Con Roxana y sus amigas
Luego de unos días me desconcertó un llamado a mi fono, me dijo que era la mujer del bus y si recordaba el paradero en que ella se había bajado, si podía ir y juntarme con ella, le dije que la recordaba pero que me sería difícil llegar, que mejor si quería conversar nos juntáramos en el centro, indicándole el nombre de un café. En realidad podía haber llegado, sin embargo, sin saber porque sentía miedo y por ello preferí conversar en un lugar público
Luego de unos días me desconcertó un llamado a mi fono, me dijo que era la mujer del bus y si recordaba el paradero en que ella se había bajado, si podía ir y juntarme con ella, le dije que la recordaba pero que me sería difícil llegar, que mejor si quería conversar nos juntáramos en el centro, indicándole el nombre de un café. En realidad podía haber llegado, sin embargo, sin saber porque sentía miedo y por ello preferí conversar en un lugar público
Nos juntamos, al verla llegar no dejaba de mirarla, ahora con más calma no sólo podía apreciar su edad, sino que su aspecto general era muy masculino desde su pelo corto hasta su forma de vestir, nada nos costó entrar en confianza, me dijo que su nombre era Roxana, que no había podido de dejar de pensar en mí en todos estos días, conversamos sobre nuestra forma de ver el sexo, dando por establecido que si bien ella se declaraba abiertamente lesbiana, yo por mi parte no me consideraba así, nos contamos un poco como había sido nuestra vida, si no fuese por la diferencia de edad podríamos haber pasado por dos amigas conocidas de toda la vida, gran impresión y estremecimiento me causó el saber las dificultades que enfrentaba diariamente para poder vivir libremente su sexualidad, sobre todo porque el hombre de pueblo suele ser muy machista y despectivo, su único lugar de libertad era la casa de una amiga en la cual se reunían similares a ella para dar rienda suelta a sus deseos, en fin, todo llevaba a que había contado nuestra aventura y ahora se arriesgaba a invitarme.
No me mintió, me dijo que nunca había estado con una mujer como yo, que me encontraba exquisita y que sólo quería gozarme enterita, amén de no quedar como una mentirosa pues ya le bastaba con las agresiones sufridas como para que también su pequeño grupo social la estigmatizara. Quedamos de juntarnos a las diecinueve horas para acompañarla, al despedirnos muy en confianza tomó mi brazo y sólo me dijo -vístete como una zorrita-.
Toda la conversación me había dejado muy excitada, llegué al departamento y le dije a Angélica que me ayudase, siempre me había vestido provocativamente pero ahora realmente no sabía cómo hacerlo, no dejaba de pensar que era una mujer. Me alisé el pelo, mis uñas, pies y manos rojo italiano, mi ojos delineados con sombras rosadas y azulinas, rímel que recargaba mis pestañas, mis labios rojo furioso, mi torso sólo con una polera traslucida de color negro que permitía sin dificultad ver mis tetas, una falda de cuero negro mini, pero mini, que con suerte cubría la totalidad de mis nalguitas, medias caladas y liguero negro enfundaban mis piernas, y montada sobre unos tacos de quince centímetros, me miré al espejo, y por primera vez bese a Angélica, me veía como quería, a distancia cualquiera podría haber dicho que era una puta. Llamé a Roxana y la pasamos a buscar al lugar acordado y nos dirigimos a su lugar de encuentro.
Angélica conocía la población, me recriminaba mi seguridad y veladamente amenazó a Roxana si me llegaba a pasar algo, esta no decía nada, disimuladamente en el trayecto abrió el abrigo que cubría mi atuendo, se acercó a mi oído, con su lengua rozó mi lóbulo me dio las gracias y me dijo que me veía como una gran zorra, que sólo quería tocarme, no lo hacía y yo me estaba excitando, tome su mano y la apoyé en mi pierna, me hacía cariño y me hablaba, que hoy me iban a dar vuelta de placer, que me dejarían mi conchita hinchada de tanto chuparla, y otras cosas que me excitaban aún más, sin embargo nada hizo en el viaje, sólo ir calentándome más y más, realmente añoraba que llegásemos ya quería sentir mi piel vibrando de placer.
Llegamos al lugar y la casa era bastante pobre, se veía que tenía sus años, entramos y encontré a otras dos mujeres aparte de Roxana y yo, Julia una mujer de más o menos la misma edad de Roxana, de pelo castaño hasta los hombres y en cuya ropa y cuerpo denotaba la imposibilidad de cuidado y Bea, la cual era realmente sorprendente tenía a lo menos unos setenta años, era gorda y por sobre su ropa podía observarse sus pechos caídos y su panza prominente, sirvieron unos tragos al vernos ingresar y nos presentamos en tanto Roxana repetía la historia ocurrida en el bus, las risas envolvían en ambiente, cuando Roxana me hizo levantar y poniéndose a mis espaldas retiró mi abrigo para guardarlo, las miradas de ambas fueron suficientes para excitarme, me veían como queriendo abalanzarse sobre mí, se pararon y siguieron conversando, cada vez más cerca, yo no hacía nada por alejarlas, Roxana puso música e invitó a bailar a Julia, por lo que me quede junto a Bea, quien comenzó a bailar conmigo, se acercaba y me tocaba directamente la cola, levantando levemente mi falda, tocaba mis pechos por sobre mi blusa, apretándolos y diciéndome que tenía unos pezones maravillosos, los cuales se encontraban erectos por el roce de la blusa, bailamos todas juntas, intercambiábamos parejas y bebíamos y el ambiente subía a cada momento de temperatura. Roxana me abrazó y me dijo que podía rechazarlo, pero Bea estaba de cumpleaños y esta era su fiesta, y me besó metiendo su lengua en mi boca, mientras julia pegaba su cuerpo a mi espalda acariciando mi culo; Bea a un lado tomó mi cabeza y también me beso, yo me encontraba totalmente mojada.
Seguí bailando con Bea bajé su falda dejándola en calzones, ella me dejaba hacer, levanté su blusa y liberé sus tetas, eran dos pechos grasos y caídos que ella levantaba con sus manos moviéndolos descoordinadamente, reíamos todas, tome sus pechos y los chupe con desesperación intercambiando uno y otro en mi boca, sus pezones ya viejos aún se erectaban, Julia la despojó de sus calzones, las tres bailaban a mi alrededor tocaban mi cuerpo, Julia me desprendió de mi blusa, Roxana acariciaba mi culito, bajé ayudada por Roxana con empujaba mi hombro, besando la panza de Bea, Julia sólo miraba, llegué a su concha saque mi lengua y comencé a lamerla, Bea se movía retorciéndose, podía escuchar sus gemidos, se acostó en la alfombra mientras yo jugaba con mis dedos en su concha, me llamó, subí por su cuerpo besándola toda, nos pusimos teta con teta, mientras ella me besaba el cuello, la cara, la boca introduciendo su lengua, me pidió que la montara pata chupar mi concha, lo hice levanté mi falda y acerque mi culito a su boca, sentí su lengua tratando de penetrar mis agujeros, Roxana y Julia chupaban mis tetas, escuchaba como comentaban entre ellas que de verdad era una zorrita, que era estupenda, me agache y chupé nuevamente la concha de Bea mientras su lengua exploraba mi conchita y unos dedos jugaban en la entrada de mi culo. Bea acabó atrapando mi cabeza con sus piernas casi ahogándome.
Bea quedó exhausta, nos levantamos y nos servimos Ron, bebiendo de la propia botella, Roxana se jactaba de su descubrimiento, me levanté y saque mi falda arrojándosela a Julia, diciéndole que ella no me había gozado, me di vuelta para mostrarle mi culito, me levanté y la bese de lengua, con esos besos apasionados que pretender comerse la cara, chupaba su lengua y ella chupaba la mía hasta hacerme doler, sus manos iban de mis tetas a mi culo, sin parar, en tanto Bea masturbaba a Roxana. Julia lamía mis pechos haciendo girar su lengua en mis pezones los cuales estaban a punto de explotar , recorrió mi cuerpo con su lengua y yo sólo abrí mis piernas para dejarle libertad en mi concha, jugaba en ella dando pequeños chupones y lamidas, a medida que uno de sus dedos se introducía en mi ano, me dejaba y volvía a mis tetas , a mi boca me estaba haciendo el amor suavemente, sentía mi conchita a punto de explotar, tirada en el piso estaba entregada a lo que quisiesen hacerme, Bea volvió a intervenir y me dio vuelta de guata, sentía las manos de todas jugar en mi culo, abrían mis nalgas, se turnaban para introducir sus lenguas en mi culito, no aguante más y acabé fuertemente, gritando mi orgasmo.
Sin embargo, ellas no pararon, la situación en un momento se salía de control me volvieron a dar vueltas, Roxana me insultaba a la vez que con Bea se prendían de cada una de mis tetas mientras Julia se entretenía con mi concha, sobando mi clítoris que se encontraba hipersensible, Julia mordía mis piernas, no sé de donde ni en qué momento lo buscaron, pero Bea abría mi boca para introducir un pepino a modo de verga, mientras Roxana chupaba y apretaba mis senos y Julia introducía varios dedos en mi conchita, chupaba aquella fruta como si fuese una verga de verdad, escuchaba sus comentarios e insultos y rogaba en voz alta que me lo metieran, necesitaba sentirme empalada, hasta que lo sentí introduciéndose en mi concha, me ahogaban los besos de Bea, casi no podía respirar, sus manos me recorrían entera violentamente, era un juguete en sus manos, sentía el pepino chocando violentamente mi útero mientras Bea me obligaba a chupar sus tetas y alternadamente introducía otro en mi boca, acabe nuevamente, sintiéndome una perra y gritando que no pararan de darme placer.
Pedí un trago, Roxana me alcanzó la botella, bebí y derrame otra cantidad sobre mi cuerpo, llevando la boca de Julia a seguir chupando, Roxana me acariciaba suavemente, unos de sus dedos se introdujo en mi concha, luego otro y otro, podía sentir su mano tratando de abrir mi concha, como pude me di vuelta poniéndome a cuatro patas, Bea chupaba mi culito mientras Roxana seguía su juego en mi concha, y Julia me besaba comiéndose mi boca, no sé si logró introducir su mano, sólo sé que sentirme así usada de tal manera, me hizo estallar nuevamente en un orgasmo con el cual casi desfallecí. Quedé tendida en el piso, rodeada de manos que me acariciaban.
Estábamos ebrias de alcohol y de Placer, llamé a Angélica y le dije que pasaría la noche acá, me arrastré por el suelo y chupe la concha de cada una de ellas para arrancarles un orgasmo que las dejase satisfechas.
Me di vuelta y en cuatro patas recogí el pepino y comencé a jugar con él en mi culito, entonces Julia me pregunto si aún quería más, frente a mi respuesta me propuso llamar a su sobrino, le dije casi rogando que lo hiciese, al rato llegó un mocoso de no más de trece años, que no había conocido mujer según me señaló Julia por su timidez, y un buen culito le haría bien. Sin embargo esa es una historia que no creo que deba contar acá, no obstante sólo les diré que fue una excelente iniciación del muchacho en estas lides de partir el ojete de las putitas como yo.
Hasta el día de hoy sigo viendo a mis amigas y permitiendo que me gocen entre ellas y otras a quienes ellas me han recomendado.