Confesion: quise hacer de puta por un dia 3/8

Una madurita cuarentona bien conservada tiene la fantasía desde hace meses de querer ser puta, aunque solo sea por un día…, ha tardado en decidirse meses para finalmente querer hacer realidad esa fantasía de una vez por todas, y ahora toca decírselo a su marido y además pedirle que le ayude a preparar todos los detalles… ¿Cómo se lo tomará?

Si quieren leer los anteriores capítulos, aquí tienen los vínculos…

(Momento 1: Pensarlo)… https://www.todorelatos.com/relato/161031/

(Momento 2: Decidirme)… https://www.todorelatos.com/relato/161074/

MOMENTO 3(PEDIRSELO A MI MARIDO)

Cuando aquel viernes amaneció, me hice el firme propósito de decirle definitivamente aquella misma noche a mi marido que quería hacer realidad mi fantasía de ser puta, aunque fuese solo por un día…, y además pedirle su inestimable ayuda a preparar todo.

Realmente mi marido era un hombre con muchos recursos e imaginación.

Recordaba cientos de fiestas en casa y fuera de ella, en la que su imaginación había provocado situaciones especialmente cachondas y excitantes, cuando al menos éramos tres o cuatro parejas su mente era prodigiosa… Noches oscuras con sorpresa, bailes desnudos, cocinar por parejas, el juego del rey o la reina, cambiar de pareja a media noche, duchas doradas, senderismo sensual, cocteles de leches, cambios alternativos de pareja en hoteles, sexo por parejas alternativas al azar en aseos públicos…

En una ocasión venían una pareja de Segovia a casa. Habíamos hablado mucho por teléfono con el objetivo de teatralizar un buen comienzo. Mi marido les dijo que cuando estuviesen en la puerta del portal, le diesen un toque. Tenía el móvil en silencio para no despertarme. Que les abriría la puerta con el interfono, que la puerta de la vivienda estaría ligeramente abierta, que entrasen y que siguiesen las instrucciones…

Llegarían después de la una de la madrugada, según luego me dirían. Yo ya estaba dormida. Después me contaron absolutamente excitados sus impresiones, que fueron absolutamente inesperadas. Ya les digo que mi marido era y es un hombre con mucha imaginación.

Al entrar en el hall de nuestra vivienda, encontraron dos sillas con una nota, que decía: Cerrad la puerta sin hacer ruido, desvestiros, dejad en las sillas vuestra ropa, poneos las zapatillas que hay dispuestas en cada silla y seguir las marcas al dormitorio. Había puesto unas pequeñas flechas de papel hacia el dormitorio.

En la puerta del dormitorio, encontraron otra nota que les decía,  que se metiesen en la cama, ella por la parte de la derecha según entraban y el por la parte de la izquierda. Que se metiesen a hacernos sexo oral, que ambos estábamos desnudos. Ella se metió a comerle la polla a mi marido y el a comerme el coño a mí, que estaba profundamente dormida en aquellos momentos.

Yo solía y suelo dormir desnuda. Obviamente en unos segundos estaba ya recibiendo instantemente orgasmos de los mejores, esos que se producen a medio despertarse. Sabía que iban a venir invitados, pero no sabía el desarrollo del plan de mi marido. Me desperté mientras mi marido me besaba sensualmente la boca al mismo tiempo que un desconocido me estaba comiendo el coño. Fue un morboso despertar como muchas veces me había ocurrido mientras estuvimos casados.

El fin de semana resultó genial. Paseamos, tomamos tapas e hicimos mucho sexo aquel glorioso fin de semana.  Eran una pareja excepcional y volvimos a reunirnos varias veces, en nuestra casa y en la suya. Aún recuerdan con morbo aquella entrada furtiva en nuestro dormitorio que mi marido les había preparado.

Volvamos a este viernes, el día definitivo.

Me estaba haciendo el propósito durante todo el día, no podía negarme a ello, era un paso necesario incluso para mi salud mental…, ya que esto, de querer ser puta al menos durante todo un día, me tenía realmente obsesionada y de paso…, muy, pero que muy cachonda…

Prácticamente durante todo el día estuve pensando en aquella noche de sexo que se aproximaba y que estaba imaginando. Quería hacer sucumbir de placer a mi marido, para que al pedirle realizar mi fantasía, el desease realizarla junto a mí.

Él había tenido que ir a una localidad cercana a dar un curso y se había levantado muy temprano. Me había besado al despedirse. Yo le había dicho un “hasta luego, mi amor” que me había salido del alma…

Pasé el resto del mañana haciendo las clásicas funciones a las que me dedicaba habitualmente. La cocina era de su responsabilidad. De la mía, lavadora, plancha y limpieza del baño. El resto todo lo compartíamos. Luego cogí el ordenador un rato para estudiar la oposición que estaba preparando, pero no me concentraba.

Tenía que parar para masturbarme… Me metí en la ducha y allí bien provista de uno de mis consoladores más grandes, me aplique una buena follada en mi caliente coño con uno de mis favoritos. Me corrí como una loca, recibiendo embestidas con mi mano, sintiendo el agua caliente por todo mi cuerpo y recostada parcialmente en la pared de la ducha.

Seguí con mis tareas, aún muy cachonda visualizando la anhelada escena de clientes y clientes que me follarían cuando ejerciese de puta y mientras…, visualizaba todos los detalles, de la noche caliente que se aproximaba…

Lo tenía todo dispuesto en mi mente… Cuando venga mi marido a casa esta noche, lo voy a recibir con la lencería nueva que compre el otro día,  que es de color negra como a él le gusta. Voy a llevarlo directamente al dormitorio, Le voy a vendar los ojos.

Luego le voy a desnudar, despacio, muy despacio… No voy a dejar que hablé nada, le taparé su boca primero con mis labios y luego con mi dedo, para que sepa que toca, silencio…

Cuando este desnudo, lo voy a atar con las corbatas que tengo en el puff junto a mi lado de la cama.… Él tiene el propio, con todos los juguetitos que a mí me gustan. Cuando estaba muy caliente, después de haber follado durante horas y necesitaba más y más, él  sacaba aquellos consoladores, especialmente el negro grande que sabe que me encanta y me follaba el coño con fuerza mientras empezaba nuevamente a correrme con cada golpetazo, como una loca…

Seguía programando mi imaginación… Voy a restregarle las tetas por todo su cuerpo… Luego voy a ponerle mi coño en su boca para que me lo coma, sé que le encanta eso, y voy a correrme en su boca…

Finalmente cuando tenga su polla súper dura como una piedra, la voy a ensalivar muy bien…, y a voy montarlo muy despacito como si fuese una amazona encima de mi caballo follador.

Voy a follarme su enorme polla gruesa y dura. Voy a hacer que mi coño la devore con lujuria pero muy despacio. Cuando sienta que se va a correr, voy a parar y así enfriar su orgasmo para que dure indefinidamente.

Estaré horas y horas manipulando su salida de leche, ralentizándola hasta que me salga del coño  a mí, o hasta que el dolor de sus huevos, que indudablemente le va a salir, sea tan grande que me suplique que le saque la leche…, y así conseguir que me eché el mejor polvo de toda su vida…

Después le diré que tengo necesidad de cumplir mi fantasía…, que por favor me ayude a conseguirla…

Solo de imaginarlo todo, me estaba poniendo cardiaca…

Esta todo decidido, esta noche mientras me lo folló de una manera muy especial, voy a pedírselo…

La noche llegó y llegaría con más sorpresas…

Mi marido me llamó a media tarde diciendo que volvería tarde, que venía con una pareja muy especial y que quería sorprenderme. Que los esperase en la habitación tumbada vestida con lencería negra en la cama y con una venda en los ojos. Que me avisaría dándome un toque y que cuando estuviese en la puerta del edificio, tocaría una sola vez el interfono…

Joder, pensé…, me va a destrozar todo lo que tenía preparado…

Iba a darle una sorpresa yo, y ahora es él, el que quiere dármela a mí.

De todos modos cuando terminemos, yo voy a darle su sorpresa. Pensaba.

Dicho y hecho.

Eran casi las diez de la noche cuando recibí el toque en el móvil. Lo tenía todo preparado en el dormitorio. Ya había cenado, me había duchado y ya tenía un conjunto de lencería negro, aunque no el nuevo. Había puesto algo de música, una barrita de incienso y dejé una sola luz suave de una de las lamparitas que tenemos de adorno en la librería que presidia nuestro dormitorio enfrente de nuestra enorme cama.

Me había tumbado en la cama con la venda preparada, esperando el timbre del interfono.

Sonó una vez. Me puse la venda, aguanté la respiración.

Oí como la puerta se abría y varios pasos se aproximaban al dormitorio. Notaba mis palpitaciones expectantes. Cuchicheaban y una mujer parecía soltar alguna leve risita.

Se desvistieron, lo noté claramente. Noté como mi marido me besó los labios dulce y sensualmente. A continuación unos nuevos labios me besaban y otros más a continuación. Ya los tres, intuí, que estaban tumbados junto a mí.

Empezaron a acariciarme varias manos. En mi boca noté como una polla me rozaba los labios. Obviamente la cogí con una de mis manos y empecé a lamerla con delirio. Era muy grande y no era la de mi marido. Alguien apartó algo mi tanga y empezó a devorar mi sexo, al mismo tiempo que alguien sacaba mis tetas de su encorsetamiento para comérmelas suavemente. Mis pezones ya endurecidos eran lamidos y mordidos suavemente al principio y frenéticamente después. Tuve un primer orgasmo.

Todavía nadie había hablado. Suavemente mi marido me quitó la venda y cuando ví a aquellos conocidos, que hacia tanto tiempo que no había visto, me emocioné. Eran una pareja que hacía mucho tiempo que no estábamos con ellos, varios años. Eran Ángel y Mamen. Habíamos pasado varios fines de semana junto a ellos en una casa de pueblo maravillosa que tenían en una localidad cercana a Toledo.

Ambos me encantaban y me siguen encantando, cuando acuden a alguna de las fiestas que mi marido organiza.

Ella es tremendamente bisexual y disfrutamos mucho al estar juntas. Me devora mis tetas y yo a ella las suyas.

Lo estaba pasando genial mientras devoraba la polla de Ángel, que por cierto era una de las que más me gustaban por entonces y aún sigo recordando con auténtica lujuria. Yo seguía comiendo su enorme polla, mientras sus ojos me miraban con deseo y excitación. Noté que iba a correrse y él ya sabía dónde tendría que echarme aquella leche tan caliente que inmediatamente saldría. Mamen avisada del momento álgido, retiró su boca de mis pezones.

La leche empezó a llenar mis pechos y mis pezones. Ángel echaba muchísima leche siempre.

Durante unos segundos maravillosos recibe aquel néctar caliente que lleno prácticamente mis dos pechos. Estaba tan cachonda que al sentir la leche llegar a mi piel sensible, tuve otro orgasmo. Cuando había acabado de vaciar su ardiente y cremosa leche en mis grandes pechos coronados por mis sonrosados y grande pezones,  los tres se liaron a devorarla…, lamiendo frenéticamente toda la que podían alcanzar con sus lenguas, labios y bocas. Pude coger con mis dedos algo de leche gracias a mis rápidos reflejos, para saborearla y los cuatro nos dimos un festín de leche en un momento absolutamente morboso y épico.

Durante un par de horas disfrutamos de un excitante sexo los cuatro. Somos todos tremendamente calientes además de muy bisexuales. Todos mamamos aquellas dos pollas en diferente turno. Mamen mamó la polla de mi marido y yo nuevamente la de Ángel. Al final cada marido lleno el coño de su respectiva esposa y de inmediato se intercambiaron, para lamer y devorar ferozmente aquellos dos sendos coños llenos de leche, hasta vaciarlos completamente.

Fue una noche morbosa…, pero que muy morbosa, que aún no había acabado, ni mucho menos…

No solo pase una noche única, sino que me sentía como en una nube de lujuria desenfrenada…

Después de que nuestros invitados de fin de semana, se fuesen a su habitación, no sin darnos nuevamente las gracias por nuestra hospitalidad, a disfrutar de un merecido descanso, y al quedarnos solos en nuestra habitación, no renuncie a darle mi “sorpresa” a mi cachondo marido…

Me fui primera a la ducha, y mientras él se duchaba yo me cambie de conjunto de lencería, poniéndome el que me había comprado especialmente para aquella ocasión. Era totalmente diferente, cruzado con una cinta bajo mis pechos y con el tanga con abertura. Llevaba además medias perforadas con borde ajustable.

Cuando volvió de la ducha, siempre hacia lo mismo, se metía en la cama a oscuras, ya que no encendía la luz para no molestarme, por si acaso me deslumbraba.

Se metió, como les digo,  en la cama y se arrimó. Al notar que estaba con ropa, se sorprendió. Iba a decirme algo cuando le besé. Entendió que no debía de hablar. Se dejó hacer…

Tenía preparada la venda de seda negra, que le puse suavemente en los ojos. Me levanté y encendí una de las lamparitas, la del rincón que es la que más me gustaba, para que pudiera disfrutar visualmente de mi nuevo conjunto. Le retiré la venda y me paseé alrededor de la cama luciendoaquel conjunto, como si se tratase de una modelo en una pasarela desfilando...

Su polla empezó a ponerse dura. Tal y como había previsto en mi imaginación fui realizando cada uno de mis movimientos acompasadamente. Fue absolutamente irrepetible. Cuando al final se corrió como un loco mientras yo lo cabalgaba tal como les había descrito al principio, su cara estaba llena de agradecimiento.

Al final de aquella noche maravillosa, que había estado plagada de sorpresas, resultó una excepcional noche llena de sexo, lujuria, pasión y autentico desenfreno… Una noche para no olvidar jamás el resto de nuestras vidas…

Finalmente, mientras ambos yacíamos extenuados y abrazados, desnudos y recíprocamente agradecidos en nuestra enorme cama, de la que aun emanaban olores de sexo compartido…, mientras nos mirábamos sensual y dulcemente a los ojos, le dije de manera natural:

-          Mi amor, quiero pedirte que me ayudes a cumplir una fantasía…

Claro que sí, la que tú quieras… ¿Cuál mi amor?

Mi amor, llevo meses deseando hacer una fantasía realidad…

Por supuesto, mi reina…,  Dime cual.

De sopetón, le solté:

-          Quiero hacer de puta aunque solo sea un solo día…

Lo necesito, es superior a mí… Apuntalé.

Respiraba profundamente. Se me había quitado un peso tremendo en mi interior. Él me miraba con cierta incredulidad, creo que no se lo esperaba..., pero creí atisbar un cierto brillo morboso en su mirada… Lo conocía de sobra y sabía que no le importaría ayudarme, todo lo contrario… Eso pensaba...

Añadí a continuación, otra pregunta:

-          ¿Me ayudaras mi amor?