Con un argentino en Ibiza

Estando de vacaciones en Ibiza conocí a un argentino que me volvió loco de placer.

Ya comente en un anterior relato que había estado de vacaciones en Ibiza y que ya comentaría lo que paso allí. Pues bien, aquí va. El verano pasado nos tuvimos que quedar todos en mi ciudad, es una ciudad de interior así que no íbamos a poder disfrutar de la playita, ni del mar ni de nada, así que nos prometimos que para el próximo verano nos iríamos todos juntos, y como buenos jóvenes que mejor sitio que Ibiza. Así que nos pusimos a trabajar. Yo estuve todo el verano en un restaurante, como trabajaba los fines de semana muchos me hacía no salir, así que así ahorraba más. Empezado el curso lo tuve que dejar pues los horarios no eran compatibles con las clases así que me puse a trabajar de camarero en un bar de copas. A eso de abril lo deje, ya tenia bastante dinero y además mis padres me seguían dando la propina. Y lo mejor de todos es que la madre de un amigo trabajaba en una agencia de viajes, y aunque no la hacía mucha gracia que nos fuésemos a Ibiza de vacaciones se tuvo que comprometer a buscarnos una buena oferta. Al final nos pilló dos apartamentos durante una semana en Sant Antonio de Portmany que esta como al norte de la isla.

Yo hacia un par de meses ya había empezado la operación verano. Aunque tengo buen físico no me vino nada bien hacer algo de ejercicio y me apunte a un solarium, para ponerme morenito y que luego no me quemase con el sol. Llegado el momento nos trasladamos hasta Madrid para coger el avión y en menos de un suspiro llegamos a la isla y a nuestros apartamentos.

No voy a contar todo lo que me paso estas vacaciones aquí, pero si decir que es una isla preciosa, que en su momento debió de ser un paraíso sobre la tierra y que es una pena que la mano destructiva del hombre este acabando con ella.

Salíamos caí todas las noches pero yo al menos no me gustaba llegar muy tarde a casa, ya que me gusta mucho ir a la playa y un cuerpo normal no aguanta así mucho sin dormir ni descansar. Digo normal porque allí mucha gente se pone hasta el culo, y a mí particularmente las drogas no me van, menos algunos porros y tabaco paso de todo lo demás. Sin embargo la última noche dije que tenía que disfrutarla al máximo. Nos tomamos algunas copas en nuestro apartamento y luego decidimos salir por ahí, estuvimos en unos pubs y marchamos a una discoteca. Había fiesta de la espuma, no se si habréis estado en alguna pero es lo más. Allí vi y me rocé todo hay que decirlo con un chaval como de unos 25 años. Era algo más alto que yo, moreno con melenita y pelo algo rizado, delgado pero se le veía bien. No le di más importancia y salí de allí. Tras quitarme la espuma de la ropa me dirigí dentro a pedirme una copa. Estaba en la barra esperando que me la pusieran cuando se puso a mi lado el chico de antes. Me miro y se puso a charlar conmigo, se presento, se llamaba Alberto y me contó que era argentino y había llegado a España hace unos cinco años. Gracias a Dios no había perdido ese maravilloso acento que poco a poco me iba envolviendo hacia él. Nos tomamos la copa y me propuso enseñarme el lugar, según él, más bonito de toda la isla. Salimos de la discoteca y nos montamos en su coche. No podría decir que dirección tomo ni a cuanto estábamos de la ciudad pero al final llegamos como a un lugar sin civilización. Aparcamos y empezó a caminar por un bosque de pinos, descendiendo hacía el mar hasta que aparecimos en una cala preciosa. La verdad que me encanto y le di la razón. Era una playa pequeña, dentro de una cala y rodeada por un bosque donde la mano del hombre no había llegado aún para destruirla.

Me propuso bañarnos, yo accedí y se empezó a quitar la ropa lentamente, como haciéndome un stripptes. Cuando se quedo totalmente desnudo vi que tenía un cuerpo normal pero bonito y entonces me pregunto que si yo no le seguía. Me desnude yo también y cogiéndome de la mano me llevo a la orilla. Hacia mucho calor y la sensación del agua fue relajante, por un momento desnudo y dado de la mano con aquel hombre de otra parte del mundo en aquella cala desierta de Ibiza sentí como retrocedía el tiempo y yo era un hippie de los setenta. Me saco de mis pensamientos cuando noté sus labios sobre los míos, y me beso con cariño, se separo y me dijo vamos.

Nos metimos despacio dentro, siempre me ha dado un poco de cosa el mar pero ahora me encontraba seguro, cuando las olas chocaban con nuestras entrepiernas el se zambullo y me invito a seguirle. Me sumergí y nade, y creedme, nadar desnudo es la mayor sensación de libertad del mundo. Salimos a la superficie y volvimos a besarnos, con las manos acariciamos todas las partes de nuestros cuerpos. Ya estacamos totalmente cachondos cuando salimos a la orilla. Nos tumbamos en la arena mientras las olas acariciaban nuestra piel. Empezó a recorrer mi cuerpo, con ternura y con pasión a la vez y me empezó a chuparmela. A ratos cerraba los ojos, a ratos les abría y veía las estrellas. Mmmmmmmmm que placer.

Cuando sentía que me iba a correr le dije que parase, el me miro con esos ojos negros que parecían dos pozos, y me volvió a besar, entonces empecé yo mi labor. Se la empecé a chupar, tenía una polla normal, de unos 16cm, una cosa que me encanta es el efecto que una mamada tiene en un hombre. Por muy machos que sean cuando se la chupas están como a tu merced. Cuando el se iba a correr también me mando parar. Cogió de su bolsillo y saco un condón y se le empezó a poner. Yo me puse a cuatro patas y el se coloco detrás y me la empezó a meter. Pasado el primer golpe de dolor empecé a disfrutarlo y mientras el empujaba hacia mi yo retrocedía hacia él. Cambiamos de posición yo tumbado de lado y el detrás de mí, dándole la espalda levante una pierna y me la ensarto de nuevo, se movía como un maestro y me estaba haciendo retorcerme de placer el muy cabrón. Después el se tumbo y yo me senté sobre él, le empecé a cabalgar y me movía como nunca pensé que podría hacerlo. Al final él dijo que se iba a correr y me coloco de rodillas. Estando él de pies empezó a largar chorros de leche sobre mi cara, mi pelo, mi cuello, mi pecho, parecía un surtidor, mientras yo me pajeaba como un loco. Al final me corrí y nos volvimos a meter al agua para limpiarnos, sobre todo yo.

Después me acerco con el coche hasta mi hotel, me dio su teléfono y su Messenger por si algún día volvía por allí y nos fundimos en un beso. Nos despedimos y por ahora no le he vuelto a ver, aunque he hablado con él alguna vez por internet, se que cuando vuelva, quedaremos.