Con su futuro suegro
Daniel siempre se ha llevado muy bien con Ricardo, el padre de su prometida, pero en aquella excursión a la montaña ocurrirá lo inesperado.
Con su futuro suegro
Daniel es un hombre de 25 años, de 1.80m de estatura, una piel blanca como la leche, tapizada de vellos en los brazos y en sus fuertes piernas (las cuales están muy antojables gracias a que esta en un equipo de fútbol), además de unos ojos verde oscuro y un cabello negro y abundante, y una barba espesa alrededor de sus gruesos y rosaditos labios.
Esta comprometido con Margarita de 23, su novia desde hace varios años, a la cual considera como "la mas buenota" de las chicas con las que ha salido.
"¿Cómo estás Ricardo?" le saluda Daniel a su futuro suegro al llegar a la casa de su prometida, llevando con él un ramo de rosas rojas, tal como le gustan a la chava.
"¡Muy bien cabrón! Pásale, ahorita llamo a Margarita"
Ricardo tiene 50 años, pero pese a su edad se ve bastante bien conservado, ya que siempre va al gimnasio a trabajar todos sus músculos, no le gusta que le hablen de usted ni lo llamen señor, Don o cualquier otra palabra que asome tan siquiera ligeramente su verdadera edad.
Daniel lo mira de pies a cabeza, siempre le ha llamado mucho la atención como se mueve su redondo y levantado culito, por eso cuando el hombre se voltea de espaldas Daniel se queda mirando como hipnotizado aquel trasero y de inmediato siente como su verga dormida amenaza con despertar.
"Hola mi amor" lo saluda Margarita con un beso.
"Bueno, yo los dejo" comenta Ricardo despidiéndose de Daniel con una sonrisa y una mirada rápida al ziper de su pantalón donde asoma una apetecible pija que al parecer a comenzado a crecer.
Daniel no se puede quejar, su vida sexual con Margarita ha sido de lo más satisfactoria, nada le agrada tanto como unos buenos senos, una vulvita húmeda y por supuesto, un culito apretado y levantadito eso si sin importar si es de un hombre o una mujer.
Más de una vez se ha hecho una paja imaginando como algunos de sus camaradas del equipo de fútbol en el que juega le entregan su culito, siempre escogiendo los más apetecibles, los cuales ha llegado a ver en los vestidores.
Se frota su gran verga rosadita y circuncidada, gimiendo despacio pensando como su gran paquete podría entrar en alguno de aquellos culitos con unas embestidas que lleguen hasta el fondo y siente como de repente de su instrumento comienzan a salir chorros de semen calientito empapando su velluda mano sin contar con lo bien que se siente de tener esas fantasías que lo calientan tanto.
Pero eso solo son fantasías, hasta ahora no había tenido el placer de probar el culo de otro hombre, lo cual lo obsesionaba cada día más.
Una tarde recibe una llamada, es su futuro suegro, quien lo invita a que se vayan a escalar unas montañas fueras de la ciudad, a lo cual Daniel acepta encantado porque sabe que le agradará a su prometida que él y Ricardo se lleven muy bien y porque tendrá a su entera disposición aquel trasero con el que tantas pajas se ha hecho ya.
El gran día llega ¡un domingo a las cinco de la mañana! Quedaron ambos de encontrarse en una avenida, donde Ricardo pasaría por él en su camioneta último modelo.
"Hola Daniel" le dice el hombre maduro y atractivo, de piel lampiña, sin sobrepeso, muy musculoso, cabello abundante (nada de calvicie ni canas) y pocas arrugas para su edad.
"¡Pinche Ricardo!" le responde Daniel ya en confianza, ante la ausencia de su querida futura mujer, siempre se han llevado muy bien y les gusta bromear "¿Cómo se te ocurrió hacer que me levantará a las cinco en domingo?"
Lo comenta falsamente, ya que en realidad no le importa madrugar un día más y menos después de mirar como aquel hombre viste unos pantalones cortos de una tela tan pegada que su culo lucirá al máximo.
Ricardo no se queda atrás, ha visto como su atractivo y futuro yerno viste una camisa sin mangas que dejan al descubierto sus fuertes brazos y unos pantalones cortos que fácilmente podrían marcar su paquete cuando este creciera, no puede ocultar esa mirada caliente con la cual se podría comer vivo a Daniel de pies a cabeza, ¡tantas ganas que tiene de saborear su pija!
En el camino platican sobre cosas aparentemente intrascendentes, Ricardo de vez en cuando voltea a ver de reojo al paquete de su yerno, a lo cual Daniel se da cuenta y comienza a sonreír.
Al fin llegan, cuando el sol está a punto de salir, ambos saben que en aquella montaña no hay más mortales que ellos dos, así que se disponen a escalar un poco, Daniel se sorprende como su futuro suegro pese a su edad tiene bastante condición física y siempre va tras él.
"Tú eres el experto, guíame" es su excusa, en realidad, lo hace para contemplar de cerca aquel apetitoso culo.
"Vamos a detenernos a descansar un poco" comenta Ricardo a Daniel después de escalar un trecho considerable, este asiente y se sientan bajo un árbol, para que la sombra les de mejor a ambos, se sientan tan juntos que juntan sus piernas desnudas.
Ricardo experimenta una repentina excitación al sentir como la fuerte y velluda pierna de su yerno se pega a la suya.
"Dame un poco de eso" le comenta Daniel a Ricardo al verle tomarle sorbos a su bebida deportiva para rehidratarse.
"¡Ah cabrón! Olvidaste traer tus bebidas" comenta el hombre lampiño pasándole su refrescante bebida a su futuro yerno, éste toma con desesperación del mismo lado donde vio que Ricardo le había bebido.
"¿De verdad quieres a mi hija?" le pregunta de repente Ricardo a Daniel después de un rato de silencio.
"¿Por qué lo preguntas? ¿Qué acaso te he dado motivos para que lo dudes?" comenta Daniel extrañado y visiblemente molesto.
"¡No cabrón! Lo que pasa es que sabes que ella es lo más importante para mí después de mi mujer y que te vas a llevar contigo al tesoro más grande de mi vida, mi pequeña, y quiera dejarla en buenas manos"
"Te aseguro que está en las mejores manos" comenta Daniel y añade "no te preocupes viejo".
"No me llames viejo cabrón, sabes que yo apenas acabo de pasar los 40" comenta Ricardo, a lo que Daniel no puede disimular unas carcajadas.
"¡De que te ríes cabrón!" Ricardo le reclama molesto.
"De nada suegro, es solo que tienes razón, eres bastante atractivo para tu edad, tus cuarentaytantos como dices tú" exclama Daniel.
Ricardo, halagado por el cumplido y sin dejar de presionar su pierna contra la de su futuro yerno a quien parece agradarle este extraño juego porque ni siquiera da la menor señal de querer retirarla, le dice:
"¡Sí cabrón! Y también soy rebueno para la cama, a mi vieja siempre la hago gritar de placer, espero que tú también seas un buen amante para mi hija, nunca te perdonaría si no la haces gozar en la intimidad"
Daniel se sonríe ante este comentario "descuida suegro, yo le doy sus buenas cojidas a tu hija, no es por presumirte pero tengo un miembro bastante delicioso y grande".
"Ya lo creo que sí" piensa Ricardo para sí mismo, a ambos con la conversación y el roce de sus respectivas piernas y brazos se les ha comenzado a levantar sus respectivos paquetes, asomando el bulto en sus pantalones cortos.
"¡órale cabrón ya te está calentando esta plática!" comenta Ricardo señalando hacia la pija de Daniel.
"Y tú no te quedas atrás suegro" le responde Daniel haciendo el mismo ademán.
"¿De verdad si haces a mi hija feliz en la intimidad?" pregunta Ricardo con toda la naturalidad del mundo en su voz, aunque por dentro está ardiendo de calentura.
"No sabes cuanto suegro" responde Daniel y de repente, sin pensarlo dos veces le pregunta.
"Ya que dudas tanto, ¿no te gustaría comprobarlo?"
Ante este comentario Ricardo se enciende más y siente como su paquete comienza a crecer estrepitosamente, resaltando cada vez más de la delgada tela del pantalón corto, a Daniel le ocurre lo mismo.
"De acuerdo cabrón, al fin y al cabo aquí nadie nos puede ver" es su respuesta.
Ambos se voltean su cuerpo completamente para mirarse frente a frente ahora Daniel tomando las piernas de Ricardo entre las suyas a lo cual este se prende más y abrazándole.
Acerca lentamente su rostro al de su futuro suegro hasta que ambos sienten la respiración agitada de uno sobre la piel del otro y lentamente posa suavemente sus labios sobre los de Ricardo, este siente como la barba del otro le raspa su piel provocándole escalofríos de placer.
Ambos comienzan a intensificar sus besos explorando sus respectivos labios, y probando uno la saliva del otro.
Mientras continúan besándose, ahora tocándose sus respectivas lenguas las que luchan cada una por invadir la garganta del otro, Daniel comienza a sobarle las nalgas a Ricardo por encima de la tela de su pantalón corto, es la primera vez que toca el trasero de otro hombre y más aquellas nalgas tan apetecibles y que tanto ha deseado.
Lo cual los excita a ambos aún más , ahora es Ricardo quien posa su mano sobre el paquete de Daniel por encima de la tela de su pantalón corto, sintiendo el gran tamaño del mismo, casi de manera simultanea ambos meten su mano por debajo de la tela para sentir de lleno el paquete y las nalgas del otro.
Paran de besarse y ahora Ricardo comienza a sobarle el abultado y rosadito paquete a Daniel, y lentamente acerca su rostro al mismo y comienza a lamerle el tronco, posteriormente le chupa la puntita del mismo saboreando los líquidos preyaculatorios y el sabor de aquel pedazo de carne.
Ahora comienza a metérsela hasta el fondo, sintiendo como llega hasta su garganta, Ricardo nunca imaginó aquel éxtasis que causa el solo hecho de llevarse la pija de otro a la boca, incluso la sensación es mucho más placentera que cuando mama el coñito de su mujer.
Daniel no se queda atrás gime de placer, sus suspiros son cada vez más profundos, siente que esa mamada que le esta dando su futuro suegro es incluso mejor que las que le ha dado Margarita.
La estimulación en su pija es tan grande que casi siente que se va a venir, pero sabe que aún falta lo mejor por lo que la separa de la boca de Ricardo, ambos se ponen de pie y se besan de nueva cuenta sintiendo nuevamente como sus labios y lenguas combaten por entrar cada uno en la boca del otro.
Ahora Daniel le ha bajado a Ricardo su pantalón corto, para de besarlo y se coloca detrás de él susurrándole al oído de manera cachonda:
"Querido suegrito, prepárate para recibir mi verga en tu cerrado agujerito"
Ricardo se estremece de placer al escuchar estas palabras y con un tono de voz igual de bajito y confidencial le responde:
"hazme lo que quieras cabroncito, ahora yo soy como Margarita, cuando tú le haces el amor"
Sin mediar más palabras, Daniel se humedece los dedos de su mano con su propia saliva y comienza a frotar uno por uno en el culito de Ricardo, haciendo a este lanzar unos gemidos de placer.
Poco a poco va introduciendo el dedo en el agujerito, uno tras otro, luego penetra dos dedos a la vez volviendo loco de excitación a Ricardo.
Ya un poco más abierto el culito de este, Daniel se hinca quedando su cara frente a aquel grandioso y apetecible trasero, bastante bien conservado y atractivo.
Comienza a olfatearlo y luego le da un masaje con la lengüita al agujerito de Ricardo, quien cada vez está más cachondo y comienza el mismo a jalarse su larga pija.
"¿Ahora si estas listo?" le pregunta Daniel a Ricardo en un susurro a su oreja cuando se ha vuelto a poner de pie.
"¡Hazme tuyo cabrón!" Es la respuesta de Ricardo.
Daniel comienza a meter su instrumento lentamente en el agujero de Ricardo provocándole el mayor placer de su vida sexual.
El chavo disfruta cada vez más la sensación de tener su polla dentro de las nalgas de su futuro suegro y la inserta cada vez más adentro, sintiéndose cada vez más cachondo, las embestidas son más intensas a cada momento haciendo gemir a Ricardo.
Finalmente, Daniel vacía su leche dentro del culito de Ricardo, quien siente el líquido calientito dentro de sus intestinos.
Al sacar Daniel su pija, Ricardo se voltea frente a él, lo toma de las mejillas y le planta un cachondo beso en la boca, sintiendo de nueva cuenta los rosaditos, gruesos y apetecibles labios de su yerno, así como el roce de su barba que lo vuelve loco de placer.
Mientras ambos continúan con sus besos cachondos de lengüita, Daniel toma la verga de Ricardo que sigue muy dura de tanta excitación y comienza a frotarla lentamente, haciéndole una maravillosa paja, para él es la primera vez que toma otra pija que no sea la suya.
Así continúan ambos besándose larga y profundamente, con Daniel con una mano haciéndole la paja a Ricardo y con la otra acariciándole las nalgas lampiñas, redonditas y gruesas, Ricardo con ambas manos cubriéndole el cuello y la nuca a Daniel como si fuera su hombre, su príncipe azul.
Así continúan hasta que Ricardo se viene derramando su leche entre las manos de Daniel, este se la chupa de los dedos y la mano y luego con un nuevo beso se la pasa a Ricardo, no hay sensación más maravillosa, ambos han desatado toda su calentura.
Ya una vez que se han subido los pantalones cortos se vuelven a sentar otra vez con las piernas muy juntas, pero ahora también tomados de la mano y Ricardo recargando su cabeza en el hombro de Daniel le comenta:
"Ahora ya se lo que siente mi hija cada que te la cojes" A lo que Daniel responde:
"Sabía que no te decepcionaría suegro, anda ya descansamos un buen rato, vamos a seguir escalando la montaña"
"Órale cabrón"
Ambos continúan con su paseo durante el resto de aquel domingo y en cada descanso bajo otro árbol continúan cachondeandose, ya sea besándose, agarrándose la pija el uno a otro o dándole Daniel masajes en las nalguitas a Ricardo.
Pronto llega el día de la boda, pero antes de que esta se lleve a cabo Daniel le hace una visita privada a su ya casi suegro Ricardo y ambos quieren gozar otra vez del sexo entre machos, ese momento será importante para ambos y ocurrirá algo inesperado pero esa es otra historia.