Con mucho vicio dentro de mí (Parte 08).

Octava parte de esta historia que confío sea del agrado de mis lectores. Espero vuestros comentarios.

Pero el tiempo fue pasando y cada día me desesperaba más ver que ninguna de las tres jóvenes se decidía a abrirse de piernas para poner su “arco del triunfo” a mi disposición con intención de que me la cepillara lo que se había convertido en mi principal anhelo hasta que un jueves por la tarde todo se complicó aún más cuándo Damián y Fernando, hartos, discutieron con ellas después de decirlas que, poco a poco, estaban logrando sacarme más leche que ellos y sin plantearse el despojarse de la braga para enseñarme y ofrecerme su chocho y su culo con intención de brindarme la posibilidad de que las penetrara, me las follara y descargara en su interior. La discusión terminó cuándo Cristina les propuso que si conseguían que, en un mes, descargara dentro del culo de ambos delante de ellas las tres saldrían de mi vida, buscarían otro piso en el que residir y se centrarían en sus conquistas pero que, en caso contrario, tendrían que ser ellos los que se olvidaran de mí para permitir que fueran ellas las que me siguieran usando a su antojo con intención de que, a base de darlas lefa, acabara convirtiéndome en una magnifica “vaca lechera”.

Sin hacerme la menor mención a la discusión que habían mantenido con sus tres compañeras de piso, Damián y Fernando empezaron a prepararlo todo diciéndome que aquellas jóvenes eran sumamente estrechas y secas y que nunca iba a conseguir tirarme a ninguna de ellas ya que lo único que querían era divertirse a mi costa sin adquirir ningún compromiso mientras sacaban el mayor provecho de que me encontrara tan bien dotado. Para que pudiera comprobar que estaban en lo cierto me propusieron que las probara pidiéndolas cosas sencillas como el que me hurgaran en el ojete con sus dedos mientras me chupaban ó meneaban la polla a lo que se opusieron alegando que no estaban dispuestas a hacer semejantes cerdadas. Otro día las propuse que, al igual que Damián y Fernando, se colocaran a cuatro patas para que, luciendo sus encantos, las pudiera poner regularmente dos ó tres peras laxantes con las que vaciar su intestino a lo que sólo Belén se mostró dispuesta y con muchas reservas, porque era estreñida y tenía serios problemas con su tránsito intestinal.

Finalmente, Damián y Fernando me hablaron abiertamente del compromiso que habían adquirido con sus compañeras de piso y de sus inquietudes sexuales proponiéndome que, si continuaba junto a ellos y al ser el mejor dotado, me convirtiera en el padre de la familia mientras Fernando desempeñaba el papel de madre y Damián el de cuñada. No estaba muy seguro de que mi incursión en la homosexualidad fuera a terminar bien pero el que, en los últimos meses, se hubieran comportado como dos autenticas fulanas y el que siempre se encontraran dispuestos a sobarme el rabo y los huevos, a hurgarme analmente con sus dedos ó con consoladores y vibradores hasta que me dejaban de lo más predispuesto para la defecación, cosa a la que Belén, Cristina y Patricia se volvieron a oponer al considerarlo repulsivo y a menearme y chuparme la salchicha para sacarme la leche, recibirla en su boca e ingerirla, después de brindarme la oportunidad de excitarme convenientemente mientras observaba en acción a una pareja, ocasionó que me decidiera a dar un buen escarmiento a sus bellas compañeras de piso y centrarme en la actividad sexual que desarrollaba con ellos.

Un sábado por la tarde, cuándo aún quedaba más de una semana para que se cumpliera el plazo marcado, me puse de acuerdo con Fernando con el propósito de que, en cuanto llegara, se colocara en bolas a cuatro patas ante sus compañeras de piso y se mostrara bien ofrecido para que, arrodillándome detrás de él, le pudiera “clavar” mi tranca bien tiesa por el ojete, me lo trajinara por detrás y descargara con total libertad dentro de su orificio anal mientras Damián se la meneaba a él. Para ser la primera vez y más teniendo en cuenta que todavía no se la había metido a ninguna fémina y que no tenía la menor experiencia en el sexo anal, salió de maravilla hasta el punto de que me resultó tan agradable y placentero que eyaculé con más rapidez de la normal. En cuanto se la saqué del culo y antes de dirigirse al cuarto de baño para defecar, Fernando me comentó que mi miembro viril era mucho más efectivo que las lavativas y las peras laxantes. Belén, Cristina y Patricia disfrutaron de lo lindo hasta que se dieron cuenta de que estaba descargando dentro del trasero de Fernando con lo que comenzaron a pensar en que iban a tener que hacer sus maletas.

Al día siguiente y para terminar con aquello, me recreé poniéndola un par de peras laxantes a Belén que, al final y acuciada por su estreñimiento, accedió a ponerse a cuatro patas en el cuarto de baño luciendo sus encantos, con una abierta, amplia y deseable raja vaginal y un muy apetecible culo, delante de sus compañeros de piso y de mí. La joven, a pesar de las mofas de Cristina y de Patricia, aguantó bastante bien mis tocamientos y la primera de las peras pero, al notar caer en su interior el líquido de la segunda mientras me dedicaba a estimularla a través del clítoris, se meó y acto seguido, comenzó a vaciar su intestino. Al no pedorrearse me pilló tan de sorpresa que tuve que mantener el largo rabo de la pera en el interior de su trasero y continuar echándola el agua caliente mientras iba soltando una intensa evacuación líquida que se depositó íntegra en la bañera. Cuándo la pude extraer el “instrumento” se sintió afectada por un proceso diarreico que la obligó a permanecer durante un buen rato sentada en el inodoro.

A cuenta de lo sumamente “burro” que me había puesto mientras sobaba a Belén, unos minutos más tarde procedí a “clavársela” por detrás a Damián, al que le costó hacerse a tener una verga de las dimensiones de la mía dentro de lo que a él le gustaba llamar su “coño” lo que ocasionó que liberara su esfínter un poco después de metérsela y que tuviera que sacársela dos veces bien untada en su mierda para permitirle evacuar antes de que pudiera culminar en su interior.

Después de quitarnos de encima a aquellas tres meonas, una vez que Damián se habituó a sentir mi chorra dura, gorda y larga introducida bien profunda dentro de su ojete, se prodigó bastante más que Fernando en ofrecerme su orificio anal para que se la “clavara” hasta el fondo y me lo zumbara. El que tardara varios minutos en comenzar a perder la erección después de eyacular hizo que Damián me incitara a seguir poseyéndole por el culo tras haberle echado mi primera lechada con lo que, sin proponérmelo y además de adquirir una gran experiencia en el sexo anal, conseguí disponer de una más que meritoria potencia sexual y redescubrir que, sin que pudiera hacer nada por evitarlo, me meaba y de forma masiva, tras echarle mi segunda descarga.

Mi relación con Damián y Fernando se mantuvo y con regularidad, hasta que comencé a cursar mis estudios universitarios lo que tuve que hacer lejos de mi hogar y de mi lugar de residencia. Los primeros meses lo pasé bastante mal puesto que continuaba anhelando debutar en cepillarme a una hembra y las que me gustaban se mostraban de lo más estrechas, remilgadas y secas conmigo y pretendía evitar a toda costa el verme, de nuevo, inmerso en la homosexualidad puesto que me atraían las mujeres y no quería acabar convertido en un cabrón que se pasara el día “clavándosela” por el “coño” a ciertos “mariposones”.

C o n t i n u a r á