Confesiones de cuarentena, usada en la cocina

La caliente Ana, le narra a su amiga como su sobrino la usa estando su esposo en la otra habitacion

-oye Ana, y lo de tu sobrino en que quedó,

-pues nada, sigue igual,

-¡te sigue manoseando!

-si, y yo lo sigo dejando,

-¿y tu esposo no se a dado cuenta?

-no y ni quiero que se entere,

-jajaja... ¿tan bien lo hace?

-y no solo eso, Abraham es todo un cabroncito, la verdad me gusta todo lo que me hace,

-waow amiga, quien lo viera al muchachito, ¿que edad tiene?

-25,

-y si.....dura,

-como las pilas...jajá

Ana y su amiga Raquel eran dos mujeres pasadas de los 40, llevaban años de conocerse y en todo ese tiempo habían sido compañeras de parrandas e infidelidades, sin duda las dos mujeres eran de moral distraída,

-bueno Ana, pero ahora con esto de la cuarentena, ¿cómo lo sigues viendo?

-fácil Raquelita, me las ingenie para que el se viniera a pasar una buena parte de la cuarentena a mi casa,

-¡en serio! cómo crees,

-si Raquel, lo tengo aquí todo el día,

-que bárbara, y como le hiciste,

-eso después te lo cuento.. Jajá,

-bueno, pero tú esposo que dice,

-nada, que puede decir, como en la oficina despidieron gente, el tiene que hacer el trabajo de otros, así que desde las ocho de la mañana se la pasa encerrado en su despacho en ciber conferencias, al medio día sale a la oficina a firmar papeles y regresa en la tarde, come, se asea y se duerme

-y su sobrino se encarga de mantenerle la cama y la esposa caliente,

-jajaja..Ni que lo digas, el muchacho es bárbaro, ayer después de desayunar mi esposo se metió a su despacho y yo marque al mini súper que está en la otra colonia y pedí el mandado, pues bien, al poco rato llego el repartidor y justo en ese momento Abraham iba saliendo de la recámara dónde se está quedando, y me vio que estaba preparando la ensalada....

-no me digas que te manoseo en la cocina, estando su tío en la otra habitación,

-si, pero espérate, cuando se acercó estaba cortando los pepinos y el tranquilamente me preguntó por su tío y después me dijo ¿te gustan los pepinos?

-y luego ¿le dijiste que si?

-si, y no le hubiera dicho eso,

-¿por qué?

-en ese momento no se cómo es que me sujeto por el cabello y con su otra mano me metió un pepino a la boca,

-¡en serio hizo eso!

-si, y yo pues me deje,

-¿y tu esposo no se dió cuenta?

-pues no, además siempre que hace sus conferencias habla tan fuerte que puedo escuchar cuando va a terminar, así que deje que Abraham me hiciera lo que quisiera y yo seguí partiendo el resto de la verdura

-en serio ana, así de aventado es,

-si y mientras yo seguía partiendo la verdura, el me comenzó a bajar el pantalón de pijama y la ropa interior,

-¡en serio ana!

-si, y no se conformo con eso, también me comenzó a dar de nalgadas,

-jajajaja...no lo puedo creer, y con su tío en el otro cuarto y después,

-pues mientras yo seguía preparando la comida el se dedicó a manosearme, sus manos subían y bajaban por mis piernas y me apretaba las nalgas de una forma tremenda,

-waooww...

-si Raquel, sus manos no dejaban de acariciarme, las metía entre mis piernas y acariciaba mi vagina de una forma tremenda y después lentamente las fue subiendo y las metió bajo mi ropa y me sujeto los pechos y comenzó a sobarmelos y sus dedos se fueron hasta mis pezones y comenzó a frotármelos lentamente, mmhhhh...nada más de acordarme se me pone la piel chinita,

-¡que bárbaro es ese muchacho!

-si, y todo eso mientras yo tenía el pepino metido en la boca, y mi esposo en su despacho, la verdad es que me estaba agradando bastante, mi esposo jamás me había tratado así,

-bueno y después,

-después se detuvo y nos quedamos un momento en silencio para escuchar si mi marido seguía en junta y cuando se dió cuenta que si, me sujeto por la cintura y me reclino en la mesa,

-¡no lo puedo creer Ana!

-pues creeme, ahí estaba yo, desnuda de la cintura para abajo, con un pepino metido en la boca y mi sobrino manoseándome y no se conformo con eso, cuando me tuvo así comencé a sentir como su verga se restregaba en mis nalgas y de un momento a otro la apoyo en mi vagina y de un empujón me la metió toda,

-waooowww

-si, el muy cabron me comenzó a penetrar en la cocina, la verdad es que la situación me estaba agradando bastante, el muy cabron me tenía bien sujeta por la cadera y su pedazo de carne entraba y salia de mi, y me llegue a imaginar que el pepino era otro miembro que me penetraba por la boca, la verdad es que el muchacho me hace fantasear tremendamente,

-oye Ana, ¿no te dió de nalgadas?

-huyyy...claro Raquel, y no le importo que su tío estuviera a metros de nosotros, el me estaba dando fuerte, la verdad es que me estaba usando, pero si lo probaras una vez sabrías lo que te dijo, te haría fantasear,

-¿tu crees Ana?

-claro, su pelvis se mueve de una forma tremenda, sentía como su enorme virilidad me llenaba por completo, es que la tiene tan grande y ancha que había momentos en que tenía que morderme los labios para no gritar,

-y dices que dura bastante verdad,

-si Raquel, y había momentos en que su pelvis chocaba tan fuerte contra mis nalgas que prácticamente me levantaba del suelo, sentía que me estaba desgarrando por dentro, hasta que después de varios minutos que me tuvo así, me jalo fuertemente hacia el y comencé a sentir como su caliente semen comenzaba a inundar mi vagina,

-¿no se puso condón?

-no, nunca lo hace y no creo que lo haga, le fascina dejarme bien llena de semen,

-¿bueno y después?

-cuando termino me soltó dos fuerte nalgadas, se acomodo la ropa y se metió a su recamara y yo claro me quedé semidesnuda sobre la mesa y con el pepino en la boca,

-¿y tu esposo?

-ni cuenta se dio de la revolcada que me dio,

-jajajajaja...que bárbara,

-bueno Raquel me tengo que ir, ya no tarda en llegar mi esposo y todavía tengo que deslechar a mi sobrinito,

-ok, no olvides de marcarme mañana u me sigues contando,

-claro que si Raquelita,

Cuando Ana colgó, echo una mirada al reloj de la sala y se dió cuenta que aún tenía una hora para disfrutar de si sobrino, así que son perder tiempo se fue rumbo a la recámara de Abraham y entro, sabiendo que le esperaba una tremenda revolcada,