Confesiones de una española en el Caribe 1 parte

Todas las mujeres hemos soñado con ser penetradas por una gran polla negra

Hola de nuevo a todos, mi nombre es Isabe l, tengo 34 años y mi marido se llama Javier.

Como ya os conté en el anterior relato el pasado mes de Junio en nuestras vacaciones estivales en Almería tuvimos nuestra primera experiencia con un tercero, un trio maravilloso con aquel fornido vendedor africano, inolvidable la sensación de ser penetrada por una enorme polla negra al tiempo que mi marido tapaba mis gemidos introduciendo su polla en mi boca.

Javier  trabaja en una conocida bodega riojana, vivimos en Logroño (España) y yo trabajo como vendedora en una inmobiliaria.

Recuerdo perfectamente aquel viernes que estábamos tomando unos vinos con Javier y unos amigos en la calle Laurel cuando leí el email confirmándome una venta en la que llevaba tres meses trabajando, era la mayor operación en la que yo había participado y la comisión  era sin duda la mayor de mi vida profesional.

Ya en el coche de regreso a casa con un grito de alegría se lo conté a mi marido.

Era una venta importante, esperada desde hacía unas semanas, así pues después de unos minutos le propuse a Javier unas vacaciones en República Dominicana, él me sonrió irónicamente adivinando mis fantasías sexuales.

Estábamos en el mes de Noviembre en la última semana, llovía y hacía frio, así pues la fecha ideal era en Enero después de Navidad.

Antes de llegar a casa Javier me dijo “En vez de Republica Dominicana podríamos ir a Jamaica, busca en Google el hotel Hedonism II, me han dicho que es diferente”.

Aquella noche hicimos el amor de una forma salvaje.

La mañana siguiente aprovechando que era sábado y Javier dormía busqué en internet este hotel jamaicano, pronto entendí que había algo diferente, después de múltiples búsquedas en internet escribí “ BBC cuckold resort ” y allí apareció el hotel para adultos que mi marido había dicho.

No podía creer lo que estaba viendo, es un hotel para matrimonios liberales donde si los clientes de este hotel lo solicitaban tenían un “book” de fornidos y jóvenes hombres negros que además de marcar tableta en sus abdominales también mostraban un delicioso bulto bajo el bañador, con servicio las 24 horas del día.

Yo estoy enamorada de mi marido y aunque muchas veces me da vergüenza hablar de ese tema con Javier, él tiene la sabiduría de hablar de estos “juegos” en contadas ocasiones y casi siempre después de haber hecho el amor.

Aquel mismo día compré los billetes de avión para Jamaica y pagué una señal para la semana de estancia en el hotel Hedonism II.

Las Navidades pasaron rápidas al tiempo que mi excitación iba en aumento.

El 8 de Enero emprendimos nuestro viaje desde el aeropuerto de Barajas al de Kigston en Jamaica con una escala en Miami.

Al llegar a nuestro destino un destartalado taxi nos condujo por una exuberante carretera hasta la localidad de El Negril y allí estaba nuestro hotel.

La apariencia era la normal en estos tipos de resort caribeños, quizás un poco anticuado pero limpio, rodeado de palmeras y con una espléndida playa con agua color turquesa y arena blanca.

El recepcionista comenzó hablándonos en ingles pero al ver el pasaporte cambió al español aunque empleaba continuamente la palabra “ahorita” resultado de su aprendizaje de español en un hotel mejicano de Playa del Carmen.

Con gran amabilidad nos explicó que había dos zonas diferentes una era normal y la otra para nudistas, en esta última se podía ir vestido o desnudo.

Era tarde, estábamos muy cansados por el viaje y por el cambio horario así pues  nos llevaron la cena a la habitación y caímos rendidos en la cama.

Al día siguiente me desperté temprano, todavía llevaba el horario español, me puse el bikini una amplia camiseta un sombrero, la bolsa de la playa y me fui a buscar el restaurante para desayunar yo sola, pues Javier seguía durmiendo.

Camino del desayuno me paré en recepción y como quien no quiere la cosa le pregunté dónde están los “book” que ustedes anuncian?.

Gentilmente el recepcionista me indicó que había dos libros, uno era de los empleados con nombre y categoría, pero que quizás yo estaba interesada en los BBC a lo que yo, muy ignorante le contesté que no era la cadena de Tv la BBC la que buscaba, el conserje sonriente se aproximó a mí indicándome lo que significaban esas siglas.

Camino del restaurante me repetía a mi misma la traducción. B (big-grande), B (black-negra), C (cock-polla). Es decir BBC significa “Gran polla negra”

Una vez en el buffet del desayuno me dediqué a observar que tipo de gente había, pensaba que serían todos norteamericanos, pero estaba confundida, la mayoría eran europeos de diferentes naciones, alemanes, franceses, británicos etc y la edad media debería rondar los cuarenta y tantos aunque también vi dos o tres matrimonios con pelo canoso sonrientes y brillo en sus ojos.

Me senté en una mesa con buenas vistas al mar e inmediatamente la mesa de al lado fue ocupada por dos alegres señoras  que me lanzaron una parrafada en alemán les contesté en inglés que no entendía su lengua y continué con mi desayuno.

Eran dos señoras, posiblemente viudas con por lo menos 60 años, algo gorditas, muy arregladas y maquilladas, muy bien vestidas y con joyas que demostraban  una situación económica elevada.

Sorprendida, vi como estas dos señoras pedían una botella de champan y eso que eran las 8 de la mañana y estábamos desayunando.

Mientras yo tomaba un cuenco de fruta, vi como el champan empezaba a hacer efecto pues cada vez que un camarero pasaba cerca de ellas, una veloz mano salía para tocar el culo jamaicano entre sonoras risas de ambas.

Una vez terminado el desayuno salí a la playa por el lado opuesto a la recepción, era una pequeña bahía donde nada más bajar las escaleras hay varios “chill out” o camas cuadradas de 2,5 metros de largo y ancho con unos toldos blancos para protegernos del implacable sol caribeño.

Dejé mis cosas, me tumbé y respiré profundamente, estaba en el paraíso.

La apariencia era la de un hotel normal excepto que algunos huéspedes paseaban desnudos.

Me quité el sujetador del bikini dejando en libertad mis pechos y me fui a dar un chapuzón.

El agua transparente, la blanca playa y la exuberante vegetación eran una realidad total.

Al regreso a mi sitio pasé por delante de una pareja de turistas practicando un sabroso “cunningulus” que no era en absoluto agresivo, siendo más bien un acto en armonía con el entorno.

Durante un tiempo continué observando aquella pareja, ella boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas y los  pies sobre la colchoneta. El hundiendo su lengua en el punto de placer de una mujer, vi como con suavidad movía la lengua de arriba abajo y como se recreaba chupando el clítoris mientras ella con los ojos cerrados acompasaba su respiración a los lametazos de su pareja.  Ella empezó a arquear su cuerpo mientras el hombre levantaba con sus manos las nalgas femeninas en un intento de profundizar su lengua dentro de aquella vagina. Después de varios gemidos femeninos una voz suplicante de la mujer “Kommen sie”, hicieron  que aquel hombre se incorporara al tiempo que acariciaba las tetas de la rubia alemana metiendo su polla en aquel anhelante coño. Las sacudidas primero profundas y espaciadas empezaron a acelerar su ritmo, ella atraía y acompasaba con sus manos las nalgas pálidas del varón, él en la postura del misionero agarraba los tobillos femeninos alzándolos y abriéndolos´

En un último rugido él se corrió  dentro de ella que seguía moviendo su pelvis diciendo “folgen, folgen”.

Aquel “sigue, sigue” seguro que tendría continuidad interracial aquel mismo día  pues ella echó una sonora carcajada después del susurro de su pareja.

Pasado un rato ambos se levantaron y riendo y corriendo se metieron entre las olas del mar.

El nombre del hotel era el más adecuado, pues si el hedonismo consiste en la búsqueda del placer en todos los aspectos de la vida, este era el propósito de mis vacaciones.

La voz de mi marido me volvió a la realidad, me levanté antes de que él se tumbara y decidimos ir a pasear por toda la orilla de esta redondeada bahía.

Él se quitó el bañador yo continué solo con las braguitas del bikini y nos fuimos a pasear  bordeando la playa.

Nos cruzamos con varias parejas casi siempre desnudos y algunos grupos de dos o tres mujeres solas sonrientes y sin señales del bikini en su piel.

De pronto vi acercarse en sentido contrario a las dos señoras del desayuno acompañadas de dos esplendidos negros jamaicanos ambos altos, fuertes, en bañador.

Ellas al reconocerme empezaron a saludarme y cuando estábamos cerca volvieron a dirigirse a mí, en su idioma, señalando una de ellas orgullosa a su atlético acompañante.

Como no la entendía iba yo a decírselo cuando de improviso ella metió su mano dentro del bañador del joven acompañante sacando una enorme polla negra y aunque seguía hablando alemán pronto entendí lo que quería decir pues con las dos manos no cubría la longitud de aquel maravilloso pene.

Lo estaba exhibiendo con orgullo.

Yo estaba paralizada por lo inesperado de la situación, ella arrastrando al negro se acercó a mi indicándome que lo tocara, volví la cara a Javier que no reaccionaba y sin más agarré aquella magnifica tranca, era suave, gruesa, grande y al apretarla con mi mano noté los latidos firmes y fuertes al tiempo que hacía un pequeño movimiento agradeciendo mi caricia.

No estaba en erección pero su grosor me hizo imaginar la satisfacción que tendría aquella señora cuando en plenitud fuera penetrada en la habitación del hotel.

Igual que habían venido se despidieron entre risas de nosotros.

Javier y yo continuamos nuestro paseo. En un instante mi marido bajó su mano a mi rasurado coñito y como hablando con él dijo “Tenemos que buscar una polla como esa para que te lo pases bien”.

Me volví, le besé  metiendo mi lengua en su boca con pasión y mirándole a los ojos le dije que entendía que esta era la máxima expresión de su amor.

Allí mismo me arrodillé, metí su pene en mi boca y solo con el movimiento de mi lengua noté como iba creciendo hasta conseguir la erección total dentro de mi boca, entonces la introduje hasta el fondo de mi garganta aprovechando para cerrar ligeramente los dientes, al tiempo que con mi mano derecha acariciaba sus testículos, el con sus dos manos movía rítmicamente mi cabeza cada vez con más fuerza hasta que en un último estertor apretó su polla dentro de mí  y un chorro de caliente líquido seminal inundó mi boca y como no bajaba la presión de sus manos en mi cabeza solo podía tragármela, ahí aflojó un poco sus manos y yo aproveché para con la lengua hacer unas suaves lamidas alrededor de todo el glande del pene de mi marido.

Reemprendimos nuestro regreso al hotel bajo un cálido sol disfrutando del final de las olas que mojaban nuestros pies borrando las huellas que dejábamos sobre la arena.

El resto de la mañana la pasamos tumbados en el “chillo out” disfrutando de una envidiable temperatura con una piña colada en nuestras manos.

A la hora de la comida nos dirigimos al restaurante dividido en dos partes con ropa o sin ella y después de una rápida mirada con mi marido elegimos el nudista pues mi marido seguía  sin ropa alguna.

Antes de entrar observé como encima de un atril se mostraba el “book” o libro de pastas negras con las fotos de los “boys” y allí estaba un grupo de tres mujeres  francesas que con risas contenidas comentaban  las delicias de noches pasadas con esos machos jamaicanos  mientras sus maridos continuaban en sus aburridos trabajos en unas oficinas de Paris.

Dentro del restaurante, prácticamente, todos los turistas iban desnudos excepto alguna mujer y yo que llevábamos la parte inferior del bikini.

Me dediqué a observarles y aunque algunos de los hombres tenían un cuerpo cuidado y musculado seguramente con horas de gimnasio sus penes no eran comparables con el que yo había acariciado esta mañana al acompañante negro de la señora alemana.

Algunos llevaban un anillo que rodean los testículos y la base de la pene para impedir la circulación sanguínea y favorecer el mantenimiento de la erección, pero nó, la sensación de casi no poder rodear con mi mano el miembro de aquel hombre que yo había tenido esa misma mañana no podía ser igual que estas pollas que pasaban cerca de mí.

Miré con curiosidad a los camareros que nos atendían y llegué a la conclusión que ninguno de ellos era un “BBC” y entonces me pregunté cómo se contactaría con ellos, porque elegir uno y pedirlo en recepción era muy frio, me daba mucha vergüenza y no eran maneras, con las señoras alemanas no podía entenderme para que me lo explicaran, posiblemente las francesas podrían decírmelo, bueno ya lo pensaré, me dije.

De regreso a nuestra habitación, para dormir la siesta, vimos un cartel de clases de Bachata en el bar de la piscina a las 17h.

En el ascensor, intenté convencer a Javier para ir a esas clases.

En la habitación mientras Javier dormía me dediqué a una minuciosa depilación con pinzas del algún pequeño bello en las piernas y axilas para a continuación impregnarme de crema hidratante con la que combatir los efectos solares.

Un poco antes de las 5 de la tarde volví a insistir a mi marido para ir a bailar bachatas sin conseguir convencerle.

Así que le dije que yo bajaba y que por favor viniera a buscarme pasado un rato.

Estaba decidida, esta noche quería ser penetrada por un por un BBC, esta noche mi boca y mi coñito recibirían sin duda una Gran Polla Negra, pero eso lo contaré en “Secretos de una española en el Caribe”   (Segunda parte).