Con un cigarrillo frente al computador
De las cosas que generalmente no se le puede decir a la persona que se ama.
Cuando empiezo a escribir sobre ti, sobre este amor que te tengo, no puedo parar, suena repetitivo pero es lo que en mi mente se empieza a formar. Recuerdo todos los días que he pasado a tu lado, desde el día en que té vi por primera vez, hasta él ultimo. Las llamadas telefónicas cargadas de amor, los mensajes en los que decías que me querías, la conversación vía Internet en la que me decías que esto estaba equivocado, que mucha gente saldría lastimada, que no era normal lo que sentíamos, en especial yo, que quizás era parte de mi la que se equivocaba en las cosas que sentía; todo eso lo conservo como medio para convencerme de que un día fue real.
"Solo Amigos" me dijiste una vez, yo no atine a decirte que no, aunque para mí también resultaba una negación de lo que sentía o quizás la oportunidad de no perderte del todo.
La vez que te fui a ver a donde vivías, ese día pasamos uno de los mejores días a tu lado, quizás para ti uno de los mejores también, ya que siempre haces alusión a eso, en el que decías que te habías dado cuenta que no me alejaría de tu pensamiento, cuando me abrazaste y me dijiste que me querías, pero ninguno de los dos, quiso transgredir con un beso la amistad, pero debimos arriesgar.
Cuando preferí pasar el día contigo en vez de estar en la habitación con mi reciente novia, quizás dirás que no te habías dado cuenta de lo que yo sentía, o fuiste tu el que no estaba seguro de sus sentimientos; ese día estuvimos caminando, hablando de cosas que no recuerdo, pero lo que no olvido es la sensación de abandono que sentí al estar a tu lado, de ser capaz de dejarlo todo por ir tras de ti, pero no lo hice, como cuando te vi marchar a través de la calle desolada a media noche, cuando cruzaste la esquina y levantaste una mano con un andar triste, en señal de adiós, no me viste, pero no entre a la habitación en un rato, me senté en la puerta del hotel, con el deseo frustrado de ir tras de ti.
Los rumores de nuestras amistades de que éramos pareja, debido a nuestro mutuo interés, vergüenza a enfrentar lo que sentíamos es lo que nos alejo, ahora se que dices a amigos mutuos que no estas con nadie, y que solo te enamoras de personas que no quieren nada serio contigo, y yo dejo que se enamoren de mi personas con las que no quiero nada real, quizás solo porque me ofrecen la posibilidad de arrancarte de mi sin éxito alguno.
Mensajes a en tu mail casi a diario, unos con respuesta y otros sin mayor eco, líneas cortas en las que solo me dices que estas bien, bien con las clases, que pasaras las fiestas lejos de tu casa añorando a los amigos de tu barrio, a tu familia, silencio que me hiere y trae mis pasos a la realidad, realidad en la que no somos felices uno al lado del otro y que nos empuja a conocer personas que solo nos hacen extrañarnos mas (es lo que pasa conmigo).
Muchas veces tomaba mis cosas para viajar donde estabas tu, pero en ese mismo instante las dejaba en el mismo lugar por el temor de que al llegar allá me dijeras: "que haces acá". Solo se que pierdo una de las pocas batallas en las que me acobarde luchar.
Tengo constantes sueños eróticos en los que estamos los dos de protagonistas, de escenas llenas de pasión, en las que me siento dentro de ti, así como tu de mi, en las que las noches se hacen cortas, y la luz del día no ahuyenta el pudor de seguirnos amando, donde nuestras bocas se unen y nuestros cuerpos de funden en sudor, en caricias reprimidas. Donde beso tu sexo, tu pecho, donde de pies a cabeza somos uno del otro. Pero despierto y me veo en otros brazos y el insomnio como en este momento mientras escribo estas patéticas líneas esta presente y un cigarro hace de compañero silencioso, mientras los recuerdos me inundan de ti, y me siento mas cobarde por no hacértelo saber. Y regreso a mi cama diciendo en voz baja "es parte de una historia en que ninguno de los dos supo darle un final feliz".