Conexión versión de Susana

Versión de Susana

Conexión versión de Susana

Mi nombre es Susana y me encuentro en un tren viajando junto a mi hija con la esperanza de una vida mejor. Si de algo estoy segura es de que mi anterior vida me la busque yo con mis erróneas decisiones, lo único bueno que saque de esa vida ha sido mi pequeña. Mi hija Sandra es lo único que me ha dado fuerzas para seguir adelante, todo por culpa de mi orgullo y soberbia.

Mis suegros viendo el comportamiento de su hijo, decidieron que esa niña se merecía una vida mejor. Yo trabajaba de sol a sol para poder cubrir todos los gastos que creaba mi novio, todos los días se iba de juerga a saber a donde y con quien y llegaba a las tantas. Se pasaba todo el día durmiendo, se levantaba comía algo y después de ducharse se volvía a marchar. No estuvo cuando nació su hija y no le ha hecho caso desde que nació, como pude ser tan entupida.

Mientras miro a mi hija como duerme, hecho la vista para atrás. Entonces yo era la chica más guapa del instituto, la chica que todos los chicos perseguían. Yo no tenía interés en ninguno de ellos, solo me querían para follarme y posteriormente fardar con los demás de lo machitos que eran. Únicamente había un chico que me demostró que sus intenciones iban mucho más haya. Su nombre era Aitor, yo lo ignoraba, pero tengo que reconocer que sus intentos eran cada vez más ingeniosos y no carecía de audacia. Conseguía hacerme reír y poco a poco empezó a crecer cierto interés por ese chico en mi interior.

Llego el día que se armó de valor y me pidió salir, sé que debería haberle dicho que no. Cuando le manifesté que si, no se lo creía ni él y se puso a bailar de lo contento que se puso. La verdad es que le dije que si por puro egoísmo, todas mis amigas y conocidos me habían demostrado que para las buenas siempre podía contar con ellos, sin embargo, cuando venían mal dadas todos desaparecían. Aitor no, él siempre estaba a mi lado para darme consuelo y sustento. Yo intentaba corresponderle, sin embargo, para hacer honor a la verdad muchas veces me fui de juerga después de ponerle una excusa que no me creía ni yo.

Yo no me llevaba bien con mis madres y reconozco que todo era por mi culpa, una de las noches que discutí con mi madre, ella tenía razón pues llevaba saliendo todas las noches de la semana y sin dar ninguna explicación en casa. Esa noche llovía tan fuerte que parecía una cortina de agua, me encontraba muy mal luego de discutir con mi madre. Ella era incapaz de entenderme y llame a Aitor, este se presentó a la hora delante de mi ventana calado hasta los huesos. Ninguno de mis amigos hubiera hecho eso por mí, como no quería que mis padres se enterasen. Aitor subió por un árbol que la rama le dejaba cerca de mi ventana, casi se cae en dos ocasiones. Al final pudo entrar en mi habitación, le di una toalla para que se secara y empecé a contarle mis problemas a Aitor. Este me escucho atentamente y sin interrumpirme, no sé en qué momento me quede dormida. Cuando desperté él seguía en la misma postura acariciándome la cabeza, en aquellos tiempos me creía tan especial que fui incapaz de agradecérselo y no suficiente con eso le metí prisa para que se fuera.

No quería que mis padres se enteraran de que Aitor había pasado la noche en mi casa, lo que no se es como no se cogió una pulmonía. Yo seguí saliendo por las noches sin decirle nada a Aitor, una de las noches me llevaron a un nuevo local que habían abierto. Allí conocí al hombre que me proporcionaría el mayor de los placeres, pero también los mayores sufrimientos. Su nombre era Damián y era el dueño de la discoteca, era mayor que los chicos con los que salía salir y tenía algo que me atraía. La primera noche me colmo de atenciones, dejo de lado a mujeres mayores que yo y que eran tan hermosas como yo. Entonces contaba con diecinueve años, no era virgen, pero comparado con el seguro que lo parecería. Esa noche me subió a su despacho, me dijo que allí podríamos hablar sin la incomodidad de la música. Yo subí como hipnotizada, sabía lo que él pretendía y tendría que haberlo parado. Solo por respeto hacia Aitor, sin embargo, tengo que reconocer que quería que sucediera.

Damián me ordeno al oído que me desmurara y así lo hice, no sentía vergüenza por mi desnudez. Lo que sentía era un ardor que necesitaba ser calmado, Damián se dio cuenta y sonrió. Se sacó su polla ya erecta y me la puso delante de la cara, no me lo pensé dos veces y me la metí en la boca. Damián dándose cuenta de mi inexperiencia me empezó a guiar, siguiendo sus consejos parecía que empezó a disfrutar. Me paro y me dijo que quería penetrarme. Yo siempre llevaba condones en el bolso por si acaso, él me dejo claro que jamás usaba condones y que tenía que confiar en él.

Estaba tan caliente y sentía tanta necesidad de tenerle dentro que no me negué y me deje hacer, cuando me penetro sentí el mayor placer del mundo y no porque la tuviera grande. Sabía utilizarla y como darle placer a una mujer hasta hacerla desfallecer, no sé cuanto tiempo estuve en ese despacho y en las distintas posturas que me penetro. Lo único que no consiguió de mí esa noche fue penetrarme el culo, no porque no lo deseara. Tenía miedo a que me hiciera daño y eso fue lo que me echo para atrás, cuando terminamos y se corrió sobre mi rostro, me tiro un pañuelo, diciéndome.

• Aprendes rápido, ¿cómo dices que te llamas? – pregunto Damián.

• Susana.

• Muy bien Susana ha sido un placer.

Salí de ese despacho con una sonrisa de bobalicona, mentiría si dejara que me acordé de Aitor en ningún momento, luego pasado el calentón sí que sentí cierto remordimiento por engañar a una persona que no se lo merecía. Mis amigas me preguntaron que tal la experiencia, eso me dejo claro que yo no era tan especial y que todas habían pasado por ese despacho. Eso hizo que mi humor cambiara y quisiera regresar a casa.

Al llegar a casa de mis padres, entre intentando no hacer ruido, fue imposible teniendo en cuenta que mis padres me estaban esperando en el salón los dos despiertos. Estuvimos hablando el resto de la noche, no hubo gritos. Ellos intentaron que entendiera su punto de vista y por primera vez intente escucharles, no porque creyera que tenían razón. Lo hice porque estaba enfadada al darme cuenta de que no era tan especial y decidí hacerles caso, más por una rabieta que por otra cosa.

Durante un tiempo deje de salir y me centre en mi relación con Aitor, sabía que tarde o temprano tendría que follar con él. Intuía que era virgen y eso me echaba para atrás, como podría disimular después de haber estado con un hombre que me llevo al cielo. Decidí que cuando antes mejor, tal vez me sorprendía y todo. Decidí que el viernes por la noche sería el día que fallaría con mi novio, esa noche mis padres salían y yo invite a Aitor a casa, cenamos algo y nos pusimos a ver una película.

Yo fui calentando el ambiente, Aitor cada vez estaba más nervioso, llego hasta tal punto que tuve que desnudarle yo. Cuando tuve su polla delante, por lo menos estaba empalmada, me la metí en la boca y seguí las indicaciones que Damián me había dado. No duro nada y se corrió sin avisar, me puso la cara perdida con su corrida y yo tuve que morderme la lengua para no decirle lo que pensaba en ese momento. Cunado se puso el condón e intento penetrarme, no era capaz de atinar de lo mucho que le temblaba el cuerpo, mi paciencia se estaba agotando. Cogí su polla y la guie a la entrada de mi coñito y con un movimiento de caderas ya la tenía dentro.

No me aguanto nada, cuando se corrió en el condón tenía una sonrisa como si hubiera hecho el mejor trabajo del mundo, al ver mi cara se dio cuenta de que había metido la pata y se disculpó. En honor a la verdad Aitor para ser su primera vez si aguanto bastante, pero después de haberlo hecho con Damián me supo a muy poco. Desde ese día no volví a follar con Aitor, sé que él lo paso mal porque estaba convencido de que me perdería. Yo necesitaba a Aitor para contrarrestar la forma humillante con la que me trataba Damián, el día que todo se destruyo fue el mismo día del cumpleaños de Aitor. Le comenté a Damián que era su cumpleaños y este me miro con una sonrisa malévola.

• Tráelo a la discoteca, le aremos un regalo que jamás olvidara- dijo Damián.

Sabía que llevarlo a la discoteca no era buena idea, sin embargo, estaba convencida de que con lo enamorado que estaba de mí. Si pasaba algo y él lo descubría, sería capaz de darle la vuelta a la tortilla y volvería a tener mi paño de lágrimas bebiendo los vientos por mí. Que entupida fui, subestime totalmente a Aitor y lo termine pagando muy caro.

La noche de su cumpleaños fuimos todas mis amigas él y yo. A mis amigas no les caía bien Aitor y no se cortaban ni un pelo en demostrárselo, según entramos lo primero que hice fue buscar con la mirada a Damián. Este según nos vio, se acercó y lo primero que hizo fue intentar humillar a mi novio. Eso me puso cachonda y desde ese momento no me separe de Damián, en un momento de la noche me hizo mamarle la polla con la intención de que después besara a Aitor. Estaba dispuesta a hacerlo y en ese momento Aitor se acercó a mí pidiéndome explicaciones de mi comportamiento.

Estaba en su derecho, pues yo estaba pasando de el cómo de la mierda. Le sentó tan mal esos reproches a mi orgullo que le cogí de la pechera y le espete.

• Aitor, yo lo que necesito es un hombre de verdad y no un niñato como tú, si quieres aprender algo te recomiendo que vengas al baño de la zona privada dentro de cinco minutos.

Fui a buscar a Damián y nos metimos en el baño de la zona privada, normalmente casi no se usaba y siempre estaba limpio. Pensé que no vendría, pero al rato allí apareció Aitor, me vio mientras Damián me metía su polla por mi coño con embestidas fuertes. Al principio miré a Aitor con una sonrisa de triunfo en el rostro, sin embargo, al ver el verdadero dolor reflejado en el rostro de Aitor. Mi semblante fue cambiando a una mueca de vergüenza y arrepentimiento hasta que no pude más y tuve que apartar la mirada, cuando volví a mirar a Aitor, este ya no se encontraba allí.

Me desacoplé de Damián y salí en su busca, si algo tenía claro era que me había pasado y hecho un daño innecesario a una persona que no se lo merecía. Aitor ya se había ido y no contesto ninguna de mis llamadas, ni esa noche ni los siguientes días. Yo para él había muerto y no me quedo más remedio que aceptar que había cometido uno de los errores más grandes de mi vida. Los meses fueron pasando y no podía quitarme a Aitor de la cabeza, no fui consciente lo mucho que lo necesitaba hasta que lo perdí. Me entere de que sus padres se iban a divorciar, hice el intento de llamarle para preguntarle que tal se encontraba, pero me comporte como una cobarde. Después mis amigas me contaron que empezó a frecuentar malas compañías y que iba de pelea en pelea, me aseguraron que del Aitor que yo conocí, no quedaba ni la sombra y no pude evitar sentirme un poco culpable.

Desde ese punto mi vida fue cuesta abajo, sin el sustento de Aitor forma de tratarme de Damián cada día me afectaba más, lo peor era que estaba tan enganchada que no era capaz de dejarle. Empecé a tomar más alcohol del debido y peor todavía, empecé a drogarme. Mis amigas poco a poco fueron desapareciendo de mi vida, ellas hacían lo mismo, sin embargo, es más fácil ver los defectos en los demás que en uno mismo. Damián empezó a hacer fiestas privadas para clientes exclusivos, una noche uno de estos se encaprichó de mí. Hablo algo al oído a Damián y este vino donde mi.

• Susana, el cliente se ha encaprichado de ti, si pasas la noche con él será pan comido hacer negocios con él, ¿lo aras por mí?

Estaba bebida y algo drogada, pero era consciente de lo que me estaba pidiendo y no era otra cosa que prostituirme, me puse seria y mi contestación fue certera.

• ¡No, yo no soy la puta de nadie!

• Entonces ahí tienes la puerta, yo no quiero crías a mi lado.

Damián me echo de muy malas formas del local y terminé tropezándome, cayendo sobre un charco y mojándome toda. Si el karma existía tendría que ser algo parecido a esto. Me había quedado sola, la verdad es que me quede sola cuando traicione a Aitor por primera vez. Volví andando a casa, no tenía ni para el autobús, mis padres me volvieron a esperar despiertos. Esta vez no me dijeron nada, creo que ya se habían rendido conmigo, subí directa a mi habitación con algo de dificultad por la mezcla de droga y alcohol.

No pare de llorar en toda la noche, yo me había enamorado perdidamente de un hombre al que no le importaba en absoluto. Llego hasta el punto de intentar venderme para poder llevar adelante sus chanchullos, únicamente podía pensar en lo bien que Aitor se había portado conmigo durante todo este tiempo. Mi egoísmo llegó a tal punto que le llame para que viniera a consolarme como había hecho tiempo atrás, no recibí respuesta como era obvio. Mis estudios se resintieron de tal manera que al finalizar el curso, tendría que repetir. Yo no estaba dispuesta, entonces mi padre me dijo.

• Si no quieres estudiar tendrás que trabajar, desde este momento te cerramos el grifo, es una cosa que tendríamos que haber hecho hace mucho tiempo.

Empecé a llorar, pero mis lágrimas ya no calaban en nadie, mis profesores y mis padres estaban más que artos de mí y mi comportamiento. Con tan pocos estudios únicamente encontré trabajo como limpiadora de escaleras, trabajaba mucho y cobraba poco. Por lo menos me llegaba para pagarme las juergas, yo no aprendía y volvía a cometer los mismos errores una y otra vez. El sueldo se me iba en drogas y para el día quince no tenía ni un duro, empecé a utilizar mis encantos para que los chicos me pagaran las copas. Algunos eran fáciles de manejar y después de que me pagaran unas cuantas copas les decía que tenía que ir al baño y me escaqueaba del local, pero otras veces los chicos ya estaban escarmentados y más de una vez me toco hacer una mamada. De esa manera fueron pasando los meses, un día me sonó el móvil y no se porque pensé que tal vez seria, Aitor. No era él, era Damián, había llamado para disculparse y decirme que me echaba de menos. Sabía que había gato encerrado, sin embargo, era escuchar la voz de ese hombre y mi mente se nublaba.

Me invito a su local el viernes por la noche, yo acepté. Llego el viernes y me presenté en su local, me puse el vestido más ceñido que tenía. Mi intención era volver a follar con él, volver a sentir ese placer que hacía que me olvidara de todo. Cuando entre él me estaba esperando, por su mirada supe que le gustaba lo que estaba viendo. No llegamos a tomar nada, nos metimos en su despacho y sacándose la polla se la empecé a mamar como él me había enseñado. Ya no era la principiante que entro en ese despacho la primera vez, conseguí que se corriera en mi boca sin que pudiera evitarlo y me trague todo. Eso a él le encendió y me pidió que me sentara sobre su polla que quería volver a probar mi estrecho coñito, no tuvo que pedírmelo dos veces.

Esa noche me pidió que me dejara estrenar el culo, yo no quería. Entonces Damián puso dos rayas sobre la pequeña mesa de su despacho y yo me las metí, con eso consiguió lo que quería y al final cedí. Nunca he sentido tanto dolor en toda mi vida, cuanto más me quejaba el más fuerte me penetraba. Escuchar mis quejidos de dolor le ponía caliente, yo esperaba que ese tormento acabara pronto.

Cuando estaba a punto de correrse saco la polla de mi culo y la metió en mi boca, sabía fatal, pero se la mame hasta que se volvió a derramar en mi boca. Me dijo que me arreglara en el baño del despacho que estaba con unos clientes y que le habían dicho para tomar algo en otro local. Al llegar al local, los amigos de Damián nos estaban esperando. Todos me miraron de arriba abajo, yo me resigne y al poco rato note como uno de ellos me metía mano por debajo de la falda hasta llegar a mi coñito por encima del tanga.

Me volví a drogar y me pedí una bebida bien cargada de alcohol, me aria falta para pasar esa noche. La vida esta llena de casualidades y en un momento que me di la vuelta para admirar la pista de baile, allí estaba Aitor. Cuanto había cambiado, estaba en forma y su mirada reflejaba felicidad. No se parecía en nada a la mía, en un momento dado se percató de mi presencia y se me quedo mirando, yo lo único que pude hacer es agachar la cabeza. Me daba vergüenza que él me viera en este estado, recogió sus bebidas y se hacerlo a una chica pelirroja que estaba bailando en la pista de baile.

En un momento del baile me pude fijar en ella y era preciosa, si alguna vez tuve la esperanza de volver a conquistar a Aitor, se esfumaron en ese mismo instante. Lágrimas empezaron a brotar por mis mejillas, Damián se me acerco y sin importarle como me encontraba me cogió del brazo y me llevo a los servicios. Yo coloque mis manos contra la pared y deje que me penetrara, en esa ocasión no sentí placer. Mi mente estaba en otro lugar, en un lugar más feliz al lado del único hombre que me había querido de verdad. Tan absorta estaba en mis pensamientos que no me di cuenta de que Damián se corrió dentro de mí sin condón.

Salimos del baño y vimos que la gente salía fuera del local, según parecía habían disparado a alguien. Al salir me fijé que metían a Aitor en una camilla a una ambulancia y la chica pelirroja subía con él, hecha un mar de lágrimas. Pensé en subir al hospital a verle, pero otra vez volví a ser una cobarde, pasadas unas semanas logré enterarme de que Aitor sobrevivió y que se pondría bien. Yo empecé a encontrarme mal, vomitaba todas las mañanas y ciertas comidas me daban arcadas. Mi madre me llevo al médico y este después de hacerme algunas pruebas, dictamino que estaba embarazada. Me armé de valor y fui a hablar con Damián, este se puso hecho una furia acusándome de ser una puta que le quería encasquetar a un hijo que no era de él. Al estar en su casa, el padre de este escucho los gritos y pregunto qué pasaba.

Damián dijo que nada, sin embargo, yo llenándome de valor le dije a aquel hombre que estaba embarazada de su hijo, si no llega a estar el padre de Damián allí, este me habría estrangulado. El padre de Damián le obligo a hacer las pruebas de paternidad, Damián era el padre. El que sería mi futuro suegro compro una casa cerca de la de ellos y si mi vida para ese entonces era una mierda, conviviendo con un Damián lleno de rencor e ira hacia mí se convirtió en un infierno.

No me puso la mano encima, porque temía las replegarías de su padre, sin embargo, desde ese momento se esmeró en humillarme y tratarme como una mierda. Yo rezaba para que esa noche volviera a salir y me dejara en paz, fueron los nueve meses más duros de mi vida. A los nueve meses nació mi hija, le puse de nombre Sandra. Ella se convirtió en la luz de mi vida, como era de esperar su padre no apareció en el parto y no quiso saber nada de ella. Yo trabajaba limpiando escaleras más de ocho oras al día, el padre de Damián le había cortado el grifo y este gastaba más de lo que su discoteca en horas bajas podía generar.

Un domingo que hacía buen tiempo decidí dar un paseo con mi hija, la abrigue bien pues todavía hacia algo de frió y me dispuse a ponerla en el cochecito. Mientras paseaba lo volví a ver a Aitor, paseando de la mano de esa chica pelirroja. No pude evitar llorar, todas mis decisiones me habían llevado a esa situación, viviendo con un hombre que me odiaba y disfrutaba haciendo mi vida imposible. Entonces mi hija llamo mi atención y fue la primera vez en mucho tiempo que volvía sonreír, ella hacía que el día más gris brillara con un esplendoroso sol.

Decidí escribirle una carta a Aitor donde le pondría lo que no era capaz de decirle en persona, que me perdonara por todo el daño que le cause. Por no ser capaz de darme cuenta lo mucho que me quería, aunque ya fuera tarde quería disculparme con él. Metí el sobre en el buzón de su casa y regrese a la mía, cuando llegue Damián estaba borracho e intento pagar su frustración conmigo, quería follarme, pero a mí ese hombre ya no me daba más que asco.

Damián enfurecido me soltó un tortazo que me partió el labio, yo me levante y lo empuje. Con lo borracho que estaba se tropezó cayendo al suelo, yo aproveche ese momento para coger a mi hija e ir a casa de mis suegros, él me siguió gritándome por la calle. No se calló hasta que su padre salió a reprenderle, mi suegro viendo que esa situación era inviable, hizo unas cuantas llamadas y me consiguió trabajo en otra ciudad, donde podría empezar de cero con mi hija.

Ahora así me encontraba en un tren para dirigirme a una nueva ciudad para empezar una nueva vida al lado de la luz de mi vida que era Sandra, la vida me había dado una buena lección y yo había tomado buena nota para no volver a cometer los mismos errores.

EPILOGO

Aitor no dio señales de vida, no se si leyó la carta o no. Si la tiro sin leerla no podría culparle, me merecía eso y mucho más. Solo esperaba que esa chica pelirroja le hiciera feliz, eso fue una cosa que yo fui incapaz de hacer.

Mis padres se mudaron a mi nueva ciudad para estar cerca de su nieta, mi relación con ellos ha mejorado gracias a ella. Mis suegros solían venir cada dos fines de semana e hicieron buenas migas con mis padres, a todos se les cae la baba con Sandra.

Mi fuego me contó que Damián se metió en negocios turbios para poder hacer frente a las deudas que había generado la discoteca que descuido por sus excesos. Aquel hombre duro como el pedernal se derrumbó cuando me contó que a su hijo le detuvieron con mucha droga en el coche y estaba en espera de juicio, Damián era una persona despreciable, pero no dejaba de ser su hijo. Por lo que me contó tenía todas las papeletas para cumplir con una larga condena, así ocurrió, le cayeron veinticinco años por tráfico de estupefacientes.

No diré que me entristeció porque mentiría, sin embargo, no puedo culparle a el de todo. Yo tenía un buen novio y pude elegir vivir a su lado, sin embargo, elegí mal y casi eché por la borda mi vida.

Ahora miro al futuro habiendo aprendido grandes lecciones, al lado de mi hija que me hace mejor persona.

FIN.