Confesiones

Después de varios días sin tener contacto entre ellos, Mar y Hans se cuentan sus experiencias...

CONFESIONES

Durante la semana apenas hubo contactos entre ellos. Ni Hans subía relatos ni Mar escribía correos.

El hombre recibió una llamada de Olivia, una amiga con la que de vez en cuando solía quedar para echar un polvo. La mujer era una casada a la que le gustaba compartir experiencias sexuales. Su marido era conocedor de estas experiencias extramatrimoniales e incluso llegaba a participar en algunas de ellas. Siempre en un papel de semi sumisión, lo que se conoce como un carnudo consentidor.

El jueves por la mañana, Hans, salió hacia la casa de Oliva para montarse un trío con su amiga y Ricardo, su marido. El hecho de haber tenido varias experiencias similares facilitaba que la situación fluyera. Ricardo abrió la puerta para dar la bienvenida a Hans:

-¿Cómo estás tío? –Se saludaron con un abrazo.

-Pasa, Oii te está esperando en el salón.

Al llegar al salón, Olivia estaba esperando a su amante sentada en un sillón de cuero envuelta en un albornoz blanco, con su media melena mojada. Se puso de pie para saludar a su amigo mientras su marido observaba la escena desde la puerta del salón.

Hans y Olivia se fundieron en un beso húmedo. La mujer era de estatura baja lo que obligaba a Hans a inclinarse hasta una postura forzada. Ella tenía una cara con un punto de sensualidad excitante. Por encima de su indudable belleza era el morbo que tenía en sus rasgos casi felinos. Ojos negros, boca grande con una sonrisa demoledora.

Mientras mantenían el beso, le hombre deshizo el lazo que cerraba el albornoz entorno al cuerpo de Oli y lo abrió. Dirigió su mano hacia el coño de la mujer para acariciar su mata de rizos negros. Jugueteó con sus dedos para abrir los labios y comprobar que estaba muy mojada:

-Veo que te alegras de verme.

-Estoy deseando de comerte la polla.

Ella comenzó a desabrochar el pantalón de Hans al tiempo que este se quitaba la camiseta. Ambos quedaron desnudos, él solo con un bóxer Calvin Klein que apenas podía contener la erección de su pene.

Olivia se volvió a sentar en el sillón de cuero. Hans se liberó de su última prenda y ofreció a su amiga su polla. Ricardo seguía de pie, en la puerta del salón, con los pantalones bajados mientras se acariciaba la polla excitado ante la mamada que su mujer le iba a dar a otro hombre.

La mujer se acomodó en el sillón con las piernas bien abiertas. Hans, se colocó de manera que sus rodillas se apoyaban sobre los brazos del sillón dejando su polla a la altura de la cara de su amiga:

-Ven y cómeme el coño mientras me trago este pollón. –Ordenó por fin a su marido.

Ricardo se acercó, ya desnudo, gateando hasta el asiento donde su mujer le ofrecía su sexo ardiente.

Ella miró con cara de puta a Hans. Escupió en el capullo de la polla y extendió su saliva con la lengua antes de envolverla con sus labios. Sin esfuerzos logró metérsela entera en su boca haciendo que llegase hasta su campanilla. Su movimiento de cabeza a lo largo de la polla era observado desde una posición más alta por Hans que se moría de gusto con la extraordinaria mamada de Oli.

Ricardo separaba con sus dedos los rizos del coño de su mujer antes de abrir los labios y ver una vagina rosada inundada de flujos. Fue directamente al clítoris arrancando un suspiro de pacer de Olivia que permanecía con la polla de Hans incrustada en su boca.

La mujer se esforzó en llevar la polla de su amigo más allá de su campanilla hasta que la notó en su garganta. Más que el tamaño del miembro de él (un tamaño estándar aunque de grosor importante) era la facilidad de Oli, con su boca grande, para practicar lo que es una garganta profunda:

-Joder como la chupa tu mujer. Qué guarra es.

Hans comenzó a mover su cadera consiguiendo follarse la boca de Olivia que notaba los golpes del capullo más allá de su campanilla. El hombre la miraba desde arriba y ella le aguantaba la mirada con la polla en lo más profundo de su cavidad bucal. Él mantuvo su verga dentro hasta que la mujer tuvo serios problemas para respirar. Trataba de coger aire de manera forzada y se le saltaron las lágrimas. Hans decidió darle un respiro cuando sintió que le llegaba el orgasmo. Entonces se la sacó y comenzó a masturbarse delante de su cara:

-Abre la boca. –Ordenaba él.

Hans se hacía una paja de manera frenética, mirándola desde arriba, mordiéndose el labio inferior. Al fin notó que el semen subía desde sus cojones y su polla comenzaba a escupir aquel viscoso fluido que impactó en distintos puntos de la bella cara de Olivia. Uno entró en su boca quedando parte entre su perfecta dentadura. Otro cruzaba su cara a la altura de la nariz y el ojo izquierdo. Otro dio en su barbilla desde donde resbaló hasta caer sobre su pecho.

La mujer cerró los ojos al sentir que su marido seguía dando placer oral sobre su clítoris. Boqueaba buscando respirar mientras su hombre mordía y lamía el clítoris al tiempo que hurgaba en el interior de su coño con tres dedos. Un grito de placer con los ojos cerrados hizo que se relajase hasta resbalar, totalmente desmadejada, por el asiento del sillón:

-Bueno, solo falto yo por correrme. –Anunció Ricardo.

Sin darle un respiro, colocó a su mujer de roillas en el suelo, con la cabeza apoyada en el asiento. Veía su culo redondo y duro además del coño inundado de flujos vaginales. Ricardo se colocó tras ella. Le dio un cachetazo en una de sus nalgas y penetró a su mujer violentamente. Su polla, algo más pequeña que la de Hans se clavó en el velludo sexo de Olivia arrancándole un gemido de placer:

-¿Te gusta que te follen otros? ¿Di, guarra? –Preguntaba lascivo a su mujer.

-Sí… me gusta hacerte cornudo y que lo veas.

El hombre sintió un pellizco de celos que aplacó pegando un par de cachetazos más:

-Además la tiene más grande que tú. –Atacaba Olivia sabiendo que eso provocaría más morbo en su marido.

Ricardo bufó. Colocó una mano en la nuca de su mujer para inmovilizarla y comenzó una violenta penetración que le hizo correrse dentro de su ella entre gritos de placer. Olivia se sentía rendida. Su marido le acaba de dar una tremenda follada mientras su amigo Hans les observaba junto a su lado.

Para entonces, el invitado ya lucía otra tremenda erección y no la quiso desaprovechar. Agarró a Olivia y la levantó con fuerza del sillón. La mujer se quejaba del cansancio. Pero su amigo, haciendo caso omiso a sus quejas, la levantó en vilo. La sostuvo por sus nalgas. Olivia se agarró al cuello de su amante, quien la llevó contra la pared y la penetró de un puntazo fuerte. El coño de Olivia era un manantial. Un volcán en erupción del que salía una especie de lava formada por los flujos vaginales de ella y el semen de su marido. A Hans no le importó aquella mezcla y comenzó a empotrar a su anfitriona contra la pared. Olivia gritaba ante los golpes que recibía en su coño. Ricardo no perdía detalle del cuerpo de su amigo follarse a su mujer.

Un tipo de una altura excesiva, sostenía en vilo a su mujer, que se agarraba al cuello de él. Los glúteos de Hans se tensionaban con cada puntazo que daba. Olivia gritaba e intentaba ahogarlos mordiendo uno de los hombros. El hombre anunció que se correría otra vez. La mujer estaba agotada cuando su amigo vertió otra corrida en el interior de su vagina.

Oliva sentía como el semen de dos hombres salía de su interior manchando sus muslos. Como pudo fue andando hasta la ducha. Por el camino notó como una buena porción de semen caía, desde su coño, sobre su pie dejándole una sensación de suciedad.

Quince minutos después, Ricardo estaba sentado en el sillón de cuero con un vaso de whisky en la mano, frente a él, Hans estaba en un sofá también con un vaso de la misma bebida. Ambos estaban desnudos. El salón estaba iluminado con la luz que permitía la persiana bajada hasta la mitad para evitar la visibilidad exterior. Y es que, el balcón daba a la una calle relativamente estrecha donde los vecinos de enfrente podrían, perfectamente, ver lo que ocurría en aquella sala de lujuria.

De algún lugar salía el sonido de la voz de Joaquín Sabina entonando su maravillosa canción la Magdalena cuando entró Olivia en aquella estancia:

Y, si la Magdalena

pide un trago,

tú la invitas a cien

que yo los pago.

Acércate a su puerta y llama

si te mueres de sed,

si ya no juegas a las damas

ni con tu mujer.

Sólo te pido que me escribas,

contándome si sigue viva

la virgen del pecado,

la novia de la flor de la saliva,

el sexo con amor de los casados.

En una mano traía un bote de líquido transparente y por ropa únicamente un arnés de cuero negro con una polla de goma de considerables dimensiones. Pidió un trago a Hans que le ofreció su vaso de whisky. Ricardo sonrió.

La mujer se dirigió hacia su marido que la recibió con las piernas abiertas. Olivia se arrodilló ante el sillón y se colocó entre ellas. Luego acercó su cabeza hacia la polla del hombre que sintió aún el frió de la bebida que acaba de probar ella. La sensación fue excitante para Ricardo que lo demostró con una incipiente erección.

Olivia comenzó a practicarle una mamada lentamente, haciendo que su marido disfrutase de su lengua, de cada pasada a lo largo de su pene que ganaba dureza por momentos. La mujer la agarró con su mano derecha y comenzó a chupar. Hacía el vacío en torno a su glande para luego retirarlo con su mano, haciendo que sonase como un descorche. Luego recorría con su lengua desde la punta hasta los huevos. El hombre se levantaba del asiento para que Olivia pudiera acceder mejor a su ano, donde ella se entretenía lubricando y arrancando gemidos de placer de su hombre.

Enfrente, Hans apuraba el whisky mientras su miembro reaccionaba a aquella escena. Sabina seguía a lo suyo poniendo una maravillosa banda sonora a aquel juego erótico:

Dueña de un corazón,

tan cinco estrellas,

que, hasta el hijo de un Dios,

una vez que la vio,

se fue con ella.

Y nunca le cobró

la Magdalena.

Si estás más solo que la luna,

déjate convencer,

brindando a mi salud, con una

que yo me sé.

Y, cuando suban las bebidas,

el doble de lo que te pida

dale por sus favores,

que, en casa de María de Magdala,

las malas compañías son las mejores.

Ricardo dejó su vaso en el suelo y colocó la espalda sobre el asiento de manera que sus piernas se elevaron por encima de al cabeza de Olivia. La mujer vertió un poco del gel viscoso del bote y comenzó a lubricar el ano de él. Luego hizo lo propio con la polla de goma que pendía de su arnés y lo fue colocando en al entrada del culo de su marido. Poco a poco fue introduciéndolo. Sin prisa pero sin pausa, el dildo franqueó el esfínter de Ricardo que resoplaba ante la sodomización que estaba sufriendo por su mujer:

-¿Te gusta? ¿Te gusta que parta el culo? –La mujer preguntaba a su marido pero éste no le podía responder.

Olivia comenzó a mover su cadera con una cadencia ascendente. Ricardo resoplaba mientras trataba de mirar a su mujer a los ojos. Ella gozaba con la follada que le estaba dando a su marido por el culo. Sabina insistía:

Si llevas grasa en la guantera

y un alma que perder,

aparca, junto a sus caderas

de leche y miel.

Entre dos curvas redentoras

la más prohibida de las frutas

te espera hasta la aurora,

la más señora de todas las putas,

la más puta de todas las señoras.

Hans se levantó del sofá. Con su porte elegante recorrió los apenas tres pasos que le separaban de la pareja y ofreció a Olivia su polla erecta. La mujer, sin dejar de darle por culo a su marido, comenzó a mamar el miembro de su amigo. Hans veía la escena desde su altura. Ricardo con la cara congestionada, a medio camino entre el dolor y el placer. Las tetas de Olivia se movían al ritmo que su cadera empujaba el arnés contra el culo de su marido y su cabeza a lo largo del pene de Hans. Después de unos minutos, el invitado tomó el bote de líquido lubricante, se arrodilló tras Olivia y comenzó a untárselo en el culo mientras le besaba el cuello. Olivia echaba la cabeza hacia atrás, sin parar de sodomizar a Ricardo y disfrutando de los dedos exploradores de su amigo dentro de su ano:

-Échate sobre él. –Le pidió a la mujer para acomodarse tras ella.

Hans dirigió su glande hacia el agujero del culo de Olivia. Apoyado sobre su hombro dio un puntazo fuerte con el que consiguió empalar a la mujer. Por efecto dominó, el empujón lo sintió hasta Ricardo que dio un grito de dolor:

-Joder, me acaba de romper el culo. –Le dijo su mujer al notarse totalmente ocupada en su puerta trasera.

Otro golpe de cadera de Hans y otro grito al unísono del matrimonio. Se podría decir que, con cada puntazo que el invitado daba sobre el culo de Olivia, se folla a los dos. Comenzó a aumentar el ritmo notando como su polla colonizaba cada centímetro de del recto de Olivia. Totalmente abierto por la práctica, el culo hacía un sonido líquido con cada penetración. Ricardo directamente lloraba por el castigo mientras su mujer, tumbada sobre el torso de él no podía evitar incrustar su arnés en el ano de su marido cada vez que su amigo le daba por culo. Cada vez más rápido. Cada vez más fuerte:

-Joder, me corro, Olivia, me corro.

Hans se corrió abundantemente en las entrañas de su amiga Olivia que resoplaba ante la experiencia anal que acaba de recibir. Ricardo, claramente dolorido, aprovechaba que las tetas de su mujer reposaban sobre él para hacerse una paja y correrse. Ella no desaprovechó para hacerse un dedo en medio de aquel emparedado en que se encontraba. Al final los tres corrieron al mismo tiempo. Sabina terminó con la banda sonora:

Con ese corazón,

tan cinco estrellas,

que, hasta el hijo de un Dios,

una vez que la vio,

se fue con ella,

Y nunca le cobró

la Magdalena

.

Tras una ducha en el propio piso del matrimonio, Hans se despidió de ambos y quedaron en llamarse para cualquier otra sesión sexual.

De noche, ante su ordenador, vio que tenía un correo electrónico de Mar. Era el primero desde que se despidieron el domingo tras el día de playa en Conil. La joven modelo explicaba que había tenido una experiencia sexual y se disponía a narrársela. Después de que él le pidiese que le contase alguna de sus relaciones, la chica se había decidido:

“Hola Hans. Por fin me he decidido a contarte una de mis experiencias sexuales. Espero que te excite tanto como a mí tus relatos.

El pasado miércoles fui contactada por un fotógrafo amigo para un pase. La sesión sería en el estudio que él tiene en San Juan de Aznalfarache. La verdad es que el chico es amigo y he trabajado con él varias veces. Y la verdad es que bien, en plan, no paga mucho pero es un buen tío.

La sesión era en lencería. Y la verdad es que me gustó la idea. Y para que negar, fantaseé con la idea de echarle un polvo. El tío está bastante bien.

Todo fue muy profesional. Aunque las posturas sugerentes fueron calentándome. Y es que tú me dirás, vestida sola con una sujetador semitrasparente y un tanga, y él diciéndome las posturas más sexys en que fotografiarme… Al cabo de un rato, sentía como se me mojaba el coñito y temía que también lo hiciera el tanga. Mis pezones se endurecían cada vez que Carlos (que así se llama el chico) se acercaba con el objetivo de su cámara para unos primeros planos.

Me di cuenta que él tampoco estaba relajado. El bulto que comenzaba a marcarse en su pantalón lo delataba. No sabía que hacer. Si lanzarme yo, provocarle y esperar que fuera él o directamente pasar de todo y largarme en cuanto terminase. Pero el calentón me estaba matando. Para colmo mi cabeza me llevó al polvo que echamos en la playa, la posibilidad de que algún mirón nos viese, y todo se iba precipitando.

Al final, pasó lo inevitable. Carlos dio por concluida la sesión y se sentó en un sofá a ver, directamente desde la cámara, las más de cien fotos que había disparado. Yo aproveché para sentarme a su lado, sin cuidado de que mis tetas se rozasen sobre su brazo y juntando la cara a la suya para ver mejor las fotos.

En un momento, nuestras miradas se cruzaron y el beso fue inevitable. Su lengua buscaba la mía mientras yo me agarraba a su cuello para que no se separase. Su boca sabía a chicle de menta.

Me coloqué a horcadas sobre Carlos y comencé a quitarle la ropa. De verdad que parecía una película porno, en plan, todo muy erótico y excitante. Por el hilo musical sonaba Good night moon de Shivarre. Él trataba de besarme pero yo quería desnudarlo entero.

Mi amigo tiene un buen cuerpo, es surfista, tiene el cuerpo trabajado y un par de tatuajes muy sensuales. Al final conseguí dejarlo desnudo y volvimos a comernos la boca. Yo rozaba mi coñito, todavía con el tanga puesto, por su polla que ya estaba empalmada, en plan, a lo bestia. Le dije que quería follar con la lencería puesta. Le dije que me comiera las tetas y Carlos trilló uno de mis pezones a través del sujetador. Joder que gusto cuando tiró de él. Sí, yo tampoco me puedo explicar como me puede gustar tanto que me provoquen dolor pero me excita mucho.

Él me agarraba el culo con las dos manos y apretaba dejándome los dedos marcados. Cuando ya no podía más me retiré un poco, me separé el tanga para que viese mi rajita rasurada y comencé a meterme la polla poco a poco. Dios que gusto, suspiré con la mirada entrecerrada delante de su cara.

Colocada con las rodillas a cada lado de él, subía y bajaba por su polla. Es una buena polla, larga y gorda que me llegaba muy adentro. Lo empecé a cabalgar como una loca. Pero ahora el tío me colocó sus dos manos entorno a mi cintura dejando los pulgares a la altura de mi ombligo. Y empezó a presionar.

Yo no podía controlar los gemidos al sentir sus dedos apretar mi vientre mientras su polla entraba y salía de mi coñito recién rasurado. Parecía como si quisiera follarme también el ombligo. Me apretaba tanto que pensé que podría tocar su polla a través de mis tripas. Me estaba pegando una follada de puta madre. Yo estaba a punto de correrme.

Antes de eso, cogí dos dedos y se los metí en la boca. Carlos los ensalivó mucho, luego me los llevé a mi boca. Sabían a él. Los volví a ensalivar y me los llevé al agujero del culo. Quería dilatármelo para que me diera por culo. Poco a poco me los fui metiendo. Primer uno, luego dos, hasta tres y los moví despacio.

Cuando creí que ya estaba bien dilatado, yo misma dirigí la polla de Carlos a mi ano. Me la coloqué con cuidado y empecé a sentarme sobre él. No cabía. Ya te he dicho que Carlos tiene una buena polla. Es grande y gorda. Pero ya sabes el dicho, ¿no? …nunca digas de esa agua no beberé y esa polla no me cabe…

Volví a intentarlo y ahora mi culo cedió a la presión. Notaba como la cabeza iba atravesando el primer anillo de mi esfínter. Dolía, no te voy a decir que no. Pero el morbo me podía. Apreté los ojos y me dispuse a soportar el dolor de aquel pollón entrando en mi culo. Una vez que sentí que el capullo había atravesado el anillo del esfínter suspiré de gusto y me senté del todo. Notaba el tronco de la polla entrar como un cuchillo en mantequilla mientras su glande avanzaba dentro de mis entrañas sin compasión.

Joder, Hans, me acababa de empalar yo sola el pollón de mi fotógrafo. Vaya morbazo que me den por culo en el estudio fotográfico donde pasa tanta gente. ¿A cuánta gente se habrá tirado en ese mismo sofá donde ahora a mi me daba por culo? Ufff, lo pienso y me corro.

Comencé a moverme arriba y abajo sobre la polla de Carlos. La notaba muy adentro cada vez que me sentaba del todo sobre ella. ¡Qué gustazo tener una buena polla por el culo! Me flipa un buen anal. ¿No lo has probado nunca Hans? Deberías –en ese momento, el autor recordó a su amigo Ricardo siendo sodomizado por su mujer– .De verdad que cualquier tía que haya probado el anal, y lo haya hecho bien, te dirá que es una experiencia alucinante. Ese dolor-escozor que al principio parece insoportable y después se vuelve irresistiblemente placentero. Es adictivo.

Bueno sigo que me pierdo. Estábamos en que tenía la polla de Carlos en lo más profundo de mi culo. Yo, además, me estaba aliviando con un dedo en mi clítoris. Aquello era súper excitante. Pero yo quería que el tío se corriese sobre mí. Así que lo paré y me tumbé en el sofá y le pedí que se hiciera una paja para correrse sobre mis tetas. Y me terminaría de aliviar en esa posición.

Carlos se la meneó hasta que con un grito se corrió sobre mí. Yo que estaba tocándome no pude aguantar el orgasmo cuando sentí la leche caliente de él sobre mi cuerpo. Ya sabes. Mis muslos empezaron a flaquear cuando un calambre recorrió mi columna y una ola de placer me inundó haciéndome casi perder el conocimiento. A todo esto, los gritos que dimos tuvieron que oírse en todo la planta del edificio de oficinas donde está el estudio.

Joder, al salir de allí y cruzarme con otras personas que trabajaban en el edificio me dio un poco de corte, en plan, saben que la que ha estado gritando por el polvo soy yo. Pero bueno, lo disfruté mucho que es lo que me quedará.

Besos Hans. Ya me dirás algo.”

El hombre contestó al correo alabando la buena narración y dándole la enhorabuena por el polvazo que le habían echado. Le dijo que le tenía una sorpresa preparada y que quedarían el sábado por la noche. Si le apetecía claro…