Condenada

Sí, por quererte, por ser fiel retrato de tus malas artes.

Gris, es el color del lugar donde me encuentro, es el mismo que tiñe mi alma en este momento, los barrotes, la fría piedra, la dura cama, la triste puerta de madera con la mirilla cerrada.

Acusada, condenada sólo por amarte como al alba, sólo por soñar despierta con tu voz templada, por desnudar mi cuerpo a tus besos, tus caricias, mientras tus miradas me dibujaban con pericia.

Me da igual la gente, la iglesia, la lluvia, solo sé que no estás y necesito tus curas, sólo tú logras calmar los demonios de mi cuerpo, médico de almas que confian en tu talento.

A pesar de tus dulces palabras y tu gran atención, se que a lo extraordinario lo busca la perdición, la gente murmuraba, denunciaba tu caso al clero, y yo sólo podía observar, mirada fría como el acero.

Antes que rayara el día quise protegerte del halcón que al ver a la paloma, se abalanza sin dilación deslizo las mangas despacio dejandome como soy ante ti siento tus labios sobre mis pechos lamiendolos con frenesí.

Bajas despacio tu mano derecha hacia la flor prometida, mientras la izquierda coge con cariño mi pezón y estira, ves abrirse mis labios e incontenible un jadeo exhalan a la vez que tu mano muy dentro se mueve y se empapa.

No puedo más aguantar, quiero tener tu sexo, meterlo entre mis labios y succionarlo con deseo, lamer dulce tus huevos después la base de tu pene mana el placer y de él bebo como de una fuente.

Tus manos en mis caderas, me das la vuelta, me follas mi agujero trasero como a una perra, son mis pechos tus riendas, marcas tu ritmo, y tras correrme en tus brazos besas mi cuello con mimo.

Aquella noche el fuego no quemaba a nuestro lado, el sol dejo de iluminar, el infierno quedo helado, no quedó hueco en mi cuerpo no penetrado por tí, pero al alzarse el sol ví como se aproximaba el fin.

LLevado ante un tribunal, juzgado a mediodía quemado en una hoguera por practicar la brujería. Decían que tus malas artes solo eran falacias, para mí eres un Dios aunque te vean como un paria.

La noche se hizo pronto, la pira esta preparada, a la hora de las brujas tu vida esta acabada, lágrimas y desesperación me llevan a la locura y sin importar quien escucha grito a Dios mi amargura.

Rasgo mis ropajes, desde la ventana veo las llamas crepitar, y mientras expira tu vida mi mente desnuda empieza a recordar: Veo tus ojos, tu mirada, las cadenas en las muñecas, tu látigo, acaricio mis pechos, mi clitoris mientras gozas como un sátiro.

Veo tus manos rodar despacio hasta mi cintura, y bajar extasiadas desde ahí con calentura, vibro al notar tu atletico cuerpo desnudo, y marcarme a fuego como antes nadie pudo.

Tanto es así que en mis más húmedos delirios, atraigo lo que encuentro y entre mis muslos lo deslizo. me sorprendo dejando volar la imaginación mi cuerpo como un arco se curva en tensión.

Para transformarse en tu sexo poderoso y erecto, la figura de un grueso calabacin sera perfecto. Sé que te excita que me ponga a cuatro patas, y lo introduzco en mi ano, no basta, aun me faltas.

Recuerdo tus fuertes embestidas, ignorando mi dolor, agarrandome del pelo mientras me taladras con pasión. Sólo buscabas tu placer, yo era tu fiel esclava, tu mi despótico amo, a cuyos pies rendida estaba.

Te gusta verme completa penetrada por ambos lados, yo adoro verte ardiendo en las llamas degradado, me hacías lamer los miembros de tus amigos mas queridos dentro de poco seguirán el camino que tu has cogido.

Y mientras yo me masturbo soñándote con devoción mis pasos se dirigen al centro de la conmoción desnuda me abren camino pensando que estoy loca, tu has creado a tu semejanza una fiel mascota.

Los guardias me miran sedientos de mis servicios, me toman en brazos y llevan a petición del gentilicio me encierran en esta carcel, solitaria y apartada, es tarde, ya les tengo justo donde deseaba.

Vienen a visitarme con intenciones poco loables dicen que soy su puta, una mujer maleable les miro juguetona sólo me importa su sexo, al menos mientras llega la noticia a oídos del clero.

Nos veremos, amado, mío recuerda bien mis palabras, pero antes verás la ciudad en manos de esta esclava, Mis pechos darán de beber a los que te condenaron, mi lengua hará las delicias de los mas altos cargos,

aquella dulce mujercita que creiste manipular, ahora, amado mío, vive cuando tu no estás, y siempre desde las sombras verás mi mano sutil acariciando un falo mientras alguien habla por mi.