Con una pequeña equivocación me folló un jinete.
Historia de mis primeras botas de agua y de cómo conocí a alguien del mundo ecuestre que me hizo disfrutar de un rato de intimidad.
Recuerdo cuando tenía ocho años que mi madre me llevó a comprarme mis primeras botas de agua, entramos a la tienda, y mi madre decidió las botas por mi, eligió unas color rosa clarito, procedí a probarmelas, introduje el pie en una bota y, aunque no eran especialmente cómodas, me gustaron mucho. El dia siguiente llovió y por fin tuve la oportunidad de probar por primera vez el que en aquel momento ya era mi calzado favorito. Fueron buenos tiempos en la escuela primaria, cuando mis compañeros llevaban este tipo de botas jugabamos a juegos como "carrera embarrada" que consistia en correr con nuestras botas por un barrizal, quien llegara antes a la meta sin caerse ganaba, aunque yo solía quedar la ultima porque lo que me gustaba era recrearme ensuciando mis botas para luego limpiarlas, todavía en esta época no tenía ni idea de que este simple calzado iba a determinar uno de mis gustos principales para interesarme por alguien.
A mis 18 años recien cumplidos a veces veía porno cuando mis padres no estaban, empecé viendo videos de jinetes manteniendo relaciones mientras me daba placer a mi misma, unos años despues, casi cumplidos los 20 me aficioné a la equitación, me compré unas botas de agua hunter de color rosa claro y brillantes, unos pantalones de equitación blancos y un polo rosa a juego con las katiuskas. Entre mis motivaciones para empezar a practicar equitacion se encontraba mi gusto por los caballos, el gustillo que me daba ir al galope y también que habia escuchado que a algunos chicos les gustaba mucho el tema ecuestre, me apunté y fuí a varias clases, eramos cuatro chicas, pero yo era la más guapa y atractiva de todas, pasaron varias semanas antes de que se apuntaran dos chicos, el primero era calvete, delgado, feo, y ponía cara de mala uva, al segundo lo conocí en medio de una clase porque llevaba tiempo sin venir, recuerdo que me fijé en una chica corpulenta de espaldas, tenía el pelo largo, un polo negro básico, unas botas hunter color azul oscuro y unos pantalones de montar azules, cuando me acerqué a ella al galope mientras sentía como mi sexo era masajeado gracias a la inercia del galope del caballo, me proporcionaba bastante placer, al llegar a la altura de la chica le miré a la cara y me percaté de que... !era un chico! y yo aquí casi masturbandome al galope, le miré a los ojos sorprendida al pasar a su lado, miré hacia el suelo avergonzada y él me miró pero no dijo nada. Más tarde, yo estaba en los establos dando una vuelta porque siempre me quedaba un poco más despues de clase, cuando él apareció, mantuvimos la siguiente conversación:
-Él: Hola, te he visto antes y he visto que te has puesto colorada.
-Yo: Sí... creía que eras una chica. (lógicamente no iba a decirle que me masturbaba galopando, pero esto me dió fuerzas para ser directa con él)
-Él: Jajaja, ¿una chica?, ¿cuando has visto a una chica de mi tamaño?
-Yo: Es lo que me pareció ver, pero cuando te miré a los ojos me dí cuenta de lo guapo que eres... y de que eras un chico.
-Él: Jaja, que vergonzosa pareces.
-Yo: ¿Perdona?
-Él: No lo niegues.
-Yo: Ven aquí (Le cogí del brazo para meternos en el hueco reservado a los caballos, y cerré la puerta). Me acerqué a él, y le susurré al oído: "¿Te ponen las chicas vergonzosas?"
Entonces, él me besó y acarició mis brazos, muslos y pechos, yo hice lo mismo con su pierna, pectorales y cara, procedimos a quitarnos nuestro polo y pronto nos encontramos lamiendo el pezón del otro, primero empezó él con el mío mientras jugaba con mi dedo índice en el coño, gemi un poco y me tuve que contener para no hacer ruido, luego me tocó a mí lamerle los suyos mientras le hacía una paja, pero antes de terminar empezó a follarme con fuerza, mis gemidos y el calor de mi cara iban en aumento, pues procuraba no gritar pero la vergüenza hacía que mi cara se tornara roja, finalmente llegué a un estado en el que pude dejar de gritar por unos segundos antes de llegar al orgasmo, llenó mi vagina con su semen, y tras mi eyaculación mis piernas temblaban del placer, solté un gritó, pero fué comedido.
Como tenía mi vagina manchada con su leche, tuve que quitarme las botas mientras pisaba las katiuskas del chico para proceder a quitarme los pantalones de montar sin pisar el suelo (que estaba bien sucio), fue todo un espectáculo, al final fallé y lo pisé un par de veces, llené mis calcetines de tierra mojada antes de quitarme los pantalones y mis bragas, con las cuales aproveché para limpiarme la corrida del chico, entonces directamente me puse mis pantalones sin bragas y estas se las oferté al chico como "trofeo", se sonrojó pero las aceptó: "No tengo donde guardarlas" dijo, se las cogí y se las introduce por un pequeño hueco que había en la caña de sus botas hunter: "Llevate tu trofeo a casa, guardalo y acuérdate de mí cuando lo veas". Me puse de nuevo mis pantalones, mis botas hunter rosas y procedimos a salir de nuestro escondite íntimo, cuando de repente me tocó el culo y me dijo: "Eres una chica muy pervertida", y le respondí guiñando un ojo: "Lo sé".