Confesion: mi violacion consentida 4/7

Puri, cachonda y sin recursos había contestado hacia unos días a un anuncio de sexo por dinero…, ahora esta pletóricamente excitada al pensar en la cita con el desconocido maduro

Si quieren leer antes el momento 1 (El anuncio) para poder situarse…, pueden leerlo en este enlace…

https://www.todorelatos.com/relato/160813/

Si quieren leer también el momento 2 (El primer contacto) para poder seguir situándose…, pueden leerlo en este enlace…

https://www.todorelatos.com/relato/160814/

Si quieren leer también el momento 3 (La respuesta) para poder seguir la trama en orden temporal…, pueden leerlo en este enlace…

https://www.todorelatos.com/relato/160821/

MOMENTO 4 (LA CITA)

Me desperté absolutamente excitada. Había llegado el viernes…

No había dormido bien, había dado muchas vueltas a la cabeza.

Después de meditarlo y haber aceptado, me había arrepentido de ello, tres o cuatro mil veces.

Seguro que sería un tipo chiflado o algo peor. Pensaba en violadores asesinos. Me imaginaba trozeada y repartida por los cubos de basura, o mucho peor aún, como en aquella película española de título “Bilbao”, en la que la prostituta había terminado triturada y envasada en salchichas…

Pero como estaba desesperaba o casi, me decidí definitivamente a hacerlo. Apenas tenía dinero, además había de reponer el microondas que me había dicho adiós, sin despedirse…

Metí en el bolso un spray anti violación y el llavero  alarma por si acaso. Los había comprado hacía semanas en Amazon por un precio muy asequible, por si tenía alguna cita. Me había costado menos de 40 € las dos cosas. Era el momento de estrenarlos. Al fin y al cabo, calcule mentalmente que habían sido, solo al cambio unas cinco horas de trabajo limpiando mierda en casa de yayos…, y podría ser una buena inversión, llegado el caso.

Comprobé los detalles del encuentro en mi cabeza. Lo tenía todo claro. Iría un rato antes y así podría anticiparme e irme si veía alguna cosa rara.

Salí mucho antes. Di vueltas hacia arriba y hacia abajo. Me volvía a casa. Me lo pensaba de nuevo. Dudas hasta el último momento. Joder, al final término en un puto psiquiátrico. Pensaba.

Ya estaba en la calle. Controle la esquina. No me cabía duda. Era un sitio discreto. Pero no había ningún coche. Me refugie en un portal próximo donde no me podría ver. Espere.

Faltaban todavía unos quince minutos. Me desesperaba. Estuve tentada de irme varia veces. Puf. Que nervios. Aguanta Puri. Me decía internamente mi alma valiente y aventurera. Pensaba en mis hijos sin madre. Bueno mi madre los cuidara hasta que sean mayores. Pensaba por parte de mi alma cobarde y pesimista.

Estaba a punto de irme y zanjar el asunto. Por un lado era correr innecesariamente un posible riesgo para mi integridad, pero por otro lado estaba mi necesidad económica. También he de reconocerlo, tenía dentro de mí, esa ansia de aventura y de morbo, seguro que por mi necesidad imperiosa de polla en cantidad y calidad.

Mientras esperaba, pensaba en mi actividad sexual del pasado. No había sido una monjita. Había follado lo mío. Antes de conocer a mí ex (el cabrón y padre de mis dos niños), había tenido tres novios y me los había follado a los tres muchas veces. Después de mi marido no había estado con nadie más. Fantasías si, las normales…, follar con varios al mismo tiempo, un buen negro con una buena trompa, algo de bisexualidad, pero poco más. Bueno, sí, sentirme sumisa y humillada pero sin sangre ni pinchazos. Algo light, si me apetecía hacer. Atarme, dejarme hacer…, cosas así.

En estos pensamientos, el tiempo pasaba. Me sentida húmeda y cachonda. Mis bragas estaban choreando, lo notaba. Muy cachonda aunque algo temerosa. A ver qué pasaba, me decía para mis adentros.

Ya que estoy aquí, voy a ser fuerte. Mire el móvil, faltaban segundos para las ocho.

A las 8 en punto de la tarde llego un coche de marca tal, color gris metalizado y se colocó justo en la esquina. Las campanas de la iglesia cercana daban las campanadas. Que exactitud. Me agradó el detalle de la puntualidad.

Mi corazón explotaba. Sentía las palpitaciones en todo mi cuerpo. Mi respiración entrecortada. Quise ir hacia la esquina, pero mis piernas no respondían. Miré el reloj del móvil. Pasaban tres minutos de las 8. Si no me daba prisa se iría para siempre. Respire profundamente y fui hacia el coche.

No me podía ver por la situación de donde venía. Llegue a la ventanilla del copiloto. Aprecie la silueta de un hombre moreno y alto. pelo cortisimo cortado a maquina. Escuchaba la música desde fuera, lo oía perfectamente.

Toque con los nudillos…