Confesiones (3)

Después de nuestra infidelidad tuvimos que confesárselo a mi marido

Capítulo 3

CONFESION Y CLAUSURA

En mis 2 relatos anteriores les platicaba de los pormenores sucedidos hasta ese momento. El congreso apenas empezaba y nosotras dos lo gozábamos.

Habíamos salido de la suite de Paul y caminábamos medio tambaleándonos por el pasillo del hotel hasta llegar a nuestra suite. Íbamos contentas, Gloria muy preocupada porque no sabía con qué cara iba a ver a Horacio después de lo que había hecho. Le dije que no se preocupara, debería de tener en cuenta que era una buena esposa que contaba con la confianza que su marido le tenía. Rio y me preguntó si realmente le iba a contar con detalles todo lo que hicimos, ella se sentía muy avergonzada al pensar qué le tendría que contar después de que él le tenía confianza de aceptarla como su esposa.

“¡Todo, si le ocultas algo sospechará que no le tienes confianza y te celará la próxima vez! Como sabes, llevamos mucho tiempo juntos y siempre ha sido así”

“¿Han tenido aventuras cada uno por su lado y se han contado todo?”

“Se nos ha dado las pocas veces, que estamos juntos cuando tenemos aventuras, esta vez es la primera en que yo estoy sin él, pero tú lo sustituyes y vas a verlo que sí es así”

Llegamos, nos abrió al oír nuestras voces y nos recibió con los brazos abiertos. Nos abrazó y nos llenó de besos.

“¡Vienen muy cansadas, ¿pero, que hicieron, me las maltrataron? ¿Estuvo muy fuerte la acción? Ni siquiera traen los vestidos puestos. ¡Que rico huelen! Me van a tener que contar, me muero de ansias, pero aséense y mañana, descansaditas, me platican.”

Dormimos, como en el otro hotel, los tres en la misma cama, casi desnudos y amontonados. Horacio despertó primero y comenzó a hacernos lo que a él más le gustaba, masajearnos las tetitas, nuestros pezóncitos, a chupárnoslos, de esa manera me despertaba muchas veces, ahora también se lo tuvo que hacer a nuestra amiga, ahora su otra esposa.

Aún medio dormidas y amodorradas por el descanso, Horacio pedía que le contáramos, él tendría que irse a atender los negocios, que le contáramos, aunque fuera rapidito.

“¿Cómo les fue con sus parejas, que me las dejaron bien surtiditas y maltrechas?”

“¡No fueron parejas, fue uno solo!” Le contesté

“¿Cómo, y él solo me las dejó como hilachos? ¡A ver, ahora si es más importante que me digan qué y cómo les pasó!”

“Estuvimos en la suite de Paul, nos invitaron a pasar el rato y accedimos para dejar que tu terminaras con tus entrevistas.”

“¿Entonces, entre todos me las traquetearon?”

“¡No, no!” intervino Gloria

Todo mundo se fue y nos quedamos las dos solas con Paul. Platicábamos y el ambiente se puso cálido y le seguimos la corriente.”

“¿El solo las forzó y, a fin de cuentas, me las regresa en el estado como llegaron?”

Ya se le notaba que adivinaba algo más, sus preguntas no eran acusatorias, más bien calientes.

Gloria intervino de nuevo, la dejé seguir, yo gozando su inocencia e inventiva.

“Estábamos en el baño de damas cuando una señora borrachita dijo en francés a su amiga, que Paul tenía un miembro muy grande y que ella hubiera querido acostarse con él, Silvia entendió y me lo tradujo y eso provocó tuviéramos curiosidad.”

“¡Y ganas de confirmarlo, ¿verdad?” interrumpió Horacio.

“Pues, sí, y nos llevamos una sorpresa, si lo tiene grande.”

“¿Él se los dijo o lo checaron físicamente?”

“¡Lo tuvimos que checar!”, dije “Tan grande que nuestras dos manos juntas no alcanzaban toda su longitud, él solamente sí nos aseguró que lo tenia grande, cuando le preguntamos.”

“¡Solo les ha de haber contestado para provocarlas, solo por presumido!”

“¡De veras, la tiene enorme!” aseguró Gloria.

“Les creo, Silvia tiene un radar que detecta a los que tienen un miembro muy grande.”

“¿Cómo?, Con lo que ahora dices insinúas que Silvia ya ha tenido encuentros, o ha descubierto a superdotados. ¡Cuéntenme, creo que me he perdido de algo! Como esposa tengo derecho de saber bien y con todos los detalles. Silvia me dijo que entre ustedes no había secretos.”

Horacio y yo nos volteamos a ver, no nos decidíamos a contarle a Gloria de nuestra aventura con Greg. Ni quien de los dos iba a hablar de ello.

A fin de cuentas, Horacio inició

“Silvia hizo amistad con Greg, no sé si ella ya sabía, o solo le latía, el que él era uno de los superdotados y teníamos un trato.”

“¡Cómo que teníamos, el trato está supervigente!” ……..  ¡Ay, me traicioné mis intenciones!

“Él se enamoró de ella y ella también de él. Quedaron de que iban a tener hijos, yo les acepté, éstos se quedarían en nuestro hogar y visitarían a Greg cada vez.

Para que se embarace, quedamos de visitarnos cada vez que se pudiera, pero Silvia debería de estar en sus días de mayor fertilidad, la llevaría para que tuviera su visita y gozara de vez en cuando al tenerlo. Las visitas se han repetido, pero aún no hay fertilización.”

“¿Greg la tiene igual de grande que Paul?” preguntó Gloria.

“No sé, es menos gruesa, la de Greg siempre derechita y dura, pero de largo ahí se van. Con Greg me siento cómoda, con Paul es muy pronto, tendremos que irnos acostumbrando.”

“¿Qué crees que con Paul vas a tener más oportunidades, como para irlo evaluando?, el congreso termina en dos días y ¿les falta mucho por hacer?” nos dijo Horacio.

Me sentí como chiquilla a la que le prohibieron una golosina, a la hora que Horacio preguntó si iba a creer tener más oportunidades. No lo preguntó así, pero en mi corazón tenía la esperanza de volver a repetir lo gozado, ahora no sabía si me podía tomar esa nueva libertad.

Horacio ya estaba retrasándose mucho, así que quedamos que le íbamos a contar los detalles más tarde, solo quiso saber si las dos nos habíamos dejado meter todo el pene y si nos había dolido, o lastimado. Le aclaramos, a la carrera y solo dio tiempo para las instrucciones del día.

En el congreso, hoy iban a ser las sesiones de trabajo, por la tarde sería la cena de clausura. Todo mundo debería de ir vestido a la cowboy, ropa tipo Western, especialmente nosotras que nos habían mandado decir que si ayudábamos a animar a los asistentes a bailar durante el evento.

Fuimos a desayunar al restorán del hotel y Chris nos pidió que fuéramos a su oficina. Chris, algo mayor que nosotras, algo más altita, pero muy bien formada, no le falta ni le sobra ningún atributo de hermosa mujer, esas piernas tan atractivas que tiene me gustan.

En su oficina nos pasó al cuarto en donde tienen todo lo relacionado con comunicaciones y seguridad internas, ahí también tienen el centro de monitoreo de seguridad y nos pasó hasta donde están los monitores.

“¡Me van a deber una ronda, vean este video!”

“¿Las reconocen?”

¡Hay! ¡No lo esperábamos! ¡Aparecíamos Gloria y yo, caminando en el pasillo del hotel la noche anterior! Parecíamos borrachitas, nos tambaleábamos un poco, pero lo más desagradable era que parecía que íbamos desnudas, acarreando nuestras ropas, hasta Gloria iba arrastrando parte de su vestido. Al salir de la suite de Paul nos aseguramos de que no nos veía nadie, pero no pensamos en las cámaras que nos filmaron.

“Tienen que pensar qué me van a dar a cambio si desaparezco estas tomas. Pero no es todo, ¿de quién son estos pantis?”

Eran míos, que pena, no los encontraba y llegué a pensar que se me habían caído en el pasillo.

“¿En dónde estaban?”

“En la sala de la suite de Paul, las encontró Madelaine esta mañana y sabía que eran de ustedes, pero le dio pena entregárselas personalmente. Ellos están hospedados en una de las recámaras de la suite.”

Apenadas las dos nos miramos y no supimos ni que decirle a Chris, que ya nos llevó a su oficina, nos ofreció alguna bebida y nos platicó de muchas experiencias que tienen en el hotel. Hicimos una buena amistad, al final nos reiteró que nos agradecía si nos dedicábamos a animarles la fiesta, que nos encargáramos en sacar a bailar a los asistentes y que a la hora de la repartición de los premios entre nosotras dos lo hiciéramos, aprovechando la experiencia mía, o sea de Gloria, como animadora en cruceros.

La mañana la pasamos buscando los atuendos que Horacio nos había indicado. Esta vez también vistosos, aunque no necesariamente sexis. Nos pareció bien vestirnos de la época de los cowboys, faldas hasta arriba de la rodilla, con mucho vuelo, plisadas, y la blusa apretada debajo de los senos, dejando nuestras cinturas y los ombligos a la vista, acentuando los pechos y sin hombros.

Desde las 5 de la tarde estuvimos preparándonos. Nos llevaron hasta la bodega en donde guardan los vestidos de fantasías de otros eventos, ahí escogimos trajes de Pocahontas, que deseaban lleváramos a la hora de la premiación y que nos tendrían preparados.

Los asistentes iban llegando, encontraban sus lugares asignados y poco a poco se fue llenando el salón. Horacio, con nosotras y sus asistentes había pedido una mesa al entrar para ahí exponer algo de publicidad, sería nuestro centro de reunión.

La festividad se llevó a cabo con mucha alegría, nosotras tuvimos que hacer bastante labor para animar. Las dos buscábamos a Paul y a sus compañeros, los localizamos y cuando podíamos íbamos a su mesa, probablemente con el morbo de la noche anterior. Se sentó Gloria un rato con ellos, yo hice tiempo bailando frente a ellos, pero me di cuenta de que Paul le metía la mano por debajo de la falda, explorándole que traía debajo de esos calzones bombachos. No tardó Gloria e inmediatamente vino y me dijo que él quería hablar también conmigo, que me previniera porque intentaba investigar como andaba debajo de los calzones bombachos, intentara llegar hasta encontrar tu piel, o tu entradita. No pasó mucho tiempo fui a sentarme a su mesa, sus acompañantes estaban bailando, a Madelaine la sacó uno de los muchachos contratados para animar y Pierre bailaba con Gloria, los demás andaban por ahí, así que Paul estuvo libre para hacerme lo que quiso, discretamente me sacó los calzones bombachos y los escondió. Se los pedía, yo tenía que seguir bailando y en las vueltas enseñaba mis fondos, pero él se negó. Nos pidió dos Dry Martinis y pidió trajeran dos aceitunas cada uno. Las sacó de la copa, las tuvo en su platito y me dijo que nos quería de nuevo, a las dos juntas y a la vez. Él sabía que teníamos que ayudar en el escenario, insistía en que convenciera a Gloria que nos siguiera y nos escondiéramos por ahí, haciendo un rapidito entre los tres, pero quedamos en que después nos ingeniaríamos.

La bebida ni la toqué, pero vi que le sacó las aceitunas, se las metió a la boca, pero también las dejó en su platito. Me abrazó discretamente y sentí su mano dentro de mis pantis, sentí algo agradable y me gustó la emoción que sentí de estar en público haciendo sexo. Me levanté para seguir animando y me pidió que guardara muy bien el regalito que me había depositado. En ese momento recapacité, éste me puso algo dentro de mi vagina, entre mis labios, en mis pantaletas que quiere que cuide. Bueno, ahí lo cuidaremos. Ya tuve que ser más discreta en mis vueltas, si enseñaba algo eran mis pantis, que ya estaban húmedas de nuevo, el regalito de Paul me había excitado, sin saber que era.

En una de las vueltas pasé junto a Gloria y le dije del regalito, me contestó

“Te puso dos aceitunas entre los pantis y tus labios, yo también las traigo y tampoco traigo calzones bombachos, pero debemos de tratar de no perder las aceitunas. ”¡que emoción, a ratos siento que se me salen!”

En una pausa entre las piezas de baile se anunció la premiación. Gloria y yo fuimos boladas al vestidor, nos zafamos los vestidos y las blusas y nos enfundamos en los trajes de Pocahontas, que nos quedaban a la medida, solo que requerían calzones o algo que complementara la vestimenta, pero ya no había tiempo y

“¡Al fin y al cabo, así también andaba la Pocahontas para pescar a los ingleses!”

Y salimos, discretamente apretando las piernas, sentíamos las aceitunas.

La repartición de regalos se llevó al cabo, todo mundo feliz, especialmente cuando tenían que pasar al escenario, que estaba en alto y nosotras, con solo nuestros pantis les dábamos oportunidad de gozarnos unos segundos, al hacer las entregas de sus regalos. Algunos de ellos subían al escenario, unos nos besaban y otro nos manoseó. Horacio tuvo que pasar, subió al escenario y nos abrazó y besó a las dos, al bajar nos dio nuestra nalgadita a cada una. En ese momento no supimos que le había tocado, era una cajita pequeña.

Se bailó un rato más, nos preguntaron que otra música, para animar, sería bueno que se tocara.

La bárbara de Gloria propuso Lambada, nosotras dos aún vestidas de Pocahontas, con las falditas que apenas y cubrían nuestros chones. Poca gente se paró, tocaron un rato de iniciación y luego nos pidieron les enseñáramos a bailar Lambada, uno de los más animados era Paul, así que les bailamos, ya con la experiencia de días antes. Los volvimos verdaderamente locos, muchos bailaban, o manoseaban a sus parejas, Nosotras guardábamos la seriedad, pero vino Chris y dijo que lo bailáramos bien, como ella sabía que debería de ser. Gloria me jaló, se apretó a mí y nos destrampamos, bailamos eróticamente, como nunca. Hubo personas que desearon unirse a nosotras, incluyendo a Paul, y bailamos apretándolo y jalándolo, como debería de ser. Al poco tiempo sí sincronizó el ritmo, terminamos la pieza y se acabó la música.

Nos retrajimos y regresamos al vestidor a checar si no habíamos perdido las aceitunas, Chris y Madeleine ya estaban esperándonos ahí. Chris nos agradeció mucho que ayudamos a que fuera un éxito la fiesta y agregó que la felicitación también era por lo que bailamos Lambada que iba a provocar que más de alguna pareja no se olvidara de él y lo practicaran en privado y recordaran el congreso.

Madeleine, más cohibida, también nos agradeció lo de la fiesta, pero más lo que había sucedido la noche anterior en la suite. No entendimos muy bien a que se refería, ni que era lo que sabía de la noche anterior, pero Gloria y yo estallamos en risa frente de ella y solo la besamos.

Nos ayudaron a ponernos los vestidos con los que habíamos llegado y las dos se extrañaron de nuestras faltas de los calzones bombachos, que les dijimos que estorbaban y cortaban en las orillas y los habíamos quitado, en eso una mesera nos los entregó frente a ellas, ya no supimos que decir. Chris solo movió la cabeza y Madelaine nos abrazó muy fuerte y nos besamos las cuatro. Ellas cargaron con los calzones.

Al ir caminando hacia la salida Chris dijo que nos veíamos muy guapas y teníamos piernas muy atractivas, lo cual asintió Madelaine. Nos reímos, pero Madeleine pidió se las dejáramos ver, así que las dos nos levantamos las faldas hasta enseñar los pantis. Chris nos observó, se movió alrededor de nosotras y nos acarició los muslos y nos bajó las faldas, disculpándose porque, dijo, se ha acostumbrado a checar a su personal, que no vayan con alguna falta, pero que nos veíamos bonitas. “¡Que lindas están!”