Concierto descontrolado (03)

Tania sigue en el concierto. Despues de dos experiencias un tanto especiales, se toma la revancha con el novio de una rubia que ha visto antes ser enculada por su platonico Fran.

Concierto descontrolado III

Hola. Continúo la historia de Tania en el concierto. Os remito a los dos primeros relatos ( I y II ) para poneros en situación y saber perfectamente de qué va esta historia. Si os gustan o tenéis consejos para continuar la historia no dudéis en escribirme a tanieta99@yahoo.com . Así que así sigue el relato de Tania en el concierto con sus tres amigos:

No he podido dormir.

Hace una hora que Alberto ha desaparecido de la tienda, media desde que la rubia ha dejado solo a Fran y tres cuartos desde que he acabado mi paja con un orgasmo disfrutado en soledad. Como todas las buenas pajas.

No dejo de sentirme frustrada por la ocasión fallida. Seguro que vendrán otras oportunidades de que me follen el culo, pero hoy lo deseaba de veras. Y además me he rebajado hasta lo más bajo para conseguirlo: Abriéndome de patas, separándome las nalgas y mostrando mi más oscuro interior a Alberto. Y va y se corre justo antes de entrar…Está claro que, si quiero, el tío lo volvería a intentar encantado, pero yo quiero a otro… y ahora mismo está un poco alejado de mí. Y no sólo físicamente. Fran está enfadado conmigo y no sé porqué.

En fin, dentro de dos horas empiezan los conciertos. Creo que entonces podré intentar aclarar las cosas.

Con este nuevo ánimo me voy a pegar una ducha y prepararme para la velada musical de la noche.

Vuelvo a la tienda vestida con mis pantalones super-cortos-apretados y mi camiseta de Chupa-chups. Es guay, de color azul eléctrico con el logo de la marca de caramelos en color amarillo y rojo. El final de las mangas también tiene una tira de color amarillo que lo rodea. Me siento feliz y con ganas de que llegue la noche. Debajo de la camiseta de Chupa-chups me pongo un sujetador de color azul, completamente liso y que me gusta mucho. Encima de ellos, una camiseta blanca de tirantes. La camiseta encima de todo esto. Un tanga a juego con el sujetador y unos vaqueros sobre mis piernas.

Salgo de la tienda con mi pequeña mochila a la espalda. En ella, una botella de agua, tabaco, kleenex, la cartera con un poco de dinero y la documentación y un par de condones. Por si acaso.

En la tienda de enfrente encuentro a Fran y a Jorge ya preparados para salir. Nos dirigimos al concierto.

Caminamos en silencio. Uno mirando al frente con la mirada perdida, el otro mirando el culo de las tías que se le cruzan y otra mirando, sobretodo, a Fran.

-"Por cierto, y Alberto?" - les pregunto realmente interesada.

-"Ni idea, me lo he cruzado cuando yo salía de las duchas. Parecía que tenía mucha prisa. Sin ni siquiera mirarme me ha dicho que no lo esperásemos esta noche para salir, que ya nos veríamos en el concierto. Si venía. No he podido decirle nada más, ha salido casi corriendo. No sé qué le pasaría, pero… igual ha ligado y está por ahí con alguna zorrilla"- le dice Fran a Jorge. Ambos estallan en amplias carcajadas.

Yo callo. No puedo evitar pensar en Alberto con una mezcla de ternura y compasión. No sólo por su precocidad en el terreno sexual sino también por su inocencia. Si no cambia su actitud, las tías le harán mucho daño. O el se hará mucho daño con las tías, mejor dicho. En fin, de momento yo no puedo ayudarle

Yo con mis cábalas y, sin darme cuenta, ya hemos llegado al recinto del concierto. A la entrada me registran la bolsa. El segurata de la entrada me coge la botella y tira el tapón al suelo. ¿Eso ha sido por joder o servirá de algo? Sigue buscando por dentro. Saca los dos condones unidos. Los mira. Me mira. Sonríe y vuelve a meterlos en la bolsa.

Jorge y Fran comentan la jugada. Seguro que Jorge lo utiliza para confirmar a Fran la historia que le ha explicado de él y yo.

A mi me importa un pito Jorge, pero Fran

Joder, parezco una niñata de 15 años pensando en su cantante favorito. Sólo me falta ponerme a gritar y lanzarle mi ropa interior.

Durante un momento me doy asco de mí misma. ¿Dónde está mi dignidad?. El tío está bueno. Muy bueno. Pero si quiere algo, que se lo curre. No iré yo a ponerle mi coño en su boca… ¿No? Está claro que no puedo evitar ponerme "tontorrona" al pensar en Fran.

Empieza la jarana.

El primer grupo sale al escenario.

No matan. No me gustan demasiado.

Al poco rato aparece Alberto. Tiene buena cara. Nos saluda a todos. Incluso a mí. Como si nada. Mejor, porque para mí no ha pasado nada malo ni horrendo. Eso está bien, que lo supere. Ya tendrá oportunidad de resarcirse, aunque no sea conmigo

Ya vamos por el tercer grupo. Este sí que es una caña.

Bailo como loca.

Veo venir a Jorge cámara en mano, otra vez.

Rápidamente me lo quedo mirando. Cuando veo que va a hacer la foto extiendo el dedo medio delante de la cámara. Flash. Una foto de puta madre. Je, je!!

Me giro al escenario otra vez y continúo bailando.

-"Hombre, pero qué sorpresa.!!!! Fran. ¿Qué haces por aquí?."- Una desconocida voz femenina.

Nos giramos todos.

Es una chica rubia, cogida de la mano de un moreno alto, un pelín mayor así a primera vista. Pero guapo.

-"¿Por qué no nos has avisado que venías?"- le dice la rubia a Fran.

Parece que al meterte una buena polla por el culo debes perder la memoria, porque esta rubia es la que horas antes estaba jadeando a cuatro patas ante Fran

Y Fran debe saber perfectamente que está con su novio, porque le sigue el rollo a la perfección: -" Mira, decisiones de última hora. Por cierto, os presento. Estos son Jorge y Alberto, y la preciosidad es Tania." Y luego a nosotros: "Ellos son Isa y Sergio".

Nos estrechamos las manos o nos besamos según el sexo del presentado. Al poco ya estamos unidos en un único grupo.

Estoy realmente mosqueada. Parece claro que Fran e Isa ya se conocían y que esta tarde han revivido experiencias pasadas. El hecho que no dejen de enviarse miradas furtivas ahora mismo, no hace más que confirmar mis sospechas.

-"Voy al lavabo, me acompañas?"- me dice Isa como si quisiese desviarme de mis malos pensamientos.

-"No, gracias. No tengo ganas"- le digo con sequedad y me vuelvo hacia el escenario.

-"Ya te acompaño yo". El "atento" de Fran que se brinda a acompañar a la pobrecilla damisela con apuros.

Así que se van, y me quedo yo sola con los tres tíos: mi "casi-desvirgador-anal", mi "pajero-me quedo-conlasganas" y el cornudo. Menudo grupo.

Pasan 5 minutos.

10 minutos

Un cuarto de hora y ni rastro de los "meones".

-"Joder si que tardan. Los iré a buscar"- dice Sergio.

-"Nooo." Saltamos los tres casi al unísono. Nos quedamos mirando. Parece que todos, menos uno, sabemos perfectamente que, si están en el lavabo, no están meando.

-"Venga. Me parece bien. Te acompaño"- le digo. Alguien tenía que disimular ante tanto empeño en no ir en su busca. Además, no quería quedarme sola con esos dos.

-"¿Ahora sí que tienes ganas?- me dice

-"Pues sí, mira."- le digo mientras me voy con él.

Él va primero. Yo detrás. Con la escusa de no perderme, le cojo de la mano y tira de mí hacia los lavabos. Es un tío alto. Yo mido 1,75m así que a ojo diría que mide 1.80m aprox. Debe tener unos 30 tacos. Poco más, pero es unos años mayor que nosotros, y que su novia. Está fondón, pero no gordo. Tiene el pelo corto, de color negro, aparentemente hecho un lío, pero le queda muy bien. Es unos de esos "looks" que parecen que tal como se levantan así se quedan pero que, en el fondo, está mucho más estudiado de lo que parece. Tiene pinta de ser uno de esos ejecutivos que van todo trajados al trabajo y cuando salen el fin de semana se sueltan y cambian totalmente. Tiene unos ojos negros, pequeños. Sus labios son finos. Sus facciones son duras. Es todo un hombrón. Seguro que es un machista acabado. No sé porqué, pero me da esa sensación.

Ya hemos llegado a los lavabos.

Una vez en ellos, nos separamos, cada uno, en dirección a su respectivo sexo. Al entrar me encuentro con una cola enorme. Y no sólo de tías. Es una mezcla de todo. Tíos, tías, otros que no te atreverías a jugarte nada por cuál es su sexo. En fin, que queda claro que a estas horas y en estos sitios la gente no está para respetar los cartelitos de hombre o mujer.

Pasa un rato.

La cosa va lentísima. La gente está de cháchara y como aquí no hay urinarios, aún peor. Entran de dos en dos, se quedan hablando o haciendo sus cosas. En fin una eternidad.

Menos mal que yo no tengo ganas de mear. Para que no se note dejo pasar un tiempo prudencial y salgo en busca del cornudo.

Poco tiempo he dejado pasar. Aún no ha salido.

Miro hacia los lavabos de tíos. Se ven claramente desde donde estoy, ni mamparas ni nada que evite ver parte del interior de los lavabos. Sergio está en la primera cola, la más cercana a la puerta, a punto de vaciar su vejiga.

Ni corta ni perezosa voy en su búsqueda. Realmente me interesa saber que ambiente hay ahí dentro.

Lo primero que veo es que no hay urinarios colgados, como pensaba, sino una pared continua forrada de acero inoxidable, de donde gotea un chorro de agua recogido por un canal en el suelo.

Sergio está el primero de todos. Me pongo a su lado justo antes del principio del super-urinario y me apoyo en la pared con el hombro, de cara a él, diciéndole: -"Ya estoy".

Responde con un saltito y un respingo mientras me mira, con cara como de asustado.

-"Jodeeer tía, que susto. Me has cortado la meada y casi me mojo los pantalones"- es lo único que puede decir.

La afirmación me hace sonreír. Y también mirar instintivamente hacia abajo.

Veo sus pantalones abiertos. Los calzoncillos bajados por su parte delantera y una mano encima de ellos. En la mano, cuando toca con su cuerpo, se entreven unos pelillos negros rizados. Por el lado contrario algo que cuelga. Y cuelga. Y cuelga.

¡¡¡Menudo aparato!!!!!

¿He dicho aparato? ¡¡¡¡Monstruo!!!!! Diría.

Sin aparentar trempado, más de la mitad de su polla rebosa de la mano. Cuelga, por evidentes cuestiones de peso, hacia abajo. Así, a bote pronto, diría que unos 20cm o más. Yo qué sé me parece una exageración.

-"¿Qué? No puedo mear así". Casi ni le oigo. Tengo la boca abierta y el sonido de sus palabras debe entrar por mis oídos y escaparse por ella sin llegar a mi cerebro.

-"Qué pasa. Nunca has visto una polla o qué?" me dice.

Logro cerrar la boca y articular: -"Sí. Sí, pero desde luego nunca una….".

-"Venga, déjame mear" o algo así me dice. Me retiro alucinada. Me dirijo hacia la salida sin darme cuenta de la gente que pasa por mi lado, sólo tengo en mente la polla esa. Nada más. Ahora ya sé porqué a la rubia esa no le dolía la de Fran. Jodeeer. Llego afuera y me quedo parada con la mirada perdida y la cabeza llena con la imagen de ese pollón.

Al cabo de poco sale el meón-cornudo-pollón, con su polla dentro de los pantalones y empieza a dirigirse hacia nuestros amigos.

Rápidamente le planteo un cambio de planes: -"Oye, vamos a buscar a esos dos por ahí? Igual están tomando algo y a mí me apetecería meterme algo en la garganta. La tengo muy seca".

Sergio se para y mira hacia Jorge y Alberto. -"Vale. Veo que no han vuelto aún. Me parece bien".

"Perfecto. Ya eres mío" pienso para mis adentros.

Llevamos un buen rato "buscando". Vamos de carpa en carpa y de barra en barra, más que nada para repostar. Sergio ya lleva un buen pedal. Yo no tanto, porque he bebido menos, aunque también estoy un pelín tocadita.

-"Miramos ahí?" dice Sergio señalando la carpa del Chillout.

-"Miremos" le contesto yo.

Al entrar, el calor me golpea con fuerza. La peña está sentada, fumando y bebiendo. Las luces parpadean al son de la música. Es música tranquilita pero está a tope. Desde luego grandes conversaciones no se harán aquí. Además, en general está bastante oscuro y cuesta ver más allá de uno o dos metros.

Avanzamos como podemos entre la gente. Sergio sale corriendo hacia el frente mientras me grita algo que no puedo llegar a escuchar. A unos 6 metros de donde estoy, me parece intuir una pareja que se está levantando. Sergio ya está ante ellos. El tío ha conseguido sitio. Es un sofá bastante tocado por la manchas, de bebida supongo, y sucio de los pies que pone la gente encima.

Nos sentamos.

Estamos al final de todo. A los lados un altavoz y la carpa nos cobijan. Enfrente una fila de sofás hacen de barrera visual.

Estaremos tranquilos.

Permanecemos un rato callados. Bebiendo y disfrutando de la música. Sergio se enciende un cigarro. Lo primero que le digo es: -"Uuuuuffff, qué calor hace aquí" mientras dejo la mochila en el sofá y me quito la camiseta de Chupa-Chups que tanto me gusta. Al hacerlo mi hombro izquierdo, el más cercano a Sergio, queda desnudo. El tirante de la camiseta interior ha caído, casi, hasta mi codo. Parte de la zona superior de mi teta izquierda y la tira del sujetador quedan al aire.

Como si nada pasase, los dejo donde están.

Sergio me pone una mano en mi brazo y coloca el tirante en su sitio sin decirme nada. Pero también sin quitarme ojo.

-"uuups, vaya, gracias, no me había dado cuenta" le digo poniendo cara lo más inocente que puedo. Al mismo tiempo pienso que todo va viento en popa

Iniciamos una conversación. No se de qué va, porque me cuesta mucho oírle. Pego mi oreja a su boca. Así logro oír como me dice que parece que Isa, su novia, tampoco está ahí.

También noto su lengua rozándome la oreja.

Me separo de él y me paso la mano por la frente. Sacudo la mano arriba y abajo y le digo: -"Sigo teniendo un calor espantoso".

Él se ríe y, acercándose otra vez a mi oreja, me grita: -"Pues como no te despelotes, ya no sé que más puedes hacer…"

-"¿Qué no? Tú no sabes el calor que da esto" . Al acabar esta frase paso mis manos por mi espalda, por dentro de la camiseta, y desabrocho los corchetes del sujetador. Con la mano derecha pillo el tirante izquierdo, arrugo el brazo del tirante y lo libero. Con el lado contrario igual. Así saco, en un santiamén, el sujetador de debajo de la camiseta. Al sacarlos, una mano se enreda y tira de la camiseta. Saco la mano y la prenda vuelve a su posición, pero no del todo correctamente. Parte del escote de la prenda se ha encallado en un pezón. Me doy cuenta, pero disimulo mirando a otro sitio.

Le miro.

-"Oye, no sé qué quieres, pero tengo novia" me suelta el iluso.

-"No sé de qué me hablas" le digo, otra vez inocentemente.

Él se señala su pecho y me dirige la mirada a mí. Yo miro hacia abajo. Veo mi pezón izquierdo atrapado por el cuello de la camiseta. Rápidamente, como si de verdad no lo supiera, me pongo la camiseta bien y aparto la mirada de Sergio, como avergonzada.

Ahora los pezones están a cubierto pero se me marcan claramente. Están como piedras. Y no es del frío.

-"Mira, Tania, eres muy guapa, pero recuerda que yo tengo novia"- vuelve a repetirme.

-"Sí, ya lo sé, y también sé que ahora debe estar follando con Fran"- le digo enfadada y molesta.

-"Pero qué dices. Tú estás loca. O peor, enferma" me dice Sergio

Me lo miro. Me da pena. No sé si pasar de él o meterle la estocada final. La imagen del lavabo vuelve a mi mente.

Lo tengo claro.

-"Mira, yo los he visto esta tarde en la tienda de Fran follando como leones" - le grito a la cara.

-"Anda yaaaa. Isa ha estado toda la tarde conmigo. Sólo ha ido un momento a las duchas"- contesta él.

-"Sí claro, si a las duchas debe haber ido, pero se ha encontrado con Fran y mira.."

-"Queeee no. Sólo nos hemos separado para esa ducha, hemos dormido y luego…." Entonces Sergio mira al frente y se queda callado. Su cara se ensombrece. Parece que haya visto fantasmas delante suyo.

Miro donde él.

Nada anormal. Sólo gente sentada y eso. Le miro: -"Y…?" le pregunto mientras le doy un golpecito en el brazo.

-"La ducha de la tarde…., otra vez" - añade Sergio antes de caer en otro profundo silencio.

Viendo mi triunfo ante mí le digo: -"Vaya, qué limpia es tu novia. Se ducha por la tarde, luego duerme y, al levantarse, vuelve a ducharse. No ves que no se ha duchado la primera vez y luego ha ido a limpiarse lo que Fran le ha dejado". Lo siento mucho por él, pero una amplia sonrisa aparece en mi boca. La acabo antes de que él la vea y se enfade conmigo. Es cuestión de aprovechar la situación, pero aún se puede aprovechar muchísimo más aún.

Lo primero que articula Sergio es: -"me cago en la puta…".

Lo segundo: "Hija de la gran puta".

Lo tercero ya no lo oigo. He decidido estirarme.

Pongo mi cabeza en el regazo de Sergio.

Noto la tensión de Sergio al sentirme apoyada ahí, pero supongo que debe seguir pensando en novias y duchas y rubios cabrones folladores de novias.

Tengo mi lado izquierdo de la cabeza en su regazo. Enfrente sólo veo parte del sofá de delante y, por encima de él, el techo de la carpa. Empiezo a mover la cabeza. Poco a poco, como sin querer, para ver que encuentro por ahí. Enseguida noto con mi cabeza que algo se va endureciendo. Algo está creciendo. "Un monstruo" me digo para mis adentros sin dejar de moverme.

Giro un poco sobre mí, como su estuviese incómoda. Ya no me apoyo en su paquete, sino un poco más adelante, sobre sus muslos. Ahora le miro directamente a los ojos. Él me mira a mí también.

Paso una mano por el lado derecho de mi cabeza, donde está su paquete. Lo rodeo frotándolo con el dorso de mi mano un par de veces.

Sigo mirándole

Él no dice nada.

Sonrío.

Paso una mano sobre el botón de sus pantalones.

Lo desabrocho.

Le miro a ver qué dice. Está mirando a un lado, con la mirada perdida. Parece que sus ojos están medio llorosos. Ya le alegraré yo la noche.

Le bajo la cremallera de la bragueta. Al irla bajando va apareciendo el bulto que produce la bestia atrapada ahí adentro. La erección parece evidente, aunque esté disimulada por los calzoncillos. Resigo el bulto con mis labios. El bulto se alarga hacia la izquierda. Si la tuviese recta hacia arriba, le saldría de los calzoncillos. La punta se pierde en la profundidad de sus pantalones.

Separo la goma de sus calzoncillos y meto la mano entre ellos. Le agarro la verga.

Está caliente.

Sin verla, me la imagino. La punta de mis dedos no llegan ni a tocarse al rodearla. Noto los latidos de su corazón en mi mano, cada vez más rápidos. Debe de tener un diámetro de 5 cm. La fina piel que la envuelve está completamente ardiendo, y estirada. La bajo un poco. Mi mano forma un bulto enorme en sus calzoncillos. Un bulto que sube y baja. Al bajar del todo los calzoncillos siguen a mi mano. Algo grande y rojo asoma por encima de la prenda interior. Es su capullo. El "monstruo" está coronado por un bulto no menos monstruoso de tamaño. La raja que lo parte por la mitad me deja ver claramente su agujero. También abierto a causa del tirón de mi mano. Yo no muevo la mano pero el capullo sale cada vez más. Él solo. La polla crece aún más entre mi mano. Las puntas de los dedos se separan un poco más.

Tiro de ella hacia fuera.

Se muestra ante mí en todo su esplendor. Así de cerca, se ve enorme. Más ancha de lo que me había parecido antes. Sigue está caliente y palpitante.

La acerco un poco a mi boca.

Le tiro el aliento. Caliente. Responde con una sacudida. Con la punta de mi lengua la recorro desde los huevos hasta el final del capullo.

Admiro la vena que la cruza. Igual de palpitante. Es gruesa. Debe bombear un montón de sangre para poder mantener recto al monstruo.

Me quedo embobada viendo como la vena se bifurca en otras más pequeñitas para llegar a todo el miembro.

Después de eso, miro a Sergio. Ya no mira hacia delante. Me mira fijamente a los ojos.

Sonríe.

-"Qué puta eres."- me dice con franqueza.

Ante tal afirmación, me animo, sonrío y me separo un poco del monstruo para poderlo ver mejor. El capullo está a unos centímetros de mis ojos. En primer término veo la polla, rodeada por mis dedos como desafía la gravedad, desafiante apuntando al techo. Detrás de ella puedo ver, desenfocado, la cara de Sergio. Así es como quiero vérsela. No porque sea feo, sino porque lo que me importa ahora es su polla.

Pero como contradiciendo mis pensamientos, mis ojos se centran en los suyos. Ahora lo que se desenfoca es la polla, pero sé perfectamente donde está.

Más bien la noto.

Porque mi lengua la vuelve a tocar en su parte más alta y sensible. Empiezo a bajar. Después de lo que a mi me parece una eternidad llego abajo. Vuelvo a tener sus huevos a escasos centímetros de mí. Los resigo con mi lengua. Cierro los labios. Atrapo parte del escroto y tiro de él. Los huevos pierden su forma y se adaptan a la posición que le marcan mis labios. Tiro hasta que la piel no cede más y separo los labios. El escroto se escapa entre mi boca intentando recuperar la forma original. Se queda un poco deformado, marcando perfectamente el trozo que ha entrado en mi boca. Vuelvo a hacerlo un vez más.

Paso mi lengua entre los dos huevos. Me dirijo todo lo abajo que puedo. Los pantalones me lo impiden, pero si pudiese continuaría hasta el final

Haciendo esto, mi nariz se hunde entre sus testículos. Huelo. Es un olor entre sucio y sudado, que viene de más abajo. Olor a sudada excitación. El solo hecho de oler eso, me pone a mil.

Vuelvo a subir apoyando la lengua en toda su tranca. Después de otra eternidad llego a la punta. Meto la lengua en el agujero de su capullo. La muevo, intentándoselo abrir con la punta.

Está mojada. Pongo la boca en "O" y la introduzco, sorbiendo, chupando todo lo que hay en ella.

Vuelvo a subir, cojo aire por la boca y vuelvo a bajar.

Sus manos se apoyan en mi cabeza, suavemente y empiezan a jugar con mi pelo.

Vuelvo a subir. Mi mano izquierda sujeta la polla por abajo, la derecha va en busca de sus huevos. Los empiezo a masajear poco a poco, a subirlos y bajarlos.

Retorno al enorme capullo, unos 27cm, diría yo, es la distancia que hay ahora entre mi boca y mi mano derecha. Nunca he tenido alguna semejante entre mis manos. Y mucho menos en mi boca.

La vuelvo a abrir y bajo. La voy mesurando. La punta ya toca el fondo de mi boca y mi mano izquierda aún está lejos.

Abro la boca todo lo que puedo, igual que lo ojos (como si sirviera de algo) y hago un esfuerzo apretando todo lo que puedo. Entra un poquito más, pero una arcada me sorprende.

Me retiro rápidamente, sacándola de golpe de mi boca.

Aspiro hondo. Tengo la sensación de que me han intentado ahogar. Hasta estoy asustada y todo.

Miro a Sergio. Con mis ojos le digo que no puedo seguir haciendo eso. Me dedica una sonrisa y, rodeando mi cabeza con sus manos, me dirige otra vez hacia su verga.

La vuelvo a tener a escasos centímetros. La miro como si fuera algo que me acaba de intentar matar. No es para tanto me digo. Decido continuar, pero ahora más tranquila.

La vuelvo a introducir quedándome sólo en el capullo. Lo rodeo una y otra vez.

Las manos que tengo en mi cabeza no se quedan quietas. Aprietan hacia abajo, como demostrándome que el resto del cuerpo quiere algo más que sólo el capullo dentro de mi.

Y sigue empujándome.

Con la polla en mi boca, le miro a los ojos. Con ellos y un movimiento de cabeza le intento decir que no podré hacerlo.

Él ríe y me dice que esté tranquila. Pero sigue apretando con las manos.

Vuelvo a notar otra vez la punta al final de mi boca.

Cierro los ojos esperando la aparición de otra arcada, pero entonces cede la presión sobre mi cogote.

Ahora las manos me sujetan la frente y me inclinan la cabeza hacia atrás.

Empieza a apretar sus caderas hacia mí… haciendo que la polla siga su camino hacia adentro.

Mis ojos se abren como platos. La postura en que ha puesto mi cabeza, permite que entre más. Y más.

Llega a mi garganta.

Aspiro hondo por la nariz. Por la boca ya no puedo.

Continúan sus golpes de cadera. Empiezan a ser rítmicos. He pasado de ser una "madame dominadora" a ser una muñeca hinchable a la que le follan la boca. Me ha salido el tiro por la culata. Espero que no me salga por el cogote. Es que el tío sigue follándome la boca. Mi cabeza ya no se mueve ni un centímetro entre sus manazas. Sergio aprieta su culo para meterme la polla. Lo hace rítmicamente y sin parar. Mi boca abierta en forma de "O" no puede hacer nada más que tragar. Mi cabeza se ha convertido en algo inerte que recibe sin compasión una follada detrás de la otra. Cada apretón de cadera viene acompañado de un jadeo profundo de Sergio. Continúa penetrándome y parece que no vaya a parar nunca. Sus manos me aprietan fuerte y tapan mis oídos. Ya no oigo la música, sólo lo que pasa dentro de mi cabeza. Mis súplicas ya sólo las oigo yo. Mientras los movimientos de cadera han dejado de ser violentos y ahora son más suaves, pero más profundos y duros a la vez. Sergio empieza a notar resistencia en el fondo de mi boca donde ya ha entrado más de media polla. Empuja con fuerza pero no consigue pasar más adentro. Se retira un poco y se agarra la polla. La empieza a sacudir golpeándome con su capullo en la lengua. Rebota contra mis dientes. Veo que un momento de descanso y me dedico a lamerle la punta a pensando que se ha acabado el forcejeo, pero nada más lejos de la realidad.

Sergio se la agarra con una mano, dejando de golpearme con ella y con la otra me sujeta la cabeza por la nuca.

Le miro.

Él me mira también.

Me dedica una sonrisa.

Yo también a él.

Me dispongo a cogerle la polla y volverla a chupar tranquilamente.

No me deja continuar. Empieza a empujar. Poco a poco, suave, pero sin detenerse para nada. Aprieta también mi cabeza hacia él.

Viendo otra vez lo que se me viene encima respiro hondo por mi nariz. Igual es la última vez que lo haga en mi vida, pienso asustada.

El aire entra a mis pulmones hinchándolos a tope. Pero por poco tiempo.

Algo tapona mi garganta. Sorprendida y asustada, otra vez me tiro hacia atrás. Pero mi cabeza está atrapada. Mi fuerza hacia atrás es correspondida por un aumento en el apretón de la mano de mi nuca. Lejos de alejarse, mi cabeza se acerca más a la ingle de Sergio. La polla me folla la garganta sin compasión abriendo un camino virgen hasta ahora.

La angustia que siento es enorme. No puedo respirar. Mis ojos se cierran y en mi cara aparece un rictus de asco. Me pongo roja y, apunto de vomitar, hago un último esfuerzo. Tiro hacia atrás con todas mi fuerzas.

La mano me suelta y caigo hacia atrás al suelo, de culo.

Una vez libre, aspiro todo el aire que puedo.

Cuando me recupero del susto, empiezo a pensar. El tío este acaba de desvirgarme la garganta, por llamarlo de alguna forma. Hace un momento casi me ahogo con ella, en cambio, ahora, me la he metido hasta la garganta. Y no me ha pasado "nada".

Me doy cuenta que Sergio me acaba de enseñar cómo hacerlo. Un poco brusco, pero me ha lo ha enseñado. Supongo que debe tener mucha experiencia en como trabajar con semejante aparato.

Podría estar una hora pensando en lo que acabo de hacer, pero el gusto que tengo en mi boca me devuelve a la realidad. Es polla. Lo noto en toda mi boca. Cada vez que aspiro por la nariz se me llena todo con ese olor y sabor.

Quiero más. Mucho más.

Teniendo en cuenta lo que me ha enseñado, no tardo en estar en la misma posición de antes.

Cuando necesito aire, vuelvo a subir, liberando mi garganta y respirando por la nariz. Cuando ya tengo suficiente vuelvo a bajar.

Mi garganta se llena con su capullo.

La boca parece que se me vaya a partir por la comisura de los labios. Nunca la había tenido que abrir tanto para que entrase una polla. Mi saliva resbala por ella sin detenerse en mi lengua. Enseguida empieza a salir de mi boca resbalando polla abajo. No puedo evitarlo, no tengo manera de retenerla. Pero eso facilita que entre en mi boca.

Mi garganta vuelve a liberarse. Decido volver a lamer en el método "normal". La cojo con fuerza y aprieto mis labios contra su capullo. El pliegue de debajo del capullo pasa cada vez más deprisa entre ellos. Me encanta eso.

Me cuesta explicar qué siento. Tengo la boca completamente abierta, forzada por una polla que nunca me había imaginado. Él sigue moviendo las caderas. Veo cómo se está excitando. Eso me pone más a tope aún. Tengo el chocho como si me fuera a explotar. Algún punto de ahí dentro se pone al rojo vivo. Parece que no va a parar nunca. El calor parece que se convierte en vapor. Enseguida noto como se lubrica él solo. Aprieto las piernas intentando calmarlo. Mis labios vaginales resbalan uno con el otro a causa de lo mojados que están. Bajo una mano y empiezo a rozarme levemente. Hay que apagar eso como sea.

Una mano me coge fuertemente de la muñeca y me separa de mi concha. Separo ligeramente las piernas, esperando que continúe él con el trabajo.

Una vez más, me equivoco. Sergio me reúne las dos manos alrededor de su polla. Con sus manos vuelve a ponerme la cabeza en posición.

La polla no tarda mucho en volver a penetrarme la garganta. Otra vez sin compasión.

Le pongo una mano en su barriga, intentando que pare. Le doy varios golpecitos.

Parece que se lo piensa y para. Eso o ha tenido miedo de que lo detengan por asesinato.

Veo que tengo que pasar yo a mandar sino, este tío me hará daño. Aunque sea sin querer.

Me pongo de rodillas ante él.

No le suplico nada. Simplemente vuelvo a tragar. Y tragar.

Noto el capullo abriéndose camino en mi ,hasta hace poco, virgen garganta. Llega un punto que parece el máximo.

Le agarro por el culo.

Tiro hacia mí y abro la boca todo lo que puedo y más.

Entra unos centímetros más.

Algo me presiona la garganta por fuera. Levanto la mirada y veo que una mano de Sergio sale de mi campo de visión. Tiene dos dedos en mi cuello.

Extrañada pienso qué hace.

Sergio sonríe.

-"Muy bien, tía, muy bien."- me dice

Ja!!! Está mirando hasta dónde llego a tragar.

-"Eres un pozo sin fondo mi profunda zorrita"- me dedica entre otra sonrisa y aprieta un poco con sus dedos.

-"Jodeeer puedo notar perfectamente la polla ahí dentro. Si alguien te viera pensaría que eres un tío. Te llega casi a la mitad del cuello".

Me retiro un poco dejando libre mi garganta. Nunca me han dicho que parezco un tío. No me gusta. Y mucho menos permitiré que me insulte éste. Por mucha polla que tenga.

-"Es que tienes una cacho nuez en tu cuello, que no veas". Dice Sergio.

Me entra la risa, no puedo evitarlo. Era eso!!!!. Salvado por la campana. Soy capaz de pegarle un muerdo si lo dice en serio

Vuelvo a retirarme y mi cabeza sube y baja con el pollón como guía. Mi pelo, completamente suelto, cuelga a los lados de mi cara y tapa lo que entra en mi boca. Pero ni eso puede evitar que si alguien nos ve, no sepa perfectamente qué le estoy haciendo. La mitad de la verga entra y sale de mis labios con rapidez y ritmo. Cada vez más mojada, resbala ente mis labios y rebota en mi paladar.

Muevo la lengua.

La saliva abunda en mi boca. Evidentemente no puedo tragarla, así que no tarda en superar su capacidad y gotear hacia el suelo. Empapo toda su polla., sus huevos y parte de sus calzoncillos. Con una mano le friego mi saliva sin dejar de mamar. Todo el duro y ancho tronco de la polla es recorrido con mi mano derecha. Le pajeo y se la chupo a la vez, como he visto hacer en alguna peli porno. Antes nunca lo había podido hacer. O me quedaba sin polla que chupar porque se quedaba dentro de la mano o no quedaba suficiente fuera para meterse en la boca. Eehh, Perdón, volvamos a esta polla: Con la izquierda le masajeo otra vez los huevos, esparciendo mi saliva por ellos. Meto la mano más al fondo, intentando llegar a su culo. No puedo, los pantalones me lo impiden.

Su enorme capullo queda enredado una y otra vez en mi lengua. Vuelvo a meter la punta en su agujero. Noto como un poco de líquido sale de él y pasa a mí. El sabor salado y agrio del líquido preseminal es intenso.

Estoy completamente fuera de mí.

Cabeceo con fuerza. La dureza y longitud de la verga me lo permite. Me encanta mamar pollas grandes. Para otra cosa no, pero para chupar, me encantan. Y como esta nunca había tenido ninguna. Estoy disfrutando como una perra en celo.

Sergio también. Ahora ya me deja hacer. Sus manos se apoyan en sus muslos y dejan mi cabeza en paz. Sus ojos enfocan al techo. Me parece que hasta se ponen en blanco por algunos instantes.

Al verlo aumento la velocidad de mamada. Es genial notar como la polla entra en mi boca. Cómo se mueve dentro de ella. Cómo su sabor me llena, cómo su tamaño deja mi cabeza pequeña.

Me encantaría verme desde fuera.

Me encantaría que alguien nos viera y se acercase a mí por detrás. Que me agarrase las tetas con fuerza. Que me bajase los pantalones. Que me rompiese el tanga y me la metiese hasta el fondo. Cuando se corriese, me gustaría que se apuntase otro y me follase también. O me la metiese en mi culito de una vez.

Me gustaría, pero por nada del mundo dejaría de chupar ahora mismo esta enorme tranca.

Me imagino de rodillas, entre sus piernas, moviendo la cabeza, que se ve pequeña en comparación al tamaño del miembro que entre y sale de ella.

Con estos pensamientos mi almeja vuelve a reaccionar. Empieza a gotear. Lo noto. Mi tanga debe estar empezando a calarse.

Paso una mano entre mis piernas. Me aprieto con fuerza a través de los tejanos. Me gusta mucho hacer eso, pero no es suficiente. Me desabrocho un par de botones.

Meto la mano dentro. Ahora Sergio no me lo impide, está demasiado ocupado en su placer. Se ha olvidado de mí.

Volviendo a mi tanga, mojado es poco. Lo que encuentro supera mis expectativas. Seguro que hay una mancha con la forma de mi rajita. Ayudándome de la humedad del lugar, introduzco un dedo entre mis labios inferiores. Entra rápidamente, y casi no noto nada. Lo saco y lo vuelvo a meter acompañado de otro dedo. Ahora mejor. No los meto a lo largo de la rajita, sino perpendicular. Contra mis dedos noto las paredes de mi vagina que ofrecen resistencia. El contacto es total. Cada vez que introduzco la polla en mi boca, también meto mis dedos. La sensación va en aumento. Y parece que no vaya a parar nunca. Pero yo sé que sí lo hará. De un momento a otro, lo hará.

Vuelvo a imaginar que alguien nos sorprende. Alguien que se acerca a mí por detrás pensando que soy una puta insaciable. Saco la mano de mi coño y agarro la cinta del tanga. Tiro de él pensando que alguien está detrás de mí haciéndolo. Con fuerza la tira se clava entre los labios de mi chocho. La muevo a los lados. El clítoris siente el contacto y responde hinchándose. Suelto la tira y meto dos de mis dedos otra vez dentro de mí pero, esta vez, con la cinta entre ellos. Los muevo. Me imagino que ahora el que tengo atrás empieza a follarme. Me encanta la idea que alguien que ni siquiera he visto me este follando. Se ha acercado furtivamente por detrás y ha aprovechado mi excitación para penetrarme con fuerza mi húmedo chochito. Mis dedos imitan el movimiento de esa polla imaginaria. Cada vez me follan (me follo) más rápido. El clítoris quiere contacto. Más que querer, lo necesita. El calor se concentra en él. Parece que vaya a explotar. Quiero que explote. Que me lleve a dónde sólo él me sabe llevar. Me toco el clítoris con un dedo libre. Ahora me imagino frotándolo mientras me folla el desconocido. Me siento una actriz porno total. Una polla descomunal en mi boca, un tío (aunque sea imaginario) follándome por detrás y yo, insaciable de mí, frotándome el clítoris.

El estallido me coge por sorpresa. Mil placenteras agujas me cruzan el cuerpo desde mi coño hasta mi nuca. Los pelos se me erizan. Dejo salir un jadeo, ahogado por el miembro que me tapona la boca. Mis ojos se cierran. Todo mi cuerpo se contrae y se estira al mismo tiempo. Mi boca se cierra instintivamente. La polla queda atrapada entre mis labios. Casi me había olvidado de ella.

Paro a disfrutar del orgasmo que acabo de tener. Ya volveré a pensar en ella dentro de un momento.

Sergio se debe haber dado cuenta, pero no está para ostias. Vuelve a mover las caderas. La polla penetra a través de mis labios, que no pueden retenerla.

Yo sigo con los ojos cerrados.

La polla ya vuelve a estar en la boca de mi garganta. Y sigue.

Mis dedos siguen en mi coño. Bien adentro. Moviéndose lentamente, como intentando recoger los restos del orgasmo que acabo de tener.

Pero la polla sigue entrando.

Logro abrir los ojos. Aspiro por la nariz. De un momento a otro no podré hacerlo durante un rato.

La polla vuelve a cruzar mi garganta.

Abro la boca todo lo que puedo, hasta hacerme daño en las comisuras y bajo. Pero ya no entra nada más.

Saco la mano de mi coñito.

La subo. Poco a poco.

La sitúo ante donde creo que está la cara de Sergio. Digo creo porqué no puedo verlo. Toco a "ciegas" y noto su barbilla. Subo un poco más y toco sus labios. La dejo ahí.

-"Dios, que olor más bueno"- es lo que se le ocurre decir a Sergio que, acto seguido, se traga mis dedos. Tres de ellos ya están dentro de la boca de mi follador de garganta. Mojados como están, resbalan como si fueran de gelatina. La lengua de Sergio los resigue, como hacía yo con su polla hace un momento.

Aprieto con fuerza hacia dentro. No podré metérselos en la garganta, pero quiero que sepa qué siento yo, y que lo haga con el aroma que he dejado en mis dedos.

La polla de Sergio se retira un poco de mi garganta. Al salir noto como su piel se arruga entre mis dientes.

Me sorprende que justo ahora se retire.

Le miro y veo que sigue enfocando al techo, pero ahora con los ojos cerrados. Sus manos se separan de sus piernas.

Me rodean la cabeza.

Sigo mirándole. Veo que volveré a notar como ese enorme chorizo penetra en mi garganta.

Sergio baja la cabeza y me mira. Me dedica una media sonrisa mientras sigue con mis dedos en su boca.

Las manos tiran hacia él y da un golpe de cadera. Lanza un gran gemido que sólo puedo escuchar yo.

La verga entra sin dificultades. Mi garganta ya se ha acostumbrado a su tamaño. Aunque no a su longitud. Sólo le quedan unos pocos centímetros fuera de mi cabeza, casi toco su bello púbico con mi nariz.

Me muerde los dedos.

La verga tiembla.

No soy tonta. Sé lo que viene y, rápidamente, me separo de él.

No soy tonta, pero él tampoco. Me tiene agarrada con fuerza. Me impide la retirada.

El monstruo empieza a escupir. La primera y violenta sacudida se aloja en el centro de mi garganta que, instintivamente, se cierra para evitar más intrusiones. La segunda corrida sigue el destino de la primera. Ha sido igual de violenta y fuerte. Definitivamente mi garganta queda cerrada atrapando al monstruo. Al hacerlo, noto como la polla toca con todo lo que hay en mi boca.

Vuelve una arcada.

La presión en mi cabeza cesa un poco y me permite la retirada parcial.

La verga sigue escupiendo dentro de mí. La cantidad de semen que emana la polla es tremendo.

Aparece la tos.

Las manos me han dejado separarme un poco, pero no liberarme del todo.

Como os he dicho, las siguientes corridas son más abundantes.. Mi boca llena y abierta, con la polla cruzándola, empieza a ser superada. El semen empieza a gotear por el pequeño espacio libre que deja la polla en mi boca. El semen resbala por mi lengua hacia fuera. Noto mi barbilla húmeda. Goteando Boca abierta y garganta cerrada. Igual que mis ojos.

Sigue sin dejarme.

Me está forzando a tragar.

Y trago.

O eso o mi vida. Parte de lo que tengo en mi boca empuja garganta abajo, en dirección a mi estómago.

Las manos de Sergio caen a los lados, dejando mi cabeza completamente libre.

Me separo del todo.

Ante mí, Sergio se recuesta contra el sofá, con su miembro goteante aún escupiendo un poco de semen.

Muy poco, porque la amplia mayoría está en mi garganta. En mi boca. En mis labios. En mi barbilla.

Yo sigo de rodillas, mirando al suelo y tosiendo. Escupiendo.

El suelo ante mí, no tarda en estar manchado. Estoy escupiendo lo que puedo. Si no lo hago no podré respirar. Apoyando las manos en el suelo, sigo tosiendo y respirando a la vez.

Mala combinación.

La mancha del suelo es tanto de mi saliva como del semen que Sergio no ha conseguido que me trague.

Empiezo a recuperarme.

Ya respiro mejor. Hondo y entrecortado, pero mejor.

Me paso una mano por mis labios recogiendo lo que hay en ellos. Lo tiro al suelo y vuelvo a escupir.

Paso un dedo recorriendo todo el contorno que forma mi barbilla. Lo miro. Completamente empapado y goteante. Lo sacudo lanzando al suelo el semen que había en él. Me acabo limpiando con un papel que había tirado por ahí.

Todo lo limpita que puedo, al menos eso creo, me incorporo y me siento al lado de Sergio. Éste sigue con los pantalones desabrochados y la polla medio morcillota aún al aire. Digo morcillota porque no está dura como antes, pero aún sigue siendo más larga que cualquier otra polla que haya visto jamás.

-"Joder, tía. Muchas gracias. Ha sido genial. Menuda mam….- y se calla sin acabar la frase, me pilla por la cabeza y me tira hacia abajo. Me la vuelve a poner ante su polla.

El glande me toca la mejilla izquierda. Resbala sobre ella dejando pequeños rastros.

Intento ofrecer resistencia. Mola un poco el rollo de dominar, pero no hay que pasarse, y le grito: -"¡Qué haces!!!! Suéltame."

-"No tía, no. Acaba de entrar Isa con ese amigo tuyo"- dice mientras intenta guardar el miembro entre sus pantalones. Cuando lo consigue continúa con los botones de su pantalón.

Menudo gilipollas. Su novia se la está pegando en su cara y a él le importa que no le vean haciendo lo mismo. Me parece una soberana tontería pero, de momento, me mantengo en su regazo, notando aún el bulto de su polla.

Al poco oigo que Sergio dice: "¡¡¡Sshhhh!!! Aunque parezca mentira, esta se ha quedado sobada"

Una voz femenina, que supongo que es Isa, añade: -"Joder, menudo pedo debe llevar. Con el follón que hay aquí dentro".

-"Sí, ya ves. Por cierto, ¿dónde habéis estado?" pregunta a los dos recién llegados.

-"Por ahí."- sueltan los dos. -"Al salir de los lavabos no os hemos encontrado y pensamos que habíais ido a dar una vuelta" añade Fran.

Las manos ya no me sujetan la cabeza.

-"Bueno, despierta a la bella durmiente. Va a empezar lo mejor de la noche."- le manda Isa a Sergio.

-"Hombre. Lo mejor, lo mejor creo que ya ha pasado" añade Sergio ante la extraña mirada de Isa. Sin darle tiempo a preguntar nada, Sergio me zarandea cuidadosamente la cabeza.

Abro los ojos poco a poco. Miro a los lados como si no supiese dónde estoy. Miro a la pareja. Me incorporo bostezando y estirando los brazos. Desde luego, Sergio no se podrá quejar que no le sigo el juego.

Después del ritual, saludo a la parejita.

Isabel me mira fijamente. Está muy oscuro, sobretodo donde estamos nosotros. Cierra un poco los ojos, como si intentase enfocarme mejor. Entonces añade: -"Vaya si has dormido bien, hasta se te ha caído la baba y todo".

Me vuelvo a Sergio como no entendiendo nada. Él me mira fijamente las tetas. Su mirada es de auténtico terror.

Sigo su mirada.

Una mancha recorre, justo debajo del escote, la distancia que separa mis dos tetas (que no es mucho). Es una mancha de dimensiones considerables a lo ancho. Es espesa. En este ambiente se ve algo oscuro y sin forma definida pero, tanto Sergio como yo, sabemos qué es.

Todos quietos y callados mirando mi escote. El silencio es sepulcral. La tensión se palpa claramente.

Mirando fijamente a Isa, estiro un dedo. Aprieto contra la camiseta y, usándole dedo a modo de cuchara, recojo todo lo que hay en mi camisetita. Lo levanto impregnado de lo que su novio ha dejado en mí.

Así de cerca puedo observarlo mejor. No hay duda de qué es.

Dedicándole la mejor sonrisa que puedo a Isabel..

lo introduzco en mi boca, lo rodeo con mi lengua dejándolo completamente limpio y …..

trago, trago, y vuelvo a tragar.