Con una compañera de trabajo

El alcohol y la fiesta hizo que acabara la noche con una compañera de trabajo.

CON UNA COMPAÑERA DE TRABAJO

El alcohol y la fiesta hizo que acabara la noche con una compañera de trabajo.

Carlos es un chico de 27 años que trabaja en una empresa de limpieza y mantenimiento de Granada. Es un chico la mar de normal, no es de esos que salen en las revistas de modelos, ni tampoco un "esmirriao". Le encanta el fútbol, la cerveza, sus amigos, y… por qué no decirlo, las tías buenas. Como a todos. Pero nunca ha tenido mucha suerte con las personas del otro sexo, ya que, debido a su timidez, y a que no es muy agraciado físicamente, pues no ha ligado todo lo que tenía que ligar. Lo que no esperaba él, es que en la fiesta de Navidad de su empresa, tuviera la oportunidad de poder mojar. Os lo explico mejor.

A finales de Diciembre, la empresa de limpieza daba una cena de confraternización entre todos sus empleados. Lo bueno es que Carlos estaba dispuesto a ir, ya que no tenía mejor plan que hacer. O eso, o ir con sus colegas de copas, hacer un poco el golfo y volver a casa a ver las rayas del canal + para poder machacársela. Lo malo es que como la fecha era el jueves 29 de ese mes, lo que supone que mucha gente no iría. Total, que ese jueves, por la mañana, cuando entró a trabajar, miró la lista de participantes: 15 en total, pero una sonrisa le iluminó el corazón, ya que sólo iban tres hombres (incluyéndose él), y el resto eran todo chicas. Otra cosa buena, es que iban las cuatro trabajadoras de la sección de nóminas, que estaban bien buenas. Pasó el día sin más cosa que ir a trabajar a los centros comerciales, para hacer la faena de limpiar y acondicionar escaparates.

Llegó la tarde, y con ella, la ducha pertinente, el afeitado y aseo personal. Carlos eligió un pantalón de vestir gris, y una camisa beige, y su inseparable chaqueta de cuero negro, comprada en las rebajas del año pasado. Como conducir por Granada es muy difícil, decidió tomar el autobús para ir hasta el restaurante. Llegó pronto, y entró en un bar, para hacer tiempo. No llevaba ni cinco minutos, cuando entraron en el mismo bar, tres de sus compañeras: Sandra, Leo y Juani. Iban las tres muy guapas, pero sobre todo, se fijó en Sandra, una chica del departamento de nóminas que estaba bien buena, como a él le gustan: su cabello negro y largo cayéndole por sus hombros, de cara no era muy guapa (como él), pero tenía un par de tetas imponentes, una cintura ajustada, y un culo respingón, que quitaba el hipo. Iba vestida con un pantalón ajustado negro, que resaltaba más aún su figura (y su culo), cubría su cuerpo con un top brillante atado al cuerpo, y para no pasar frío, llevaba un abrigo largo negro. Le daba un aire de superioridad, que Carlos, sólo de pensarlo, mentalmente se había empalmado. Tomaron un par de cervezas juntos, charlaron, rieron, y luego fueron juntos al restaurante.

Como ya habían confraternizado un rato, decidieron sentarse juntos los cuatro, en una de las esquinas de la mesa, en la que Carlos se sentó en una esquina, a su lado se sentó Leo, y en la otra esquina Sandra y Juani. La cena estuvo divertida y jovial, todos reían y hacían bromas, hasta el jefe de Carlos, un señor muy serio en el trabajo. Transcurrió la cena con unas botellas de vino y cerveza, que hizo que la gente se desinhibiera un poco. Sandra y Leo estaban chispadas, y eso le divertía a Carlos, que hacía tonterías para que se rieran. Cuando acabó la cena, decidieron ir a un pub de la zona de copas, pero más de la mitad decidieron ir a casa ya, cada uno con su familia. Total que Carlos, sus amigas, y otra pareja, fueron a tomar algo y a seguir la fiesta. Pero acordaron que no se irían muy tarde, porque al día siguiente tocaba trabajar. Tras un par de copas, la pareja se fue, y con ellos Juani. Sandra, Leo y Carlos se quedaron a tomar la última. El alcohol ya empezaba a hacer efectos en Sandra, que comenzaba a dar algún tumbo, a reírse por todo, y a no controlar. Saltaba y bailaba moviendo sus melones al aire, y Carlos se la comía con la vista. Pensaba que hoy no necesitaría el canal +. Seguía Sandra con su baile, cuando ella se dio la vuelta y se restregó por el pantalón de Carlos. Ese fue un detonante para que Leo, dijera que estaba cansada y que se iba a casa ya. Sandra se enfadó un poco con ella, pero entre Leo y Carlos la convencieron para irse ya. Leo comentó que el coche de Sandra estaba en un parking, y que no estaba en condiciones de llegar a casa conduciendo. Carlos pensó que era el momento, y dijo que él llevaría el coche. Leo se opuso, y cuando montaron a Sandra en el coche dijo que se cogía un taxi y se iba a casa. Buscaron el taxi, y luego Carlos y Sandra se fueron a casa de Sandra.

Durante el viaje, a pesar del frío, Carlos bajó la ventanilla para que se aireara su compañera. Se despejó algo, y cuando tenían ya el coche aparcado, Carlos ayudó a subir a Sandra hasta su piso. Sandra le dijo que pasara a tomar la última, y Carlos pensó primero con la cabeza, y dijo que era tarde, que mañana había que ir a trabajar, pero Sandra le volvió a decir que una y se acabó. Ahora Carlos pensó con su otra cabeza, y dijo que sí. El piso de Sandra era pequeño, se sentó en el sofá, mientras Sandra, aún un poco titubeante en su andar, fue a buscar dos vasos y hielo. Se quitó el abrigo, y como iba un poco pedo y no se dio cuenta que tenía un trozo de pecho fuera, que dejaba ver su aureola (o estaba todo planeado), se sentó así en el sofá al lado de Carlos. Estuvieron un momento callados, hasta que Sandra le preguntó qué quería beber. Carlos volvió a pensar con su polla, y le soltó en un susurro de voz junto al oído: "lo que me quieras dar". Sandra se separó un poco de él, y Carlos reaccionó rápido diciendo "whisky con cola". Sandra cogió el vaso y se dispuso a poner los hielos, y cuando cogió la botella para echar el alcohol, la polla de Carlos volvió a pensar por él, y repitió el susurro en su oído: "no quiero vaso, lo quiero en tu teta".

En ese momento, su mano rozó levemente el trozo de seno que Sandra tenía fuera. Esta vez, ella no se retiró. Carlos aprovechó el momento para acariciar el pecho por encima de la ropa, seguido de un roce con su lengua en el lóbulo de la oreja de ella. Sandra comenzaba a dar señales de debilidad, y eso lo aprovechó Carlos para comenzar un leve masaje de teta, que fue en aumento a medida que su polla comenzaba a despertar. Se tiró de cabeza al río, cuando con su lengua comenzó a bajar, recorriendo su cuello y hombros, hasta que llegó a esa teta que le había vuelto loco desde que la vió por la tarde. Liberó el pecho del sujetador sin tiras negro que llevaba Sandra, y comenzó a recorrerlo con la lengua por todos lados. Lo chupó, lo sorbió, y ayudó a Sandra a quitarse su prenda íntima, con top incluido. Sandra sujetaba sus tetas con sus manos, y ayudaba así a que la lengua de Carlos trabajara mejor. Él pasaba de una teta a otra, ensalivando bien cada pezón. Sandra mientras tanto, disfrutaba dando pequeños gemiditos, y sobando la teta que no estaba en la boca de su amante.

En unos segundos en los que Sandra no sabía bien que había pasado, se encontró tumbada en su sofá, con el pantalón puesto, pero desnuda de cintura para arriba, con Carlos encima de ella, también desnudo de cintura para arriba. El chico seguía dándose un banquete de tetas tremendo, y ella estaba en la gloria. El pensamiento de parar se le disipó de la mente, cuando la boca de Carlos atrapaba uno de sus pezones y lo succionaba. Eso la encantaba, y le ofreció la otra teta diciendo que tenía envidia de lo que le hacía a su compañera. Carlos estaba en la gloria chupando esos dos melones, repasando cada rincón de esa piel. Entonces Sandra le pidió que parase. Se incorporó, y desabrochó el pantalón de Carlos, que ayudó gustosamente a que se lo quitara (con calzoncillos incluidos). Ahora era Sandra la que recorría la piel de Carlos con la lengua, deteniéndose en sus pezones, bajando por su estómago y vientre, hasta que llegó al palo tieso que tenía delante de sus ojos. Antes de dedicarse a lamerlo, la chica le lanzó una mirada pícara a él, y comenzó a chuparlo como si fuera un helado. Carlos no pudo aguantar la sensación, cerró los ojos, echó la cabeza para atrás y se dedicó a disfrutar de los labios de su compañera en su pene. Sandra chupaba despacio (la medio borrachera que llevaba no le permitía ir más rápido), enterraba todo lo que cabía de polla en su boca, y la volvía a sacar, ensalivando bien. Luego se dedicó un poco a los huevos de su amante, notando como la respiración de su amigo de faena (y la suya), se agitaba a cada entrada y salida de su boca. Se arrodilló ante Carlos y atrapó con sus tetas la polla del chico, que sobresalía nada más la punta.

Sandra se apretó los pechos y comenzó un lento sube y baja, haciéndole una cubana estupenda. En ese instante los ojos de los dos se cruzaron y se quedaron mirando el uno al otro, mientras el ritmo de la cubana iba poco a poco aumentando. Carlos estaba para explotar en ese instante, así que la quitó de la pose que tenían. Ella le dijo que si no le gustaba lo que estaba haciendo, y Carlos repuso que quería terminar más tarde la fiesta. Levantó a Sandra y la quitó la ropa que le quedaba. La tumbó en el sofá, y abriéndole las piernas, atacó directamente al núcleo de su amiga. Enterró sus labios en el coño de Sandra, y comenzó a lamerlo como había visto muchas veces en las películas porno: del clítoris a la entrada, y pasando también por su culito. Sandra gemía y apretaba la cabeza de su amante contra su sexo, susurrando de vez en cuando lo bien que lo hacía. Eso halagaba a Carlos, que seguía en su empeño de comerla el coño para que se corriese, y lo consiguió al rato, ya que el alcohol todavía afectaba a su amiga. La corrida de Sandra fue ruidosa y agitada. Tembló durante unos segundos y luego se quedó como dormida, mientras Carlos no quitaba la boca de su coño.

A los pocos segundos de estar en esta situación, Carlos se incorporó, mojó la punta de su polla con su saliva y la dirigió a la cueva caliente y mojada que había dejado. Sandra reaccionó rápido y le dijo que se pusiera un preservativo, que quería sexo seguro. Carlos se quedó seco cuando le dijo eso, pero no la contrarió. Buscó en su cartera un preservativo y se lo puso. Sandra se abrió de piernas, y mojándose lo dedos con saliva, remojó su coño para que entrara sin dificultad la polla de su amigo. Carlos puso su punta en la entrada, y muy despacio empezó a enterrarla en el coño caliente de Sandra. Cuando hubo metido más de la mitad, paró, miró a Sandra y la besó en la boca, siendo correspondido por la chica, que alzó sus brazos al cuello de Carlos y lo atrajo hacia sí, para poder ser penetrada totalmente. Comenzaron ambos un baile lento, sin prisas, Carlos estaba disfrutando como un loco, sentía el apretado coño de Sandra en su polla, el calor que desprendía le derretía los vellos púbicos. Comenzó un mete-saca más rápido, siguiendo los gemidos de Sandra, que con los ojos cerrados, y los brazos en la nuca de él, disfrutaba del polvo. Ella comenzó a pellizcarse los pezones, cosas que dio idea a Carlos para chuparlos mientras le metía la polla cada vez más rápido. El chico volvió a sentir ganas de llegar al final, y se apartó de ella. Se sentó en el sofá y ayudó a Sandra para que se acoplase encima de él. Pero Sandra prefirió sentarse dándole la espalda, y lo cabalgó durante un rato. Ella cogió las manos del chico y comenzó a sobarse las tetas. Carlos la atraía hacia su polla sujetándolas por los melones de Sandra, que saltaba sobre esa polla como una loca.

Sandra sentía que se volvía a correr. Dejó caer su espalda sobre el cuerpo de él, y se sujetó al sofá. Él tampoco aguantaba más, estaba con los huevos cargados de semen y tenía que soltarlo ya. Carlos le susurró al oído: "quiero correrme en tus tetas", pero ella no le hizo caso, ya que estaba pendiente de su placer. Se corrió por segunda vez, con más gemidos y convulsiones. Carlos siguió empujando un rato más, mientras se tranquilizaba Sandra. Ella se quitó de encima de él, y en la misma postura que estaba Carlos, le comenzó a hacer una cubana. Carlos se quitó el preservativo, y al momento tiró tres chorros de semen, que se quedaron pringando los pechos y el cuello de Sandra. Quedaron ambos extenuados por el polvo que habían echado. Sandra se levantó y se fue al baño a limpiarse, cosa que aprovechó él para vestirse. Pasados cinco minutos, salió Sandra del baño, envuelta en una toalla, que le tapaba justamente su sexo. Se despidieron con un beso en los labios.

A la mañana siguiente no se vieron, pero el sábado se llamaron y quedaron para tomar algo. Estuvieron saliendo (mejor dicho, follando) durante un tiempo, hasta que ella le dijo que no quería seguir con ese rollo. Sandra abandonó al poco tiempo la oficina, y se fue a trabajar a otra ciudad. Fue la mejor chica con la que nunca estuvo Carlos (y la que mejores tetas tenía).