Con un chico de paso...que

Invité a mi casa a un chico que estaba de paso por Madrid en una tarde de calentón que acabó siendo uno de los polvos más desenfrenados que he tenido.

¡Buenas! Hacía mucho que no escribía un relato, y ya era hora de volver. La siguiente historia es un suceso real que me ocurrió hace cosa de un par de meses con un chico que estaba de paso por Madrid. Antes de comenzar os recuerdo como soy:

me llamo Dani, 22 años, alto, un cuerpo normal, ojos claros y un pelo castaño muy claro, y buen rabo. El chico en cuestión se llama Jorge, 19 años, con un cuerpo normal, ojos marrones, pelo corto marrón, buen culo y rabo.

Era una mañana de miércoles, y estaba solo en casa y cachondo, así que abrí Grindr por ver como andaba el panorama, pero no tenía ninguna intención de quedar, y mucho menos invitar a nadie a mi casa. Después de estar varios minutos en la App, me llegó un mensaje de un chico que estaba 'de paso' por mi zona un par de días. Hablamos lo típico, las fotos de cara, lo que buscábamos y tal, y me pareció muy guapo. Me empezó a tirar la caña y a enviarme fotos desnudo, y eso hizo que pasara de estar cachondo a cachondísimo, por lo que le seguí el rollo.

Me dijo que tenía toda la mañana libre y que buscaba echar un buen polvo. Estaba tan duro que le invité a mi casa. Me dijo que era pasivo y que tenía ganas de morbosear y cerdear. Eso me preocupó, porque a saber qué morbos tenía. Me dijo que le molaba que le follaran en todos lados de la casa, le trataran como un sumiso, le azotaran y jugar con el semen. No me desagradó lo que me propuso, así que le pasé ubicación y se vino.

A los 20 minutos sonó el timbre, fui a abrirle y cuando le vi me pareció mucho más guapo en persona. Le invité a pasar, charlamos un poco (10 minutos) y le dije que si seguíamos hablando en la habitación. Asintió, y según estábamos entrando en ella, me agarró de la cintura y me empotró contra el armario y empezó a comer la boca de forma muy brusca. Que bien besaba y como me ponía.

Mientras nos besábamos, nos comíamos el cuello, nos mordíamos y nos comíamos las orejas, nos desnudamos hasta quedarnos en boxers. Le hacían un culo perfecto, lo que me dio más ganas de follármele. Le di un azote que sonó en todo el edificio (por si los gemidos y los golpes que habíamos dado al armario no hubieran sonado). Paró en seco, se quedó mirándome mientras me sonreía.

  • ¿Qué? - le dije mientras.

Me empujó a la cama, dejándome boca arriba. Tiró de mis boxers para quitármelos, y de lo burro que se puso, me los rompió un poco. Eso me puso más cerdo, así que le cogí de la cabeza y le metí el rabo hasta la campanilla, y aunque me decía con los gestos que la sacara, no hice ni caso, y comencé a follarle la boca a saco. Le di unas cuantas embestidas y la saqué. Estaba con la cara muy roja, pero me sonrió, lo que quiso decir que le gustó. Se lo repetí, pero estaba vez más fuerte. Las arcadas que daba me ponían aún más.

Le solté y se puso encima mía, en posición de 69 con los boxers todavía puestos. Le saqué el rabo por uno de los lados (pedazo rabo) y empecé a mamársela.

  • Rómpemelos, como castigo por los tuyos.

  • ¿Estás seguro?, le dije

Acto seguido bajó sus manos y se los rompió él. Seguí comiéndosela, hasta que me tuvo que pedir que parara.

Alargó la mano y sacó un condón de su pantalón y me lo puso. Alargué la mano y saqué el bote de lubricante.

  • Prepara tu culo, que va a sufrir. - Le dije.

  • No lo tendría yo tan claro, me respondió.

Una vez me puso el condón, se puso a cuatro patas y sin pensármelo dos veces, eché una poca saliva en su ano, bien depilado, y un poco de lubricante. Comencé a meterla poco a poco, debido al grosor de mi rabo, pero, sin esperármelo, me cogió de las caderas y empujó hasta meterla de golpe, entera. Pegó un pequeño grito y yo un gemido.

  • Te dije que de sufrir nada - me dijo con una cara de vicio enorme. - Ahora fóllame a saco.

Y dicho y hecho. No esperé a ir acelerando, empecé a embestirle a saco, cosa que le debió de gustar, porque no paraba de gemir a lo bestia. Le di un cojín, porque no quería que mis vecinos dijeran nada. Tenía un culo muy tragón.

Al rato me pidió que me tumbara, que me quería cabalgar, y así hice. Menudo movimiento de culo, se notaba que le molaba hacer eso y que tenía mucha práctica. Estuvimos así como 20 minutos (sin exagerar). Le pedí que parara, que no iba a aguantar más.

Se levantó, me quitó el condón y se puso en posición de 69. Nos las comimos hasta que le avisé que me corría. El muy cabrón no se sacaba el rabo de la boca, y acabé corriédome en ella. A la vez él hizo lo mismo en la mía, y sin avisar. Con las piernas me la sujetó para que no me quitara y acabara en mi boca también. Cuando se movió para incorporarse, me iba a ir al baño para escupirlo, pero me paró en seco y comenzó a comerme la boca. Nuestras lefas comenzaron a chorrear por nuestros cuerpos, pero él no dejaba escapar ninguna gota, para acabar tragándose todo.

Fue un buen polvo. Nos fuimos a duchar, porque estábamos bien pringados, y me volvió a poner a mil. Nos hicimos otras mamadas rápidas, corriéndome en su cara, su cara de vicio no la olvidaré.

Nos dimos los números para intentar volver a coincidir, porque semejante polvazo hay que repetirlo.


He vuelto a sincronizar mi correo electrónico, así que podéis escribirme a

a.universitariomadrid@hotmail.com y os responderé lo antes posible. Os agradezco todas las lecturas de los siete anteriores relatos. Un saludo y hasta la próxima.