Condenada en Afganistán

Una joven de visita a Afganistán comete el error de salir a la calle sin llevar el velo obligatorio y es condenada a prisión.

Condenada el Afganistan

Supongo que no debería quejarme porque tengo un trabajo y estos son tiempos difíciles aunque la paga sea una miseria... No es justo que a un funcionario del Estado en un sector clave como es el de prisiones se le pague tan poco... ¡Y encima, tengo que aguantar las quejas de zorras extranjeras como Sally!

Ya se lo he explicado varias veces... No puede esperar que la traten igual que a las demás presas porque ellas son todas ciudadanas de este país, tienen familias viviendo aquí y tienen sus derechos.

En cambio, ella y otras delincuentes extranjeras como ella, son escoria... Vienen aquí, pretenden vivir de balde y esperan ser tratadas como reinas y eso no puede ser, en absoluto.

Antes de continuar, déjame presentarme... Mi nombre es Amin Tabari y soy guardia en el ala de delincuentes extranjeras en la prisión de Pul-e-Charkhi, al este de Kabul.

Como dije, me pagan poco, pero es un trabajo vocacional... No todo el mundo tiene estómago para ello... Les digo a las presas que tengo a mi cargo que me llamen ‘doctor’ porque soy más psicólogo que guardia.

Por el momento soy responsable de treinta y dos mujeres prisioneras... Todas son jóvenes y todas fueron detenidas por caminar por la calle sin velo... Así que todas fueron condenadas a cadena perpetua.

La prisión siempre está llena porque las leyes de este país son estrictas y las mujeres siempre se olvidan de sus velos... Por ese motivo tenemos muchas prisioneras, especialmente mujeres extranjeras.

El ala de extranjeras es donde estaban las antiguas letrinas... Las presas duermen en agujeros en el suelo... Estos agujeros huelen mal y son pequeños, pero al menos son profundos: dos metros y medio de profundidad... No sé cuántos hay, pero siempre quedan algunos vacantes... No sé qué les pasa a las extranjeras, pero todas acaban enfermando.

Sally es la más joven de las presas extranjeras... Sólo lleva dos días aquí y aún no se ha acostumbrado, ni siquiera a su dormitorio.

Ella se quejó amargamente cuando vio tan pequeño... Tuve que explicarle que este es un país pobre, que no hay mucha tierra disponible excepto en el desierto y no podemos ceder tierras agrícolas valiosas, sólo para que una delincuente extranjera pueda dormir tendida en posición horizontal.

Ella también se quejó de la ropa... Me dice que es humillante no llevar ninguna... Eso es sólo una tontería... Le repetí una vez más que éste es un país pobre y que el Estado no puede despilfarrar dinero en trajes de reclusa, primero por el calor que hace aquí y segundo porque es más fácil desinfectar a las reclusas y controlar su higiene personal si van desnudas.

En las sesiones de formación que tiene que seguir le hare ver que comprenda todo esto y lo acepte... Estas sesiones se llevan a cabo en privado... De todos modos, no se entiende cómo no es humillante para una chica desvergonzada como ella, andar sin velo por la calle y sin embargo es humillante ir desnuda por la cárcel.

Tampoco le pareció correcto tener que trabajar... Tal vez pensó que acortaría su sentencia, pero no es así... Aquí la ley es la ley y la condena se cumple integra... No podía entender que el trabajo es para purificar su mente podrida y para pagar su mantenimiento.

Las presas extranjeras trabajan desnudas... Hacen velos, bragas de seda y sujetadores de ganchillo, de esos que dejan pasar el pezón... La prisión es famosa por estos artículos y es parte del castigo para las presas hacer cosas que otras mujeres usarán y que ellas las tienen prohibidas usarlas... Esto ayuda a su renovación psicológica y alivia su complejo de culpabilidad.

En el taller a veces son honradas con visitas del ‘ Comité de Doctrina’ , compuesto por miembros de la familia real (más de mil), los únicos con dinero en el país.

El visitante elige una o varias reclusas y las lleva a la ‘ Sala Dogma’ donde reciben clases particulares sobre nuestra cultura y religión.

Por supuesto, cuando la reclusa es devuelta al banco de trabajo, a menudo en mal estado físico y moral, tiene que terminar las prendas que debería haber hecho, renunciando incluso a sus comidas o su sueño hasta completar la tarea encomendada.

Pero volvamos a Sally...

A las cinco de la mañana la desperté con el reglamentario cubo de agua fría... Como es alta, tiene piernas largas y no hay forma de que pueda acostarse en su agujero, tiene que doblar las rodillas y descansar contra la pared y dormir así, no hay otra forma.

Para sacarla del agujero utilizo una polea... Las reclusas tienen una cuerda alrededor de ellas debajo de sus axilas y yo pongo el gancho debajo de la cuerda y las saco izándolas.

No lo he dicho, pero las reclusas extranjeras duermen con las manos atadas a la espalda, justo por encima del culo... Todas son hembras muy viciosas y no queremos que se toquen demasiado... Sé que no son realmente su culpa, sino de la sociedad pervertida en la que crecieron y su clítoris jamás debe tocárselo.

Fuera la razón que fuera, esta mañana Sally estaba muy seria y lloraba... Un par de bofetones bastaron para tranquilizarla.

Inmediatamente la llevé a la letrina... Allí y bajo mi severa vigilancia hizo sus necesidades como deben hacerlo todas... Las hago ponerse de rodillas, con los muslos bien separados, los pechos pegados contra el suelo y las nalgas bien alzadas... Una presa no debe tener privacidad, especialmente en presencia de su psicólogo... Es un gran espectáculo verlas con las nalgas abiertas expulsando sus productos de desecho... Es una vista preciosa.

Ella comenzó a llorar de nuevo, así que la tuve que abofetear otra vez... Luego, una vez defecó, le limpié el culo con mis propias manos.

Le di el desayuno porque no valía la pena desatarla... Cuando me harté, la hice comer directamente del plato... Era comida saludable: cabezas de pescado podrido mezclado con estiércol de camello.

Sally vomitó un par de veces, pero no le di importancia y ni siquiera la castigué... Es normal eso durante los primeros días... Lo importante es que al final ella lamió el plato y éste quedó limpio.

Me gusta darles, el primer día, una tarea para que se les aclare las cosas... En su caso, tuvo que limpiar el barracón de los guardias situado en el otro extremo del patio.

En ese momento el patio estaba lleno de reclusas locales que disfrutaban de su paseo reglamentario... Todas ellas iban cubiertas de la cabeza a los pies y tocadas con el preceptivo chador... Un contraste humillante para Sally.

  • “Levanta las rodillas al andar... Quiero ver rebotar tus pechos”, le dije.

La pobre se me quedó mirando... Mi inglés no es muy bueno y tal vez ella no me entendió o creyó que se trataba de un error.

  • “Levanta las rodillas al andar y quiero ver rebotar tus pechos”, le repetí dándole un bastonazo en sus nalgas.

Esta vez ella obedeció rápidamente.

  • “¡Más alto!... ¡Mucho más alto!... ¡Quiero ver tocarte las tetas con las rodillas”, le dije con otro bastonazo en sus nalgas.

¡Perfecto!... Sally me estaba demostrando que aprende rápido y eso es bueno porque si aprende rápido hará muchas cosas cuando me la lleve a la cama.

  • “Cuando bajes la pierna, mueve el pie hacia adelante y apunta los dedos hacia abajo... Como un caballo al trote.”, le ordené.

Era la primera vez que caminaba así y lo hacía muy bien.

  • “De puntitas... Quiero ver tus pantorrillas trabajando tensas.”

Sally atravesó el patio de la cárcel con las muñecas atadas a la espalda y caminando de esa forma tan humillante... Las reclusas en el patio se paraban para verla caminar de ese modo.

Y a mí me gustó tanto que la hice dar la vuelta un par de veces... Algunas reclusas se burlaron de la forma en que sus tetas rebotaban cuando bajaba el pie.

  • “Llama”, le dije al llegar frente a la puerta del barracón.

Ella me miró perpleja, al tener las manos atadas a la espalda.

  • “¡Con tu cabeza, inutil!... Si no puede usar las manos, usa la cabeza”, le grite y le di otro bastonazo en el culo.

Me encanta el sonido del bastón en sus nalgas... Se estremecen con  el golpe, como sus tetas, que son enormes y muy excitantes... Todo el mundo la mira todo el tiempo.

Mi compañero Hafizulla abrió la puerta.

  • “Vengo a lamerle su sucio culo”, dijo Sally en nuestro idioma, repitiendo las palabras que yo le había enseñado sin saber cual era su significado.

Hafizulla se hizo a un lado para dejarnos entrar... Él también miró sus tetas pero no podía apartar los ojos de sus nalgas... Él es un entusiasta de los culos de las reclusas extranjeras... No le importa su edad, ni su raza.

Otro bastonazo le recordó a Sally la forma en que siempre debe andar por el penal.

Caminamos por el pasillo entre las camas hasta llegar a las letrinas del fondo... Me bajé los pantalones y me senté en la taza del inodoro... Era un lugar sucio... Ella comenzó a tener arcadas y a ponérsele la cara roja como un tomate.

  • “Ven aquí”, le dije.

Dio un par de pasos tambaleándose y de repente se puso pálida.

  • “Ponte de rodillas.”

Ella obedeció... Me satisface ver cómo las orgullosas mujeres occidentales aprenden a obedecer y sufrir humillaciones.

Del suelo cogí el cepillo de limpieza de la taza del inodoro, que estaba sucio y  olía a excremento... Tenía un mango largo y en su extremo una correa.

  • “Abre tu linda boquita”, le ordené, acariciando sus labios con mis dedos.

Fueron necesarios dos bofetones y un buen zarandeo del pelo para al final conseguir atarle el cepillo en la nuca sujetándole su cabeza contra mis huevos... Tuve que amenazarla con todo tipo de terribles castigos corporales, pero al final el mango del cepillo quedo dentro de su boca listo para trabajar.

  • “¡Volveré en una hora y quiero ver el todo reluciente!”

Me levanté y la dejé para que lo hiciera... El problema es que aquí no hay agua corriente, solo un balde... Fui inusualmente amable y se lo traje.

  • “Limpia el lavabo... Y si no está limpio, lo limpiaré con tus tetas”, le amenacé.

Después de comer volví a ver cómo estaba y encontré el baño limpio y Sally sucia, sobre todo su cara, cabello y pechos.

La llevé, caminando como le había enseñado, al área de lavado junto al jardín y la limpié con el mismo cepillo... Luego, la llevé al taller a confeccionar bragas de seda.

Más tarde llegó Coronel Al Rasid... Es el hombre fuerte del ejército y uno de los ochocientos cuñados del Monarca... Es un hombre famoso, conocido especialmente por sus orgías caníbales.

Caminó mirando a las prisioneras y se detuvo frente a Sally.

  • “¿Es nueva?”, preguntó en árabe.

  • “Pescado fresco, excelencia, recién salido del agua”, le respondí.

  • “¿Edad?”

  • “Diecinueve, excelencia.”

  • “¿Origen?”

  • “Inglaterra, excelencia.”

  • ¿Virgen?, preguntó en inglés, como si la chica no estuviera allí.

  • “Me temo que no, excelencia.. Ya no se pueden encontrar vírgenes europeas, al menos no en lo que a la vagina se refiere”, respondí también en inglés para que lo entendiera ella.

Sally seguía tejiendo bragas, roja como un tomate y temblando de pies a la cabeza.

  • “¡Tú, extranjera!... ¡Levántate para que pueda verte bien!, dijo el Coronel.

Sally obedeció nerviosa, tirando la silla sin querer mientras se levantaba... Ella bajó la cabeza y se quedó allí con las manos a los lados de su cuerpo mostrando sus tetas y vello púbico.

El Coronel se acercó a ella y le levantó la barbilla... Estaba llorando de susto... Se veía tremendamente hermosa y sensual.

  • “Abre la boca.”

Sally obedecio y el coronel le introdujo el pulgar entre los dientes.

  • “Lame.”

Y ella lo hizo.

Luego el coronel recorrió con su mano el cuello y los hombros, despacio, palpándola y apretando sus carnes.

  • “Levanta los brazos.”

La exploración continuó por los pechos, por los tiernos pezones, por el talle, por la cadera... El coronel se mordía los labios, disfrutando.

  • “Date la vuelta.”

Siguió palpándola por la espalda, por las caderas otra vez, por las nalgas, por los muslos...

  • Mañana estoy de servicio... Mándala al cuerpo de guardia a la hora de la siesta”, dijo, de nuevo en inglés el coronel.

‘Por Alá... Sólo voy a tener un día para enseñarle algo de nuestras costumbres y cultura... Pasaremos la noche en la Sala Dogma’ , pensé.

Sally pronto aprendió las posturas preliminares... Le dije:

  • “Cuando entres, el coronel estará sentado en un sillón o en la cama... Caminarás hacia él, te arrodillarás y te inclinarás hacia delante hasta que tu rostro y tus pechos estén en el suelo... Luego, estiras los brazos al frente con las palmas hacia arriba... De inmediato levantará las nalgas hacia arriba lo más alto posible y le dirás: ‘ La prisionera F23 pone su cuerpo al servicio de Su Excelencia para ser utilizado de acuerdo con sus deseos .’

Le hice repetir esto unas veinte veces.

Luego le junté sus manos detrás de su espalda con unas esposas y comenzamos la acción de verdad... Usé una silla con un vibrador fijado al asiento... Es un juguete infiel, una blasfemia americana que sólo usamos con prisioneras extranjeras... Tiene treinta centímetros de largo y unos seis centímetros de ancho y la punta dilatada en forma y tamaño de una pelota de golf... Está hecho de goma pegajosa y es difícil deslizarlo hacia arriba y hacia abajo a menos que esté lubricado... Originalmente funcionaba con baterías, pero cómo no las tenemos, le pusimos un transformador y puede funcionar sin parar durante semanas si fuera necesario.

Este artilugio tiene muchas posibilidades... Puede describir círculos con la punta, o puede subir y bajar, como el pistón de un motor de combustión, o puede vibrar a velocidades supersónicas... También está conectado a un pedal y puede expulsar por el orificio cualquier líquido que se haya depositado previamente en el depósito que tengo colocado debajo del asiento.

  • “¡De ​​rodillas!”, le ordené después de arrastrarla del pelo hasta la silla.

Es un placer trabajar con estas mujeres extranjeras... Tienen el pelo fino y suave y parecen sentir la humillación más que nuestras propias mujeres... No les gustan las esposas y, por alguna razón, tampoco les gusta que les griten... Gracioso, ¿no?

  • “¿Ves esto?”, le pregunté, arrodillada frente al vibrador sin soltarla en ningún momento del pelo.

No me dijo nada... Le pregunté de nuevo:

  • “¿Has chupado mucha polla en tu vida de puta extranjera?”

Sally estaba ya llorando incontrolablemente... Todavía estaba tirando de su pelo hacia atrás y me excitaba ver su rostro con la boca abierta, sus labios temblando y saliva goteando de su boca, por su barbilla y por sus pechos... Había lágrimas en sus hermosos ojos azules mientras miraba hacia abajo e intentaba concentrarse en el inmenso falo que vibraba en su frecuencia más baja.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

  • “¿Sí o no?”, le pregunté dándole una palmada en el culo.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

Me gusta darle una palmada en el culo... Sus nalgas son jóvenes y tensas, como dos pequeños globos que reaccionan con un pequeño estremecimiento... Son redondas y duras... Son muy blancas, excepto donde han estado mis dedos.

SLAAAP!!... SLAAAP!!... SLAAAP!!

-“¡SÍ!”, gritó finalmente, apretando los dientes de dolor y rabia.

  • “¡Muéstrame cómo lo haces!... ¡Chupa!”, grité, moviendo su cabeza hacia el falo hasta que sus labios entraron en contacto con la goma.

  • “¡Abre la boca!”

SLAAAP!!... SLAAAP!!

Sus nalgas temblaron y mis dedos dejaron más marcas rojas... Ahora habían muchas líneas rojas entrecruzadas en sus nalgas... Esto lo consigo cambiando el ángulo de la palmada.

Cuando abrió la boca para gritar, la empujé hasta el falo... La sostuve así, sofocada, durante unos segundos... Pasé mi mano libre por su cuello largo y fino... Estaba vibrando... Podía sentir la larga vara bajando por su delicado cuello.

  • “¡Chupa!... ¡Chupa o te ahogo!”

‘¿ Cómo podía hacer esto con treinta centímetros de falo metidos entre la boca y garganta?... No lo sé, pero lo hizo’ , pensé.

Podía sentirlo metido en su garganta, tan claramente como podía escucharla tosiendo, ahogándose y farfullando.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

  • “¡Eso es!... ¡Chupa, maldita puta!”

Disfruto llamando a mis prisioneras extranjeras ‘ putas ’.

La aparté del falo, sin dejar de sujetarla.

Su rostro era hermoso... Estaba bañado en sudor, mucosidad de la nariz y saliva... Le sangraba la nariz, sin duda porque se la golpeó en la silla... Le temblaban los labios y la barbilla... Tenía los ojos tan abiertos que parecía que fueran a salirse de sus órbitas..

La volví a hundir en el falo y se lo metí hasta el final.

  • “Y ahora, te voy a soltar y tú me vas a enseñar que lo sabes hacer... ¿Entendido?”, le dije.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

Un gruñido me sugirió que ella entendía.

Solté su cabello.

Sally se retiró hasta que sólo el extremo en forma de hongo del vibrador estuvo en su boca... Luego comenzó a chupar... Sus labios se tensaron sobre él y sus mejillas se hundieron cuando comenzó a tragar.

Es hermoso ver un rostro europeo trabajando así, con ojos azules, mandíbulas bien abiertas, labios a punto de partirse tratando de tragar ese enorme vibrador... ¡Y todo esto regado con lágrimas, sangre, sudor y saliva!

  • “Ahora saca la lengua y lamela... De abajo hacia arriba.”

Fue hermoso, emocionante, morboso.

  • “¡Saca más la lengua!”

SLAAAP!!... SLAAAP!!

  • “Te advierto que si no sacas más la lengua, tendré que estirártela... ¡Y eso no te gustará cómo lo haré!”, la amenace.

Es curioso, pero cuando una chica se esfuerza saca más la lengua que un camaleón.

Solté su cabello.

  • “¡Sigue... No dejes de chupar o lo lamentarás!”, la amenace de nuevo.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

Su hermoso y sólido culo se levantó un poco, mostrando sus dos nalgas redondas y jóvenes... ¡Se estaba poniendo demasiado para mí!

Puse mis manos sobre sus maravillosas nalgas, tan redondas, tan jóvenes, tan limpias... Y las abrí... Ante mis ojos estaba el agujero más diminuto y pulcro que jamás había visto... ¡Y debajo, un coño con el que soñar en tu vejez!... Hinchado y abultado, generoso, pero también limpio, esbelto y ordenado, cubierto de fino vello púbico.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

  • “¡Te dije que no pararas... Chupa, maldito saco de tetas!”

Ahora estaba mirando su coño y no podía aguantar mucho más sin follarla... Estaba comenzando a oler sus olores de mujer que me estaban llegando... Me agaché detrás de ella y levanté su hermoso culo y comencé a besarla alrededor de su vagina, en sus labios vaginales y puse mi lengua dentro de su agujero... Sabía a néctar y bebí profundamente... ¡Sally era un recipiente digna de un rey!

Me daba vueltas la cabeza, pero de vez en cuando me acordaba de comprobar que Sally estaba cumpliendo con la tarea que le había encomendado... Y lo estaba... Quizás porque estaba nerviosa o porque estaba tratando de no concentrarse en lo que le estaba haciendo a sus partes íntimas, estaba chupando y lamiendo como si su vida dependiera de ello... ¿O tal vez era la reacción natural de una mujer a mi lengua trabajando en ella tan rápido y duro?

Mordí y chupé los labios vaginales exteriores del coño de Sally.

Mi saliva se estaba mezclando con el jugo vaginal que comenzaba a fluir de ella... Me froté la cara con él... ¡Me estaba volviendo loco!... ¡No podía parar!... Todo era tan hermoso y se estaba volviendo demasiado urgente para mí... Estaba perdiendo el control... Quería ahogarme en su jugo vaginal... Necesitaba recuperar el control de la situación.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

Sus nalgas estaban rojas, calientes y acogedoras.

SLAAAP!!... SLAAAP!!

Y entre sus nalgas estaba su pequeño agujero secreto y apretado.

Justo cuando iba a entrar en ese agujero secreto, Sally dejó de ser la prisionera dócil que conocía y se tiró al suelo gritando.

No podía permitir esto y me arrojé sobre ella, le di la vuelta y penetré su suave coño... Después de unos minutos, saqué mi polla y la metí en su agujero más oscuro y estrecho... Amo los culos europeos... No recuerdo cuantas veces la penetré de espaldas y de frente, pero fueron muchas y mi placer fue grande.

Unas horas más tarde cogí a Sally y la arrojé al agujero de su dormitorio... Había sido un primer día agotador para esta joven prisionera... El segundo día sería más tranquilo para mí... El coronel Al Rasid odiaba a los europeos, especialmente a los ingleses... Era un sádico que disfrutaba mutilando a sus juguetes femeninos.

Afortunadamente, Sally sobrevivió al segundo día... Estaba más muerta que viva... Su cuerpo estaba entero, aunque intacto no sería la palabra correcta... Pasó seis semanas en nuestro hospital para volver al estado en el que estaba cuando llegó al penal.

Yo mismo le di las buenas noticias en su primera mañana de regreso, cuando le arrojé el cubo de agua.

  • “Estas de suerte... Hoy es tu último día aquí... Te vas”, le dije.

Sally, desnuda y temblorosa, me miró incrédula desde su agujero... Ella no sabía si creerme o no.

No pude callar por más tiempo y le di la noticia... Quería ver la expresión de su rostro.

  • “El coronel Al Rasid se encaprichó con tus cremosas tetas blancas... Parece que no puede pensar en nada más... Cumplirás el resto de tu cadena perpetua en sus establos... ¡Como potra!... ¡Hasta que revientes!”

F I N