Conexión Sexual
Cuando dos personas se conocen tan bien, el sexo es una experiencia mágica.
Durante la mayor parte de mi adolesencia viví leyendo relatos que moría por experimentar en carne propia. Me sentía muy decepcionada cuando mi vida sexual empezó y no era ni un poco como las historias tan eroticas que me imaginaba.
Hasta que lo conocí a él. Recuerdo el momento perfectamente. Fue hace apenas unos cuantos años.
Mi madre y mi hermana me llevaban arrastrando hacia la entrada del gimnasio por primera vez, la universidad me mantenía ocupada y no habia podido empezar con ellas la semana anterior. Me sentía resignada al fracaso hasta que levanté la mirada y lo primero que vi fue al ser más perfecto que habia visto hasta el momento.
Riendose a lo lejos estaba un tipo que resaltaba por sus 1.97 metros de altura, piel bronceada, cuerpo atletico, ojos verdes. Sacado de una revista.
-¡Mira! ahi esta Leo. Él es nuestro entrenador. - Me dijo mi mamá.
Inmediatamente sentí un nudo en el estomago y un fallo en las rodillas.
-¿ESE? - Pregunté.
Sin contestarme mi hermana y mi mamá se dirigieron hasta él. Mientras yo seguía plantada en la entrada, ahora aterrorizada.
Si bien no soy una persona de mal ver, ese no era mi mejor momento. Hablar con alguien ASÍ de atractivo me ponia nerviosa. Pero sentí un impulso por intentarlo.
En ese entonces tenía apenas 20 años, mido 1.62, y si bien nunca me consideré muy alta, a su lado era diminuta. Tengo el cabello rizado, una melena rebelde y brillante color castaño claro. Cuerpo delgado porque fui gimnasta rítmica por varios años. Piernas largas, nalgas redonditas y respingadas.
Me presenté de la forma más natural que pudé considerando que la voz me temblaba y le dí mi mejor sonrisa.
Inmediantamente sus ojos brillaron al verme y entonces me condujo directo a la perdición.
Leo era una persona impredesible, aventurera, fugaz. Me faltaba mucho para tener su coraje e independencia. Yo era reservada, obediente pero sedienta por aventuras.
Las primeras veces que tuvimos relaciones yo estaba demasiado ansiosa, era incapaz de relajarme y disfrutarlo. Estaba empezandome a sentir frustrada cuando él me propuso un experimento que cambiaria mi percepcion de la vida. Leo inició mi verdadero despertar sexual.
Teniamos unos meses de iniciar la relación, estabamos mas enamorados que nunca. La confianza y la conexión que sentíamos era infinita, por lo que cuando me contó su plan acepté llevarlo acabo y dejarme llevar por la experiencia.
Llegamos al motel muy nerviosos, había mentido para salir y solo tenía un par de horas, pero aún así prendimos el porro de mota y por primera vez la probe. Nos acostamos aun vestidos sobre la cama, mientras bromeabamos y nos besabamos entre risas. Poco a poco fui siendo conciente del efecto.
Las sensaciones eran mas intensas. Cada rocé le trasmitia a mi piel una energía que me hacia temblar. Rapidamente los besos subieron de tono y dejamos de reir.
De pronto Leo me tomó entre sus brazos, recargandome en su espalda.
-Relájate, dejate llevar.- Me dijó en el oido y besó mi cuello.
Con todo el tiempo y adoración del universo acarició cada centimetro de mi piel, su tacto me hacia perderme en locura. Sin dejar de besar mi cuello desabrochó los botones de mi blusa y bajó el cierre de mi falda. Sin quitarme la ropa metió sus manos y agarró con firmeza mis senos. Apretó los pezones y bajo su cara para pasar la lengua por ellos. Inmediatamente sentí un latigazo de placer indescriptible, nunca habia estado tan exitada.
Su otra mano bajó a mi entrepierna y muy delicadamente paso sus dedos por la tela de mis bragas. Yo ya no pensaba con claridad. Todo empezaba y terminaba con él, con sus caricias. Estaba totalmente empapada.
Con una mano hizo a un lado la tela que cubría mi sexo y con la otra dejó resbalar sus dedos desde la entrada hasta mi clitorís. Una ola de placer me invadió al instante y grité su nombre.
Con mucha sabiduria trazo circulos y lineas que me hacían retorcer, siempre besando mi cuello y susurrando palabras que no llegaba a comprender.
Estaba al borde del orgasmo cuando metió dos dedos a mi interior y con un par de movimientos me viné tan intensamente que lloré y gemí de la emoción. Mi primer orgasmo vaginal.
La aventura apenas empezaba. Se separo de mi lado un par de segundos y con mucha agilidad me quitó toda la ropa. Mientras sotenia mis manos sobre mi cabeza beso desde mis parpados hasta mi boca y dejó regado millones de besos por todo mi cuerpo. Yo estaba al borde de la locura y cuando su lengua rozo la entrada de mi sexo sentí que me desmayaría de tanto placer. Despues otro orgasmo le supliqué, le rogué y le lloré para que me hiciera suya. Tenia una necesidad casí animal de sentirlo dentro de mi.
Dejé actuar instintos que desconocía para tomar las riendas de la situación y esta vez me puse acargo.
Lo desvestí con menos paciencia y habilidad, pero con mucha pasion y desperación. Besé largo y ancho de su cuerpo fuerte e imponente. Su olor me excitaba, sus facciones reflejaban placer y eso me incitaba a seguir.
En cuanto mi boca besó la punta de su miembro, Leonardo susurró palabras que no entendí y lanzo su cabeza hacia atras.
Lentamente recorri el largo de su miembro hasta la base y de regreso, sin dejar de ver sus reacciones. Asi estube un rato, intentando meterme su miembro duro hasta la garganta.
Succioné su glande y pasé la lengua por la base de este, con mucha dedicación. Depronto se tensó, apreto la mandibula y maldijo entre dientes.
-Detente, quiero metertela ya-. No terminó de pronunciar las palabras cuando en un movimiento me recostó sobre la cama, quedando yo debajo de él. Su tamaño era impresionante. Podía tratarme como una muñeca de trapo. Una muñeca sexual dispuesta para él.
Sin dejar de verme a los ojos, con una mano sostuvo mi cara y con la otra abrió mis piernas, tomó su miembro y lo dirigió hacia mi entrada.
Se introdujo en mí de golpe, con gran facilidad por la humedad entre mis piernas. Grité de dolor y de placer, me encantaba sentirme llena.
Mientras besaba mi cuello marcó un ritmo que me taladraba las entrañas, yo estaba en otra dimensión siendo gobernada por el placer. Me vine una y otra vez, descontrolada arañé su espalda. Él aceleró el ritmo gruñendo, su ceño fruncido y concentrado. De un momento a otro salió de mi interior para inmediatamente bañarme de su corrida. Y sin dejar de vernos a los ojos tomé un poco con mi dedo y lo llevé a mi boca.
Mosotro asombro por unos segundos, seguido de una mirada y sonrisa de malicia y llevó su miembro a mi boca. mientras sotenia mi cara me vió a los ojos y me dijo.
-Limpiala-. Obediente pase mi lengua recogiendo todos los rastros de mis orgamos y del suyo.
Todo terminó cuando timbró mi teléfono. Llamada entrante de mi mamá.
Esperó hayan disfrutado mi primer relato, yo definitivamente me exité recordando a mi ex.
Algunas historias nunca se olvidan.