Concierto descontrolado (07)

Tania va de vuelta a casa. El regalo a sus compañeros contrasta con la idea que Fran tiene de ella.

Concierto descontrolado VII

El paisaje se desdibuja por la velocidad del coche que nos lleva de vuelta a casa.

Es una pena no poder admirarlo porque estoy estirada.

Fran y Alberto charlan tranquilamente en los asientos delanteros pensando que los dos de atrás estamos dormidos.

Es una pena no poder añadirme a la conversación porque tengo la boca llena.

Lejanos quedan los momentos en que nos hemos despedido de Sergio, de su polla, de su novia y de la casa que tan buen cobijo nos dio la noche de la tormenta.

Lejano está el reencuentro con Fran. Parece ser que nos ha estado buscando toda la noche preocupado por nosotros. No sabía que nos habíamos refugiado en casa de Sergio.

Fran, lo coladita que estaba antes por él y lo poco que me importa ahora. Es alucinante lo que puede provocar una sobredosis de sexo: ahora lo más platónico que se me ocurre es, precisamente, lo que estoy haciendo.

Y ¿qué estoy haciendo? Os preguntaréis

Estirada hacia mi izquierda, mi cabeza descansa en los muslos de Jorge.

El único que sabe que no estoy dormida es él.

Y lo sabe porque su polla danza libremente en mi boca. Sin mover la cabeza dejo que su miembro descanse sobre mi lengua.

Lo saboreo.

Lo huelo.

Lo lubrico con mi saliva.

A lo lejos oigo como Fran discute con Alberto sobre la calidad de los conciertos.

Yo doy mi propio concierto soplando la flauta de Jorge.

Alberto le contesta diciendo que ha sido una pena lo de la lluvia que ha obligado a suspender los conciertos de hoy.

La lluvia importante es la que cae de mi coño.

Mi mano se pierde en mis pantalones hurgando en las profundidades de mi raja.

Está completamente encharcada.

Caliente como la polla de Jorge.

Disimuladamente Jorge empieza a mover sus caderas, haciendo que la polla se deslice adentro y fuera de mi boquita.

Yo no hago el movimiento de cabeza. Claro que podría hacerlo y que me viesen los de delante y, parando en cualquier sitio, lanzarnos a una orgía desenfrenada. Claro que podría, pero esto me pone mucho. Tragarme una polla a escasa distancia de otras personas. La sensación de riesgo a ser pillada me excita sobremanera. Además es un sistema para agradecer a Jorge lo mucho que me ha satisfecho los días anteriores. Que pena que Alberto esté delante.

No muevo la cabeza pero la lengua sí. Recorriendo todos sus rincones, dejo bien limpio el glande. La lengua se mete entre la piel interior y la exterior. Sin previo aviso succiono la polla, haciendo que entre un poco más. La succión la acompaño con un acelerón de los rodeos de mi lengua.

A Jorge se le escapa un pequeño gruñido.

Fran se ríe.

Los dos de delante comentan sobre qué estará soñando el de atrás.

Alberto se gira.

La posición de mi cabeza le levanta fundadas sospechas.

El leve movimiento de cintura de Jorge aún más.

Ver el pantalón desabrochado de su colega, no hace más aumentar su mosqueo.

Mis mofletes hundidos ya no le dejan ninguna duda.

El silencio inunda el coche.

Fran lo rompe diciendo lo mejor que he escuchado en todo el fin de semana: -"el fin de semana ha sido genial, lástima que no lo hayáis coronado como yo, con un par de folladas"-

Pobre iluso.

Alberto casi se rompe el cuello al girarse para ver si hay una segunda intención en sus palabras.

Es demasiado tonto para ello.

Jorge también abre los ojos de pura sorpresa. Su mirada se cruza con la mía.

La sonrisa de mis labios por el comentario de Fran deja a la vista parte de la polla entrando en mi boca.

Así, con mis ojos clavados en los suyos y la boca abierta, saco un poco la lengua y empiezo a rodear el embutido con venas que me estoy agenciando.

Jorge cierra los ojos de golpe. Si vuelve a ver su polla dentro de mi boca en semejante posición se corre de inmediato.

Vuelvo a juntar los labios y acercarme más a su barriga.

Jorge vuelve a ver como su polla desaparece completamente en mi boca, casi tocándome la campanilla.

Alberto ha de girarse dos veces para comprobar si lo que ha visto es verdad.

Un guiño de Jorge acaba de confirmar sus sospechas de la suerte que tiene Jorge y lo puta que soy yo.

Alberto –como quien no quiere la cosa- pide a Fran que pare en la próxima estación de servicio. Se siente cansado y quiere dormir. La excusa perfecta es alegar que delante le es imposible. Necesita estar relajado en el asiento de detrás.

Jorge, con voz de dormido, alega que sólo necesita cinco minutos más para descansar del todo.

De nuevo le sonrío abiertamente por el "sueño" de Alberto y por los cinco minutos de "descanso" de Jorge.

Alberto, para no levantar sospechas vuelve a dirigir su mirada al frente, mientras le sigue la corriente a Fran.

Yo sigo como una niña cualquiera aferrada a su chupete, media dormida y enteramente excitada.

Fran nos informa que quedan menos de dos kilómetros para la siguiente estación de servicio.

Mientras entra en el carril de deceleración, abre la boca para demostrarnos lo imbécil que es y lo mucho que me conoce:

-"Ya me imagino que cuando os dije que vendría una amiga con nosotros os las pintabais muy felices. Seguro que pensabais que podríais mojar. La próxima vez os consigo un par de guarras y veréis lo bien que lo pasamos. Tania es buena tía, pero un pelín estrecha"

Es verdad, soy tan estrecha que tengo que abrir mi boca hasta hacerme daño en las comisuras de los labios para tragarme todo el semen que Jorge está eyaculando en mi boca.

Aún relamiéndome, me pongo de pie y, disimuladamente, me sorprendo de estar en una estación de servicio. Con el sabor del semen en mi boca y mirando a Alberto digo: -"ayyy no veo el momento de volver a arrancar para seguir "durmiendo"

Alberto con el paquete a punto de explotar dice: -"yo tampoco, yo tampoco"…..