Confesiones 3: amiga seguí siendo infiel con tu
Decidir cogerme nuevamente al marido de una amiga que había fallecido recientemente. Aproveche la visita al cementerio para contarle todo. El final no lo esperaba.
Comenzó a besarme con fuerza desmedida, a morderme, sus manos fueron a mis senos y los acariciaron con fuerza desmedida, igual en mi entrepierna… me tomo de la cabeza y me llevo a su pene, cuando bajaba con la otra mano lo liberó, esta erecto y mojado, literalmente me lo ensarto en la boca y con su mano me obligaba abajar sobre su verga. Abrí mi boca lo que más podía para no ahogarme… recordé algunos comentarios tuyos sobre su forma de coger cuando estaba muy arrecho pero espera te cuento todo.
Domingo, 10 de la mañana, salgo del apartamento, conduzco por la avenida Circunvalar, después por los cerros, llegó a la glorieta de la Guadalupe con primera, giro a la derecha, llegó a los cementerios, parqueó, me ubique y camino hasta su tumba. Allí descansa mi amiga Natalia.
Han pasado tres meses desde su fallecimiento, me siento cerca a la tumba, la observo, siento que ella no esta allí, que no esta bajo tierra. Le habló, nuestra amistad, su familia, mi familia, sus hijos, mi trabajo, al final debo hablarle de él. Quiero confesarle que seguí siendo “infiel” con su marido. Decirle que me seguí comiendo al que en vida fue su marido, me lo como con menos remordimiento, pero si con alguna penita.
Después de los funerales dejé de verlo, no fui transparente con nuestra amistad, debí contarte, debí aclarar todo. Un domingo me lo tope en un centro comercial, estaba en Chipichape con tus hijos y los abuelos, las dos familias se habían reunido, salude, conversamos un rato, tus padres se despidieron, al poco rato tus chicos se fueron con los otros abuelos, al día siguiente era festivo e irían juntos a la finca.
Me quede con tu exmarido, mientras me comentaba de su nueva vida de viudo comenzó a seducirme, que estaba muy linda, que era muy inteligente, excelente amante, que estaba muy sexuado por la falta de sexo, que patatín que patatán.
Era una conversación fluida en un centro comercial, no existían mayores posibilidades de caricias. Era un momento difícil, el deseo copaba el clima de la charla pero sin posibilidades de avanzar. Su celular nos saco de la conversación, a uno de tus hijos se le quedo algo en el apartamento, él tenia que ir por el y llevarlo a casa de los abuelos, nos despedimos. Llegue a casa y me llamó, me pregunto si podía acompañarlo a casa de sus padres que no demoraba solo era entrada por salida. Acepte.
Por la hora y el día, la ciudad estaba sola, poco tráfico, entró a casa de sus padres, no demoró, no me baje del auto, creo que no se percataron que estaba ahí. Salimos, el silencio llegó al auto, no hablábamos, sabía que iba a pasar, tomo una ruta x y se estacionó en una zona semi en penumbra, nos miramos, me tomó con fuerza y comenzó a besarme con intensidad, pareciera que nunca me hubiese besado, no eran los besos de un inexperto eran los besos de un hombre con su ethos de macho desbordado.
Su intensidad se convirtió en agresividad, me besaba y acariciaba con fuerza, me besaba y mordía, me lamia y chupaba, quede marcada y con morados en el cuello y el tórax, mis glúteos arañado, igual mis muslos. Su penetración fue fuerte, con cada vergazo quería partirme en dos, gemí, hablaba duro, fuerte soez, caía en el cariño y los mimos y volvía a ponerse fuerte y agresivo. Tu marido estaba desbocado, pero me gustaba el placer que recibía, solo después, cuando mi cuerpo reflejo los dolores de la cogida caí en cuenta de lo que había pasado.
En el auto me estaba follando por la boca, casi que violando era un oral forzado, una mamada obligaba que me gustaba. Su trágatela perra, su chupa puta, frases que conocía porque me las habías contado me arrechaban. Pronto se estremeció y se corrió en mi boca, pelo, cara. Su semen era abundante y espeso. Quedamos en silencio y continuamos el viaje. Llegaos a la que era tu casa, subimos en silencio. Era extraño, tu ser seguía presente, pero los dos sabíamos que ya teníamos libertad para hacerlo.
Me pregunto por estos silencios cómplices después de la charla en el centro comercial. Una cosa era seducir y otra tener la certeza de que en segundo iban a pasar muchas cosas, pero en el medio de ellas estabas tu y lo que significaba en ese momento para los dos. Después de las caricias en el auto, el silencio era un sucedió pero tiene que ser completo, era mejor permanecer callados y esperar que todo se reiniciara en lo que fue tu casa.
Cuando cerró la puerta del apartamento nos acercamos, me quite la blusa, mis senos quedaron al aire, se lanzó sobre ellos, los besos, los labios, los escupió y empezó a morderlos y a chuparlos, el dolor y el placer se juntaban en cada caricia. Sus manos apretaban mis glúteos, no demore en estar desnuda.
Sentí como me rayaban las nalgas mientras seguía chupando y mordiendo. Mi vagina era una laguna. Bajé mi mano y lo sentí erecto. Lo palpe por encima de la tela. El se detuvo y se desnudó. Mientras volvía a besarme pude ver su polla, la verga que te hacia delirar parada, húmeda y esperando por mi cuerpo.
Me rodeo con sus brazos y caí en uno de los sillones, me subió las piernas, me escupió el coño y segundos después su poderosa polla empezaba a forzar la entrada. Una vez su cabezota entro se fue toda, como en el pasado la sensación de placer fue infinita, cerro los ojos, mis manos fueron a su cadera, mientras su enorme verga me abría y sentía que me partida en dos. Tomo aire, me miro, me beso, me mordió, la saco y me la enterró con fuerza, me dolió pero la goce. Repitió la acción, pero se concentró en mis tetas, me penetraba con fuerza.
Como te gusta la verga, eras la más perra de las amigas de ella. Sus palabras me arrechaban, la calentura seguía con cada vergazo. Permanecía en silencio, lo disfrutaba, pensaba que lo tenía atrapado entre mis piernas, quería que su pene siguiera erecto, y entrara y saliera hasta que decidiera sacarle su orgasmo. Trabaje la respiración para recibir y disfrutar la penetración. Que puta eres, qué sientes al cogerte al marido de tu mujer amiga. Su pregunta me helo, pero me calentó más, por primera vez le dije “dame verga cabrón”.
Mis palabras lo enloquecieron, empezó a penetrarme fuerte y rápido, me corrí, en la mitad del orgasmo escuché sus palabras tratándome como puta, como una perra insaciable. Esas palabras doblaron mi placer. Se detuvo, respirábamos intensamente. Cambiamos de posición.
Me incorporé del sillón, sentí las piernas adoloridas. Me tomo de la cintura y me acostó en el sofá, se sentó en la alfombre y comenzó a practicarme sexo oral, amiga me comenzó a chupar la chocha maravillosamente. Me abrí de piernas, sus manos en mis muslos, sentía que me arañaba, pero el chupaba. Remató su faena con una deliciosa chupada de mi ano, hacia días que no me lamían y chupaban el culo. Estaba próxima a sentir otro orgasmo cuando paro, me acomodó en el borde del mueblo, me giré y quedé en arrodillada en cuatro, su pene seguía erecto y babeante, me dieron ganas de mamárselo pero me contuve.
Sus palabras me recordaron que estábamos en lo que fue tu casa, y que recién fallecida seguíamos en la cogedera. Me dijo, a la perra de Natalia le encantaba que la clavara así, tu nombre me regreso a la realidad, pero me excito, sabía ese detalle, pero que importaba, ahora lo quería adentro. Me la clavo sin miramientos, entro fácil, estaba abierta y mojada por su oral.
Su primera nalgada sonó en todo el apartamento, sus palabras me humedecieron mucho más, me dijo, en un tono fuerte y firme, cómetela perra, no había terminado de pronunciar perra cuando su pene empezó a deslizarse por su vagina. Lo sentí erecto, firme, y abriéndome, dándome placer. La siguiente nalgada me condujo al goce ilimitado, el golpe llegó cunado su polla llegaba al fondo de mi vagina, la vibración del golpe me saco un gemido de placer.
Su verga salió, me preparé para la siguiente nalgada, pero cambio de parecer, sentí que era una yegua cuando me halo del pelo, me sentí dominada con su frase pregunta cómo te gusta esta verga, gimes como gimió margara y Stephanie. En medio del placer, comprendí que nos había culeado a todas. Su pene salió de nuevo, y en el momento de volver a clavarme, me halo del pelo, la sensación fue única, era una yegua montada por un macho, que había cabalgado a toda la manada, me corrí. Sus palabrotas fueron el telón de fondo de mi orgasmo, me gustó la puta la perra, la traga vergas, y el placer fue mayor con la jalada del pelo.
El silencio regreso, mi corazón latía con fuerza, sentía su respiración, me senté en el sofá, su pene perdió algo de erección, me acerqué, sentí el olor, olía a sexo, lo probé y sentí el sabor de mi vagina, de mi placer. Me acaricio el pelo y se transformó, mientras se la bese y baje con mi lengua por su tronco, disfrutando del sabor y el olor, empezó a recordar. Conocí a Natalia en una entrevista para X empresa, le pedí el teléfono, la llame y salimos, después de tomar unas cervezas nos besamos y de regreso a casa me la mamo por la avenida circunvalar. A ella como a todas le encanto mi verga.
Se la mamaba y escuchaba. No reaccionaba, era una situación muy loca. Él seguía transformado. Su pene recuperó su dureza, estaba erecto, amenazante, me incorpore, lo bese, me mordió, me limpio con su lengua, me olio. Lo acosté boca arriba. Sus palabras crearon un momento de incomodidad, me dijo cómeme como me comió Nata pro primera vez, ven cabalga como lo que eres una perra arrecha. Me senté en su verga, me incline para que me chupara los senos, sus uñas recorrieron mis glúteos, inicie mi cabalgada, montaba mi semental, lo controlaba, graduaba su placer.
Siguió transformándose, me pidió que lo montara como tú, que subiera y bajara con fuerza, mis movimientos siguieron siendo lentos y suaves. Se desesperó me mordió las tetas, le peque, me tomo del pelo, me escupió, uno de los dedos de la mano restante busco mi ano. Me ordenó que lo cabalgara con fuerza, que me iba a meter los dedos en el culo, si que a ti te encantaba sentir los dedos en el trasero e imaginar dos vergas.
Me senté en su verga, me quede con ella adentro, me incline, sus dedos rozaron mi ano, lo presionaron, así mi Naty, vas a gozar de dos pollas, recuerdas tu primera vez en la u con dos vergas. Mi cuerpo reaccionó la frase me bloqueó, pero su dedo abriendo mi ano, fue una descarga de placer. Mis jugos y su lengua lo habían dilatado, esa semana Juan Esteban me había enculado, estaba abiertica, su falange entro. Volví a cabalgarlo, me acomodé para que siguiera penetrándome con su anular…
Ahora bajaba y subía y bajaba sobre mi semental, mientras me penetraba el culo con su dedo. Cuando su pene salía de mi vagina su dedo entraba, cuando su verga me habría su falange salía. Gemía, y buscaba acompasarme al ritmo, sus palabras em calentaron más, mi Naty recuerdas que te emborrachaste y comenzaste a jugar con los dos y te llevaron a un motel y te culearon, primero uno y después el otro y mientras tanto se las chupabas.
Sus recuerdos me calentaban, incrementé el ritmo de mi cabalgada. Subía y bajaba, movía mi cadera en círculos, no pudo seguir mi ritmo, dejó de acariciarme el ano y comenzó a darme nalgadas, a arañarme los glúteos, me volvió a jalar el pelo. Sus palabras me descomponían y arrechaban, oír que me llamaba Naty me cortaba el ritmo, pero escuchar sus recuerdos me calentaba.
Él seguía allí conmigo, gozando pero su mente iba de un escenario a otro, de un recuerdo a otro, la protagonista eras tu y tus innumerables polvos. Él solo recordaba tus cogidas en el Caribe, su tono no era de reproche o de celos, era el de un hombre que extrañaba tu presencia.
Sus manos me tomaron de la cadera, me detuvo, me alzo un poco y me bajo con fuerza sobre su ariete, sentí el glande tocar mis labios vaginales y después se poderosa verga recorrer mi vagina hasta el fondo. Me dolió un poco, me subió de nuevo y me volvió a bajar, la misma sensación pero con un placer inmenso. Te gusta? Te coges otros pero no puedes dejar esta verga. Mientras gozaba con cada movimiento me pregunte a quien le hablaba, a ti o a mí, a las dos? Este carrusel de placer me sacó un nuevo orgasmo. Nos quedamos en silencio, su pene perdió fuerza, solo me dijo quiero darte la leche.
Lo beso con ternura en sus labios, jugué con sus oídos, bajé a su pecho y abdomen, no me detuve. Sentí que era hora de salir de allí y que la única forma era deslechándolo. Llegue a u pene, lo bese, abrí mi boca y empecé a chuparlo como si fuera un bombón bum. Recobró su erección, me acomodo como comenzó esta cogida y me penetró.
De nuevo las piernas arriba, si contra mi pecho, abierta, exponiéndole toda mi vagina, él de pie, entrado y saliendo. Estaba abierta, entraba y salía con facilidad. Cuando comenzaba la penetración jugaba con los músculos de la vagina, los apretaba, la cerraba, sentía como entraba con firmeza, cuando iba a salirlos aflojaba, y repetía. Cogíamos en silencio, solo se escuchaba el sonido de nuestros sexos acoplándose y desacoplándose. Duramos cinco o más minutos.
Comenzó a gemir. Quieres sacarme la leche. La perra quiere leche, la perra lechera de Naty quiere leche. Cómetela perra, cuantos te cogiste en Medellín y en Bogotá en este viaje. Regresaba al juego de los recuerdos. Su pija iba y venía en mi sexo, continuaba apretando y soltando, sentía que por esa vía llegaría mi orgasmo.
Tu perra quiere leche y la quiere adentro, sentí que se le puso más dura cuando escuchó mis palabras. Esta perrita quiere la lechita de tu vergota, si como se la has dado a todas mis amigas. Su ritmo se incrementó, quiero la leche, él gemía y repetía que si una puta como yo quería su leche. Mi respuesta era si, quiero tu leche, dame verga y dame la leche adentro. Su ritmo era intenso, se concentraba y gemía, entraba y salía, aprete más mis paredes vaginales y le pedí de nuevo la leche.
Resopló, gimió, me comenzó a dar fuerte, lento y profundo. Y mi leche, para cuando mi leche, o estas deslechado que no le das a tu perra su manjar. Me clavo fuerte, sentí que su pene se engrosaba, tu perra quiere su leche, volvió a clavarme, salió entro, fuerte, sentí sus testículos, se quedó quieto, gemía, su pene empezó a engrosarse y a escupir semen. ´me corrí.
Los dos gemíamos, mi vagina se contraía, su pene eyaculaba y eyaculaba. Quedamos en silencio, caímos sobre la alfombra. Nos dormimos un poco, desperté, estaba profundo. Me vestí, salí en silencio, el portero del edificio me saludo, el uber no demoró y fui a casa.
Amiga, tenía que contártelo. No podía mantenerlo en secreto. Estoy segura de que así estés en el más allá, me comprendes. Sabías que el se estaba cogiendo al grupo de amigas, quizás le alimentaste ese deseo, era tu fantasía? Sabes desde hace unos minutos me esta timbrando, no se que hacer, creo que le voy a responder, si vuelvo a sentir culpa regreso y te cuento.
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