Confesion: mi violacion consentida 7/7

Puri, estaba dispuesta a hacer sexo por dinero, después de contestar a un anuncio muy sugerente, dado que tenía una situación económica muy crítica en casa…, pero…, cuando conoce al supuesto amante, y recibe una propuesta que no se esperaba, se queda absolutamente muda… Al final dirá que sí, más por el morbo que por él dinero... ¿estará preparada para aquella violación no consentida de media docena de empedernidos folladores?

Si quieren leer antes los seis relatos previos, para seguir el iter temporal de los acontecimientos en orden…, estos son los vínculos…

Momento 1 (El anuncio)… https://www.todorelatos.com/relato/160813/

Momento 2 (El primer contacto)… https://www.todorelatos.com/relato/160814/

Momento 3 (La respuesta)… https://www.todorelatos.com/relato/160821/

Momento 4 (La cita)… https://www.todorelatos.com/relato/160862/

Momento 5 (La proposición)… https://www.todorelatos.com/relato/160956/

Momento 6 (La aceptación)… https://www.todorelatos.com/relato/160996/

MOMENTO 7 (MI VIOLACION CONSENTIDA)

Había llegado el sábado. Al despertarme, realmente no estaba tan excitada como hubiese pensado o deseado. Aunque a lo largo del día, eso iría cambiando y mucho…

Colocar a los niños con mi madre. Comer algo ligero, ducharme y arreglarme. A las cuatro y media en punto, en el sitio de encuentro. Ese era el plan…

José Miguel llego puntual. Lo primero que hizo fue darme un sobre que debería de contener los 500 €. No lo abrí. Lo metí en mi bolso. Confiaba en él. Me pidió que me pusiese el pañuelo de seda negro tapándome los ojos, que llevaba preparado en el asiento y que había visto al sentarme. Me ayudo a ponérmelo.

Unos quince o veinte  minutos después, reducía la velocidad del automóvil y una puerta tipo verja se abría. Pasamos directamente a una cochera que también estaba abriéndose a tenor del ruido del muelle.

Me ayudo a bajar. Me cogió su mano. De allí a una de las habitaciones, dejándome guiar. Allí me desnudó despacio, muy despacio, con dulzura y mucha sensibilidad…

Eso me ponía cardiaca y perra…

No abras los ojos, me dijo. Voy a quitarte el pañuelo y cambiártelo por la máscara.

Procedió a cambiarme, la venda por una capucha elástica, por cierto muy cómoda en la que solo tenía la apertura de la boca, que me permitía respirar perfectamente por la nariz. Recordaba haber visto alguna similar en los catálogos eróticos.

Estaba desnuda. Sentía mi carne de gallina, especialmente mis muslos y mi culo. Sentía mis pezones duros como piedras.

Hablamos de los últimos detalles. De si estaba cómoda. Si quería hacer un pis antes empezar.

No, estoy bien… Bueno, no me importaría hacer un pis y así estaré más cómoda antes de empezar.

Pensé que me llevaría a un servicio, pero no. Me hizo sentarme al borde la cama. Se arrodillo delante de mí. Me dijo que me aproximase al borde de la cama, mientras me ayudaba cogiéndome por las caderas y me puso una cuña en mi coño. Has pis Puri. ¿Podrás? Si claro.

Note como el chorro de mí dorado líquido pegaba en el fondo de cristal haciendo ese sonido característico. Al terminar mi limpió con una toallita húmeda. (Qué delicado es este hombre. Me encantaba cada vez más).

Noté varios murmullos y algún carraspeo. Era evidente ya la presencia de varias personas y José Miguel se acercó a mi oído, para decirme… Esto empieza ya… Puri. Por cierto se me había olvidado decirte que te dejes hacer, ellos te atarán y empezarán a follarte boca y coño sin contemplaciones. Si te apetece gemir como con miedo, como queriendo resistirte, ellos se pondrán mas cachondos. (Vaya…, pensé…, la última gilipollez)

Noté como se aproximaban, me tumbaban a lo largo de la cama, estiraban mis manos y me las ataban con pañuelos al cabecero, del mismo modo los pies seguramente al somier. Pusieron una almohada en mi cadera para que mi pelvis levantase algo. Una mano se acercó a mi coño con algún tipo de lubricante.

Joder que fresquito, pero creo no me hacía falta, yo ya estaba preparada para recibir pollazos a tutiplén.

Aquella mano se embeleso un poco de más en mis labios vaginales y me empezó a dar un gustazo enorme, que casi me provoca un primer orgasmo. Resistí como una jabata, para que no pensasen que era una fácil.

Supuse que sería José Miguel, el “artista”…, que me metió dos de sus dedos hasta el fondo repetidamente y no pude dejar de sacar un uhmmm muy particular de placer que de inmediato cambie a un ahhhhhh, para que pareciese lo que no era…

Haciendo caso a José Miguel, intenté resistirme algo, o al menos aparentarlo, para no desagradar al “respetable” como se dice en los toros, aunque aquí el toro era yo y esperaba de un momento a otro las decenas de estocadas en mi coño y boca.

Nadie hablaba…

Noté como se subían varios de ellos, a la cama por ambos lados. Dos dedazos me abrían la boca, se introducían buscando mi saliva que restregaron en mis labios. Alguien me hecho un salivazo desde alto. Me puso más cachonda. Me encanta ese detalle morboso.

Notaba como se machacaban las pollas son sus manos muchos de ellos. Eran varios, aunque no sabían cuántos.

De inmediato dos nuevos dedos abrían mi boca para abrir paso entre ellos, a  una enorme polla que se metía en mi boca sin avisar, empecé a lamerla con pasión y excitación. Mientras noté que alguien se acoplaba delante de mi coño. Noté como una enorme polla se restregó un par de veces arriba y abajo de mí ya hambriento coño…, para de sopetón y sin avisar metérmela de un solo soberbio golpe certero y rápido. Joder que gustazo.

Tuve un primer súper orgasmazo de aúpa con aquel tremendo pollazo que no dejaba de bombearme a continuación mi adaptado y ya, coño elástico. Eso sí, como disciplinada y obediente empecé a cambiar mis gemidos del clásico…, Uhmmm a los menos aparentes de satisfacción…, aahhhhh…, con cierto tono a gruñido…

Joder que grandes, las dos primeras pollas. (Pensé que este podía ser el club de las grandes pollas de España)

Varias manos empezaron al unísono  tocarme por todo mi cuerpo. Bocas y lenguas me besaban y lamian desenfrenadamente mi cuerpo desnudo y caliente hambriento de sexo lujurioso.

Estaba ya absolutamente cachondísima.

La polla de mi boca empezó a palpitar y me la introdujó hasta mi garganta descargando una corrida bestial de leche, que me tragué con todo el gusto de mundo. Hacia muchos meses que necesitaba esa sensación en mi boca… Qué buena y dulce estaba la jodía… Guau…

Con la presión de esa polla en mi garganta y no poder respirar durante una fracción de segundo, tuve que hacer un ruido gutural forzado, que tuvo que poner cardiaco al que me estaba follando, porque empezó a jadear y a echar leche en cantidades industriales que note a través del preservativo…

Mientras me echaba aquella primera gran leche en mi coño, seguía bombeando como un loco, lo que hizo que tuviese un segundo orgasmo bestial que consiguió hacer que me temblasen las piernas, algo lejano en mis recuerdos…, lamentablemente.

Saco de dentro de mi coño su enorme polla aun dura y note como se quitaba el preservativo y me echaba la leche en mi vientre… Que gustó me estaba dando aquella sensación… Ojala y alguno de estos gilipollas se le ocurriese cogerla con la mano y llenarme mi boca…, o haberme descargado directamente todo el preservativo en mi boca…

Mi coño ya estaba húmedo de más y empecé a ser penetrada una y otra vez por diferentes pollas. Ahora parecían turnarse en coño y en mi boca.

Note diferentes grosores de pollas. La tercera que entró en mi boca parecía la de José Miguel. Me empujaba la polla a impulsos rítmicos. Estaba encantada de que pudiera ser él. Deseaba aquella leche en mi boca lo antes posible. Puff. Que gozo de pollaza en mi boca. Notaba como mis mandíbulas se esforzaban en abrirse para tremenda polla. Sentí su palpitación en mi boca. Dejé de respirar y me dispuse a tragar inmediatamente leche.

Un chorro enorme de leche lleno mi boca, que inmediata y rápidamente tragué, pues otro nuevo gran chorro se adentraba en mi cavidad bucal. Tragué y tragué de seguido tanta leche caliente y sabrosa. Estaba cachondísima y tan solo acababa de comenzar esta sesión de “violación consentida”. Menuda gilipollez de nombre…

Gilipollez o no…, estaba como loca y conseguiría tener decenas de orgasmos.

Me ataban y desataban constantemente para cambiarme de postura.

Las horas pasaban, y yo cada vez estaba más caliente y hambrienta de polla.

De vez en cuando como les decía, me hacían cambiar de postura en la cama. Atándome y desatándome continuamente.

Posturas clásicas como boca arriba, boca abajo, perrito, profunda, tornillo o carretilla.

Pero también posturas más modernas del Kama Sutra, que entonces no conocía y hoy conozco a la perfección. Indra. Bambú. Tallo. Caña. Loto. Sauce. Luna.  A cada nueva posición, me ponía mucho más cachonda y frenética, aunque siempre intentando disimular. Ahhh, uffff…, con el tono de una presunta violada...

Al cabo de un rato, me subieron a un columpio para follarme allí. En esa postura todos se turnaban para embestirme con sus pollas. Notaba como todos alrededor me sujetaban haciendo de tope, mientras el protagonista hacia su faena, metiéndome su polla durante minutos apoteósicos de increíbles golpetazos de cadera. Luego se iban turnado haciendo lo mismo.

Generalmente estaba atada con esposas o pañuelos al cabecero o pies de la cama.

Poco a poco la dureza de sus pollas flaqueaba y empezaron a comerme el coño algunos. Mi boca empezó a estar libre, lo que me relajó la tensión de mis mandíbulas y empezaron a besarme y echarme saliva, algunos con escupitajos desde cierta distancia. Me encanta esa sensación.

Todo me estaba poniendo cada vez más cachonda y cachonda. Estaba realmente insaciable.

Me dejaba hacer como me había sugerido José Miguel y a veces hacía gestos como de no querer ser atada, meneando mis brazos y piernas como si no quisiese ser penetrada más. Intentando cerrar mis muslos por ejemplo y gritando algún “no” de vez en cuando… Lo que era absolutamente falso…

Obviamente ellos querían sentirse de alguna manera unos violadores ante una mujer aparentemente indefensa. En realidad no me sentía así, sino todo lo contrario. Al final, pensaría que lo hubiese hecho incluso gratis.

Lo cierto y verdad es que decía un “no” muy creíble… Pues de terminar la frase entera, les hubiese estado diciendo toda la tarde… “No…., no dejéis de follarme ni un solo momento…”. Aunque claro, solo me salía el “no”…, y el resto de la frase me la dejaba en mi pensamiento…

Terminaría concentrada en sentir las diferentes pollas, aspirando a reconocer la de José Miguel siempre que la tuviese en mi boca o coño, pero deje de hacerlo, al recibir tantas sensaciones rápidas en mis dos orificios, de tantos pollazos y pollazos sin descanso...

Intentaría identificarla más tarde o más temprano, la de José Miguel,  de entre las más grandes, aunque sin éxito, pues tuve la suerte o fatalidad de que en aquella sesión había varias pollas enormes.

Si tenía necesidad de beber agua, lo decía y alguien me la ofrecía. Seria José Miguel. Del mismo modo si tenía algo de hambre me ofrecían unos pequeños sándwiches de diferentes sabores que estaban buenísimos.

Igualmente, si tenía necesidad de hacer pis, lo decía y me ponían la pequeña cuña de cristal que había utilizado al principio.

Recibí algunas leches en mis tetas que no dejaron de tener los pezones duros, durante toda la sesión. También en mi vientre. A veces también en mis muslos y pies. Cuando esto ocurría, alguien me limpiaba con toallitas húmedas.

Algunos besos eran especialmente lascivos. Sus bocas calientes me excitaban. Todos olían maravillosamente bien. Se notaba que eran gente de dinero, pues llevaban colonias caras y buenisimas...

El sexo fue espectacular. Mi coño disfrutaba de lo lindo. Mi boca también.

Uno de ellos me hizo algo que nadie me había hecho jamás, metió su polla entre dos de mis dedos del pie derecho..., y  frotando,  frotando en aquella postura, se hizo una paja. Noté como la leche se deslizaba a través del empeine de mi pie, llegando a recoger un buen tramo de mi pantorrilla por ambos lados finalmente.

Se corrieron todos, según creo en mi boca alguna vez, o incluso alguno más de una vez, pues sin recordarlo exactamente me tragué al menos ocho o nueve leches.

Estaba excidatísima, puedo jurárselo mis amables lectores, y aunque con mis mandíbulas algo fatigadas, realmente no deseaba que aquello acabase nunca.

Al parecer aquello se estaba acabando, y se me había pasado volando. Lo noté porque dejaron de hacerme cosas casi de improviso todos al mismo tiempo.

Me sentía plena y relajada después de tantos orgasmos. Había tenido decenas y decenas de ellos, de diferentes intensidades. Joder Puri, que bien te lo estás pasando. Me decía a mí misma durante toda la sesión.

Cuando me di cuenta de que no había ya nadie a mí alrededor y seguía atada como empecé, boca arriba.  Me asusté durante unos segundos.

Durante aquella breve fracción de tiempo, pensé  que no podían dejarme allí atada. Incluso pensé, que me habrían quitado el dinero del bolso, que podría venir alguien a “limpiar” la escena y quizás realmente terminaría asesinada, descuartizada o mucho peor… (Mi mente calenturienta de thrillers de asesinatos…, como siempre, se ponía en movimiento)

Alguien entró. Me desató y me  quitó la máscara.

Era José Miguel. Nos miramos. En su mirada había una complacencia, agradecimiento y satisfacción absolutamente enorme y grandiosa…

Me comunicó visualmente, con lenguaje no verbal, su tremenda gratitud...,

Después me diría que había sido una tarde memorable la que les había hecho pasar a él y especialmente a sus invitados, que se habían ido contentísimos…,  y me preguntó…

¿El sábado querrás venir otra vez?