Confesiones de Cecilia

Historia de un amor imposible

Cruzaba mis 18 años, recién terminado la secundaria realizaba pasantías en una institución de Estado, fue ahí que conocí al chico de esta historia.

Los primeros días de mis actividades conocí a varias personas, entre ellas había un joven evidentemente mayor que yo, un poco antipático al inicio, se veía muy serio, pero a su vez tenía un encanto particular. Con el paso de algunos días me acerque a él por consultas y al inicio surgió una amistad que nunca pensé que llegaría tan lejos.

Ya conociéndolo a fondo era una persona muy agradable, súper responsable muy cariñoso y atento y como dije al inicio tenía algo que me gustaba. Al cabo de algunas semanas ya éramos de mucha confianza nos tuteábamos y a veces hacía chistes que sonaban a retos, me contaba su vida sentimental, sus problemas y que actualmente (a esa fecha) pese a estar casado me contó que estaba viviendo solo.

Soy una mujer seria y aunque tenía muchos pretendientes ninguno había logrado pasar esa barrera. Sin embargo, yo era una chica muy guapa, muchos me lo decían, cabellos largos, pechos grandes, 1.60 de estatura, cintura y piernas muy bien formaditas que muchos de mis amigos me decían cinturita de abeja, en fin, cuidaba mucho mi figura.

Una tarde me había quedado hasta más tarde porque tenía mucho trabajo, cuando iba saliendo miro que la oficina del departamento de finanzas había encendido la luz, así que me entró la curiosidad y subí al siguiente piso a ver quién estaba… era Luis que seguía trabajando. Saludamos, ayudé un poco a terminar sus actividades y quedamos hablando y en medio de la conversación me preguntó... qué harías si te diera un beso… por un momento quedé como perdida, en shock, confundida y me atreví a decirle… por qué no lo averiguas…

Ese fue el inicio de esta historia. Luego del primer beso que fue sorpresivo vino otro, un beso largo, dulce como de dos novios muy enamorados, nunca olvidaré ese momento. Aquella tarde salimos juntos y entre beso y beso llegamos hasta mi casa, como ya era tarde se despidió y se fue.

En los siguientes días empezamos a salir luego del trabajo a caminar a tomar un café, nuestros besos eran más frecuentes, a escondidas en el trabajo y fuera del trabajo, casi siempre me acompañaba hasta mi casa. A pocas semanas estábamos caminado cerca por donde decía que vivía así que le dije que por qué no me invitaba a tu departamento, quería de cierta manera comprobar que en realidad vivía solo.

En tono retador me dijo, estás segura que quieres meterte a la boca del lobo?... Creo que de cierta forma ambos queríamos estar a solas. Así que apenas entramos por la puerta nos comíamos a besos y sin más me llevó a su dormitorio, al mismo tiempo que los besos seguían por otras partes de mi cuerpo nos quitábamos la ropa y el deseo se encendía.

Y aunque antes ya había tenido relaciones sexuales fugaces un par de veces, esta experiencia fue diferente, especial e inolvidable. Sentir sus caricias recorriendo mi cuerpo, sus besos, me tocaba zonas que nadie lo había hecho, sus besos llegaban hasta mi más íntimo rincón, eso me puso a mil y mi cuerpo sentía sensaciones nunca experimentadas.

Luego de jugar un buen rato estaba lista, él se puso encima y nuestras miradas se fundieron en tanto que abría mis piernas invitando a explorar mis entrañas. Al inicio suavemente acariciaba mi conchita con su pene para poco a poco penetrarme hasta quedar completamente hundido sus aproximadamente 22 cm, sacándome un jadeante suspiro, cerrando mis ojos para entregarme por completo a él.

Continuó con movimientos que lubricaban abundantemente mi conchita al tiempo que me entraban ganas de gritar, de apretarlo haciendo que en cada penetración jadeara fuertemente Ay, ay, ay. No tardé mucho para que mi cuerpo logre mi primer orgasmo a tiempo que me retorcía le pedía que pare sin embargo él hizo como que no me escuchaba y continuaba penetrándome vigorosamente hasta que él también terminó en cálidos y potentes chorros de semen llenando mi cuevita. Finalmente quedamos dormidos unos minutos.

Al despertar estaba listo para continuar y aunque me dolía un poco fue hermoso ese momento. En la habitación había un espejo en la cual me veía cómo me hacía suya, dos cuerpos completamente desnudos, sin nada que ocultar, entregados a la lujuria, era como si el tiempo se detuviera y mi cuerpo explotara en ese momento en que alcanzaba mi siguiente orgasmo, haciendo que mi vagina se encontrara en múltiples contracciones

En cada embestida sentía sus bolas en mis suaves y gelatinosas nalgas, su enorme pene entraba y salía sacando de mis entrañas gran cantidad de fluidos, yo gemía muy fuerte, a ratos le decía ya basta por favor… y él tenía agarrada fuertemente mis nalgas y continuaba en su tarea sin contemplaciones sin oportunidad para defenderme. Estábamos así por una media hora, al final se vino nuevamente dentro de mi dejándome una sensación extraña… sentir su semen dentro de mí me hacía sentir mujer, al levantarnos habíamos mojado las sabanas.

Como ya era tarde mis padres llamaban al teléfono así que me llevó a casa. Al día siguiente nos vimos en la oficina y por la tarde nuevamente fuimos a su departamento y así sucesivamente se fue convirtiendo en una costumbre y crecía día a día mi deseo de estar a su lado, despertarme junto a él.

Una vez me escape de la casa en la noche para ir a estar con esta persona, me había vuelto adicta a él que por lo menos dos veces por semana íbamos a su departamento a dar rienda suelta a nuestros instintos, me ponía en diferentes poses, muchas veces terminaba dentro de mí y otras veces en mi cuerpo luego de ello nos íbamos a bañar, por cierto, ambos odiábamos el condón de tal forma que un embarazo era eminente.

Aunque tenía miedo, lo deseaba y tal como me imaginé a los 3 meses estaba embarazada solo que los síntomas fueron muy fuertes y finalmente perdí a mi bebé a los 2 meses de embarazo.

Hacíamos muchas cosas para estar juntos, recuerdo que una vez fui a casa de mis padres que viven lejos de la capital, cuando llegué no había nadie así que en la noche lo llamé por teléfono para que viniera. Ni corto ni perezoso Luis estaba llegando a casa a las 12 de la noche. Ya en mi habitación pues nos dedicamos a amarnos, y siempre que cogíamos me decía que le encanta mi trasero, y muchas veces me ponía en cuatro y agarraba mis cabellos como si fuera su yegua.

Ya habían pasado como 1 año de esta relación y afortunadamente o desafortunadamente tuvo que salir de viaje por algún tiempo y ese tiempo fue el inicio de que nuestra relación llegará a su fin, por un lado, estaba su esposa y yo sabía que esta relación estaba mal y que tarde o temprano debía terminar.

Cuando estuvo fuera del país en una de nuestras conversaciones le dije que había decidido terminar. El aceptó y aunque para él fue una noticia triste también lo fue para mí. Luego de aquella vez se alejó de mí, sin embargo, cuando regresó al país como a los 2 años no pude evitar escribirle, él me contó que finalmente se había separado de su esposa y que estaba viviendo solo.

Yo había tenido mi hijo de 1 año y estaba viviendo con mi pareja, en una de esas conversaciones sin darme cuenta le pregunté si lo podía visitar a lo que obviamente me respondió que sí.

Aquel día llegué toda nerviosa, el encuentro fue como aquella primera vez, apenas entrando a su departamento comenzó a besarme y me llevo directo al dormitorio en la cual me quitó la ropa y empezó a penetrarme. No sé qué tenía, pero no podía resistirme a él. Luego me puso encima y continuaba con sus embestidas además que como aún tenía leche por mi bebé, de mis pechos brotaba abundante leche que él me la chupaba. Yo mojaba mucho no sé si de miedo o de gusto o de la sensación de culpa por ser infiel a mi pareja, hubo momentos en que por mi cabeza pasaban ideas de qué hago, era una mezcla de culpa, nervios, miedo y a la vez mi cuerpo quería. Luego de un buen rato me lleno mis entrañas con su semen, después que terminara quedamos en la cama hablando de cosas.

Al rato tuvimos un desacuerdo porque me preguntaba que por qué lo había dejado, que, si mi esposo lo hacía igual que él, bueno me molestó y cuando iba levantándome de la cama se abalanzó sobre mí y nuevamente empezó a penetrarme con mucha fuerza. Estaba tan molesta, le suplicaba que ya no más, que no quería y aun así seguía penetrándome más y más hasta que nuevamente eyaculó dentro de mí sin mi consentimiento.

Enseguida me levanté de la cama, me vestí y salí corriendo de su departamento con esa sensación de culpa, esta vez no había podido con mis deseos de volver a verlo. Desde aquella vez no volvimos a estar juntos, pero aún nos escribimos de vez en cuando y recuerdo dulcemente la historia vivida con Luis.