Conexión

Aitor y Esther

Conexión

Mi nombre es Aitor, me encuentro otra vez en comisaría arrestado después de verme envuelto en otra pelea. Contemplo llegar a mis padres, sus rostros reflejan hastió, cansancio pero sobre todo vergüenza. Es la primera vez que en el último año que me planteo seriamente que es lo que estoy haciendo y lo que busco con esta senda autodestructiva, todo comenzó el mes en que mis padres se divorciaron y mi novia me fue infiel.

Mis padres se querían, sin embargo, los diferentes horarios de sus respectivos trabajos hicieron que poco a poco la chispa se fuera acabando. Aguantaron hasta que yo cumplí la mayoría de edad, hacía mucho tiempo que eran dos compañeros de piso. Mi madre había conocido a un hombre, sé de buena tinta que no engaño a mi padre y que este estaba al tanto de todo. Por su parte mi padre también empezó a quedar con una compañera de trabajo, se divorciaron en los mejores términos. El que se lo tomo a la tremenda fui yo, empujado por mi inmadurez y egoísmo, si a eso le sumamos la infidelidad de mi novia Susana se creó un cóctel que casi me lleva a la ruina.

Me empecé a juntar con malas compañías, en ese último año me había peleado más que en toda mi vida. Tengo que decir que la última pelea que me llevo a comisaría fue la única en la que participe de buena fe, como cada viernes salí con mis nuevos amigos y fuimos a un nuevo local que se había inaugurado hace poco. Uno de mis amigos tenía un pique con otro de otra pandilla y pretendía provocar una pelea, yo y otros dos le manifestamos que hiciera lo que le diera la gana. El tío se cabreó y nos increpó si éramos unas gallinas, yo le expresé que no participaría en la pelea y que esa era mi última palabra, era consciente que de seguir así terminaría mal y mis padres no se lo merecían.

El ambiente en el local estaba cargado, decidí salir a tomar el aire, les avisé a mis amigos y estos me dijeron que saldría tranquilo. Ellos se encargarían de mantener tranquilo al bala perdida, me encendí un cigarrillo. No fumaba mucho, pero de vez en cuando me fumaba alguno, eso me disponía a hacer cuando a lo lejos en el aparcamiento vi como una pareja discutía. Al principio decidí que no era asunto mío, eso, cambio cuando contemplé como el sujeto golpeaba violentamente con el puño cerrado a la chica en toda la cara.

Tire el cigarro apreté los dientes y me puse en camino a enseñarle modales a ese infraser, cuando llegue el sujeto se disponía a darle una patada en el estómago a la chica que estaba hecha un ovillo en el suelo intentando protegerse. Empuje al sujeto con tanta fuerza que termino rompiendo la ventana lateral de un coche allí estacionado. El tío se revolvió, sangraba de una de las cejas y mirándome con odio me dijo.

• Esto no va contigo, ¿para qué te metes?

• No hay razón, ni excusa que justifique semejante agresión a tu pareja, por eso me he metido.

• Tú no sabes con quién te estás metiendo – me dijo con tono amenazante.

• Mira tú por donde, tú tampoco sabes quien soy yo y de lo soy capaz.

El tío sintiéndose humillado reacciono de forma violenta, cuando soltó su puñetazo yo me aparte y le incruste mi puño en la boca del estómago. El infraser cayó de rodillas sin respiración y sin ganas de seguir la pelea, yo cogí a la chica y la llevé a una fuente cercana para limpiarle las heridas. La pobre no paraba de temblar, empape el pañuelo en agua fría la cara para limpiársela. Entonces la pobre dio un respingo por el dolor y de manera instintiva coloco su mano sobre la mía, en ese mismo instante sentí una conexión muy especial con aquella chica de la cual no sabía su nombre. No me dio tiempo a preguntárselo, pues la policía llego y me arresto por agresión. En comisaría me enteré de que al tío que había puesto en su sitio era el hijo de un político muy influyente, vamos que me olía que el tío saldría de rositas y yo pagaría por los dos.

Era la primera vez que de lo único que me arrepentía era de volver a dar otro disgusto a mis padres, de la pelea no me arrepentía porque para mí estaba justificado haber parado los pies a ese sujeto. De no haberlo hecho aquella chica hubiera terminado muy mal parada, mi padre pago la fianza y cuando salíamos de comisaría entraba la compañera de mi padre y detrás de ella una chica que no reconocí por estar escondida a la espalda de su madre. Aquella mujer saludó a mi padre con un beso en los labios, después saludo a mi madre dándole la mano. Luego se giró para mirarme y llorando se abrazó a mí dándome las gracias, yo no entendía nada.

Todo quedo claro cuando mientras esa mujer me abrazaba llorando yo pude ver el rostro de aquella chica, era la misma a la que había ayudado en ese aparcamiento. No sé por qué al mirarla me puse rojo como un tomate, entonces su madre me miro y me dijo.

• Gracias por ayudar a mi hija, de no ser por ti no sé lo que ese animal le abría echo.

• No es necesario, cualquiera lo abría hecho.

• No, ese chico está acostumbrado a hacer lo que quiere y que nadie le diga nada por miedo a su padre.

Yo seguía mirando a aquella chica, cuando la madre se separó de mí para hablar con mis padres, esta se acercó para darme las gracias. De repente mi cuerpo empezó a temblar, me encontraba ante la chica más hermosa que hubiera contemplado en mi vida. tenía el cabello del mismo color que el fuego, rizado y hasta la mitad de la espalda. Sus ojos eran de un azul intenso, pero según le diera la luz su tono se volvía en un bonito gris.

• Gracias por lo de antes, de no ser por ti…

Yo tartamudeé hasta que mi cabeza fue capaz de entrelazar una frase coherente.

• No hay de que – tragando saliva.

Aquella chica me sonrió, esa sonrisa me desarmo por completo. Haciendo un esfuerzo titánico saque fuerzas y le pregunte su nombre, entonces acercándose a mí me dio un beso en la mejilla y me dijo que su nombre era Esther. Yo intenté decirle el mío, sin embargo, solo era capaz de repetir la primera letra de mi nombre la A, mi padre no pudo contenerse y se puso a reírse. Si las miradas mataran esta ya estaría fulminado, tanto madre como hija se despidieron y yo seguía en la misma postura con la mano sobre la zona donde recibí el beso y rojo como un tomate.

Entonces llego el policía que siempre me arrestaba, la verdad es que era un tío muy majo y las cogía al vuelo el cabrón.

• Mira que te he visto meterte en peleas realmente peligrosas, sin embargo, es la primera vez que te veo totalmente derrotado delante de alguien – mientras se reía a mandíbula partida.

Me senté delante de su mesa mientras hacia el informe, me comento que tenía demasiada rabia y rencor acumulados dentro de mí y había que sacarlos, me comento que había hablado con su profesor de artes marciales, él me ayudaría a canalizar toda esa rabia y me impartiría disciplina. A mi padre le daba miedo que después de aprender artes marciales las liara más gordas, el policía le dijo que una vez fuera aprendiendo, yo mismo ejercería un autocontrol sobre mi mismo.

Cuando mi padre le pregunto al policía como lo sabía este le contesto que él fue como yo en su juventud, se paró delante de mí y me dijo.

• Hoy has actuado bien, sin embargo, procura la próxima vez intentar dialogar antes de sacudir, ¿vale?

Yo me reí y salimos de la comisaría, como prometí al policía me presente en la escuela de artes marciales al día siguiente. Era una escuela de Taekwondo, el profesor que lo impartía era un coreano pequeño y de avanzada edad, había algo en el que me infundía mucho respeto y tengo que decir que no conseguí ganarle ni una sola vez durante todos los años que estuve aprendiendo este arte marcial.

Al final mis padres se divorciaron y mi madre se mudó con su nueva pareja a otra ciudad que estaba a dos horas de la nuestra. La sorpresa me la lleve yo cuando llegue un día a casa y vi maletas en la entrada, al ir a la cocina me encontré con Esther y su madre hablando animadamente con mi padre. Este me dijo con sumo cuidado que las dos se mudarían a casa, yo sonreí y dije que me parecía una buenísima idea. La madre de Esther se llamaba Tania y la verdad que era una mujer tan cariñosa como mama, pero lo que más me gustaba era vivir bajo el mismo techo con Esther.

Los meses fueron pasando y la relación con Esther cada vez se fue estrechando más, sin embargo, eso trajo un problema y es que me enamore de ella hasta el tuétano. Ese sentimiento me daba mucho miedo, pues me venía a la mente la traición de Susana. Yo las veces que algo me preocupaba o quería pensar con tranquilidad solía salir por mi ventana que daba al tejado de la casa, esta era una casa de dos pisos. En el piso de abajo se encontraba el salón y la cocina y en el de arriba los dos cuartos de baño y las habitaciones.

Esa noche salí al tejado, estábamos en septiembre y todavía hacía buena temperatura. Hacía un año y escasos días en los que sucedió la traición de mi ex Susana, Susana era la chica más bonita del instituto. Me enamoré perdidamente en cuanto la vi, cualquier otro en mi lugar hubiera desistido sabiendo que no tenía nada que hacer. Yo no me rendí y a base de ingenio conseguí que Susana poco a poco se fuera fijando en mí, la verdad que el día que me arme de valor para pedirle salir, casi me da un ataque. Contra todo pronóstico me dijo que si y yo me puse a bailar delante de todo el mundo lleno de alegría.

Hoy en día me pregunto por qué acepto salir conmigo, a la larga me demostró que jamás estuvo enamorada de mí. Yo estaba tan ciego y feliz que fui incapaz de advertir las señales que el universo me iba mandando. Solo lo hicimos una vez en el año que estuvimos saliendo, yo era virgen y como os imaginaréis fue todo un desastre. Susana me tuvo que desnudar, porque mis manos temblaban tanto que era incapaz de desabrocharme los botones. Cuando tuvo mi polla fuera de los pantalones, por lo menos la tenía empalmada. Si no se llega a poner dura ya abría ha sido el colmo de las humillaciones, Susana se la metió en la boca y me la empezó a mamar. El placer que sentí fue tal que me corrí en un suspiro, puse la cara de Susana hecha un desastre, Susana no dijo nada, pero se le notaba que le desagrado. Después vino el momento de la penetración, me puse tan nervioso que no conseguía atinar. Llego un momento que pensé que Susana me echaría de su habitación y de su vida, al final con paciencia fue guiándome y conseguí meterla.

Una vez puesto en faena me concentré y conseguí aguantar bastante o eso me pareció a mí, por la cara de Susana la había cagado otra vez. Me disculpé con ella y esta me dijo que no pasaba nada, que la practica hacia al maestro. En honor a la verdad, no volvimos a hacer el amor nunca más, ella no me decía nada y yo luego de la experiencia no quería forzar la situación, fueron tiempos duros. Me sentía como un inútil y un miedo a perderla me invadió totalmente, ese miedo se hizo realidad a los seis meses. La noche de mi cumpleaños decidimos salir con sus amigos a un local de moda a celebrarlo, cuando llegamos allí Susana iba tan guapa que tanto hombres como mujeres se graban a su paso.

Allí Susana parecía conocer a todo el mundo, al principio me presento a algunos de ellos. Entonces se acercó a nosotros un hombre mayor que nosotros, le dio dos besos a Susana y me miro como si fuera una cucaracha. Desde ese momento yo dejé de existir para Susana, estaba siendo el peor cumpleaños de mi vida, los amigos de Susana también me ignoraban. Decidí que tenía que hacer algo, marcharme o hablar con ella. Más me habría válido el haberme ido, decidí acercarme a ella y pedirle amablemente que me explicara a que venía esa actitud hacia mí.

Susana me miro como si fuera un gusano y estuviera hasta el coño de aguantarme, me cogió fuerte de la solapa y me espeto a escasos centímetros de la cara.

• Aitor, yo lo que necesito es un hombre de verdad y no un niñato como tú, si quieres aprender algo te recomiendo que vengas al baño de la zona privada dentro de cinco minutos.

¿Todos opinaréis que no tendría que haber ido verdad?, pues fui porque soy gilipollas. Me fui acercando muy despacio, pronto escuche los ruidos de dos personas follando y no tarde en verlo con mis propios ojos. El tío de antes estaba sentado en la taza y tenía a Susana sentada sobre él con la polla metida bien a dentro del su coño, para más inri no llevaba condón. Me quede petrificado, Susana le estaba dando la espalda a él y mirándome a mí. Al principio tenía una sonrisa, pero según contemplaba el daño que me estaba haciendo reflejado en mi rostro fue agachando la cabeza hasta apartar su mirada de la mía definitivamente.

Ya tenía suficiente, Susana me había regalado el mejor regalo de cumpleaños de mi vida, solo que entonces no era capaz de verlo. Desde aquella noche mi contacto con Susana se acabó, la bloqueé en todos los sitios. Sé que intento ponerse en conmigo, para mí era una persona con un bonito envoltorio, sin embargo, podrida por dentro. Yo no quería una persona así en mi vida, esto sumado al divorcio de mis padres me llevo a la peor época de mi vida como ya he contado, pero también a la mejor época de mi vida. Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me di cuenta de que Esther se había sentado a mi lado. No me di cuenta hasta que pude oler su perfume, mire hacia mi lado y allí estaba ella con una sonrisa que hizo que todos esos recuerdos desagradables se difuminaran de mi mente.

Yo tenía un tremendo conflicto en mi mente, era plenamente consciente que estaba enamorado de Esther, no sabía si ella sentía lo mismo que yo, pero tampoco sabia como se lo tomarían Tania y papa. Esther y yo no teníamos parentesco sanguíneo, sin embargo, nuestros padres tenían planes de casarse. Como repercutiría en ellos si Esther y yo empezábamos a salir, yo como siempre adelantándome a los acontecimientos, Esther me presento a sus amigos. Yo dejé de quedar con los míos, la verdad es que todos terminaron en la cárcel o muertos. Los amigos de Esther eran muy majos, me di cuenta de que entre Esther y uno de los chicos había mucha complicidad.

Ver eso me dolió de sobremanera, sin embargo, era consciente de que ella y yo no éramos nada y no tenía ningún derecho para pedirle explicaciones, alguna que otra chica se acercaba a mí. Al no ver ninguna reacción por parte de Esther pensé que yo no le interesaba de esa manera y lo mejor que podía hacer era guardar mis sentimientos en lo más profundo de mí, eso era más fácil decirlo que hacerlo. Una de las noches que salimos tuvimos la gran mala suerte de encontrarnos con el infraser que en su momento la agredió, al verla se acercó con unos aires de superioridad que echaban para atrás.

Me fije que todos los amigos de Esther agachaban la cabeza, me alegro comprobar que Esther se mantuvo firme a mi lado y también tenía un semblante desafiante hacia él. Cuando llego a nosotros me miro con asco y le dijo a Esther.

• Sabes que serás mía, eso es inevitable.

• ¡Yo no soy ni tuya ni de nadie te enteras!

El sujeto se empezó a reír y agarro fuertemente del brazo a Esther haciéndole daño, antes de que pudiera reaccionar, Esther le soltó un bofetón que se escuchó en todo el local, después le grito que fuera la última vez que le pusiera una mano encima. El infraser al sentirse totalmente humillado fue a golpear a Esther, esta se cubrió. No llego a tocarla, use una patada que mi maestro me había enseñado y el infraser acaba chocando contra la barra inconsciente, otra vez a comisaría pensé.

Pues no fue así, el dueño del local que lo había visto todo se disculpó y después de llamar a la policía, testifico a nuestro favor y por primera vez fue ese sujeto al que se llevaron esposado. Todos sabíamos que no duraría mucho en comisaría, pero me sentí bien al no ser yo arrestado por primera vez.

• Le has puesto en su sitio, estoy orgulloso de ti Esther.

Esther se sonrojó, en la barra nos dieron una bolsa con hielos para ponérselo en el brazo a Esther. A esa noche le siguieron otras, me divertía, sin embargo, cada vez me costaba más disimular mis sentimientos por Esther. Una noche me levanté de la cama y bajé a la cocina, después de cerciorarme de que no había nadie. Me puse a llorar, toda la tensión que llevaba acumulando durante meses salió en forma de lágrimas. Yo no me di cuenta, sin embargo, en la puerta se encontraban Tania y mi padre, al levantar la vista vi como mi padre y Tania me cogían una mano cada uno, ellos lo sabían. Como no iban a saberlo si era como un libro abierto.

• Papa, Tania, ya no aguanto más, estoy totalmente enamorado de Esther – llorando.

• Lo sabemos hijo, por nosotros no te preocupes.

• Si, desde que te conoció mi hija ha vuelto a ser feliz.

• Que vas a hacer hijo.

• Me declararé, si ella no siente lo mismo, me marcharé por un tiempo con mama.

• Lo entiendo – dijo mi padre.

Los dos se abrazaron a mí y nos fuimos a dormir, bueno ellos. Yo no pegue ojo. A la mañana siguiente cuando sentí que Esther bajaba a desayunar, me vestí y baje también. Durante el desayuno le dije que la invitaba a comer, que tenía algo muy importante que decirle. Llego la hora de la comida y me encontraba muy nervioso, terminamos de comer y fue entonces cuando me arme de valor.

• Esther, estoy enamorado de ti desde el mismo momento que te vi – mientras sujetaba su mano.

Esther se quedó petrificada, puso un rostro serio y me soltó la mano. Se quedó mirando hacia la mesa sin decir nada y sé lavando dejándome allí sentado y con cara de tonto, en mi interior estaba hecho polvo. Yo ya había hecho lo que tenía que hacer, lo mejor seria que me fuera con mi madre. Quería a Esther en mi vida, pero mientras siguiera enamorado de ella no podría ser. Tal vez la distancia haría que los sentimientos se enfriasen y con el tiempo nos convertiríamos en los mejores hermanos.

Hable con mama y al día siguiente empecé a empacar mis cosas entre lágrimas, creía que podría ser feliz, sin embargo, otra vez me tocaba sentir el sabor amargo de la derrota. Salí de casa cuando me cerciore de que Esther no estaría, no tenía fuerzas para despedirme de ella. Cogí un autobús de línea que me llevaría a la estación de autobuses, no podía dejar de llorar. De mi padre y de Tania me despedí por la noche, les dije que esto no era un adiós, sino un hasta luego. Llego la hora de coger mi autobús hacia mi nuevo destino, me levanté y me dirigí hacia él con paso pesado. Entonces noté que alguien me agarraba desde atrás, cuando me di la vuelta allí se encontraba Esther hecha un mar de lágrimas, intentando decirme algo.

La mire a los ojos y lo entendí enseguida, la bese, mejor dicho nos besamos. El conductor de autobús viendo el panorama cerro la puerta con una sonrisa cómplice y emprendió el viaje.

• Aitor te quiero, yo también me enamore de ti, pero me bloquee y casi te pierdo – mientras lloraba a lágrima tendida y me abrazaba con una fuerza sobre humana.

• Esther afloja que no puedo respirar.

• No, porque si no te voy a perder.

• No me vas a perder estoy aquí – le dije con lágrimas en los ojos, sin embargo, con una gran sonrisa en el rostro.

A Esther también tenía una gran sonrisa, cogí mi equipaje y salimos de la estación cogidos de la cintura. Afuera nos esperaban Tania y papa, nos felicitaron y fuimos los cuatro a comer para celebrarlo, mama se alegró, pero también se entristeció pues me echaba de menos. La prometí que pronto la visitaría e iría con Esther, eso la puso muy feliz y me dijo que ya estaba contando los días. Esa noche decidimos salir para celebrarlo, estamos en el local donde tuvimos el altercado con el infraser. Nos estábamos besando y se acercó el dueño del local, nos felicitó por nuestro reciente noviazgo y nos invitó a algunas copas.

Cuando fui a recogerlas, al final de la barra me pareció ver a una persona que se me hacía muy conocida. Cuando se dio la vuelta, me di cuenta de que era Susana. Se le notaba que estaba bebida y algo drogada, pero me reconoció. Su rostro ya no lucia tan hermoso como antes y se le notaban los excesos, lo único que pudo hacer es agachar la cabeza mientras se dejaba meter mano por los babosos que la rodeaban. En ese momento fui consciente del regalo que me hizo esa noche sin pretenderlo, al despreciarme de esa manera tan cruel me dio el regalo más preciado. La oportunidad de ser feliz al lado de Esther, recogí las copas pagué y volví al lado de mi amor.

Esa noche bailamos y nos divertimos hasta caer redondos de cansancio, entonces Esther me dijo que tenía una sorpresa más reservada para cuando llegáramos a casa. Salimos del local y fuimos a coger un taxi, para llegar allí había que pasar el aparcamiento. Note que una sombra nos seguía, al final resulto ser el infraser.

• Eres mía Esther y no permitiré que seas de otro, antes te mato.

El sujeto saco una pistola y se dispuso a disparar a Esther, yo me moví rápido y conseguí asestarle una parata en el pecho que lo lanzo contra un coche. Él apretó el gatillo acertándome en el pecho, el disparo alerto a la gente que se acercó. Uno de ellos llamo a la policía y a una ambulancia, Esther me cogía la mano con fuerza y llorando rezaba para que no me muriera. Yo cada vez me sentía más cansado y tenía mucho frió, los ojos poco a poco se fueron cerrando hasta que lo último que vi fue la oscuridad total.

De repente me desperté en una habitación que no reconocía, a mi lado estaba una agotada Esther, según me comento la enfermera no se había separado de mí en ningún momento. La pobre se había quedado dormida con la cabeza apoyada sobre la cama, la enfermera quiso despertarla. Yo le pedí que no lo hiciera, necesitaba descansar. Esther se despertó al notar mi movimiento en la cama y me abrazo con tanta intensidad que casi se me saltan los puntos, los doctores me dijeron que tuve mucha suerte, si el disparo hubiera impactado un poquito más hacia la derecha abría muerto fulminado.

Mis padres y Tania pasaron junto a mí todo el día, mientras Esther descansaba para pasar la noche, cuando llego Esther todos se despidieron hasta el día siguiente. Note a Esther que tenía una mirada rara, cuando las enfermeras terminaron de cambiarme el suero, antibióticos y los calmantes, vi como Esther se levantaba y se empezaba a bajar las bragas. Se subió a la cama y con mucho cuidado se metió mi polla en su coñito, una polla que se puso como el mástil de la bandera solo por tener cerca al amor de mi vida.

Fue un sexo pausado, hecho con cuidado para no hacerme daño, pero lo disfruté como si fuera el mejor de los bálsamos. Esther entrelazó sus dedos con los míos mientras se escuchaba nuestras respiraciones. Ambos nos tuvimos que morder los labios para no gritar cuando llegamos al orgasmo, esa noche sentí lo que era hacer el amor con una mujer que de verdad estaba enamorada de mí, a esa noche le siguieron muchas otras, sin embargo, esa es otra historia.

EPILOGO

Esther y yo cursamos la misma carrera y terminamos trabajando en la empresa junto a Tania y mi padre, el sueldo no era muy alto, sin embargo, nos permitió alquilar un pequeño apartamento que estrenamos con muchas ganas e ilusión.

Tania y mi padre se casaron al poco de terminar nuestras carreras, Tania se ha quedado embarazada y papa esta feliz y muerto de miedo a partes iguales, Esther y yo le animamos y le decimos que ya ha demostrado ser un gran padre.

Al final mama y su pareja se mudaron a un barrio que queda cerca del nuestro, no soportaba más estar lejos de su querido hijo y su queridísima nuera, las dos se llevan de muerte y eso me hace muy feliz.

Al infraser esta vez no lo pudo salvar su padre, había demasiados testigos y termino ingresando en prisión, según escuche gritaba llorando a su padre que no permitiera que lo metieran en la cárcel, su padre lo único que pudo hacer es agachar la cabeza muerto de vergüenza.

Susana me dejo una carta en el buzón, la queme sin leerla. Ella tuvo su oportunidad y prefirió a un hombre de verdad como me echo en cara esa noche. Según los rumores, ese hombre de verdad la dejo embarazada y trabaja de sol a sol para mantener a su hijo y a la garrapata de novio que tiene, cada uno hace sus elecciones y tiene que vivir con ellas.

Esther y yo somos muy felices que es lo que importa, nuestros padres nos están diciendo que cuando les aremos abuelos, todo llegara, ahora solo queremos disfrutar el uno del otro.

FIN.