Confesión Mortal... Diario de una Puta

El dinero no me motiva a ser lo que soy, aunque confieso que no me estorba durante el día. Soy así porque esta es mi naturaleza, un ser sexual sin inhibiciones con la libertad de tomar sus propias decisiones, cuya consecuencia más importante ha sido La SOLEDAD.

Ahí estaba yo, como todas las noches, esperando en esa esquina a mi siguiente "victimario" o ¿debería decir víctima?, no importa, lo único que me resultaba importante era saber que esa noche alguien me brindaría ratos de placer, charlas y compañía.

¿Mi nombre? ¿De verdad te interesa?, solo puedo decirte que me llaman La morena, conocida en los barrios de tolerancia de esta ciudad cuya identidad no viene al caso revelar, como una de las damas de compañía mas deseadas de la localidad por los cientos de curiosos que se pasean por las calles de mi barrio en busca de apagar su soledad, su deseo y su lujuria con alguien que solo busca lo mismo.

Mientras repaso por mi mente todos los momentos que he vivido como mujer de la vida galante, puta, si así me quieres llamar, hombres y mujeres desfilan frente a mí creyendo que vienen a seleccionar al pedazo de carne que les quitara la calentura y el morbo sin saber que son ellos los que acaban siendo seleccionados.

El dinero no me motiva a ser lo que soy, aunque confieso que no me estorba durante el día. Soy así porque esta es mi naturaleza, un ser sexual sin inhibiciones con la libertad de tomar sus propias decisiones, cuya consecuencia más importante ha sido La SOLEDAD.

Por fin un cliente deseable, un hombre apuesto sin ser galán, algo flacucho para mi porte, de edad madura, unos 37 o 40 años a lo mucho, realmente es lo de menos, porte sencillo y con carisma, me aproximo sin pensar. Las mismas frases que he repetido por los últimos 10 años salen de mi boca sin reflexionar.

--- Hola Guapo Que tal, la morena esta dispuesta para jugar esta noche, ¿Estoy Protegida, Me quieres acompañar?

Las respuestas favorables siempre han sobresalido, algunos llegan directamente preguntando por mí, unos conocidos otros por recomendación, al final todos terminan donde mismo, en mi cama, o debo decir en la cama en turno del hotel acostumbrado.

Me apresure a subirme al coche y con la mano le marque el rumbo; El nervioso pero conversador no dejaba de mirarme y de decir lo bella que era, me platico un poco de su vida, era casado, y de su trabajo, chofer transportista, yo atenta al camino, escuchaba y sonreía a la platica de mi acompañante en turno.10 minutos nos faltaban para llegar al destino.

Un semáforo rojo marco una pausa en el camino y sin dudar mi compañero me pidió una mamada, se bajo el cierre y libero su órgano con toda su virilidad latiendo, yo asentí y me abalance sobre él; mejores vergas he probado, pero él aseguraba que mejores chupadas no le habían dado. Terminé sin decir palabra, me tomé su leche al tiempo que se estacionaba fuera de la habitación.

Durante mis experiencias he tenido de todo, desde muy placenteras hasta pasar por contar las moscas en el techo, algo me decía que mi amante haría un buen trabajo.

Mientras se reponía del trabajo que le había realizado, me baje del auto y me metí a la habitación, me quite las sandalias y solté mi cabello, mire una y otra vez esas 4 paredes que ya conocía como la palma de mi mano o mejor, Tratando de adivinar si sería en esa habitación o en cual donde por primera vez me entregue. Dure cavilando unos segundos cuando de pronto sentí sus manos acariciando mi trasero y susurrando a mis oídos que me deseaba, que ojala su esposa estuviera la mitad de buena que estaba yo y un sin fin de frases que se repetían en mi cabeza como un cassette rallado. Yo solo estaba para dar y cumplir las exigencias del cliente, no niego sentirme excitada con cada sesión, como ya lo dije esta es mi naturaleza y no por nada soy la preferida.

Decidí apartar mis pensamientos y concentrarme en la actividad, como cada noche lo hacía. Nos besamos, cálida pero apasionadamente, empezó a bajarme el vestido con delicadeza, a besar mis hombros desnudos y recorrer mi espalda con su lengua hasta llegar a mis nalgas cubiertas por la suave tela de mis panties, me voltee de frente a él y lo deje morderme y acariciar mis senos desnudos aspirando mi olor y mi ya encendida excitación. Le baje los pantalones y desabotone su camisa, con mis manos explore su piel, su masculinidad, comparándola con los muchos otros que habían pasado por su lugar, lo despoje por completo de su ropa y nos fundimos en un abrazo para sentirnos, para conocernos, mis pechos se frotaban en su pecho, mi vientre en el suyo y mi húmedo sexo en su ya erecta herramienta, nuestras manos se entrelazaban y se abrían paso por todos los lugares posibles.

Me llevó a la cama y sin vacilar me empezó besar mi tantas veces explorado pero siempre deseoso coñito, saboreó mi néctar, mi olor, me hizo gozar y olvidar por un momento que era un desconocido. Luego después me besó, como diciéndome: "mira, prueba lo bien que sabes, y lo bien que me haces sentir". Enfilando su miembro erecto a mi cueva lo metió de un solo golpe, lo miré a los ojos y por un momento me compadecí de aquel hombre por tener que buscar fuera lo que desearía tener en casa y de su familia por no saber lo que sucedía en esos momentos ni lo que iba a suceder. Instintivamente aferré mis piernas a su trasero y levante mis caderas para darle paso total a su incansable verga, lo veía disfrutar de esa cogida y el me veía disfrutar a mi, no existe momento mas perfecto en la vida que éste, el de la satisfacción plena del cuerpo y del alma, pero cuando la satisfacción no permanece por siempre ¿que?

Lo sentí dentro de mi, flácido y punzante, me había inundado de él, no había problema, yo estaba protegida pero ¿y él ? se acerco para besarme de nuevo con su calidez que ya sentía parte de mi, me acarició el cuerpo con sus manos y me pidió que le limpiara la verga húmeda y caliente, así lo hice, lamí cada pedazo de carne suya y él cada pedazo mió, me tocaba a mí decirle "prueba lo bien que sabes…" no duré mucho antes de darle mis jugos otra vez, el empezaba a crecerse de nuevo por mis succiones, me deje follar alzando mi culo, pero como si hubiera sido la primera vez, su delicadeza en particular me sorprendía, me sentí por un momento su mujer y no la puta que había levantado en una esquina, volví a sentir pena por él, y esta vez por mi también pero, ya no había marcha atrás. Lo había hecho mío y el me había hecho mas suya que lo que muchos otros habían logrado. No se trató solo de gozar y de explotar en orgasmos recurrentes, nos habíamos entregado mucho más.

Son 500 pesos ----dije un poco apenada, nunca me había pasado, él me miró y me dio un beso en la mejilla.

Te daré más --- me respondió --- si quieres te dejo hasta mi carro --- y soltó una carcajada, lo miré sabiendo que jugaba mientras me terminaba de vestir.

¿Nos volveremos a ver? --- me preguntó.

No lo se, todo depende de la vida --- le respondí

Se me quedo viendo, saco 1000 pesos de su cartera y los coloco en el buró, me dio otro beso y se metió al baño.

Terminé de vestirme y me fui, sin sermones, sin palabras y sin despedidas; los 1000 pesos los encontró donde los había dejado, ¿y a mi?, no me volvió a ver jamás.

Paso mis días en esa esquina por lo menos en mi mente; estoy protegida como se lo hice creer a mi último amante, sigo estando entre cuatro paredes, pero este hotel es muy diferente al que un día conocí, los gemidos que se escuchan no son de gozo ni placer, son de dolor y desesperación, ya no tengo amantes, ahora tengo simplemente mi soledad. Mi vida o lo que queda de ella es la aislada sala de cuidados para enfermos terminales de VIH SIDA. La Morena está dispuesta para morir esta noche, ¿Me quieres acompañar?

FIN