Confesiones de una bailarina exotica

De cómo disfruté mi primer baile privado con un albañil.

CONFESIONES DE UNA BAILARINA EXOTICA

EL ALBAÑIL

Hace algunos años me encontraba llena de deudas y como única salida a esa situación recurrí a emplearme como bailarina de table dance. Tenía en ese entonces 24 años y a pesar de que ya era madre mi cuerpo estaba muy bien formado: era talla 36 D en brasier, unas caderas redondeadas y piernas largas y bien torneadas y rubia de rasgos finos, sobresalía en aquel lugar, por eso me aceptaron enseguida.

La primera noche tuve que tomarme unos tequilas para poder subir a bailar y desvestirme sin pudor frente a todos esos hombres que me veían llenos de lujuria, dentro de mí pensaba que jamás hubiera sido capaz de aquello pues era una chica modosita y no soportaba ni que me dijeran piropos soeces en la calle, pero ahora tenía que sacar lo peor – o lo mejor – de mí para poder juntar una buena cantidad de dinero y liberarme de las deudas contraídas.

Lo más difícil de todo fue cuando me solicitaron para lo que sería mi primer baile privado… me puse a temblar de los nervios y la desilusión, pues el tipo era de lo más vulgar: era un hombre alto, delgado, moreno de unos 40 años más o menos pero tenía el cuerpo firme, feo, la piel curtida por el sol y las manos ásperas y grandes. A pesar de que nunca en su vida imaginó tener acceso a una mujer como yo no me veía con lujuria, más bien estaba serio. Me tomó de la mano y nos dirigimos al privado. Yo ya estaba en topless, así que sólo tenía que bailarle e ingeniármelas para tardar el mayor tiempo posible ahí adentro sin que se aburriera el cliente.

Él se recostó en el sillón mientras yo le bailaba de espaldas, frente al espejo, moviendo mis redondeadas nalgas frente a su cara, él no pudo evitar el tocarlas y acercó sus labios húmedos, dándome unos ligeros mordiscos, yo cerraba los ojos para imaginar que estaba con otra persona y no con aquel albañil que olía a loción corriente, a tabaco y a cerveza… Para mi sorpresa, el tipo me dio la vuelta y me sentó sobre sus piernas con suavidad y comenzó a besarme los senos, los succionaba suave y firmemente a la vez y me veía con tánto deseo que comencé a sentirme excitada, para mi sorpresa me agradó que aquél hombre me deseara tánto que comencé a humedecerme… Yo continuaba moviéndome al ritmo de la música y me puse de pie y me subí al sillón, parándome entre los brazos del mueble, acaricié con mi pierna el rostro del tipo y él parecía hipnotizado con mis piernas, comenzó a lamer mis rodillas y fue subiendo poco a poco y el cosquilleo cada vez se fue haciendo más intenso, haciéndome vibrar y cada vez estaba más húmeda, metí mis dedos entre la tanga y me froté la vulva que estaba cada vez más y más mojada. El tipo era consciente de mi excitación y me repetía una y otra vez que era un sueño el que estaba viviendo, que su mujer jamás había estado tan rica como yo, que quería recorrer mi cuerpo con su lengua para devorarme toda… Yo no podía creer como un hombre así podía hacerme sentir tanta excitación… Me quitó suavemente la tanga y observó mi pucha bien depilada y se acercó lentamente abriendo mis labios y metió su lengua una y otra vez, succionó con toda maestría mi clítoris mientras yo me retorcía de la excitación, él parecía querer devorar todo el líquido que salía de mí, me lamía, me mordisqueaba y succionaba los labios vaginales y el clítoris, luego mordisqueaba mis ingles mientras me metía un dedo en el culo que temblaba de placer… Jamás alguien me había mamado tan rico, luego me dio la vuelta y me abrió el culo, metiendo la lengua dentro de mi ano mientras me metía 3 dedos en la pucha que chorreaba pidiendo una verga a gritos… Cuando abrí los ojos me dí cuenta que el vigilante nos estaba espiando con la verga bien parada… Todo lo que estaba haciendo estaba prohibido, pues los clientes no debían tocarnos pero la verdad es que estaba como perra en brama: tan caliente que no podía ni quería detener a aquél tipo que me estaba mamando tan rico el culo

Me excitaba tanto el que me tratara como una diosa, se veía la admiración en sus ojos al poder tener entre sus brazos a una hembra como yo, ¡aunque tuviera que pagar todo lo que había ganado en aquella semana! Y yo estaba llena de asco porque aquél tipo era tan feo pero no podía evitar sentir toda la lujuria que sentía con aquella lengua que me hacía enloquecer y esas manos tan rasposas que lastimaban mi suave piel… No supe ni cuantas veces me vine y el tipo aquél se bebió todos los líquidos que salieron de mi cuerpo y yo toda sonrojada por la excitación lo detuve, pues ya era hora de pagar la cuenta, (antes de que terminara pidiéndole que me ensartara la verga, pues me moría de ganas de ser atravesada)

Esa noche gané un buen billete con aquél tipo y supe que el tiempo que tuviera que trabajar ahí, lo disfrutaría muchísimo