Condena

Todo se paga...

CONDENA

Cuando murió y se vio que estaba ante las puertas del infierno, lógicamente estaba bastante acojonado. Pero se sorprendió bastante cuando descubrió que parte de su condena era continuar en la tierra como fantasma. Eso sí, ligado a su mujer.

Fue así como vio como su esposa se enteraba de todas sus infidelidades y empezaba a cobrárselas post-mortem. Pudo observar como su anteriormente recatada mujercita se convertía en una promiscua desaforada que se iba a la cama con el primero que se cruzase en su camino. Se quedaba estupefacto cada vez que la veía como hacía cosas que nunca había hecho con él y de las que no la creía capaz. Pero lo peor era que se empeñaba en comparar a su amante de turno con él, y siempre salía perdiendo. Lo que más le cabreaba era cuando ella sacaba a relucir la cuestión de su miembro entre las amigas y establecía de nuevo esas comparaciones en las que a él le tocaba la peor parte. Pero no podía hacer nada más que ver y oír. No le habían adjudicado ni un mísero poltergeist para poder darle un susto a su viuda.

Esa fue la primera parte.

Cuando ella murió cargada de pecados comenzó la segunda: pasar la eternidad el uno con el otro para purgar sus faltas. Y sin sexo.

Dos días después, los primeros diablillos comenzaron a quejarse del ruido que hacía esa pareja, insoportable hasta para ese lugar.

Lucifer sólo sonrió. Iba para largo.