Con uno no me conformo 2º parte y fin

Deseosa de comérmela entera y que se corriese también en mi boca. De nuevo me coloqué a cuatro pero en diferente dirección: ahora miraba para Diego y dejaba mi coñito insaciable a merced de la tremenda polla de Miguel...

Caminaba sintiendo el frío nocturno en mis partes íntimas, pensaba que me iba a poner mala por el frío y por cabrón ese que se había llevado mi culotte. No entendía por qué no se había dedicado a pedirme el número si tanto le había gustado que llevarse mis bragas, no lo veía productivo. Saqué el móvil de mi bolso y llamé a Clara:

  • ¡Hola tía!- dijo al descolgar- estamos ya en Gabana, vente el dueño nos está invitando a unos chupitos. ¿Dónde estás?

  • Estoy en Avenida Diezmos. Estoy de camino, pero he de preguntarte una cosa. ¿Tienes unas bragas de repuesto?

  • ¿Qué si tengo...? Pero ¿qué me estás diciendo Lucía? No te habrá roto ese las bragas no al querer follarte,¿no?

  • Mucho peor, se las ha llevado.

-¿Qué? Pues no tengo nada. Vamos no suelo llevar bragas de repuesto.-dijo con pena- pero espera que pregunto por aquí a ver si alguien tiene.

  • No, no...- pero era demasiado tarde se notaba que estaba un poco pedo porque la estaba oyendo gritar a los cuatro vientos si alguien tenía unas bragas que a su amiga se las habían robado. Encima iba a ser el hazmerreir de la noche. Ni de coña. Me iba para casa a por unas bragas eha!

  • No hay nadie con unas bragas de repuesto, tronca- dijo con más pena que antes.

  • Da igual Clara voy para casa a por unas y vuelvo.

  • Ok llamanos.

Nos despedimos y colgué. Que manía tenía la gente borracha de decir todo de los demás. Me dí la vuelta de camino hacía mi casa, cuando oí que me llamaban por detrás. Me di la vuelta para ver como se me acercaban dos tíos de unos 25 o 28 años más o menos, me acerqué a ellos pensando que querrían saber por la calle esta o la otra, porque aunque no era de allí conocía ya bastante la ciudad y sabía moverme por allí:

  • Estábamos de camino a casa cuando hemos oido lo que le has dicho a tú amiga- dijo uno de ellos, el más alto de los dos. Era moreno y tenía un poco de barba. Me pasó uno de sus brazos por mis hombros y me estrechó hacía él- ¿es eso verdad que no llevas bragas?

Le miré un poco asustada pero enseguida cambié de actitud al recordar que esa noche era para ligar y follar todo lo que pudiese. Me deshice de su abrazo y sonriéndole con malicia le susurré cerca de su oreja:

  • Eso lo tendrás que comprobar, ¿no?

Me miró con cara de salido y me atrajó hacía si mientras su amigo no perdía ojo de lo que pasaba. Me agarró con fuerza el culo y acto seguido introdujo una de sus manos por debajo de mi falda. Sus manos estaban calientes comparado con el frío que estaba cogiendo sin bragas y eso me hizo estremecerme.

  • Pues es verdad, no lleva bragas.- anunció divertido.

Miré a su amigo y le indiqué que también él lo comprobase. Y colocándose por detrás de mi y enfrente de su amigo metió sus dos manos dentro de mi falda.

  • ¡Dios mio!

Sonreí a los dos y me separé de ellos haciendo como que proseguía mi marcha moviendo de un lado hacía otro mis caderas sabiendo perfectamente que se levantaría un poco el vuelo de la falda dejando a la vista medio cachete a mis espectadores. Estaba salidorra como nunca, sentía palpitar mi coño y después de dejarme con las ganas el otro no hacía nada más que empeorar. No iba a perder ni una oportunidad esa noche estaba que me follaba hasta a una farola si hiciese falta, no tardé en escuchar sus protestas de que no me fuera así:

  • Tengo cerca el coche, si quieres te podemos acompañar a casa para que cojas las bragas.

Me di la vuelta de nuevo y caminé hasta ellos y cogiéndoles a los de la mano dije:

  • Muchas gracias chicos.

De camino al coche, fuimos hablando y presentándonos. Diego era el chico alto y moreno de barba, era un tipo delgaducho pero no estaba nada mal, el otro se llamaba Miguel, era algo más bajo que su amigo, rubio y de ojos grandes y oscuros, este era fuerte y musculado. Un cuadraditos de gimnasio. Ambos tenían 24 años y estaban terminando sus carrera que olvidé nada más que me dijeron que estudiaba. La verdad es que no me importaba. Estaba muy caliente y necesitaba desahogarme de alguna manera. Nos montamos al coche. Diego conducía y Miguel y yo nos pusimos en la parte de atrás. Mientras metía mano al chico, indicaba a Diego por donde ir hacía mi casa. Mi mano estaba metida dentro del pantalón de Miguel que a su vez me hacía un dedo sin muchos problemas. Diego desde la parte de atrás protestaba porque también quería. Le dijimos que él tendría más adelante y pareció conformarse. La polla de Miguel era grande y bastante gruesa, la notaba caliente y dura ya mientras mi mano la trabajaba. Él no dejaba de pasar su dedo por mi coñito completamente mojado y resbaladizo, haciendo que gimiese como una loca.

  • Chicos, hemos llegado- anunció Diego bajando del coche.

Miguel se abrochó los pantalones y bajo y le seguí yo que solo tuve que bajarme la falda. Saqué las llaves y abrí la puerta del portal. Entramos todos al oscuro pasillo. Les llevé hasta el ascensor. Montamos en silencio pero encuanto las puertas se cerraron los dos se abalanzaron sobre mi como fieras hambrientas. Diego que estaba de nuevo enfrente mio me tocaba las tetas por encima de la camiseta de tirantes y me besaba metiéndome la lengua con ansia. Miguel estaba por detrás con sus manos en mis caderas rozaba su paquete en mi culo mientras me besaba el cuello. Los dos me hacían temblar de placer. Cuatro manos para mi sola. Aquella noche si que lo iba a pasar bien. Llegamos a mi piso y salimos corriendo hacía la puerta. Teníamos ganas de empezar en serio ese juego. Entramos y les enseñé un poco la casa por encima pero enseguida les llevé al salón. Tenía ganas de hacerlo allí . Me ponía sin más. Diego volvió a estrechó contra él mientras me quitaba la camiseta y el sujetador despacio y me besaba lentamente por el cuello y bajaba a hasta mis pechos, Miguel de rodillas me bajó la falda y empezó a hacerme un dedo y a besarme por las piernas, subiendo hacía los muslos. Aquello me hacía enloquecer y gemía sin parar. Mientras yo desnudaba a Diego y le masturbaba. Su polla no era tan grande como la de Miguel pero tampoco estaba nada mal. Cuando llegué al orgasmo y me corrí con el dedo que me estaba haciendo Miguel tuve que apoyarme en Diego para no caer porque me temblaba todo. Me llevaron hasta el sofá y me hicieron sentarme con uno a cada lado. Ahora era Miguel el que me besaba los labios, sus besos al contrario que su amigo no eran tan suaves o cariñosos. Estos estaban cargados de sensualidad y eso me volvía aún más loca. Desnudé a Miguel el único que seguía vestido, mientras Diego me hacía un dedo. Luego cogí las pollas de ambos y empecé a hacerle una paja a la vez. La verdad es que me estaba costando un poco la que estaba haciendo con la mano izquierda, por ser diestra pero aún así veía disfrutar a los chicos y eso me puso aún más. En un momento dado me deshice de la mano de Diego que seguía metida en mi coño y me coloqué en posición de cuatro encima del sofá. Con una mano cogí la polla de Miguel y suavemente la empecé a mover. Él cerró los ojos, Diego mientras tanto rozaba su miembro por mi culito y coño, que se los había puesto en bandeja. Me incliné y di un lametón al tremendo miembro de aquel musculoso muchacho y le oi gemir. La polla de Diego estaba ya en la entrada de mi coñito, dispuesto a metérmela entera y sin miramientos. Follarme como lo que era: como una perra. Cuando metió su polla en mi fue cuando yo me introduje el miembro de Miguel en mi boca, todo lo que pude pues era enorme. Los dos soltaron un jadeo simultáneo y eso me encendió más a lo que comencé a moverme siguiendo las embestidas de uno y la mamada del otro. íbamos completamente sincronizados cuando uno follaba más deprisa yo mamada a la misma velocidad. De vez en cuando sacaba la polla dentro de mi boca para poder gemir y disfrutar mis orgasmos, entonces sentí la mano de Diego recorrer mi coño en busca de mi clitoris, loca de placer no paraba de moverme y comer la enorme polla de Miguel que ahora me acariciaba el pelo pidiéndome que no parase. En esa posición me corrí cuatro veces antes de que ninguno se viniese antes. El primero fue Diego que estalló dentro de mi como una fuente de semen calentito, acto seguido se vino en mi boca Miguel, tragué todo lo que pude y luego lamí la polla hasta dejarla sin un resto de semen.

Sin esperar un descanso me lancé hacía la polla de Diego. Deseosa de comérmela entera y que se corriese también en mi boca. De nuevo me coloqué a cuatro pero en diferente dirección: ahora miraba para Diego y dejaba mi coñito insaciable a merced de la tremenda polla de Miguel, que enseguida comenzó a hacerme un dedo para lubricar la zona y follarme sin miramientos. Con la polla de uno en mi boca, esta si que me entraba completa y me dejaba hacer un excelente trabajo al observar los movimientos, jadeos y respiración del muchacho, el otro me introdujo, no sin dificultad su enorme miembro, dejé de chupársela a Diego por un momento. El momento de gemir como una puta y sentir como me atravezaba hasta mi interior esa enorme masa de carne caliente y dura y entonces comenzó a follarme. Se movía deprisa sin seguir los movimientos que hacía  con la cabeza al seguir con la mamada por lo que tenía que aumentar el ritmo de la felación y esto volvió más loco a Diego que empezó a pellizcarme los pezones y esto unido a las fuertes embestidas de Miguel y su miembro entrando y saliendo de mi hizo que me corriese de nuevo. Después se corrió Diego en mis pechos y algo más tarde Miguel dentro de mi.

Los tres estábamos cansados de tanto orgasmo pero sobretodo de corrernos. Yo que llevaba tanto tiempo sin catar hombre estaba en la gloria. Cerré los ojos por un momento completamente agotada de tanto ejercicio. Oi como Miguel iba al baño a asearse un poco o eso dijo. Y note la mano de Diego de nuevo en mi muslo queriendo ir más allá. Aunque estuviese cansada estaba tan salida aún que quería más, me abrí de piernas permitiéndome el paso libremente. Su dedo jugueteó con mi clítoris un rato haciéndome que me retorciera en el sofá gimiendo y pidiendo más, me metió un dedo. Mi mano buscó su polla para pajearla y ponerla a tono. De nuevo la quería dentro de mi.

  • Eres una auténtica zorra- me susurró sonriendo a la vez que me hacía tumbarme sobre el sofá y me abría salvajemente las piernas para colocarse entre ellas. Me reí y asentí con la cabeza. Me gustaba que me llamasen zorrita porque esa noche era una. Con una de sus manos me agarró las mias que colocó por encima de mi cabeza y con la otra colocó su polla en mi entrada y me la metió de un golpe. Aunque me dolió un poco no pude más que gemir. Empezamos a movernos. Quería tocarle el pecho, acariciarle la espalda pero Diego me tenía fuertemente sujeta con su mano y no me dejaba. Cada vez me embestía con más fiereza y más fuerza. Podía sentir su polla como separaba mis paredes vaginales. Después de un rato así salió Miguel del baño que no hizo otra cosa que sentarse en una de las sillas cercanas al sofá y a tocarse. Sentirme observada y medio obligada a hacerlo me gustaba y empecé a gemir más fuerte mirando fijamente a los ojos al chico que se había quedado fuera del juego. Diego se movía cada vez más deprisa, me apretaba las manos con más fuerza y empezó a jadear. Cuando se vino de nuevo en mi, sentí venirme a mi también. Diego se dejó caer encima de mi y soltándome por fin las manos me besó la frente y se retiró al baño. Yo me quedé como estaba no podía más sin embargo cuando vi que Miguel se acercaba con su polla completamente preparada para la acción me abrí de piernas para invitarle a follarme. Pasó tres veces su polla entre mi coñito y luego me penetró sin más miramientos. Me hizo estremecer de dolor porque era demasiado grande y gruesa, pero no se detuvo hasta que estuvo por completo dentro. Comenzamos a movernos a la vez. De nuevo me follaba esa polla enorme. No podía dejar de jadear y pedirle a Miguel que me follara más fuerte, la quería sentir toda dentro. Me corrí otras dos veces más antes que él sacase su polla de mi y me pidiese permiso para correrse en mi boca. Contenta con poder volver a disfrutar de ese miembro viril en mi boquita una vez más, la tomé con mis manos gustosa y la metí todo lo que pude. Me empleé a fondo y no dejé de comérsela y de acariciarle las piernas y los huevos hasta que no noté como me llenaba la boca con su leche.

-Eres muy viciosa para tú edad-observó mientras se vestía Diego que acababa de llegar del baño. Miguel descansaba tirado en el sofá con su cabeza sobre mi tripa. Me acariciaba las piernas y yo hacía lo mismo con su pelo.

  • Pero bien que te gusta- logré decir yo.

Miguel comenzó también a vestirse, alegando que era un poco tarde ya. Miré la hora las cuatro ya. De ninguna manera iba a volver a salir es noche. Con lo que había tenido estaba más que servida así que fuí a mi cuarto a ponerme el pijama y a despedirme de mis nuevos amigos. Diego me dio las gracias por todo y su número de teléfono, por si repetíamos pero esta vez sin Miguel, dijo. Miguel me dio dos besos y también me dio su número de telefóno para que le llamase si tenía carencias sexuales. Les di a ambos el mio, quedamos en seguir en contacto y se fueron.

Yo muerta del cansancio, mandé un sms a Sara diciéndola que no iba a salir y que mañana tendría muchas cosas que contarlas. Recogí un poco el salón y abrí las ventanas porque olía a sexo puro y luego fuí hasta mi cuarto y me eché rendida sobre la cama. Así como caí me quedé dormida.

Con Diego quedé un par de veces más, follamos y la cosa se terminó. Con Miguel no llegué a quedar más pero aún hoy en día solemos hablar a menudo por tuenti o facebook.