Con uno no me conformo 1º parte

Me gustaba su forma de hacerlo, decidida y pasional. Su lengua buscaba la mía para entrelazarse, mientras que sus manos ya estaban debajo de mi falda acariciando mi culo.

Viendo el "éxito" que he tenido publicando mis aventuras sexuales desde el inicio voy a procurar mantener una línea en el tiempo y seguir con estas aventuras pero con un sentido, al menos cronológico y que no estén sin sentido. Pido perdón por mis faltas ortográficas que sé que son molestas. Muchas gracias por vuestros comentarios y por leerme.

Esta aventura ocurrió en mi primer año de carrera. Fue la primera de muchas que espero que leáis y disfrutéis con ellas y ya comienzo que no quiero explayarme más. Siento deciros que el principio será un poco largo pero es necesario para poneros en contexto.

Había comenzado la universidad en Septiembre, había elegido una carrera un poco complicada aparentemente (o eso me decían todos) pero que yo desde pequeñita siempre quise hacer: DERECHO. En la ciudad de donde era, bueno en realidad era de un pueblecito, pero la ciudad más cercana no tenía dicha universidad por lo que tuve que matricularme en otra, un poco más lejos. Al principio me asustó un poco porque no iba a estar con mis padres o mis amigas del alma. También dejaría de acostarme a escondidas con mi vecino de enfrente que estaba muy bueno, pero luego comprendí que iba a estar sola, en otra ciudad y sin normal paternales...comenzaba mi nueva vida y estaba segura que iba a ser genial.

Antes de irme conocí a dos chicas por un foro de la universidad a la que iba a ir, ellas también iban a ser nuevas y estudiarían lo mismo que yo por lo que decidimos irnos a vivir las tres juntas a un piso, puesto que nos caíamos bien y no había nada que perder y si mucho que ganar. Así que a mediados de Julio quedamos las tres en nuestra próxima ciudad y miramos un montón de pisos y alquileres, hasta que dimos con el nuestro. Se situaba cerca de nuestra facultad, tan solo estaba a un cuarto de hora andando. Próximo al centro para poder hacer vida y al lado de la estación de buses. Por dentro el piso era genial, tenía un gran salón con mucha luz, dos baños y una cocina impoluta y preciosa. Las habitaciones eran tres, una para cada una. Todas de tamaños parecidos con una cama de 90, armario empotrado enorme (ocupaba una pared entera) y una mesa para poder estudiar y hacer trabajos. También tenían un gran ventanal que daba a la calle por donde podías ver a la gente pasear. Era un primero y nos encantó desde que cruzamos el umbral. Lo cogimos sin pensárnoslo dos veces y dejando todo arreglado, papeles, contrato y fianza: regresamos cada una a sus respectivas ciudades, a pasar el resto de las vacaciones antes de empezar con nuestra nueva vida de independientes.

Cuando comenzó el curso las cosas no hicieron nada más que mejorar. Nuestra convivencia pese a que nuestros padres auguraban desastre total, fue todo un éxito. No solo compartíamos carrera si no parecidos gustos musicales y demás hobbis que nos unían cada vez más, aunque a su vez eramos también diferentes por ejemplo Sara era más paciente que Clara que saltaba a la mínima pero nunca sin enfadarse del todo. Teníamos horarios que cumplíamos a rajatabla con la limpieza de las zonas comunes. Habíamos comprado todas juntas un cubo para la ropa sucia y hacíamos lavadoras entre las tres para ahorrar energía y agua. Cada una hacía una comida para todas al día y hacíamos la compra semanal en común. Lo compartíamos todo y la convivencía no podía ser mejor.

En clase no estábamos juntas porque cada una había sido asignada a un grupo diferente, Cara iba al A, Sara al C y yo al D. Pero quedábamos juntas para ir a las clases o a la biblioteca y nos ayudábamos siempre que podíamos porque algunas asignaturas estaban impartidas por el mismo profesor. Así que cada una fue haciendo amig@s en su clase, para luego montar fiestas inolvidables es nuestro piso con todos nuestros amigos que ahora también compartíamos. Habíamos conseguido formar un grupito muy majo de alrededor de 20 personas, unas veces salíamos más y otras menos. Hacíamos cenas en casa que acababan de botellón y terminamos yendo a nuestro bar favorito a pasarlo bien.

La verdad es que no me podía quejar salvo por una cosa: la falta de sexo.

Solíamos salir casi todos los días, eso al principio de curso aprovechando las novatadas de la gente de las residencias, casi todos los compañeros de clase vivían en la misma residencia y nosotras íbamos con ellos. Hasta los veteranos nos conocían y nos dejaban participar en ellas. Era divertido. Luego a medida que avanzaba el tiempo y con ello los deberes y los temas para empollar empezamos a salir jueves, viernes y sábado.

Clara y Sara siempre acababan con uno en la cama. Mi habitación estaba entre las dos y las oía perfectamente follar (porque a pesar que era muy bonito el piso, las paredes eran de papel de fumar, había veces que hablabámos de pared a pared y nos oíamos) y yo acababa por hacerme un dedo y durmiendo como una marmota a espera de la mañana de resaca mortal del día posterior. Esto ocurría porque, según ella yo no quería follar. Siempre había alguno o dos interesados en mi, incluso un par de mi clase, pero siempre les terminaba pro cortar el rollo de cuajo. A los de mi clase porque no me apetecía joder la relación de amistad si salía algo mal y a los chulos peras de las discotecas porque simplemente no me apetecía follar con el primero que pasase. No había follado con nadie más que no fuera Sergio, a veces cuando iba a casa a ver a la familia quedaba con él y lo hacíamos salvajemente, pero no era suficiente para mi. Mis amigas decían que era un caso perdido, yo decía que estaba enamorada de Sergio y ellas reían diciendo: tú estás enamorada de la polla de Sergio. Y eso era totalmente cierto dado que no había nada más que sexo entre nosotros dos.

Cuando ya llevaba tres meses en esa ciudad, un día que fuí a casa para ver a mis padres y a Gloria y a Marta. Me encontré con Sergio en el rellano, me dijo que estaba muy guapa, me preguntó por la carrera y que si después querría quedar con él para tomar algo. Siempre me decía eso cuando quería realmente algo más, mi cuerpo por entero. Me estremecí entera y le dije entusiasmada que si. Me encantaba estar con él y sentirme de él. Era una dependencía un tanto obsesiva pero creía que si lo hacía con alguien más que no fuera él, era traicinarle. A pesar que sabía más que de sobra que él seguía viéndose con otras muchas más. Pero no podía decir nada. No éramos nada y yo no quería perderle.

Quedé con él a las 7 en su casa y fue la cita más corta que tuve con él hasta la fecha. No follamos ni hicimos nada. Resulta que se había enamorado de una de sus putas particulares y quería dejar de verse con todas, incluida yo. Dcepcionada y echa polvo le deseé suerte a pesar de que no lo sentía y me fuí.

Esa semana estuve de bajón y cuando llegó el jueves mis amigos me propusieron salir. Mientras me preparaba pensé en que había llegado la hora de dejar de ser tan pava, era hora de dejarse llevar. Así que me miré en el espejo y dije que ese día no iba a salir de modosita calienta braguetas, sino de zorra dispuesta a todo. Me desvestí y me puse un conjunto de lencería sexy de guepardo que me habían regalado mis amigas por mi cumple, me puse unas medias de liga negras, una minifalda demasiado corta vaquera, por lo que se me podía ver algo de muslo a pesar de llevar las ligas, una camiseta de tirantes finos de color crema que me hacía más grandes las tetas. Me maquillé a conciencia haciendo destacar mis puntos fuertes de mi rostro. Carita angelical, mis ojos verdes manzana. Pinté mis labios de rojo pasión y salí del baño decidida a pasarlo más que bien esa noche.

  • Vaya que guapa vas hoy.- dijo impresionada Clara que estaba ya bebiendo en el salón. Siempre bebiamos algo antes de salir hubiese o no botellón en la casa.

-¿Te gusta?- pregunté dándome una vuelta para que me viese bien.

  • Me encantas, porque eres una tía y se que no me molan pero si no te follaba aquí mismo contra la pared.

La guiñé un ojo y fuí a por mi botella para unirme con ella a darle al pimple. Cuando se nos unió Sara yo ya estaba un poco contentilla y les confesé lo que había pasado con Sergio y cual era ahora mi plan. Contentas por mi decisión de salir del caparazón para dar rienda suelta a la loba que hay en mi, brindamos por los que nos íbamos a follar esa misma noche. Cogimos nuestros abrigos y nuestros bolsos. Apagamos las luces y salimos a la calle.

Habíamos quedado con el grupo en la plaza mayor de la ciudad, punto de encuentro general y donde podíamos ir a cualquier bar que quisiéramos pero siempre hacíamos la misma ruta:

1º. Íbamos al Hoock donde nos pedíamos un cachi de coctel (yo siempre sex on the beach) por cinco euros. Y ya salimos un poco borrachos.

2º. A la chupitería de enfrente a por dos tequilas (mínimo) para conseguir el punto exacto de borrachera en la que te mareas y empiezas a decir bobadas.

3º Llegábamos al Gabana a bailar, era nuestra segunda casa. Allí todos nos conocían.

Cuando nos encontramos todos y estuvimos bebiendo en el Hoock, es cuando se me arrimaron un par de chavales. No eran de la ciudad habían venido de visita a ver a un amigo, le saludaron y yo también le saludé ya que no me quitaba el ojo de encima el amigo de los chicos. Se me presentaron y trajeron casi arrastras al amigo, al que también me presentaron:

  • Este es Jonás.

  • Encantada yo soy Lucía.

Nos dimos dos besos y por arte de mágia los dos chicos desaparecieron dejándome al chaval. Le presenté a mi grupo de amigos y estuve largo rato charlando con él de cosas banales, tipo :¿qué haces aquí?,¿qué estudias? hasta que en un momento dado me dijo algo que no logré a escuchar y le pedí que lo repitiese ya que la música estaba muy alta y no se oía bien. Se acercó a mi y me susurró al oido:

  • Me gustas.

Sonreí con picardía y le dije que él a mi también, pues era un chico muy mono. Alto, de piel clara, moreno de cabello y ojos oscuros. Sobretodo me gustaba cuando sonreía. Sabiendo que a mi también me gustaba se inclinó y me besó timidamente en los labios, pero yo deseosa de dejarme de tonterías le atrajé hacía a mi y le puse mis dos manos en su cara y le besé sin miramientos. Mi grupo de amigos y sus dos amigos que acababan de aparecer de nuevo, empezaron a vitorear y a silbar. Un poco intimidados decidimos salir afuera a seguir con lo nuestro. Le dije a las chicas que las llamaría más tarde para saber donde estaban.

Una vez en la calle nos metimos a un portal. Él menos tímido que antes empezó de nuevo a besarme. Me gustaba su forma de hacerlo, decidida y pasional. Su lengua buscaba la mía para entrelazarse, mientras que sus manos ya estaban debajo de mi falda acariciando mi culo. Estaba empezando a sentir mi culotte mojado, sin perder el tiempo yo me dediqué a sobarle el paquete, ¿para qué andarse con tonterías? Quería que me follara ya mismo. Aún besándonos me arrastró hasta dejarme apoyada en la pared y sus manos dejaron a mi culo para dentrarse en mis tetas. Solté un  jadeo casi imperceptible pero que a él le volvió loco y se lanzó a besar y morder mi cuello. Le cogí por el culo y le arrimé más a mi dejando que su ya abultado paquete se encontrase con mi húmedo coñito y empecé a moverme de alante a atrás. Él posó una de sus manos en mi coño y empezó a acariciarlo, gemí porque me estaba gustando demasiado. Necesitaba tenerle dentro ya. Uno de sus dedos se coló por dentro del culotte y eso me hizo ponerme a cien, junté más a mi y le bajé las manos para quitarle el botón del pantalón y liberar a esa fiera que estaba creciendo a un modo asombroso. Su dedo se deslizaba suavemente por mi rajita, soltó un gemido y un mmmm cuando se dió cuenta que estaba todo completamente rasuradito y tan suave...me besó con más fuerza esta vez, mordiendo un poco mis labios. Me gustó. Me abrí de piernas un poco para facilitarle el trabajo, mientras yo seguía peleándome con el cierre de su pantlán cuando lo conseguí abrir, metí la mano en ella y se la toqué. Aprecié su grosor, no era mucho pero si que era bastante larga. Le empecé a hacer una paja. Él seguía mastubándome con sus maravillosos dedos. Se la saqué para poder hacersela mejor. Entonces con mucha maestría me quitó el cullote de un solo tirón que casi hace que me callese y se acercó más a mi quitandos sus dedos de mi coño, deteniendo por un momento esa maravillosa sensación. Levantó un poco mi minifalda con su polla y buscó la entrada de mi coñito humedecido por sus dedos y levantándome un poco en brazos y apoyándome contra la pared me la fue metiendo poco a poco. Llevaba bastante tiempo sin follar ya por lo que mis paredes vaginales estaban de nuevo apretaditas, noté el calor de su miembro entrando lentamente en mi, me levantó un poco más cogiéndome en brazos por el culo y yo atraje hacía mi para impedir que se le escapase esa polla rodeando su cintura con mis piernas. Empezamos a movernos lentamente. Yo estaba clavada completamente por él. Me encantaba como se movía, como me miraba, como me sobaba el culo, como gemía mientras me llamaba su putita al oido. Pronto yo misma me uní al vaibén de caderas y cuando mejor me lo estaba pasando se corrió, su semén calentito me inundó y esto me hizo gemir de placer, pero no me había corrido. Me bajó con cuidado y se separó de mi. Me pidió disculpas por no haber podido aguantar más que un par de minutos, pero que estaba tan apretadita que no se había podido contener. Le dije que no pasaba nada. Nos arreglamos un poco y nos ibamos a ir cuando le dije que me devolviese mi culotte:

  • Esto me lo quedo de trofeo.

Y alucinada vi como se marchó corriendo sacudiendo mis bragas sobre la cabeza y saltando de alegría. Encima de que me dejaba a medias, me robaba las bragas. ¿Y ahora qué iba a hacer? Si me agachaba un poco se me iba a ver hasta el alma pero no tenía ganas de volver a casa a por unas nuevas, además la fiesta no había hecho nada más que empezar y seguro que no llevar ropa interior ayudaba en algo...

continuará!