Confesiones 4: “infiel”, el marido de otra amiga

El deseo es el deseo, él quería cogerme, yo quería cogérmelo, no me importó que fuera el marido de una amiga... el deseo es el deseo

Armando me recostó contra la pared, subió mi falta, metió sus dedos entre mis calzones. Estaba mojada, arrecha con ganas de recibir verga.

Su orden fue directa, te quiero sin calzones, me los quite, mientras él quedaba sin pantalones y con camisa.

Me llevo a la maquina del amor, me acostó sobre ella, Su mirada estaba clavada en mi sexo, miraba mi vagina, creí que me iba a ser un oral, pero no fue así. Dirigió su verga hacia mi chocha. Su pene no era muy largo pero si grueso, iba a deslechar un buen chimbo.

Su verga hizo contacto con mi vagina, empezó a entrar, fue una penetración directa y fuerte, sentí el placer de ese chimbo entrando, abriéndome. Sus palabras volvieron a hacer directas. Ya te comiste casi todos los maridos de tus amigas, por que desde Santa Marta te estas cogiendo a xxxx y te lo sigues cogiendo después de que ella falleció murió.

Sus palabras me desconcentraron, quede helada, pero con el siguiente vergazo regrese a la realidad. No era el momento para discusiones morales, estaba en un motel con las piernas abiertas, recibiendo verga del novio de Margara.

Lo mire, el seguía concentrado, mirando como su chimbo entraba y salía, lo sentía rico, delicioso, le hable duro, Armando viniste a darme verga o a hacerme reclamos estúpidos.

Me tomo de la cadera y me empezó a clavar con fuerza. Eres una perra, todas son unas perras, Margara también se ha comido varios, todas se los comen entre sí. Me hablaba golpeado, con rabia, pero no paraba de penetrarme con un ritmo encantador.

En medio de la verguiza que estaba recibiendo comprendí porque Armando había cambiado y comenzó un acercamiento continuo, llamadas, invitaciones, miradas. Quería cogerme e inició su proceso de seducción, imagine que margara estaba enterada y a esa hora esperaba que regresara a casa para que le contara con detallas como me había culeado.

Pero si estaba mintiendo y solo quería sacarme verdades con mentiras. No dije nada, me concentré de nuevo en la follada, en disfrutar los embates de esa polla.

Todo comenzó la noche anterior, salí a bailar con el viejo grupos de amigos y amigas. entre charla, risa y licor íbamos salíamos a la pista. En un intercambio de parejas, Estaban me dio un giro y aprovechó para sobarme su pene. El corazón me salto pero permanecí en silencio, la segunda rastrillada no se hizo esperar, como tampoco la tercera, me estaba rayando y era en serio. Lo mire a los ojos, él busco la mirada cómplice, un nuevo roce, su pene se sentía duro.

La rumba continuaba, el alcohol trabajaba en nuestros organismos, los roces siguieron, después sus manos comenzaron a pasar fugazmente por mis glúteos y mi sexo. Eran toques finos, rápidos, firmes, imposibles de detectar en medio del baile. Estaba arrecha, pero no podía cogerme a este tipo, ni siquiera chuparle la verga,

Esteban continuaba cogiéndome en la máquina del amor, su pene entraba y salía, por momentos me chupaba las tetas, me mordía los pezones.

Su penetración era fuerte y segura. La posición comenzaba a ser monótona. Entonces me cargo, rodee su cuello con mis brazos y me deje llevar por sus movimientos.

Me alzó y me dejo caer sobre su pene.

El movimiento me llevo a la gloria, el placer se intensifico, siguió intensificándose con cada descarga, me alzaba como una pluma y me hacia descender con fuerza, el entrar y salir de su chimbo, más uno de sus dedos en mi ano me llevó al orgasmo.

Aprete esa verga con mis paredes vaginales, la ordeñe, él no aguanto y me llenó la vagina de leche. Sus descargas intensificaron la fuerza del orgasmo. Escuchaba los quejidos de un macho que gozaba mientras su verga lanzaba un torrente de leche en mis entrañas y desataba un caos de placer.

Nos acostamos, me dormí unos minutos, casi media hora. Desperté, miré mi reloj, casi las cinco de la tarde, llevamos juntos hora y media. Nos quedaba poco tiempo, dude si despertarlo y dejarlo dormir para después salir.

El juego de la noche anterior, continuo durante el resto de la rumba. No pasamos de toques y roces. Cada que podía sus manos se deslizaban fugazmente por mis glúteos o por mi sexo. Yo le acariciaba el pene. Solamente una vez nos besamos y tocamos descaradamente.

En una salida a fumar, llegue cuando la mayoría regresaba a bailar, él me acompaño y nos besamos y tocamos, me metió los dedos en la vagina, le agarre el paquete. Quedamos de vernos al otro día en un centro comercial del norte de Cali para ir a un motel. Margara debía visitar a su mama en el sur de la ciudad.  Al final de la rumba todos salimos para nuestras casas.

Nos encontramos, fue puntual, durante el día no escribió ni llamó.  Se subió al carro y salimos a motelear. Hablamos poco, cosas fútiles y banales. Estaba tranquila pero nerviosa, llegamos, pedimos la habitación, la puerta del garaje se cerró y él se abalanzó y comenzó a besarme. Todo ocurría dentro del carro.

No demoró mucho y estaba besándome y chupándome los senos. Una de sus manos acariciaba mi sexo y buscaba camino para acariciar mis labios vaginales. Su pulgar acariciaba y acariciaba mi clítoris.

Me mojé y comencé a desear su pene. Quería conocerlo. Margara nos habló varias veces de esa verga, pero la describía superficialmente, solo sabía que era gruesa y de buen tamaño.

Me ordenó que le chupara la verga. Acepte, el facilitó mi trabajo, se la mostró, erecta, mojada, sudorosa, gruesa y cabezona. La lamí, lo chupé, comencé a mamar pero llegó su nueva orden vamos adentro…. Una vez ingresamos a la habitación me recostó contra la pared….

El seguía dormido, me levanté y comencé a vestirme, decidí irme, el despertó cuando terminaba de ponerme mi ropa interior.

Me miro, su mano bajo a su pene, comenzó a masturbarse. Estaba en silencio, su mano subía y bajaba, apretaba su pene. Lo observaba, comencé a disfrutar de su movimiento. Arriba/abajo, lo hacía rítmicamente. La verga empezó a responder, me moje un poco, me quite los calzones, le mostré el coño. Aceleró su pajeada, su chimbo estaba erecto.

Me acerque. Me puse a horcajadas, él dirigió se pene hacia mi vagina, hizo contacto, me acomode y me senté.

El pene entró como chimbo por su casa. Me lo tragué todo y comencé a montarlo.

Cabalga deli esta perra. Sus palabras me arrecharon. Lo monté con más furor. Le pregunte si cabalgaba mejor que Margara. Estaban se quedo en silencio, me acaricio el ano con dos de sus dedos y me respondió que no fuera tan puta, y me preguntó sí como lo montaba a él montaba el esposo de nuestra amiga fallecida.

Sus preguntas me helaban, desconcentraban y me arrechaban. Sentía cierta culpa, pero las imágenes de las cogidas con xxxxx me calentaban.

Armando quería saber pero no quería contarle, no quería confesarle mi secreto un secreto sospechado por todos.

Me incline y le pedí que me chupara las tetas, que me las mordiera, que las escupiera. Obedeció y sus dedos pudieron jugar más con mi ano. El triple placer me llevó al orgasmo.

Quedé desmadejada sobre su cuerpo, él miro su reloj, su cara me lo dijo todo, necesitaba irse, comenzó a chatear, me desmonte, su pene estaba semi erecto húmedo. Lo tomé en mis manos y comencé a pajearlo con intensidad.

Armando realizó una llamada, continuaba con su chimbo en mi mano, lo ordeñaba, lo tenía totalmente parado. Colgó, le dije que quería su leche caliente en mi mano, que Margara no tenía ese día derecho a su leche que era mía.

Mis palabas se la pusieron más dura, intento que se la mamara, rechacé su invitación. Mi mano continuaba con la tarea. Le repetí que quería su leche en mi mano, aceleré los movimientos. Su pene cabeceó, él gimió y su semen brotó.

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