Confesion: quise hacer de puta por un dia. 2/8
Una madurita de poco más de cuarenta, aunque muy bien conservada tiene la fantasía desde hace meses de querer ser puta por un día , hoy va a decidir definitivamente convertirla en realidad y el siguiente paso será contárselo a su marido para que la pueda ayudar con todos los detalles
Si quieren leer el anterior momento de esta serie (Momento 1: Pensarlo)…, aquí tienen el vínculo… https://www.todorelatos.com/relato/161031/
MOMENTO 2 (DECIDIRME)
No es lo mismo predicar que dar trigo, dice el dicho, ya lo saben ustedes.
Una cosa es tener la fantasía de ser una puta aunque sea solo por un día, y otra muy distinta…, decidirse a hacerlo realidad…
Muchas de ustedes lectoras lo han pensado, y no todas lo han realizado por múltiples y diversas razones. Cada una, tiene la suyas… ¿Verdad?
Hoy les hablaré de aquel proceso personal en que pasé de pensarlo casi constantemente…, a decidirme realmente a hacerlo...
Después de haber pasado a aquel club de carretera, que les relaté en el episodio anterior, lleno de hombres ansiosos de sexo, mi mente casi todas las noches solo pensaba en aquello, de manera algo obsesiva...
Me excitaba con solo recordar sus caras y empecé una temporada a estar que me subía por las paredes… Cachonda, pero que muy cachonda…
Durante los siguientes meses nuestra vida prosiguió normal, dentro de nuestra normalidad de reuniones liberales casi todos los fines de semana, aunque se incrementó bastante, ya que yo estaba muy motivada y como les he dicho…, muy cachonda...
Al no tener hijos, y ser ambos profesionales independientes en ese momento, eso nos daba mucha flexibilidad para interactuar con parejas, además de chicos y chicas solas de vez en cuando.
Mi marido siempre estaba pensando en hacer “travesuras”, como nosotros decíamos en broma…
Había puesto un anuncio para dar masajes gratuitos a mujeres. Era y es un excepcional masajista. Habían contestado varias y había dado varios masajes ya a bastantes mujeres incluso se había follado a varias de ellas.
Con una de ellas, funcionaria con un cargo importante en un pueblo cercano, que nos contó que follaba con otros hombres porque su marido no se le ponía dura, aunque le hacía según dijo un excelente sexo oral. Al final tuvo su primera experiencia bisexual conmigo.
Había venido sola aquel primer día, pero volvió varias veces con varios amantes para hacer intercambio de parejas con nosotros, ya que le había picado la curiosidad de aquel mundo y también le encantaba la súper polla de mi marido. Lo confesó enseguida. Al final metería a su marido en este mundo maravilloso. Hoy somos los cuatro asiduos a fiestas liberales y su marido un bisexual absolutamente único. Me rio mucho con él.
Otro día contestó una chica mucho más joven y después de las clásicas preguntas de como se le daría el masaje, y cosas así, quedamos en que viene a casa. Ya sabía que le daríamos el masaje entre los dos. Era muy morbosa, aunque algo inexperta, según dijo. Llego puntual. Era preciosa. Era de Canarias y su acento era absolutamente sensual. La pasamos al dormitorio y la desnudamos entre los dos. Se dejó hacer. Yo era y soy un poco bisexual y morbosa como creo que ya van ustedes comprobando, aunque cada vez más…
Era una situación novedosa para mí la de dar masajes a dos manos, pero si mi marido me decía que hiciese algo, lo hacía. Al final me terminaba gustando siempre. Lo mismo me pasó con los cuartos oscuros en los clubs liberales. Al principio no me gustaba, pero con el tiempo y su insistencia le llegue a coger bastante gusto. Era una sensación excitante y morbosa, poder comer pollas sin saber quiénes son sus propietarios. Si, realmente me gustaba ver las caras de vicio de los hombres que me deseaban, pero no le hacía ascos a comer pollas sea donde fuese…
Volvamos a lo del masaje de aquella atractiva joven…
El daba y da los masajes mejor que yo, y mientras él le daba los masajes periféricos en manos, brazos, pies y piernas, antes de acercarse a su vientre, pechos y finalmente su coño, yo me puse al otro lado y le daba a aquella sensual mujer, pequeños masajes con mis dedos en pequeños círculos concéntricos, como me había enseñado mi marido, primero en su cuero cabelludo para luego pasar a su frente, sienes, pómulos, y mentón, para luego bajar a su cuello y aproximarme a sus pechos y así adelantarme a mi marido, aunque aquello le sorprendió muy gratamente…
Sus pezones se excitaron muchísimo con el masaje a cuatro manos que le estábamos dando, ya que estaban durísimos. Finalmente mi marido empezó a comerle el coño después de masajear su vientre e ingles despacio, muy despacio, mientras que yo al mismo tiempo lamia sus tetas y especialmente sus oscuros y duros pezones. Al cabo de unos minutos la joven que ya nos había dicho que era muy sensible, estaba temblando de placer con sus piernas por encima de los hombros de mi marido moviéndolas como una loca y corriéndose como jamás yo había visto a nadie en toda mi vida. Recuerdo que mi marido tuvo que sujetar fuertemente sus caderas con sus manos, ya que las meneaba tan bruscamente que levantaba su culo varios centímetros de la cama.
Después del único orgasmo pero soberbio de aquella joven y de que mi marido, que estaba cachondísimo de ver aquella escena, se hiciese una paja en las sensuales tetas de nuestra invitada, leche que devoramos entre los dos a partes iguales, hablamos los tres durante un rato. Hicimos enseguida mucha confianza, pues nos contó que su situación económica era muy delicada y que tenía el propósito temporal de poner un anuncio como puta en uno de los pisos de la ciudad que alquilaban habitaciones por semanas y conseguir algo de dinero para poder independizarse e irse a estudiar periodismo a Madrid, que era su gran ilusión.
Nos confesó igualmente que había venido a lo del masaje para aprender algo que le ayudase en su nueva aventura sexual. Mientras hablaba y hablaba, mi mente no dejaba de dar vueltas a mi fantasía. Quizás aquella joven al hablar tan naturalmente de aquello, me iba a dar las fuerzas que necesitaba para decidirme.
Así sería, aunque necesitaba un último impulso…
Todas o casi todas las noches, recordaba y daba vueltas en mi cabeza la fantasía aun incumplida, me ponía caliente y deseaba hacer sexo con mucha intensidad.
Mi marido, me lo decía de vez en cuando, que me notaba cada vez más cachonda, y el motivo yo sabía cuál era…, simplemente mi fantasía…, pero aun no me atrevía a pedírselo. Sabía que no era fácil cumplirla por mil razones… No era fácil lo sabía, pero tenía que hacer, fuese lo que fuese para conseguirla.
Se aproximaba mi cumpleaños. Por sorpresa y sin decírmelo, había puesto un anuncio para chicos que me quisiesen follar para celebrarlo a base de polvos durante todo el fin de semana, además de invitar a alguno de nuestros amigos habituales. Especialmente uno que me ponía un montón por su cara de vicioso. Desde el viernes por la tarde y hasta el domingo igualmente por la tarde consiguió que viniesen, al menos docena y media de chicos, a los que les devore la polla y luego me follaron mi coño, durante toda una hora de reloj con cada uno. Si alguno se adelantaba en llegar no pasaba nada. No me importa estar con dos a la vez, muy al contrario.
Me encanto aquella experiencia y me hizo sentirme de alguna manera como una puta a disposición de aquellos hombres deseosos de follarme para homenajearme en mi aniversario. No les diré el número de años, lo siento. No me lo pregunten.
Lo organizó todo perfectamente por horas y yo allí preparada con mis ojos vendados recibiendo pollas primero en mi boca y luego en mi coño. Eso sí, después de comerles la polla durante los primeros minutos, quería verlos disfrutar y ver sus miradas deseosas de mí, y me quitaba la venda. Ver echar la leche sobre mis tetas, sentir esa sensación de leche caliente, es algo absolutamente excitante para mí. También para mi marido, que siempre quería ayudarme a devorarla calentita recién echada. Fue un cumpleaños inolvidable.
Después de aquel excitante fin de semana de cumpleaños, que ya les contaré otro día con todos sus detalles, pues hay pasajes excepcionales, especialmente los tres últimos folladores de la tarde del domingo, que obviamente eran lo mejor de lo mejor, decidí que tendría que conseguir realizar mi fantasía, costase lo que costase, aunque nos tuviésemos que desplazar a otra localidad temporalmente… No dejaba de darle vuelta a aquello…
Me había visto como una puta en el pasado fin de semana, recibiendo hombres deseosos de placer, a los que ordeñe al menos dos veces a cada uno. Una con mi boca recibiendo sus leches calientes y espesas en mis tetas y otra con mi coño. Había sido una experiencia muy próxima a ser como una puta, pero sabía que lo otro era muy diferente. Eran muchos detalles en que pensar y mi marido era el indicado para poner en practica mi fantasía, que cada día necesitaba con más ansia cumplir…
Tenía que decidirme definitivamente de una vez por todas…
Todo el sexo junto a mi marido era morboso y excitante, pero yo seguía con mi fantasía, pensando en ser una puta aunque fuese solo por un día, recibir hombres y hombres con cara de vicio, arrodillarme ante ellos, sacar sus pollas y devorarlas durante horas…, hasta que me echasen sus leches calientes y sabrosas en mis tetas…
Luego volver a comerles la polla muy despacito hasta que se le fuese poniendo otra vez dura y ponerme de rodillas en la cama, ofrecer mi trasero para que me clavasen sus pollas duras y firmes nuevamente en mi húmedo y deseoso coño…, Que me lo follasen a base de enormes y fortísimos golpetazos, hasta que me volviese loca de placer. Pensar en repetir esa imagen pero con docenas y docenas de hombres uno tras otro, me ponía histéricamente cachonda y tenía que masturbarme continuamente…
El día que cumpliese esa fantasía estaría todo el día follándome hombres, de día y de noche sin parar…, y si podía permitírmelo de dos en dos o de tres en tres… Era entonces y soy aun en la actualidad…, una ansiosa…
Tenía que conseguir realizar mi fantasía costase lo que costase…, y además de manera inmediata. Lo necesitaba…
Sabía que casi con toda seguridad que mi marido aceptaría cumplir mi fantasía, aunque no es una fantasía fácil de cumplir y quizás eso le hiciese decirme que no, pero tenía que intentarlo.
Realmente pensaba que no sería fácil desarrollarla, por el montón de detalles que habría que organizar. No podíamos hacerlo en casa, ni en nuestra ciudad para ser discretos. Una cosa es ser liberales y recibir parejas liberales y chicos y chicas liberales puntuales y otra poner un anuncio de puta y decirles que vengan a la calle tal, numero tal. Tampoco podíamos alquilar una habitación pues mucha gente nos conoce. Sabía que era difícil, pero tenía tantas ganas, que no se me iba de la cabeza…
Mis recientes experiencias me habían hecho decidirme a hacerlo, y finalmente un viernes memorable me decidí…
¡Esta noche se lo pido! Pase lo que pase…