme y no verle pensé acertadamente que estaría en la terraza, así que me puse la braguita del bikini antes de salir fuera… no me equivoque, allí estaba, sentado en una tumbona con los dos zumos y completamente desnudo… me acerque, me senté delante de él y deje que me recostara hacia atrás mientras me entregaba un zumo de piña… permanecimos sin hablar un buen rato, luego me dijo mientras posaba una de sus manos sobre un pecho y me lo acariciaba, -¡Te vi desde aquí… y me dije… ese pivon seguro que tiene ganas de polla… de mi polla!- haciéndome soltar una carcajada antes de preguntarle, -¿Te funciona eso de auto convencerte?-, haciéndome girar la cabeza para comerme la boca y contestarme, -¡Yo diría que si…!- para añadir mientras me hacía jadear pellizcándome el ya erecto pezón, -¡Te acabo de follar… en dos minutos me la vas a empezar a mamar… y después te voy a romper tu glorioso culito aquí mismo…!-, -¡Sigue soñando nene… sigue soñando!- le conteste mientras me giraba para empuñar su polla y notar como mi sexo empezaba a inundarse nada más inclinarme para saborear su polla…

-¿Me vas a dejar que te rompa el culo?- me pregunto poco después con su polla dura como una piedra dentro de mi boca, -¡Sí!- le conteste dejando de comérsela el tiempo justo que tarde en contestarle… -¿Aquí mismo… en la terraza?- añadió, -¡No… dentro…!- le conteste casi sin dejar de comérsela… -¿Por qué?... ¿Te da corte que alguien te pueda ver?- volvió a preguntarme, contestándole, -¡Mas que corte, me da morbo… pero me descontrolo y grito mucho cuando me rompen el culo!-… riéndose, me aparto de su polla, entro al apartamento y regreso con un bote de lubricante que me entrego diciéndome. -¡Te toca echarme la crema!- para añadir, -¡Pero te voy a romper el culito aquí… pero tranquila… quizás algún vecino te vea… pero te aseguro que nadie podrá escucharte!-… la idea de que alguien pudiera observarme mientras me rompía el culo me ponía un montón, pero no sabía cómo pretendía silenciarme… con su polla llena de lubricante, se me acerco para bajarme y quitarme la braguita del bikini, señalándome la tumbona para decirme sonriente, -¡Abrázate a ella y levanta el culo!-… ya en posición, me hizo babear un poquito acariciándome el coño antes de notar como dirigía certeramente su polla a la entrada de mi culo, notando como presionaba y como su polla se deslizaba en el interior… el inmediato grito de placer quedo roto cuando literalmente me metió en la boca la braguita del bikini, cerrando mi boca para empezar a aullar casi en completo silencio mientras empezaba a darme de pollazos… esperaba y deseaba que aguantara el tiempo suficiente como para que me corriera, pero al alzar la vista y ver a un tío observándonos desde otro balcón con unos prismáticos fue suficiente como para que mi orgasmo se adelantara y me corriera casi al mismo tiempo que sentía a Paco descargando en mis entrañas… una ducha, un bocadillo, dos zumos y una alegre charla más tarde, Paco volvió a romperme el culo, en aquella ocasión sin que nada silenciara mis placenteros gritos, pero sin el morbo de alguien mirándome, tuve que emplear mis dedos para no quedarme con las ganas de correrme… después Paco me pidió mi teléfono… fui sincera… le dije que prefería, que le diera uno falso o que le dijera que no podía ser… eligió la segunda opción…

Era la segunda vez que engañaba a mi marido con otro hombre… tampoco tuve ningún remordimiento, más bien al contrario, gracias a Paco supe que podía serle infiel cuando quisiera y prácticamente con quien quisiera… y aquella sensación me hacía sonreír de felicidad mientras conducía mi coche hacia su casa, pues ya por aquel entonces, ya no la consideraba nuestra casa…