Con pocas palabras... 6

"Ella tiene las cosas claras, pero el problema es que yo no las tengo claras con ella, pues cada vez la veo menos como una posible pareja y más como amiga…"

Pues, tras dos clases llena de miraditas serias por parte de Tania y molestas de Julia, suena el timbre que anuncia el siguiente recreo y el desafortunado encuentro que tengo que tener con Tania por haberla dejado tirada en el recreo y haberme quedado con “otra”. Que poca gracia me hace tener que dar explicaciones sobre todo de esto y, realmente, no sé si contarle la verdad… Que marrón… que marrón…

Por supuesto, la opción de escaparme está descartada pues Tania está esperándome pacientemente mientras yo recojo con toda la tranquilidad del mundo (cualquier cosa para retrasar ese momento) mis cosas.

Miro donde se sienta Julia por si se encuentra (no quiero que vuelvan a pelear…), pero ella ya salió con sus amigas al recreo. Así pues, termino de recoger y me dirijo a la salida, pero, como antes hizo Julia, Tania me tapa la salida y cierra la puerta. Me mira seriamente y se dispone a comenzar con la conversación que yo no quiero tener…

“Bueno, explícame, ¿qué significa lo del recreo?”

“¿A qué te refieres exactamente?” Cuanto menos le diga mejor… Eso está claro.

“¿Qué hay entre Julia y tú?”

“Eso no es de tu incumbencia” Sé que a veces soy borde, pero no tiene derecho tampoco a meterse en eso, tampoco nos conocemos tanto. Me mira sorprendida tras mi respuesta.

“Ya… pero… María, ella juega con la gente, solo se preocupa por ella…” Me molesta que hable así de Julia aunque, probablemente, sea verdad.

“Lo siento, pero sigue siendo mi problema, no el tuyo” De repente me mira seriamente.

“Ya, pero es que yo… bueno… es que, verás, yo… en fin…” Se le nota el nerviosismo, prácticamente está temblando.

“A ver Tania, ¿Qué quieres decirme?”

“Pues que… bueno… tú… me gustas…” Baja la mirada con vergüenza por lo que ha dicho. Realmente… yo no sé qué decir.

Pienso un momento lo que significa esa confesión. Ese “me gustas” trae consigo miles de pensamientos e interrogantes más a mi mente, si eso es posible. Por un lado, ¿Qué siento ante esa afirmación…? ¿Ella me gusta a mí? ¿Es correspondido lo que ella siente? ¿Realmente quiero algo con esta chica…? Por otro lado, ¿Y Julia? ¿Qué pasa con ella? ¿Hay algo entre nosotras lo suficientemente fuerte como para ser una razón de peso para no empezar con Tania nada? ¿Algún día llegará a haber con Julia lo que puedo llegar a tener en este instante con Tania…?

Estas y muchas preguntas más viajan por mi cabeza a la velocidad de la luz haciendo que me cueste un mundo comprender lo que pasa. Mientras, Tania está mirando al suelo con su carita envuelta en una expresión triste y cabizbaja. Al ver que yo no respondo, decide darse media vuelta, pero, antes de que se aleje de mí, la sujeto.

“Espera”

“¿A qué? ¿A qué me digas que no? ¿A qué me digas que te gusta ESA?” Me dice mirándome con furia en la mirada e intentando soltarse de mí, pero soy más fuerte y no consigue nada.

“Tania… Julia y yo…”

“¿Sabes qué? Tienes razón, no es de mi incumbencia y no quiero saberlo, yo lo único que quería saber es si entre tú y yo… podría haber algo más que amistad algún día pero ya veo que eso no va a pasar nunca.”

“Tania… es que… no puedo” Me cuesta hasta decirlo, pero debe saberlo.

“¿Qué no puedes? Dirás que no quieres” Me dice alzando la voz.

“No quiero hacerte daño”

“¿Y por qué estuvimos a punto de besarnos en mi casa? ¿Eso no es hacerme daño, María? ¿Darme esperanzas así?” Con cada palabra se iba entristeciendo y apagando un poco más y yo no sabía qué hacer ni qué decir.

Sin previo aviso, aprovecha mi momento de debilidad emocional y se suelta rápidamente para, tras esto, marcharse corriendo dejando la puerta abierta. Observo cada uno de sus pasos, al principio con desconcierto pero, realmente siento que es lo mejor pues las cosas estaban tomando un rumbo que no era el correcto. Cuando salgo de dicho desconcierto, cierro la puerta y me voy a sentarme en mi silla.

Después de una escena así, necesito mi tiempecito para asimilar todo y controlar el torrente de pensamientos que tengo ahora mismo rondando en mi mente. Estoy tan metida en mi cabeza que no escucho como en el exterior una persona entra a la clase abriendo la puerta con el mayor de los sigilos y lentamente se acerca a mí.

De repente, noto como unos finos brazos me abrazan desde atrás con una inmensa suavidad y se me encoje el corazón al reconocer la fragancia que desprende la persona que está tras de mí, fragancia que solo puede corresponder a una persona pues es única en ella. Con ternura besa mi cuello y posa su cabeza en mi hombro.

Así pasamos todo lo que resta del recreo, ella abrazada a mí y yo recibiéndolo con la mayor de las emociones. Todas mis preocupaciones se van cuando su cuerpo se aproxima al mío hasta llegar a estar prácticamente unidos y nuestras respiraciones entonan una armoniosa sintonía que a mí consigue pacificarme y llevarme a otro mundo, a ese mundo donde solo existe ella.

Pero todo lo bueno finalmente acaba y así pasa cuando suena el timbre que anuncia el fin del segundo recreo. Ella, con gran lentitud y suavidad, me va soltando poco a poco y, antes de que lleguen nuestros compañeros, se aleja de mí y se sienta en su sitio de siempre. Al girarme para observarla me llevo una gran sorpresa al ver que ella también me mira a mí. Sin embargo, se vuelve rápidamente cuando empiezan a entrar nuestros compañeros.

Entre todos ellos, aparece Tania con una expresión de seriedad que aumenta al verme a mí y, posteriormente, a Julia. Al contrario que en el primer recreo, esta vez decide no sentarse a mi lado y se coloca en el otro extremo de la clase. Sin pensarlo, miro hacia Julia que ya se ha percatado del nuevo cambio de distribución en la clase. Ella me mira buscando mi expresión que en esos momentos lleva atisbos de tristeza. Parece que sabe cuál es la razón, pues no se ve sorpresa en su cara ni un poco de alegría como era de esperar.

Cuando el profesor entra a la clase, nuestras miradas se dispersan, ella se vuelve para atender en clase y yo miro hacia la ventana, teniendo ya claro que no voy a poder atender como anteriormente en clase. Espero que no suspenda con todas las clases que he perdido pensando en estas chicas y que me sirva simplemente estudiar en casa porque sinceramente no tengo ganas de bajar mi media teniendo en cuenta que es muy importante para acceder a lo que quiera hacer en el futuro.

Pero es que es imposible no quemarme con todo esto pues, por un lado, cuando pienso que a Julia solo le importa ella, me hace dudar con acciones como la de llegar de la nada y abrazarme como si realmente sintiera algo por mí y, por otro lado, no me puedo ver con Tania como pareja sintiendo lo que siento por Julia y parece ser que por eso la he perdido como posible amiga, a ella y probablemente a las demás pues ellas ahora puede que me vean con malos ojos.

Tras una larga reflexión sobre estos temas y estas mujeres, escucho el timbre sonar y me dedico a recoger todo con la mayor tranquilidad. Al terminar y volverme para salir, encuentro a Julia y recuerdo el primer recreo que, por lo visto, antes se me olvidó. Aunque, realmente, antes la necesitaba tanto a mi lado que no reparé en nuestra conversación.

“Vamos al parque” Me dice con ternura en la mirada, pero a mí, aun así, no se me olvida el primer recreo.

“Sigo siendo mujer” Le cambia la cara rápidamente entendiendo el sentido de mi frase hacia una expresión que denota mosqueo.

“¿Por qué quieres complicarlo todo siempre?” Claro que sí, ahora soy yo la que complica las cosas…

“No soy yo la que tiene dudas de su sexualidad” Creo que le ha cabreado más eso…

“Yo no tengo dudas de nada, tengo claro lo que me gusta” Dice firmemente.

“Bien, pues si tan claro lo tienes todo, ¿por qué me besas y me abrazas a mí, a una MUJER?” Le pregunto buscando la respuesta que hace tiempo necesito escuchar.

“Joder María, solo quería pasar un tiempo contigo porque te vi mal después de la conversación con Tania…”

“¿Estabas escuchando?” O sea que tiene su lado cotilla… Se sonroja al darse cuenta de que se ha descubierto ella sola.

“¡SÍ!” Grita ya cabreada. “Maldita sea, quería saber qué tenías con esa… en fin, con esa, punto”

“¿Y qué más te da lo que haya entre ella y yo si tú eres heterosexual y yo no te puedo gustar?” Sí, directa como yo sola, a ver cómo responde ella.

“Mira María, quería animarte y que pasáramos un tiempo tranquilas, pero ya veo que contigo no se puede si no es dando mil explicaciones así que paso. Adiós”

Se da media vuelta para irse por la puerta que, aunque antes no me di cuenta, está cerrada (menos mal… imagínate que nos hubieran escuchado… a Julia le da un infarto), pero antes de que dé un paso la detengo (se me está haciendo un habitual esto de detener a la gente) y la vuelvo hacia mí.

“No me digas “Adiós” nunca más, por favor. Odio esa palabra con todo mi ser…” Le digo apenada y entristecida.

“No hagas que quiera alejarme de tu lado y no volverá a salir de mis labios” Sonrío ante esas dos últimas palabras.

“Mmm… tus labios…” Y los miro deseando probarlos de nuevo hasta quedarme con su sabor por siempre y me acerco con claras intenciones de satisfacer mi gran anhelo. Pero ella me detiene suavemente.

“No deberíamos estar aquí, sería mejor que nos fuéramos”

“Hay séptima hora para los bilingües* 1 …” Le digo intentando acercarme de nuevo. Pero me vuelve a detener esta vez con más decisión.

“Aquí no, María” Me dice seriamente.

“Pero si antes hemos estado aquí y no ha pasado nada” Ya no me acerco pues no quiero más rechazos de su parte.

“Antes casi nos pilla tu “amiguita” y en el segundo recreo yo te he visto con ella, ahora también nos podría ver cualquiera” Su rostro se pone serio… “Vámonos de aquí”

Y, sin darme tiempo a reaccionar, se aleja de mí y abre la puerta para marcharse, pero se para y me mira expectante.

“¿Te vas a quedar ahí parada?” Por fin reacciono y me acerco hacia donde está ella.

“Vamos al parque” Me mira y deja ver una pequeña sonrisa. Al final ha conseguido lo que quería. Siempre lo hace.

Caminamos por los pasillos del instituto, ella por delante mirando para que no nos pille nadie fuera de clase y yo detrás de ella, para que engañarnos, mirando toda su belleza e imaginando lo que haría si la tuviera para mí sola (es lo que tienen las hormonas a esta edad…).

Al llegar a la puerta, la “simpática” de la conserje la deja salir a ella sin problemas y a mí me detiene para pedirme explicaciones de por qué no he salido antes y quiero salir ahora (igualdad señores, esto es igualdad ¬¬), pero Julia le dice simplemente que voy con ella y me coge de la mano para llevarme con ella. La conserje nos mira desconcertada hasta el punto que no sabe qué decir y así es como se queda, pues salimos por la puerta con rapidez.

“Oye Julia, ¿tú tienes autoridad sobre todo el mundo o es cosa mía?” Me sonríe pícaramente.

“Depende” La miro extrañada. “¿Sobre ti la tengo?” Me saca una sonrisa espontánea en ese mismo instante pues tengo claro que la respuesta se acerca bastante al “Sí”, pero decido no darle el gusto todavía.

“Ya quisieras, guapa” Sigue sonriendo de una forma tan hermosa como sensual que hace que sienta una alegría que no conocía hasta el momento.

“Bueno, hermosa, pues tengo autoridad sobre todo el mundo exceptuándote a ti” Nos reímos sin problemas creo que por primera vez en lo que llevamos de estar juntas (juntas en el sentido del tiempo en el que estamos conociéndonos más, porque… juntas no estamos).

“¿Te crees muy poderosa, verdad?” Le pregunto con la ironía puesta claramente entre líneas.

Me mira, pero no me responde, sin embargo, acelera el paso hasta llegar a “nuestro” lugar secreto. He de aclarar que desde que salimos del instituto hasta llegar al parque y, en concreto, a “nuestro” lugar secreto, hemos ido cogidas de la mano sin ningún problema y con toda la tranquilidad del mundo, lo que me alegra y puedo suponer que a ella también.

Al llegar allí, cogida de mi mano hace que me gire quedando de espaldas a ella, se acerca hasta quedar abrazada a mí y me da ese beso en el cuello que me encanta y me deja a su merced.

“Puedo ser muy persuasiva…” Me dice cerca de mi oído con una voz tan sensual que logra subirme la temperatura del cuerpo considerablemente. “Y así… consigo “todo” lo que quiero”

Y comienza a besarme el cuello tiernamente haciendo que poco a poco pierda la cordura y que deje que haga lo que quiera conmigo. Siento como se separa de mi cuerpo para sentarse en el césped y, de inmediato, me empuja para caer encima de ella. Intento no dejar todo el peso y ella lo nota pues, cogida de mí, da la vuelta quedando encima ella. Yo la sonrío y ella se aproxima lentamente para besarme en los labios.

Cuando cierro los ojos, noto sorpresivamente que vuelve a dar la vuelta quedando yo encima y veo que empuja para que vuelva a dar la vuelta. Me sonríe con una sonrisa de niña juguetona que me provoca una ternura infinita y decido seguirle el juego y dar vueltas por todo el césped poniéndonos perdidas de hierba, pero riéndonos como nunca.

Finalmente, se cansa de dar vueltas y, estando encima de mí, me abraza y se acerca a mis labios. Y, por fin, esta vez nos besamos con el mayor de los cariños pues estábamos deseándolo hace ya bastante tiempo. Seguimos con el beso, sin profundizar ni nada, durante un tiempo que no sabría medir pues estoy totalmente sumida en la ternura que me produce besarla de esta forma, sin buscar nada más.

Al tiempo, se separa lentamente de mis labios y de mi cuerpo hasta poder sentarse a mi lado. Busco su mirada y ya no veo en ella la alegría de antes, si no duda y preocupación. Me siento a su lado, le doy un beso en su hombro e intento abrazarla, pero ella se separa con delicadeza.

“Por favor, no lo hagas” Me empiezo a asustar.

“¿Qué pasa?”

“¿Por qué tienes que ser mujer?” WTF, ¿en serio me ha preguntado eso?

“Eh… ¿cómo?”

“Es que, dios, todo sería tan fácil si fueras hombre”

“¿Qué sería tan fácil?” Sé a lo que se refiere, pero quiero ver si es capaz de decirlo de una vez.

“Pues… joder María, pues eso…” Me mira y finjo no entenderla “Dios María, a veces eres… sé que me entiendes, no eres tan corta. En fin… pues bueno, lo que tenemos…”

“A ver y… ¿qué tenemos?” Le vuelvo con otra preguntita e intento acercarme a ella, pero se vuelve a separar más bruscamente y se levanta dejándome a mí sentada.

“Joder, pues no hay nada entre tú y yo, María, absolutamente nada. Hazte a la idea de que yo no soy como tú y no lo voy a ser nunca”

Me mosquean mucho sus palabras y decido levantarme para estar a su altura y poder seguir la conversación. Sigue pareciéndome increíble que se niegue algo completamente cierto como es que yo le gusto, porque, la verdad que ya es difícil de negar.

“Ah, vaya y entonces, dime, ¿por qué me sigues buscando para estar juntas?” Es la pregunta perfecta, no puede negar que no lo hace y alguna razón debe tener. Parece que la esperaba por la expresión de su rostro.

“Ah, ¿Quieres saber por qué?” Asiento claramente “Pues porque me entretienes un rato al igual que todos los tíos con los que me ves”

En fin… mi cara es un poema tras esta aclaración. Por un lado, no sé si creerme lo que dice pues realmente a los otros se los tira (delante de mí), en cambio, conmigo solo ha habido besos y solo de vez en cuando, por lo que iguales no somos. Pero, realmente tampoco me puedo considerar importante en su vida porque sigue ocultando cualquier indicio de que entre ella y yo haya algún tipo de relación, aunque hoy ha ocultado más bien poco.

“En fin… paso de estar así, cuando pases de tus ralladas y quieras pasarlo bien, me avisas” Me da un beso brusco en los labios y se da media vuelta para irse.

Estoy tan absorta en mis pensamientos por lo que me ha dicho que no atino a decirle nada y la dejo marchar. En ese instante, suena el timbre del instituto indicando el final de la séptima hora por lo que decido volver a casa pues mi madre debe estar ya preocupada al ver que no llego todavía.

Por el camino voy pensando en Julia y sus cambios continuos, que si ahora sí, que si ahora no, que si luego puede… Me está poniendo la cabeza loca con sus negaciones y sus comentarios que sinceramente me hacen daño… y luego con sus momentos buenos, donde parece que realmente siente algo fuerte por mí y que le importo… Después me viene a la mente Tania y nuestra charla… Ella tiene las cosas claras, pero el problema es que yo no las tengo claras con ella, pues cada vez la veo menos como una posible pareja y más como amiga…

En fin… ya veremos qué me depara el día de mañana….

* 1 Aclaración, Bilingües: donde yo vivo muchos institutos son bilingües, es decir, enseñan dos lenguas extranjeras como, por ejemplo, el inglés y el francés. Y, para que se aprenda el idioma o idiomas más correctamente, se establece una hora todos los días de dicho idioma por lo que hay días en los que los estudiantes tienen 7 horas de instituto en vez de 6.

Mil disculpas por el retraso de este capítulo y muchas gracias por los comentarios que habéis dejado. En particular:

Lililunita: como siempre, gracias por tus comentarios y, con respecto al último, no sé yo si algún día María se quitará los líos de la cabeza jaja y bueno, con respecto al posible beso, puede que no pasara porque era lo mejor jaja un saludo.

Romina: jaja si, la verdad que no se sabe que es mejor, si estar sola o tener dos mujeres detrás dando guerra jaja mil gracias por comentar.

HombreFX: gracias por todos tus comentarios, me alegra saber que sigues la historia.

Dulzitha: muchas gracias por comentar y me alegra que te haya gustado el anterior, espero que este también aunque parezca que la relación de Tania y María esté lejos de hacerse realidad.

Manzanazul: vaya, me alegra muchísimo saber que te ha gustado y espero seguir en la línea para estar a la altura de ser una más de tus lecturas jaja

Aurora la diosa: como siempre, un gusto leer tus comentarios de verdad jaja  y bueno, con respecto al último, no ha podido ser, tuvo que tener la conversación y no resulto muy positiva debido a la reacción de Tania, pero bueno, ya veremos qué pasa que pasa en el futuro con estas chicas, sinceramente, creo que los quebraderos de cabeza no han hecho más que empezar jaja un saludo desde España

Lulu: me alegra que te haya gustado el capítulo y espero darte motivos para que sigas leyendo jaja

Ro86: debo decirte que es una gran pregunta la que has formulado porque Tania aparece en escena tras la frase de la pizarra, pero bueno, es difícil saber cuál o cuáles fueron los motivos por los que Tania no se acercó antes a María ya que toda la historia se ve desde el punto de vista de María. Pero, si miramos más allá, desde el punto de vista de Tania, a mí la única respuesta al por qué no apareció antes creo que sería el miedo… pero no sé, está muy abierto a sugerencias esa pregunta. Gracias por comentar de verdad. Saludos

En general, muchísimas gracias a todos y espero no retrasar tanto el próximo capítulo. Un saludo.