Confesiones de Fernanda (4)
El placer era único en cada prenda que me ponia.
RELATOS DE FERNANDA (4)
Si el se aficionó a mis nalgas, yo me aficioné a su verga.
Cuando me hacia señales para encontrarnos en el baño, los minutos previos, eran un palpitar de mi ano y un cosquilleo en mi vientre.
YA eran muchos encuentros y ambos pensamos que corriamos mucho riesgo.
Una noche al salir de la escuela, coincidimos en la esquina y me llevo a mi casa. En su auto viejo, me mostró su calentura sacando su hermosura.
-TE atreves a chuparme aquí?? Preguntó.
-No solo me atrevo, me muero de ganas por hacerlo!!
El auto en marcha, el con el pantalón en las rodillas y yo dando chupadas.
Se fue por lugares obscuros, muy lento y yo no soltaba tan suculenta verga.
Se estacionó, y me hablo de su fantasía de cogerme sobre el cofre.
-Si lo hago, pero con una condición le respondí. Que me compres ropa de mujer muy sexy y unas zapatillas.
Por esas fechas ya le hablaba de tú, incluso ya me despedía y lo besaba en la boca.
Estaba muy enculado como el decía. Y en dos días cumplió. Me regalo un conjunto de falda corta, una blusa, unas medias de color azul y con moñitos a los lados.
Ahh y mis primeras zapatillas.
La sensación era increíble, cada prenda que me ponia me hacia sentir más putita. Era su putita.
Ahora fui yo quien le dio la sorpresa. Me vestí con la falda tableada, me amarré la blusa para mostrar el ombligo y me coloque las medias que me llegaban a medio muslo. Quedamos en vernos a la salida, con la complicidad de la noche.
Me cubrí con el uniforme deportivo que me quedaba grande para ocultar la ropa de abajo.
Me subí a su auto, lo salude y dije..-mirame a los ojos si puedes.
ME fui quitando la ropa deportiva y se fue asomando un cuerpo lindo, muy sexy. Abajo la falda y las medias, y de mi mochila saque las zapatillas de tiritas y me las puse.
No podia decir palabra, solo me acariciaba los muslos desnudos y el ombligo.
.A donde me vas a llevar mi amor?
Me llevó a las afueras de la ciudad. En el trayecto lo fui acariciando, y le saque ese pito mal acomodado que abultaba su pantalón.
En cierto lugar le pedí que se detuviera y me besara como si fuera su novia.
Se molestó y dijo que no era su novia. Eres mi putita nada más.
No importa, algún día se lamentara por esas palabras. Pense para mí.