Condición sexual: Curioso

Estaba espiando mientras me masturbaba, como una pareja se daba el lote. Cuando fui sorprendido por un viejo, el cual tras rodearme con su brazo por el cuello, no solo me decía… “Uuufff, menudo calentón que tienes. No te la guardes chiquillo, acaba qué sino va a ser peor”.

Condición sexual: Curioso

Si me preguntan por mi condición sexual, diría que me considero curioso. No me reconozco como bisexual, pues realmente no me siento atraído por los hombres, solo por un tipo de hombres y lo que me atrae es solo sexo. Por mis inclinaciones, diría que tampoco soy hetero, quedándome entonces con este último término, siendo este… curioso.

Como ya comente, yo comencé a muy temprana edad, tendría por aquel entonces trece años, lógicamente aún estaba en la E.G.B. No tenía problemas en casa, no era un chico raro, ni era problemático, no buscaba amor paterno, simplemente fue la curiosidad lo que me atrajo. Fue la curiosidad lo que me hizo decidirme, esto y el morbo que lo envuelve. Cuando me iniciaron, no fui forzado, ni sometido, ni violado, si no seducido… dejándome hacer, comenzando por voluntad propia.

Mis iniciadores fueron varios, todos y cada uno de ellos, dejaron en mí huella, bueno todos no… pero sí algunos, claro está a su manera. El primero que me como ya he dicho, fue el que me inicio, fue un hombre no del tipo de estereotipo que suelo buscar, quizás sea por la poca huella que dejo en mí. Este de algo más de cuarenta y picos de años, cuyo físico regordete, estatura media, bigote y escasos cabellos. Se aprovechó de mi inocencia, ingenuidad, mi joven cuerpo y pico mi curiosidad, consiguiendo de mí que me dejara hacer.

Entre otros, quien tomó la batuta de mi aprendizaje, fue uno cuyo físico era más acorde con mis preferencias. Fue el primer hombre que no siendo familiar, acabo por verme y claro está, tenerme desnudo. Esa experiencia me produjo una excitación que me hizo desear repetir, llamada por algunos… morbo, pero que incluso a día de hoy, aun la tengo… mmm. Pero bueno, continuares con mis andanzas. Pero no fue una vez más el ultimo, pues hubo más…

Tras esos encuentros “fortuitos”, no deje de frecuentar aquel lugar tan favorable para mí, lugar que no es otro, que la Glorieta de los Toreros (37°22'23.5"N,05°59'11.8"W), situada detrás de la Glorieta de los Hermanos Alvares Quintero, claro está en el interior del Parque María Luisa.

Me sentaba en uno de los bancos circulares de azulejos, me ponía a ver mis revistas X, disfrutando de estas y al mismo tiempo, provocando miradas de mirones. Mirones que se acercaban a ver que hacía, mirones que algunos se quedaban a modo de poder disfrutar de mi compañía, dejándoles ver mis revistas X y de paso. Les dejaba que introdujeran sus manos dentro de mi pantalón, pantalón que siendo deportivo era lo ideal para tales ocasiones… mmm, no dejándome hasta que me veían satisfechos.

Pero poco a poco, pude descubrí uno más de mis muchos vicios, no siendo este otro que la de mirón, pues descubrí a muy pocos metros de allí, como una compañera mía de la clase, como se ponía las botas con su novio. Amiga que de esas que era… rubia, ojos azules, cuerpo escultural, muy linda de bello rostro, una mirada dulce y muy tierna, unos senos naturales. Dándome cuenta que tiene también, matrícula de honor en práctica oral, vaya manera de chupársela al novio, nada más verla, se me ponía durísima… mmm.

Fue precisamente a raíz de este nuevo vicio, donde conocí a José… mi verdadero iniciador. Uno de los pocos que sus recuerdos son tan claros, quizás sea por añoranza, quizás por su forma de actuar, uno de ellos que dejo su tan huella, una huella bien profunda en mí. Todo comenzó el día en que me sorprendió, aquella tarde como tanta, me encontraba espiando a Sonia con su novio. Estos sentados sobre una manta en el césped, ella con solo su camisa blanca casi desabotonada, mientras el novio tenía una de sus manos por dentro de su falda.

Yo como tantas veces, estaba espiándolos, absorto y embelesado con ellos, encontrándome debido a mi excitación, precisamente con mi miembro fuera del pantalón y en la mano, masturbándome a su salud. Como he dicho, estaba tan absorto en aquello, que ni llegue a darme cuenta, cuando esta persona apareció detrás de mí. Ni llegue a percatar su presencia, siendo el mismo quien se delato, emitiendo sonidos de tos, soltándome en voz baja…

  • “Menuda juerga, tienen esos dos montados hay atrás, verdad…”.

No llegue a contestar, ni le mire más por avergonzado que otra cosa, intentando introducírmela dentro del pantalón nuevamente. Viendo mi reacción, no solo se disculpó por haberme cortado al tiempo, de tirar de mi brazo derecho hacia él, impidiéndome guardármela dentro. Tal gesto, me excito más que cortarme, fingí ingenuidad, actuando como si estuviera nervioso. Colocándome este su brazo izquierdo alrededor de mi cuello, hasta que su mano descanso sobre mi hombro izquierdo, mientras me animaba a continuar al mismo tiempo que se colocaba detrás de mí. Llegando a decirme…

  • “Uuufff, menudo calentón que tienes”.

  • “No te la guardes… chiquillo, acaba qué sino va a ser peor”.

Sin esperarlo, aunque también es verdad… lo deseaba, sentí como su áspera y cálida mano, se aferrarse a mi miembro… mmm. Os juro, que no di muestra alguna que lo deseara, tampoco hice gesto que me delatara. Ni di permiso alguno por mi parte para este meterme mano, pero el caso es que este obro, sin llegar a preguntar… mmm.

Sentí como esa mano se cerró, dejando mi tronco aprisionado, tomándolo por la base y comenzar a moverla… mmm, notando las durezas y callos de sus dedos… ooohhh, deslizándola de arriba hacia abajo… uuummm. Deteniéndose segundos en mi glande, segundos que aprovechaba para frotar su grueso dedo gordo por mi glande… uuummm (joder, poco falto para que corriera).

Quise apartarle su mano, pero sin mucho afán. Impidiéndomelo el… claro está, no mostrando mucho interés por mí parte, pero tampoco significa que deje de actuar, fingía y protestaba de no estar a gusto, pero le dejaba hacer poco a poco… mmm. Mientras me estremecía por cómo me masturbaba, no dejando de mirar a mi amiga Sonia, pude sentir como algo vivo dentro de sus pantalones, pues este lo presionaba sobre mis nalgas… mmm.

Acabando por desistir, dejando a sus manos actuar. Notando como su mano derecha trabajaba mi miembro… mmm, mientras con su mano izquierda, comenzó a acariciar mi cuerpo. Recorría mis muslos hasta donde podía llegar, ascendiéndola por la parte interna hasta mis huevos, dejándolos y deslizarla hasta mi pecho… mmm. Sentí el nauseabundo olor que provenía de su boca, no le bese… ni se me paso por la cabeza, pero este comenzó a besar mi cuello… mmm. Soltándome con un tono sarcástico…

  • “Te gusta… eeehhh”.

  • “No te preocupes, gozaremos los dos. Córrete si quieres… mmm”.

La verdad es que no me faltaba mucho para hacerlo, estaba súper caliente y no solo por la situación, cuya escena era súper morbosa. Este continúo magreando mi cuerpo, mancillándolo con sus asquerosas manos, acariciándomelo ya por debajo de mis prendas, pellizcando mis pezones. Llegándome a pedir permiso, como si eso le importara en esos momentos, siendo el mismo quien actuaba sin mí consentimiento. Permiso que no era otro… que el de bajarme un poco el pantalón, cuya explicación no fue otra que la de impedir que me manchara mis calzoncillos, no deseando que me marchara al colegio impregnado de semen… mmm. En esos momentos, mi respuesta no fue otra que…

  • “Si… si, mmm…”.

Notando como tiraba de mi pantalón, sintiendo como los dedos de su mano izquierda, tiraba de la cinturilla y con el… mis calzoncillos, dejándomelo a medio muslo al menos… mmm. Aquello me puso aún más caliente, ya que sentí la brisa en mí piel, eso y la presión de su duro miembro en mis nalgas desnudas… aaahhh. No dejaba de estremecerme, no solo por cómo me masturbaba sino por sus caricias… uuummm.

No dejando de mirar a mi amiga Sonia, pudiendo ver como esta cabalgaba sigilosamente, evitando atraer a algún mirón… mmm. Sentía la presión de algo vivo dentro de sus pantalones, pues este no dejaba ya no solo de presionar, sino había comenzado a moverse sigilosamente, restregando su miembro al compás de la paja… aaahhh.

Creo que fue la primera vez que comprendí de verdad, lo que yo podría transmitir a este tipo de hombres. Pues también es verdad, que esa vez fue la primera que de verdad sentí un miembro en mis nalgas, pues aquella vez que el primero lo hizo aprovechando que me inclinaba en una fuente a beber, no lo considero primera vez… al menos tan real y vivo como esta… mmm. Pude sentir como eso vibraba, sensación que me gusto y con la cual disfrutaba… mmm.

Porque es verdad, no hay mayor reclamo para un viejo pervertido, que tener a un inocente e ingenuo jovencito, uno de esos a quien poder moldear y jugar a su antojo, más aun con el aliciente, de llevar su uniforme escolar. Precisamente mi uniforme escolar, no era otro que un chándal azul marino, uno de esos que van pegado al cuerpo, marcándose cada centímetro de mí anatomía. Bueno continúo, comencé a notar como me iba a venir, sentí que me iba a correr, haciéndoselo saber…

  • “Ooohhh… para, uuummm… para, por favor… uuummm”.

Este en vez de parar, comenzó a acelerar, no dejándolo de hacer hasta que comencé a lanzar mis chorros de leche… aaahhh, no dejándome hasta hacerme alcanzar mí orgasmo. Viendo como algunos chorros, como chocaban contra el banco de azulejos… uuufff. Me sentí desfallecer ante la enorme corrida, sonriente este suelta mi miembro, levantando su brazo derecho y enseñándome, como los dedos de su mano derecha estaban impregnados de mis jugos. Haciéndome mirarle, pudiéndole ver, como se chupaba sus dedos, exclamando sonido de satisfacción ante tal rico manjar, llegando incluso a ofrecérmelo a probar, claro está me negué (pero con los años, acabas por hacerlo… mmm).

Tras acabar, me subí mis prendas al tiempo que le hacía saber que debía de marcharme. Tras despedirme y cogiendo el camino hacia mi colegio, me marchaba feliz y al mismo tiempo excitado, recordando cada minuto de ese encuentro… mmm. Escuchando la voz de este…

  • “Te espero aquí mañana, vale…”.

Y sitio que en verdad volvía, pues como a día de hoy, es como una droga que necesito cada día. Durante al menos dos años e incluso un poco más, no dejamos de vernos, satisfaciéndome el a mí y yo a él, mediante mi cuerpo… mmm, aunque en verdad él, se aprovechaba de esta vocación mía.

Pero no todo fue color de rosa, pues como es lógico había días e incluso semanas que no asistía, no siendo este motivo ya sea deberes, males, castigos o cualquier cosa justificada. Faltas que este no gusto, echándomelas en cara y cuando llego el momento de hacerse saber que no volvería más. Este comenzó a chantajearme, amenazándome…

  • “Mira si dejas de aparecer por aquí, iré a ver a tus padres y se lo contare, incluso se lo diré a tus profesores, para que todos sepan tus gustos”.

Amenazas que en frio piensas con claridad, amenazas que sabía de sobra que no podría cumplir, pues al ser yo menor de edad, este podría ir a la cárcel. Pero aun así, tampoco podía permitir que este cumpliera su amenaza, no quedándome otra que ceder a sus pretensiones.

Este hombre, cuyas facciones delataban su edad, edad que calcule entre cincuenta y cinco y sesenta años, abundantes cabellos grisáceos y con gafas. Cuyo cuerpo corpulento y una incipiente barriga cervecera, no escondía su arrugado cuerpo y sus manos estropeadas, quizás por haber trabajado en obra o en campos. Apareció montado en una bicicleta y desde ese día, fue su modo de desplazarse, presentándose sonriente como José, cuyas babas se le apreciaba en su boca. Llegándome a traer, revistas porno a modo de enviciarme, enseñándome al menos eso pretendía, las maneras de satisfacer y cuya lectura la hacíamos juntos… mmm.

De todas formas, obligado o no, me excitaba muchísimo como este me hacía alcanzar el orgasmo, llego un momento en que ya no se contentaba con hacérmelo a mediodía, sino que deseaba repetírmelo por la tarde, una vez que saliera del colegio. Momento en que salía  del colegio, regresando a casa, volvía a pasar por tal lugar, donde me esperaba este vicioso de mirada pervertida, cuyos juegos obscenos, me volvía loco por su vicio… mmm, vicio que no era otro que yo.

Pero viendo que el colegio iba a su fin, no queriendo esperar todo un verano sin verme, comencé a tener la sensación que me seguía. Llegándolo a verificar una tarde, pues lo vi detenido en un semáforo a escasos metros de donde yo vivía, poniéndome a poner los huevos de corbata, pues no deseaba que este supiera donde estaba mí propia casa.

Esto lo tome como una señal, pues fue el inicio del acoso, comenzando a merodear alrededor de donde yo vivía, iba de forma descarada, no se escondía… aparecía montado en su bicicleta. Aparecía, tanto alrededor de mi casa, como cerca de mi colegio. Llegando al límite de recogerme él mismo, presentándose como mí fallecido abuelo. En el momento que le amenace nuevamente con dejarlo, haciéndole saber todas las excusas posibles, este me amenazo…

  • “Que pretendes que se lo diga a tus compañeros, imagínate lo que dirían o pensaran de ti”.

  • “Piénsatelo. Sí dejas de verme, ya sabes”.

Pensé en denunciarle, contar todo a mis padres, pero eso suponía una humillación y una vergüenza, no solo para mi familia sino incluso para mí ante todos. No quedándome otra que acceder nuevamente, no me quedo más remedio que dejarme hacer cada día a sus caprichos, pues más que placer lo que este lograba era morbo.

Con el tiempo, dejo de masturbarme, continuando por chupármela hasta que me corría, tragándose toda mi leche, no despreciando ni una gota, repitiendo esto tantas veces como yo pudiera aguantar.

Muchos os preguntareis, porque no hui… verdad. La verdad es que lo intente, pero todo fue en vano. Por ejemplo… un día, uno de tanto que lo intente, llegue a lograr despistarlo, gracias a que deje de utilizar los caminos abiertos. Tome precisamente eso, caminos ocultos, cubiertos por arbustos, maleza e incluso el mismo Museo Mudéjar, para entendernos… fui por detrás de este edificio.

Pecando en esa ocasión de ingenuo e incluso “gilipollas”, pues creyendo que lo había despistado, acabo este encontrándome, apareciendo como tantas veces, sigilosamente por detrás. Tiro de mí… por mi maleta, maleta que llevaba colgada en los hombros, maleta pesada como tantas. Este al tirar de mí, me hizo caer de espalda al suelo, mientras encabronado me señalaba y suelta…

  • “De que vas, dime… niñato de mierda”.

Asustado de cojones, pues ya ni fingí miedo ni sorpresa, ya no era teatro, era pura realidad. Este me levanto del suelo, tomando de la misma asa de la maleta, tiro hacia arriba y tras zarandearme, me lanzo contra unos arbustos. Metiéndome en su interior, mientras me empujaba caminando detrás de mí, empujándome hacia un árbol. Llegando a sujetarme por los hombros con ambas manos, soltándome mientras me miraba a los ojos muy serios…

  • "No grites, ni lo pienses. He sido demasiado bueno contigo, me has defraudado y mereces un castigo”.

  • “Como castigo, hoy voy a hacer lo que yo quiera contigo. No pondrás resistencia, te vas a dejar hacer… de acuerdo”.

Recuerdo que aunque asustado le mire desafiante, como tantas veces que miraba a mis padres o profesores ante un castigo, sabiendo de ante mano que tenían razón. Miraba de un lado hacia el otro, como si pudiera escapar. Mi curiosidad estaba al límite deseaba saber que me despaparía este nuevo enfrentamiento, pero al mismo tiempo tenía miedo, estaba asustado de lo que este pervertido pretendía. Bueno pensándomelo mejor, creo que mejor será que os lo cuente en otra ocasión, vale.

Espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios, pero por favor, no me seáis muy crueles. Sé de sobra que me gusta, como la zorra sumisa que soy, pero aun siendo sumisa, me va probar cosas nuevas. Como lo de probar dos pollas en mi coñito al mismo tiempo... mmm, como vereís me va la curiosidad y claro esta el morbo. Mi email es Jhosua 1974 @ Gmail . com (lógicamente va todo junto).