Con religiosa pasión
Continúa la historia con mi cura amigo.
Uno busca ser feliz y no aprende a serlo hasta saberse amado con una intensidad única por el ser que más ama.
Con el cura Fabián fui descubriendo que las vueltas que da la vida nos depara muchas sorpresas, pues lo que parecía una calentura de una noche inusual, se convirtió en una historia de amor que ya superó los diez años.
Siempre existieron o, si era necesario, inventamos, encuentros pastorales que nos permitieran vernos. Hemos formado parte de comisiones regionales, de equipos diocesanos, en distintas áreas, y así hubo posibilidades de acortar distancias naturales que nunca estuvieron a menos de 300 km. También hemos hecho cursos en Buenos Aires, y algunos de esos viajes se convirtieron en pequeñas lunas de miel.
Con el tiempo, el padre Fabián fue tomando un rol mas pasivo en la relación sexual, lo que no impidió que cada encuentro fuera vivido a full, pues es un experto con las caricias y chupandome todo el cuerpo, siendo el mejor en cuando se prende a mi verga. Igual, cuando él quiere, y yo lo anhelo, es él el que me penetra para sentir su respiración en la nuca y llenarme de su néctar sagrado.
Paso a contarle que, en estos diez años, supimos contar cientos de poses que fueron mejorando cada encuentro. Por lo general los tenemos en su casa parroquial, ahora en otro pueblo del interior. Llego en el colectivo de la medianoche, me espera con algo para comer. Nos bañamos, empezamos la charla, tirados en la cama, con el slip puesto, música lenta en inglés o unos buenos latinos románticos, con una luz tenue nos vamos poniendo al día en información y en un momento, nos callamos Con la luz del equipo de música, vamos descubriendo nuestra desnudez, para que uno de los dos tome la iniciativa de los besos sobre el cuerpo. Nos revolcamos de placer, con las caricias, los besos que mojan la piel, y esas bocas que invitan a las lenguas a entreverarse. En un momento, le levanto el trasero, y mi lengua se pierde saboreando ese oscuro y limpio ano, que siempre sabe estar preparado para no embarrar la cancha.
Viene luego el juego de la chupada magistral, donde se traga lo que puede de mi verga, que es larga y un poco gruesa, y le va dando lamidas a mis huevos que caen sobre su mentón y barbilla que rasca. En un momento, levanta mis piernas y mi ojete queda a su merced, para darme besos negros que me hacen suspirar y temblar. Cansados de acariciarnos, en un momento se sienta sobre mis piernas, mientras quiero de una ponerla en su trasero. La música sigue dando lo suyo y anima a más. Entre nosotros, sigue el silencio, para no interrumpir tamaña entrega.
La saliva hace su trabajo y poco a poco se va perdiendo mi verga dentro de su culo, sube y baja que cabalga de emoción y yo que llego a volar. Mueve su culo en círculo, pone sus piernas apoyadas a mis costados, y hace que la saca y la mete de golpe. No puedo más, me digo, y él se dá cuenta, para no hacerme acabar, y de tanto en tanto me besa en la boca, y toca mi cuello con sus labios, rozando la oreja que parece otro centro vital para el placer.
Sin sacarla, se da vuelta, quedando a espaldas mías. Veo como mi instrumento se pierde en ese culo, que ahora agarro de atrás, y le voy dando movimiento. Entre las nuevas experiencias, es sublime ver como pone sus pies detrás de mi cintura, mientras parece sacarla y deja la punta de la pija en la puerta, para darle vida y ansia a mi embestida, que suspira en cada entrada y ver como se pierde totalmente mi verga en un culo que ya habla.
Y viene el final, la acabada que ya viene esperando como media hora para llenar de leche ese culo hermoso de alguien que aprendí a amar y por nada quiero perder. Para este momento, también fueron muchas las poses logradas para darnos el mayor de los placeres.
A veces, como explosión, con él sentado arriba mío. Otras, con las piernas levantadas sobre mis hombros y mirándonos las caras de a rato. La tradicional del perrito, o semisentado en mi pija, de rodillas detrás de él. La normal, ambos boca abajo, con todo mi cuerpo encima suyo. Pero la mejor, la que más nos da placer y nos deja muerto es la que llamamos el "molinete". Les cuento
Tirado encima mío, con toda la pija adentro, de a poco, y paso a paso, yo voy girando en dirección contraria a las agujas del reloj. Quedo por un rato, como formando una cruz, de costado, para seguir girando hasta quedar con mi cara tocando sus talones: totalmente al reves. Es impresionante. Me ha comentado que siente orgasmos tan fuertes que parece desmayar. Yo, les cuento que se siente un goce inigualable. No sé que parte estoy tocando con mi verga, pero es distinto. El acople es perfecto, y si nos movemos demás corremos el riesgo de que se salga. Pero lo hemos logrado. No quiero parar, pero tampoco que se termine. El gime como una fiera, yo pego unos AAHH que irrumpen el silencio negociado.
Y así, siento que no puedo más, se viene, se viene la leche que a esta altura viene en envase familiar. Antes que yo acabe, siento como él se corre encima de las sábanas, y emprendo mi descarga AH, ESTO ES VIDA DIGO.
Cansados, transpirados, nos besamos, él limpia la cabeza de mi pija con los últimos esfuerzo que puede hacer con sus labios, y partimos a limpiarnos al baño, para prender un cigarrillo, y decirnos cuántos nos amamos.
Esto es algo de lo mucho que pude (y puedo) vivir con mi cura amigo, mi amor, y es simplemente la vida misma, que nos cruzó y nos dio tanto.